Viajando por el mundo se aprenden muchas cosas. Algunas son de índole puramente práctica, como adivinar la mejor hora para esquivar a los grandes grupos en los buffets de desayuno de los hoteles. Y otras conviene no olvidarlas nunca. Entre estas está la siguiente: cuando tengas acceso a un servicio razonablemente limpio y acogedor, utilízalo, aunque no tengas muchas ganas; porque nunca sabes cuándo el camino te deparará otra oportunidad igual.
Cuando pare el autobús por si alguien necesita visitar el servicio, para allá que debemos ir volando. (Fuente: alibaba) |
Más tarde, retardar al grupo porque tienes necesidad de orinar (esta vez ya entre los matorrales) será siempre mal visto.
Tras el descalabro de Lehman Brothers en 2008, se abrió (informalmente) un turno donde todo el mundo era consciente de que las entidades financieras podían haber quedado tocadas por el mismo mal; de que podía haber activos tóxicos (a base de hipotecas subprime o de productos titulizados que contuvieran deudas imposibles). En ese momento, y en los meses siguientes, Europa dedicó cientos de miles de millones de Euros al salvamento de algunos grandes bancos (franceses, belgas, alemanes,...).
A la sazón, nuestro pinturero Presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero decidió no aprovechar el turno (no tengo ganas de mear) y se cansó de afirmar que nuestro sistema financiero estaba sanísimo y era de la Champions League.
Sólo un par de años después, la necesaria concentración bancaria, las fusiones, y adquisiciones que se fueron produciendo en el sector, dejaron en evidencia que no todo estaba tan sanísimo como Zapatero (y sus acólitos) se cansaron de repetir.
Ahora, casi cuatro años después del día fatídico en que el Gobierno de Estados Unidos dejó caer a Lehman Brothers, ya está claro que hay una parte de las entidades financieras españolas que requieren urgentemente de una recapitalización, para sanear sus muchos activos tóxicos (y también nefastas decisiones de gestión, de inspiración puramente política).
Pero ahora que el Grupo está andando en otras cosas (enderezamiento del déficit y de la Deuda, etc.), tener que pararse para que los españoles alivien sus vejigas... manda h..... Sólo ahora se ha pedido con claridad un rescate (se llame como se quiera llamar) para cierta banca española (quedarían al margen los tres grandes, que parece que han sido mejor gestionados que el resto). Y todos vuelven la cabeza para ver qué tripa se les ha roto esta vez a los españoles, que renunciaron a mear cuando hubo ocasión.
Moodys (y el resto de salvajes agencias de rating) anuncian lluvia y ya han advertido con otra bajada de la nota de la deuda de las entidades financieras españolas (ya prácticamente bonos basura la mayoría). Aunque todos sabían que iba a llover, cuando Moodys lo anuncia ya no está mal visto abrir los paraguas.
Estamos pagando ahora (amargamente) con desconfianza extrema de los mercados, los do de pecho que algunos se marcaron en el pasado. Además, como cambiamos de opinión con el paso del tiempo, transmitimos la sensación de que no tenemos ni p... idea de lo que sucede en casa. Mala cosa para ganarse la confianza.
Cuando el grupo de viajeros llega a un lugar donde hay un servicio en condiciones, utilízalo aunque no tengas ganas. Porque ese es el momento en que tener que mear no está mal visto.
Cuentan de tres amigos bilbaínos (paródicamente famosos por sus exageraciones), que fueron al monte a por setas. Al rato, uno de ellos levanta la voz y exclama: ¡C..., aquí hay un Rolex! Y otro le responde, despectivo: ¿pero estamos a setas o estamos a Rolex?; que Rolex yo ya he visto cinco.
Así funcionan las cosas. Cuando suena la campana del recreo, es la hora del recreo para todos. No vale estudiar durante el recreo, si luego se va a enredar en clase.
Cuando era la hora del rescate bancario, dijimos No, gracias, no lo necesitamos. Y ahora nos ha tocado bajar la cabeza, ruborosos, y aceptar que, efectivamente, estamos enredando en clase.
A estas alturas ya deberíamos saber que no somos los primeros de la clase, y que más nos vale no significarnos en exceso. A la hora del recreo, toca recreo; y en la clase, silencio.
JMBA
Sabia parábola la que aquí nos traes Bigas.
ResponderEliminarOjalá no tuvieras tanta razón.
Lamentablemente, ahora sólo nos queda el llanto y el rechinar de dientes.
Un abrazo.
Santi
Perdona que me repita pero necesito añadir algo. Enhorabuena Bigas por tu capacidad para sacar punta a la actualidad política a partir de un tema que conoces bien como son los viajes. Modestamente y sin esa brillantez yo intento hacer lo mismo en mi blog a partir de mi accidente pero no tengo ni tu agilidad verbal ni tu capacidad de análisis político.
ResponderEliminarÁnimo que nos resultan muy útiles tus notas.
Un abrazo.
Santi