Llegué a Turín el lunes 29 de Julio por la tarde, como ya he contado en el Prólogo a este viaje.
Tras registrame en el hotel y resolver el tema del aparcamiento para el coche, salí en busca de un lugar para cenar. Ningún problema, ya que el hotel está situado en pleno centro, y hay infinidad de restaurantes en las proximidades. Por pura nostalgia, me dirigí a la Via Carlo Alberto, que es donde estaba ubicada la Pensione Barberis en la que estuve alojado durante mi stage en la FIAT en 1978.
Pero toda la zona está irreconocible. En particular, la via Carlo Alberto es íntegramente peatonal, y han proliferado las terrazas de los bares y restaurantes, inexistentes en esa época.
Cené en la terraza del Ristorante Vittoria. Una cena más o menos convencional, pero correcta. Adecuada tras llevar a las espaldas más de 850km. de volante, desde Barcelona. Allí, uno cena rodeado de turineses. Junto a mi mesa, por ejemplo, estuvieron cenando algunas delicatessen dos matrimonios de la buena sociedad turinesa.
Me acosté pronto, pero madrugué al día siguiente. Tras desayunar en el hotel (un correcto buffet, cuya única pega es que el salón de desayunos está en el sótano), salí a buscar el coche para subir a Superga. Evidentemente, la víspera había advertido al encargado de la Autorimessa que saldría hacia las ocho de la mañana. Ningún problema.
Superga es una de las colinas más elevadas (672m.snm) del conjunto de colinas que se extiende al este del núcleo urbano de la ciudad. Tras el asedio (fracasado) de Turín por las tropas franco-españolas de Luis XIV (una de las acciones de la Guerra de Sucesión española, tras la muerte sin sucesión del último Habsburgo, Carlos II el Hechizado), el duque de Saboya Victor Amadeo II cumplió su juramento de construir en lo alto de Superga un Monumento a la Virgen, y encargó al arquitecto de Mesina, Filippo Juvarra, la construcción de una basílica en la cima de la colina de Superga.
La Basílica fue finalmente inaugurada en 1731, con la presencia del rey Carlo Emanuele III de Saboya.
En 1884 se inauguró un funicular que unía el barrio de Sassi (Torino) con la cima de Superga. En 1934, el sistema fue electrificado y se convirtió en un tren a cremallera (tranvia a dentiera), que sigue en funcionamiento en la actualidad.
Superga se hizo dramáticamente famosa el 4 de Mayo de 1949, cuando el avión que devolvía a Turín a todo el equipo de fútbol del Grande Torino, de vuelta de Lisboa, se estrelló contra la parte trasera del complejo, sin supervivientes. Todavía hoy una lápida recuerda allí este luctuoso hecho.
Durante mi estancia en 1978 había tenido ocasión de subir a Superga con el cremallera. Esta vez quería hacerlo por la carretera. El camino es parecido, pues hay que ir hasta Sassi, y de allí ascender por la estrecha carretera hasta la cima.
Superga, como otras colinas de la zona, son una zona residencial privilegiada. Subiendo hacia la basílica a las ocho de la mañana, me crucé con infinidad de vehículos de residentes en las colinas, que bajaban a la ciudad para acudir al trabajo u otros menesteres.
Al estar situada al este de la ciudad, a primera hora de la mañana la iluminación (de la ciudad y de los Alpes) es la mejor de toda la jornada. Turín está ubicada a 239m snm, en la desembocadura de algunos valles alpinos, como el Val di Susa. Los Alpes (y la frontera con Francia) están a no más de unos 50Km de la ciudad, en dirección noroeste.
La Basílica di Superga es bien visible desde casi todos los rincones de la ciudad. El inverso, por supuesto, también es cierto. Desde lo alto de la colina, en la explanada y los miradores en torno a la Basílica, se tiene una vista privilegiada de toda la ciudad de Turín y lo que resulta todavía más impresionante, si el día está claro, son las vistas de las cimas de los Alpes, en el horizonte.
A la temprana hora a la que subí, prácticamente no había nadie arriba, más que los jardineros, algún friki pensativo y un par de individuos con aspecto de vivir after-hours, solamente preocupados por la hora en que abría el bar que hay en el complejo (por cierto, las 9.30).
Tuve ocasión de realizar muchas fotografías, tanto de la propia ciudad como de los Alpes. De Turín, con un perfil en general bastante anodino, destacan sólo tres o cuatro cosas. De una parte, algunas de las grandes avenidas (corsos) rectas. como trazadas con tiralíneas. De otra, los ríos, principalmente el Po y también el Dora Riparia, que desemboca en él; las 60Ha y los múltiples arcos del Cimitero Monumentale (un cementerio que ha acogido más de 400.000 inhumaciones) y la Mole Antonelliana, casi una boutade de la que ya os contaré más detalles en otro capítulo.
Superga es el mirador natural al que ningún visitante de Turín debería dejar de subir. Aunque la Basílica en sí tiene un interés monumental limitado, en el complejo de la Basílica, además, hay algunas zonas visitables, como la Cripta Reale, con las Tumbas de los Saboya, la llamada Sala de los Papas, con retratos en tela de todos los pontífices desde San Pedro, o los Apartamentos Reales. Además, en la explanada a la derecha de la Basílica hay un monumento en homenaje al rey Umberto I di Savoia, asesinado por un anarquista en 1900. Consiste en una columna corintia de granito, con un capitel de bronce sobre el que se ve un águila atravesada por una flecha.
Desde Superga bajé hasta las orillas del Po, para ver si podía realizar algún paseo en barco por el río. Pero eso ya os lo contaré en otro capítulo.
He seleccionado para vosotros las mejores fotografías que pude obtener esa brillante mañana en lo alto de Superga. Algunas las he incluido para ilustrar este artículo. Pero podéis ver la colección completa pinchando en la foto de la basílica.
JMBA
Torino - Colina y Basílica de Superga |
JMBA
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