Reza el dicho popular que si los HdP volaran, jamás veríamos el Sol. Su densidad oscurecería el ambiente.
Cuando consigamos salir de esta crisis que nos asola y entristece, de ninguna forma volveremos a estar como antes de ella. De los agujeros de mísil siempre se sale por el otro lado, y nunca está claro lo que encontraremos allí.
Golconde (1953) Obra del pintor surrealista belga René Magritte (1898-1967) (The Menil Collection, Houston, Texas) |
Pero, además, la crisis nos habrá dejado muchas lecciones aprendidas (algunas, con sangre) e innumerables cambios. Uno de los más trascendentales será el hecho de que nos han abandonado una serie de valores sociales que pensábamos que ya formaban parte indeleble de nuestra sociedad civilizada y democrática. Y, como consecuencia, la nómina de HdP reconocidos y conocidos, se verá muy seriamente ampliada.
Estoy convencido de que ser HdP no es un oficio, ni una profesión, sino un carácter. Cuando todas las cosas van bien, la mayoría de los HdP están emboscados o son durmientes. Pero cuando las cosas vienen duras, todos despiertan y se manifiestan en público. Cuando se enfrentan a su propia supervivencia (laboral, económica,...), se convierten en lobos sanguinarios, que no dudan en apuñalar a quien sea, incluso a sus mejores amigos, aunque sea por la espalda y con alevosía.
De la misma forma que existen borrachos conocidos y alcohólicos anónimos, hay HdP conocidos por todos, entre los que destacan la mayoría de políticos, algunos banqueros (o incluso bancarios) y buena parte de los empresarios y patrones de empresa, pero hay también HdP anónimos, que dejan los restos de sus tropelías (que sólo los próximos conocen, y nunca aparecen en las portadas de los periódicos) en alguna cuneta oscura.
Los últimos días han llegado hasta mí diversas informaciones, de amigos y conocidos, que abonan esta teoría. Os voy a contar algunas, para que todos sepamos de lo que estamos tratando.
Charlaba hace unos días con la asistenta que viene por mi casa algún día a la semana. Ella tiene un contrato con una empresa de limpieza, por el que acaba realizando esas labores en oficinas o tiendas, habitualmente a primeras horas de la mañana. Sucesivos cambios en las contratas han llevado a que a ella, como trabajadora, la hayan vendido de una empresa a otra, para acabar realizando siempre la misma labor y con los mismos clientes finales. La última vuelta de tuerca que le quieren hacer tragar es un pago de 2,25€ por hora efectiva de trabajo. Y conviene tener en cuenta que, en cada lugar de trabajo (oficina o tienda), no debe estar más de una hora, o incluso un período menor de tiempo. Y luego desplazarse por Madrid hasta su siguiente objetivo. En resumen, si acabara aceptando, eso significa que, dejándose los riñones en el empeño, sólo se llevaría a casa unos cientos de Euros al mes, que no le pagarían -casi- ni el necesario Abono de Transportes.
Absolutamente impresentable. Parece increíble ver cómo los HdP se aprovechan de la crisis y de la necesidad de la gente. Porque si ella no acepta, habrá otr@s que sí lo harán. Y ese ya será un retroceso irreversible en las condiciones de mínima dignidad para el trabajo.
Yo he trabajo durante casi treinta años en una multinacional. Y debo decir que las condiciones laborales siempre fueron bastante buenas, incluyendo sueldos dignos y otras ventajas sociales, que compensaban, de una u otra forma, el tiempo, dedicación y esfuerzo que requería desempeñar el trabajo. Hace unas semanas estuve comiendo con algunos compañeros de trabajo, de los que todavía quedan en la empresa. Según me contaron, la empresa (al amparo de la Reforma Laboral del PP) ha denunciado el Convenio Colectivo (que siempre fue el marco de funcionamiento de las relaciones laborales), para conseguir eliminar todas las ventajas que tienen los trabajadores. Quieren eliminar el pequeño pago adicional por antigüedad, los días de vacaciones adicionales de acuerdo a los años trabajados, la aportación a un Plan de Pensiones colectivo, o limitar al máximo el pago por horas extras.
En esta crisis, todos los trabajadores han aprendido, en carne propia o próxima, lo duro y frío que puede ser el páramo. No tengo ninguna duda de que la empresa conseguirá su propósito. A los trabajadores prácticamente no les queda capacidad de negociación alguna, y el tradicional virgencita, virgencita, que me quede como estoy se ha convertido en una expresión de máximos. Parece que todo el mundo ha aceptado que mañana estarán igual o peor que hoy. Y lo que es más duro es que seguro que habrá algun@(s) que se llevará(n) un sobresueldo (un bonus) por conseguir llevar adelante los deseos de la empresa. En resumen, el objetivo es degradar las condiciones laborales y abaratar los costes. Detrás de la aséptica expresión costes laborales hay personas, pero eso desborda la capacidad de comprensión de los HdP.
La lección es que los HdP institucionales precisan de HdP con nombres y apellidos para conseguir sus sucios propósitos.
Me llamaba por teléfono el otro día un buen amigo y antiguo compañero de trabajo, y, entre otras cosas, me decía que le han despedido de su empresa, tras casi cuatro años de servicio. Eso ya no constituye noticia ni novedad, porque todos los días estamos viendo cosas así. En este caso, lo peor es que el puesto de trabajo que él libera lo va a ocupar un amigo suyo que, a su vez, se quedó desempleado hace unos meses. Mi amigo le llevó de la mano a su empresa, para intentar encontrarle acomodo laboral, y al final lo ha acabado reemplazando. Una puñalada trapera por la espalda, en toda regla. Otro HdP durmiente, a quien el hambre (o el miedo) le ha convertido en lobo sanguinario.
Como veis, el catálogo es inagotable. Refleja lo más duro que nos ha traído esta crisis: la pérdida irreversible de valores que parecían inamovibles, y que los trabajadores se han convertido en fieras que se disputan el favor del Circo, peleando entre ellos a muerte. Para regocijo del público de los poderosos, que cada vez lo son más. Al más puro estilo de los Juegos del Hambre.
Algo muy serio falla en esta sociedad capitalista cuando el peor efecto de una crisis es aumentar la desigualdad, hacer que los ricos lo sean más, que los poderosos lo sean más, y que los pobres también lo sean más.
Por primera vez en varias generaciones, los padres temen que la vida de sus hijos va a ser peor de como ha sido la suya. Y eso, simplemente, es contra natura.
Efectivamente, si un día los HdP pudieran volar, el cielo siempre se verá tormentoso. Porque el color de sus alas es gris plomizo. Que da asco, vamos.
JMBA
Es como en "walkingdead", la serie de muertos vivientes de la Fox: cuando mueres o te muerden los zombis, luego resucitas transmutado en zombi. Así, cada vez son más los zombis a la busca de gente normal que llevarse a la boca.
ResponderEliminarHola Bigas. Pues ya que tocas este tema, aprovecho para comentarte que en la empresa a la que haces referencia, en la que nos conocimos y en la que trabajé bastantes años, conocí a un par de compañeros que se autodefinían como HdP.
ResponderEliminarNo voy a dar nombres porque es muy probable que sigan este blog. Pero sí diré que tenían algo en común: Realmente lo eran.
El último caso del que he tenido noticia sobre alguien autodefinido HdP es Pilar Rahola ( ver el blog de Salvador Sostres).
Dado el oficio de esta señora y conociendo su trayectoria política, tiendo a pensar que le pasa lo que a aquellos ex-compañeros de empresa cuyos nombres no he mencionado.
Un abrazo.
Santi