Hace un año, ya os conté mi visita a Peralejos de las Truchas, con ocasión de las Fiestas de San Mateo. Este año he repetido la experiencia, con gran placer.
Una de las vaquillas, suelta junto al pilón de la Plaza de la Fuente. (JMBigas, Septiembre 2011) |
El viernes por la tarde nos fuimos para allá, desde Madrid. Por el camino (entre Molina de Aragón y Peralejos) nos sorprendió un chaparrón breve, pero muy intenso. En el pueblo, llovió lo indecible durante diez o quince minutos, en torno a las nueve de la noche. Los músicos, que ya lo tenían todo preparado para el concierto de la noche en la plaza, sufrieron desperfectos en algún material, y tuvieron que ir a Guadalajara para traerse recambios. Al final, el concierto acabó empezando a las dos de la mañana, y se prolongó toda la noche.
El alojamiento, por supuesto, en la Pensión Casa Pura, que es casi como estar en casa, por el trato familiar que te otorgan. Dos de mis amigos (aficionados a la música) se trajeron un acordeón y una guitarra, y se empeñaron en que ensayásemos el coro de los esclavos del Nabucco de Verdi (Va pensiero). El resultado fue tan lamentable, que optaron por cancelar el resto de ensayos previstos. Si es que los que no controlamos el tema podemos romperlo todo.
El sábado por la mañana tocó suelta de vaquillas por las calles y plazas del centro del pueblo. Este año (la crisis obliga), sólo había dos vaquillas y no tres como el año anterior. Pero la celebración se retrasó prácticamente una hora (estaba prevista para las once y media de la mañana) debido a que alguien se había dejado un coche aparcado junto al pilón de la Plaza de la Fuente, en pleno recorrido de las vaquillas, y hubo que retirarlo (a brazo, que el dueño no aparecía).
Paseíllo de los diestros y sus cuadrillas. (JMBigas, Septiembre 2011) |
Este año renuncié a ni siquiera intentar deslizarme entre los barrotes de las rejas que bloquean la plaza, y me refugié (junto a mucha más gente) en el recinto protegido de la iglesia, a salvo de las arremetidas de las vaquillas. Allí había una multitud de niños, mujeres, hombres mayores y urbanitas reticentes (como yo mismo).
No hubo incidentes mayores, y las vaquillas se acabaron recogiendo, a punto para sucesivos festejos en otros lugares.
Por la tarde del sábado, a las cinco y media, estaba prevista la gran novillada, con dos diestros y cuatro novillos, más la suelta final de una vaquilla en la plaza, para regocijo de muchos y revolcones de alguno. Tras las lluvias del viernes por la noche, el sábado (y también el domingo) fueron días soleados, calurosos a mediodía, y fresquitos por la mañana y por la noche. Junto a la entrada a la plaza, unas chicas, muy guapas por cierto, nos ofrecieron unos sombreros rojos de paja, para protegerse del Sol. Por cinco euros se los compramos y recibimos como premio, un beso en la mejilla de los que dejan huella. La pena es que en la cinta que llevaba el sombrero, al nombre del pueblo se le había caído la "s" final y quedó en Peralejo de las Truchas. Y también el sombrero acabó destiñendo su color rojo en la frente. Estimo que, en origen, su coste debió ser de unos diez céntimos, pidiendo una cierta cantidad.
Azuzado por la cuadrilla, el público se empeñó en premiar a uno de los diestros con dos orejas y el rabo en el último novillo, claramente superior a los otros tres, que flojeaban escandalosamente de remos. Los dos diestros salieron de la plaza a hombros.
El año pasado hicimos una excursión para coger setas. Pero este año las condiciones meteorológicas, hasta ahora, no han sido nada favorables, y apenas se encuentran. Además, el municipio ha descubierto que las setas son bienes económicos, y han decretado todo el municipio como acotado de hongos.
Por lo tanto, el domingo por la mañana abordamos una excursión mixta de paseo, caminata y sesión de pesca de la trucha. Fuimos a las cercanías del río Cabrillas, donde dos del grupo se quedaron para una sesión de pesca, otros tres anduvieron por el monte, y yo me quedé junto al río, paseando por sus riberas y realizando una sesión fotográfica.
Tras comer en la Fonda Pura, emprendimos de nuevo viaje hacia Madrid. Hicimos una parada en Molina de Aragón, para echarle un vistazo al Museo, donde por estas fechas tienen una exposición temporal deliciosa, donde se exhiben unos cuantos de los barcos en miniatura que construyó en su vida D. Salvador Romero, con plancha de cobre. Desgraciadamente, el artista local falleció en 2010 a la avanzada edad de 96 años.
Para las nueve y media de la noche, llegamos a Madrid sin incidencias.
Tenéis acceso a una galería de 30 fotografías de los diversos acontecimientos del fin de semana, pinchando en la foto de la vaquilla en la plaza.
Fiestas en Peralejos de las Truchas (Septiembre 2011) |
JMBA
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