Andreu Martín (Barcelona, 1949) es tenido por uno de los principales exponentes de la novela negra y policíaca española. Ha escrito multitud de obras, principalmente de ese género, aunque también ha publicado novelas y relatos para el público infantil y juvenil, y ha colaborado con el cine y la televisión.
Pero, hace unos pocos años, le asaltó la necesidad de escribir la gran novela policíaca de su ciudad, Barcelona. Y así nació Cabaret Pompeya (Ediciones Siruela, Alevosía, 2011). Se trata de una obra voluminosa (más de 600 páginas), pero que se lee (casi) de un tirón.
No se trata de una novela policíaca strictu sensu, pues no hay investigaciones para averiguar la autoría de ningún asesinato. Pero sí hay muertos (aunque con poco misterio) y un completo repaso a las lealtades y traiciones de los protagonistas. Tampoco se trata de una novela histórica, a pesar de que sus personajes se pasean, viven y sufren en la Barcelona primero brillante y luego gris de la primera mitad del siglo XX. Pero sus peripecias les llevan también a muchos otros lugares, a veces buscando aventuras, otras simplemente huyendo, o buscando refugio.
La voz del narrador, muy poco invasiva, es el hijo de Fueyito, un abuelito rutinario y aburrido, pero que tiene, en lo alto de un armario, un estuche negro con un precioso bandoneón en su interior. Un día, llama a la puerta de su casa Victor, un amigo de juventud, largo tiempo desaparecido.
Y allí empieza el repaso de las aventuras y la vida del trío del Pompeya, sus amores, sus lealtades, sus traiciones. La revisión de una amistad que nunca declinó del todo, aunque motivos hubo para ello.
Tres jóvenes amigos de 20 años que, en la atribulada Barcelona del pistolerismo de principios de siglo, pasean su desenfado y desvergüenza por el Cabaret Pompeya, uno de esos tugurios del Paralelo que tanto florecieron en la época. Fueyito, Victor y un oscuro Miguel, cuya vida y secretos están llenos de luces y, más bien, de sombras y oscuridades.
La historia de esos años les acompaña y, a menudo, les atropella. Primero la Dictadura de Primo de Rivera, luego la República, la Guerra Civil y la gris posguerra, sólo tamizada por la Segunda Guerra Mundial, con sus tragedias pero también sus oportunidades.
El narrador, que no tiene nombre, va descubriendo asombrado que su padre, ese abuelito aburrido, o su propia madre, una atenta ama de casa, fueron auténticos personajes de comedias y melodramas en su juventud. Que ese bandoneón abandonado interpretó tangos por media Europa, en manos de su padre.
Desde los coqueteos con el anarquismo de su primera juventud, sus vidas van evolucionando hacia la necesidad de sobrevivir como única inquietud, o hacia la suficiencia del Régimen de los victoriosos.
El inicio de la necesidad de recuperar su historia, ese reencuentro, se desarrolla en una fecha simbólica para España, las vísperas de la muerte de Franco. Y, poco a poco, la historia, absolutamente desconocida, al principio, por el hijo, se va completando como un gigantesco rompecabezas. Todos (Victor, Fueyito, su madre, otros amigos,...) le van contando sus batallitas, que aportan nuevos elementos o nuevas perspectivas, a los diversos episodios de la historia.
Hasta que toda la trama queda expuesta con claridad al lector, y Andreu Martín le puede poner el punto final.
En resumen, una obra monumental donde Barcelona, la negra y la otra, es protagonista. Donde los personajes viven, o sobreviven, en ella. A veces se van, pero siempre vuelven. Una ciudad que permanentemente se debate entre dos extremos: los patronos y los sindicalistas (pistoleros ambos); las derechas y las izquierdas; los nacionales y los republicanos; los vencedores y los vencidos; los ricos y los pobres.
Una lectura muy placentera y absolutamente recomendable, especialmente para los que sienten alguna debilidad por el alma de Barcelona y por su historia.
Andreu Martín ha conseguido escribir la gran novela histórica y policíaca de la Barcelona de la primera mitad del siglo XX. Pero no es una novela histórica, aunque la Historia es el telón de fondo en el que se mueven los personajes. Y tampoco es una novela policíaca, aunque hay policías, prostitutas, delincuentes y asesinatos.
En resumen, una novela muy bien construida y excelentemente narrada. Sus muchas páginas se deslizan una detrás de otra con fluidez, y el lector necesita avanzar con avidez, para intentar arrojar luz sobre las nuevas sombras que van apareciendo continuamente.
Muy recomendable, casi imprescindible.
JMBA
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