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lunes, 31 de marzo de 2014

Europea, sí. Unión, lo justito.

Este lunes he estado en París, y he cenado un corazón de entrecote en un Hippopotamus frente a la Gare du Nord. Nada barato, pero excelente.

Se sentaron al lado dos caballeros españoles, con excelente dominio del francés, que ignoraban que yo fuera también español, al cenar solo y, por lo tanto, no hablar más que en francés con la camarera. En un  cierto momento, hicieron el panegírico de la globalización y la tecnología de punta, que ya permite pedir un menú por Internet desde casa (tras consultar la oferta), y aparecer por el restaurante en cuestión a mesa puesta. Cierto, ese tipo de cosas ya pueden hacerse. La moraleja de uno de los caballeros es que llegará un día en que no abriremos la boca en todo el día para hablar con nadie, aunque hayamos interactuado (informáticamente), con cientos de personas.

Esta conversación me ha recordado una terrible decepción que me he llevado esta tarde. En el Espace Champerret (uno de esos pequeños centros de congresos que abundan en los alrededores del Boulevard Periphérique) he visitado el Salón de los Viticultores Independientes, que celebraba hoy su último día. Más de 600 expositores. Una auténtica gozada para los amantes del vino y sus variantes. Seis euros la entrada (en mi caso, cinco, porque compré un "excedente" a la salida del Metro), con derecho a copa propia para las sucesivas degustaciones.

Para que el visitante pueda comprar vino en cajas, la organización ofrece el alquiler de carritos para llevarlas hasta el coche en el parking subterráneo, y también el envío a casa por una tarifa plana de 3€ por  caja. En Internet y en las diversas publicidades, se especifica que el envío es sólo para la Francia Metropolitana (lo que excluye a Córcega, los territorios y dominios de ultramar, y el resto del mundo).

Lo primero que hice al llegar a la feria fue visitar el stand de los logísticos que aseguran este servicio, para verificar que no habría problema en enviar a mi casa en Madrid algunas cajas de vino que yo pudiera ir escogiendo durante mi visita. Pero no. No se puede, no pueden, no saben, no se debe, es ilegal o que sé yo cuántas excusas más.

La conclusión es que si yo compro dos cajas de vino en Francia, puedo meterlas en el maletero del coche y llevarlas a mi casa en España, y eso es legal. Pero si hay un transportista de por medio, parece que es obligatorio que exista un "documento de acompañamiento" para justificar que los impuestos correspondientes en origen han sido correctamente satisfechos. El vino que se vende en Francia debe llevar una "cápsula fiscal" que viene a ser el comprobante de que se han satisfecho los correspondientes impuestos. Pero eso, al parecer, no vale para el resto de países de la Unión Europea, ni siquiera para el núcleo de Schengen.

Ya no hay aduanas, existe la libre circulación de mercancías y personas en el interior de la Unión Europea, pero no pueden enviarte dos cajas de vino "legal" desde Francia a tu casa en Madrid. Sospecho que ese mismo problema se encontrarán en España los turistas franceses (o de otros países de la Unión Europea) cuando, emocionados por una cata o una degustación, les gustaría hacerse enviar un par de cajas a su casa. Aunque también es posible que nos pasemos esa (presunta) legalidad por el forro de las Horcas Caudinas. 

Completamente inaudito. Lógicamente, me lo he llevado bebido, que ahí no quedan dudas.

JMBA 

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