Todo el Levante español (desde Castellón hasta Almería) es una tierra con fuerte tradición vinícola. En dos viajes recientes (Mayo de 2015 y Junio de 2016) he tenido ocasión de recorrer un poco las provincias centrales (Valencia, Alicante y Murcia), y os iré contando lo que me pareció más remarcable de lo que pude ver y visitar.
Como en otras disciplinas, en el mundo del vino la palabra tradición tiene varios sentidos y, a menudo, dispara las alarmas. Cuando tradición significa historia y saber hacer, el término es positivo, y podemos encontrar artesanos que aman su tierra y el producto que de ella obtienen. Pero cuando tradición significa que las cosas se hacen como se han hecho toda la vida, a menudo significa vulgaridad, cuando no banalidad, y sólo ofrece vinos ordinarios y rutinarios que únicamente sirven para consumo local o para exportación de graneles a otras regiones, para afinar el grado alcohólico u otras tareas menores.
Aunque hay muy honrosas excepciones, las Cooperativas de viticultores están muy habitualmente ancladas a la tradición en el peor sentido. Una falta de liderazgo y de visión, y la resignación a realizar de la mejor manera posible las tareas habituales, provoca que, en general, no resulten atractivas para los genuinos amantes del vino. Crear y producir vinos de calidad exige que, en algún momento, se empiecen a hacer las cosas de otra manera y esto, a menudo, es visto por los copropietarios como una iniciativa demasiado arriesgada. En Levante hay bastantes cooperativas de viticultores, que voy a obviar en este relato, aun sabiendo que, probablemente, esté dejando de lado alguna perlita que podría resultar atractiva.
Es por ello que la mayoría de bodegas atractivas de la región tienen una corta historia a sus espaldas, o han sufrido profundas modernizaciones por parte de las nuevas generaciones familiares. Muchas veces se trata de sabios del sector que lanzan un proyecto nuevo, escogen la tierra adecuada (incluso al margen de la protección que dan las Denominaciones de Origen), construyen la bodega de sus sueños y empiezan a cultivar la viña con ojos y cuidados nuevos, consiguiendo productos diferentes, de calidad y reconocidos a nivel nacional e internacional. Otras veces, hijos de la tierra que se fueron a formar en la viticultura a otros lares, deciden volver y revisar esa vieja bodega familiar, para convertirla en la fuente mágica de productos de calidad, a base de empezar a hacer las cosas de otra manera.
Las provincias extremas (Castellón y Almería) son las más modestas en cuanto a producción y calidad. Ninguna de las dos tiene ninguna Denominación de Origen propia, más allá de algunas IGP (Indicación Geográfica Protegida) para los vinos de la tierra. Así, se tiene el Vino de la Tierra de Castelló, o los del Desierto de Almería, Láujar-Alpujarra o Norte de Almería. Un número reducido de bodegas producen sus vinos en estas zonas, a veces sólo para consumo local, pero también algunas consiguen productos de calidad, reconocidos y apreciados en ciertos mercados nacionales e internacionales.
Como curiosidad, la bodega Pago del Vicario, de Ciudad Real, tiene unos viñedos en la zona de la Sierra de Gádor, a 1.500 metros de altitud, en Fondón (Almería), de la que obtienen un número reducido de botellas de excelente vino tinto, comercializado por la bodega bajo la marca 1500h.
La provincia de Valencia tiene dos Denominaciones de Origen: la genérica D.O. Valencia y la más específica D.O. Utiel-Requena. Ninguna de las dos aporta, por sí sola, ningún prestigio especial. Es por ello que algunas de las mejores bodegas de la zona han buscado en los Vinos de Pago una certificación específica de calidad. Aunque es cierto que esta nominación, que cubre sólo una finca y bodega determinada, tiene también sus luces y sus sombras.
En Mayo de 2015 y en Junio de 2016 he tenido ocasión de visitar algunas de las bodegas más singulares de la zona de Utiel-Requena, que se articulan en los alrededores del gran eje viario de la zona, la A3 (Autovía de Levante) Madrid-Valencia. Para el amante del buen vino que visite la zona, la mejor recomendación es visitar, en algún momento, la excelente Bodega-Vinoteca Benito, en el centro de Requena (Plaza Pascual Carrión, 10, coordenadas N 39,490252º O 1,099903º). A partir de un tradicional Despacho de Vinos, su modernización y adecuación la han convertido en un excelente escaparate de los mejores vinos que se producen en la zona.
En el área amplia entre Requena y Utiel hay, por lo menos, cuatro bodegas singulares que bien merecen una visita para cualquier aficionado a la enología. La que tiene más desarrollada la oferta de enoturismo (hotel, restaurante, visitas,...) probablemente sea Pago de Tharsys, junto a la N-330, en las afueras de Requena (N 39,498459º O 1,122188º). Yo no he tenido ocasión de visitarla.
La que tiene más nombre entre los amantes de los vinos nuevos y singulares es Mustiguillo. Está ubicada en una maravillosa finca de 87Has, junto a la N-330 cerca de Utiel y camino ya de Teruel (N 39,619620º O 1,254593º). El 15 de Mayo de 2015 tuve ocasión de visitarla, para mi gran placer. La verja de acceso estaba cerrada, pero llamé al telefonillo y me dieron acceso a la zona de la bodega destinada a las visitas, catas y venta. Me atendió, maravillosamente, uno de los responsables de la bodega.
En 2010, Mustiguillo obtuvo el reconocimiento de vino de pago (DOP El Terrerazo). En la finca han reavivado dos variedades tradicionales de uva en la región (la Bobal tinta y la Merseguera blanca) y también cultivan las variedades más habituales en la actualidad. A partir de los olivos de la finca producen, además, un aceite muy remarcable (Calvestra) a partir de una variedad local de aceituna, llamada Piñonera.
Edificio de recepción en las Bodegas Chozas Carrascal, en San Antonio de Requena. (JMBigas, Mayo 2015) |
Producen un vino tinto y uno blanco bajo la marca Mestizaje. Se trata de muy buenos vinos, singulares, con precios mucho más que correctos en el listón de los 10€. Su Finca Terrerazo, soberbio, es su vino de pago emblemático, mientras que Quincha Corral es su vino de autor más alto de gama.
La bodega es moderna, pero está rodeada de preciosos viñedos, que parecen de exposición por lo pulido de su apariencia.
Otra de las joyas de la zona son las Bodegas Hispano Suizas. Están ubicadas (N 39,466264º O 1,150055º) junto a la N-322, muy cerca de Requena y camino del Parque Natural de las Hoces del Cabriel. Creadas recientemente por tres socios (uno de los cuales es suizo), tienen a gala haber obtenido el galardón de Mejor Cava de España para su Tantum Ergo, varias veces en los últimos años.
De la finca obtienen anualmente del orden de los cinco millones de kilos de uva. Una pequeña parte es seleccionada para elaborar los vinos de la bodega (poco más de cien mil botellas anuales en total, sumando todas las variedades), y el resto se vende a otros productores.
Elaboran dos variedades de cava Tantum Ergo, utilizando las variedades más tradicionales del champán francés: Pinot Noir para el rosado, y Pinot Noir con Chardonnay para el blanco. Bajo la marca Impromptu producen un blanco de Sauvignon Blanc y un Rosado de Pinot Noir, ambos recios y nobles.
Producen asimismo varios tintos, que incluyen los Bassus (un monovarietal de Pinot Noir, un vino dulce natural de Pinot Noir y Bobal y un tinto multivarietal) y el Bobos, un monovarietal de Bobal.
La cuarta bodega singular que merece atención es Chozas Carrascal. Su historia arranca en 1990, aunando la viticultura tradicional con las técnicas y prácticas más modernas e innovadoras. Una cierta culminación de su esfuerzo les llegó en 2012, cuando consiguieron la Denominación de Vino de Pago. La finca está ubicada en San Antonio de Requena, a mitad de camino entre Requena y Utiel (N 39,529956º O 1,123296º).
Producen un espumoso muy remarcable (con D.O. Cava), así como una gama de vinos tintos y blancos, utilizando hasta once variedades distintas de uva, plantadas en la finca. Eso incluye las cepas más habituales, pero también las autóctonas de Bobal, por ejemplo. Uno de sus tintos más señeros, Las Ocho, es un multivarietal de Bobal, Monastrell (más propia de tierras alicantinas y murcianas), Garnacha Tinta, Tempranillo, Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc, Syrah y Merlot.
En la provincia de Alicante sólo existe una Denominación de Origen genérica (D.O. Alicante). Yo destacaría, por muy diversos motivos, a tres bodegas.
La primera es la de Enrique Mendoza, que se ha abierto un prestigio propio, asociado a su nombre, en el mercado nacional e internacional. Está situada en los altos de Alfàs del Pi (N 38,570332 O 0,113595), muy cerca de la Autopista del Mediterráneo (AP-7). La bodega es un proyecto nacido en los años 70, que ha ido evolucionando en el sentido de proponer al mercado vinos de calidad, muy ligados al terruño que los alumbra.
Con el subtítulo de viticultor ya se ilustra la vocación muy orientada al cuidado del campo y de la vid, con una orientación científica, primando el control del estrés hídrico de las plantas, y también ecológica, con el uso del compost en la alimentación del campo. Buena parte de esa labor se desarrolla en la Finca El Chaconero, en la zona de Villena.
Entre sus productos, destacan los blancos y tintos monovarietales (Chardonnay, Pinot Noir, Syrah, Petit Verdot, Merlot, Monastrell,...), así como algunos fabulosos reservas producto del sabio ensamblaje de variedades. Muy conocidos son también los blancos dulces naturales a partir del Moscatel de Alejandría, que maridan de maravilla con muchos de los postres golosos tan habituales por tierras mediterráneas. Comercializan el Moscatel de la Marina y el Moscatel de Mendoza, con 10 meses de crianza en barrica. A destacar también un tinto dulce natural, el llamado Dolç de Mendoza, que sólo se elabora en las mejores cosechas, procedente de una sobremaduración en la planta y una vendimia tardía en Diciembre.
La segunda bodega alicantina a destacar, y por razones diferentes, es BOCOPA, en Petrer. Es muy difícil encontrar algún restaurante en toda la costa levantina que no ofrezca entre sus vinos blancos el Marina Alta de BOCOPA, un vino blanco de mesa obtenido a partir de una variedad de uva moscatel. Su suavidad y su atractivo precio lo convierten en la elección ideal para acompañar los platos mediterráneos, sean arroces o variedades de pescado. El Marina Alta es, sin duda, el portaestandarte de la bodega.
Su catálogo de vinos es muy amplio, y cubre el gusto y los requerimientos de la mayoría de consumidores. Producen algunos excelentes tintos (diversas variedades de Laudum), alguno de los cuales incluso formó parte del Menú de un Banquete Real. También producen blancos de Chardonnay, tanto jóvenes como con algo de barrica. El rosado Terreta es un vino delicioso para beber fresquito, y satisfará a todos los amantes de este tipo de vino.
En Junio de 2016 tuve ocasión de visitar la gran tienda abierta al público que tienen en sus instalaciones de Petrer (N 38,503301º O 0,791890º), junto a la Autovía de Alicante (A-31). Allí ofrecen toda su gama de productos. Sentí curiosidad por una variedad de espumante (principalmente en blanco y rosado, aunque creo que también comercializan una variedad de tinto) que embotellan de forma muy vistosa, con el exterior completamente plateado. Les pregunté por el origen de ese producto, y si era básicamente utilizado para penetrar en mercados poco habituados al vino. Me lo negaron, en base a que parece que esos espumantes tienen muy buen mercado en España.
Viendo mi interés, me regalaron una botella mini de espumante blanco y otra de rosado. Tras probarlas, ya en casa, puedo decir que no me atrevo a llamarlas vino, pero se trata de bebidas alcohólicas de baja graduación (unos 7º) de consumo muy agradable. No me extraña que tengan un cierto éxito popular. Una competencia para la cerveza, por ejemplo. En la práctica, un refresco alcohólico.
La tercera bodega alicantina que quiero destacar es la muy tradicional Primitivo Quiles, en Monóvar (N 38.437480º O 0,829526º). Su apariencia es la de un Despacho de Vinos añejo, muy anclado en la tradición. Sus vinos de mesa me temo que son bastante rutinarios, pero producen el Fondillón que es, muy probablemente, de los más prestigiosos de toda la provincia de Alicante.
El Fondillón, que únicamente se produce en Alicante, es un vino dulce natural (de unos 18º de concentración alcohólica), utilizando exclusivamente uvas de la variedad Monastrell y criado por el método de soleras. Primitivo Quiles lo comercializa con Solera 1948. Su historia es muy curiosa y se origina en lo peculiar de los contratos de alquiler de las fincas vitícolas en la provincia. Podéis ver los detalles en la Wikipedia.
En la provincia de Alicante se producen algunos excelentes vinos blancos dulces, ideales para acompañar algunos postres mediterráneos. Aparte de los que produce y comercializa, por ejemplo, Enrique Mendoza, destacaría, por su fuerte implantación, el Casta Diva, de las bodegas Gutiérrez de la Vega de Parcent, bodega que nunca he visitado.
Para cerrar el recorrido por los vinos de Levante vayamos un poco más al Sur, hasta la provincia de Murcia. Tierra tradicional de vinos, en Murcia la tradición actúa en contra de la modernidad y de lo apreciado por el mercado. Con sus dos Denominaciones de Origen (Jumilla y Yecla), históricamente se hablaba de vinos recios y más bien bastos, que nada tienen que ver con la viticultura moderna. Pero como es normal, donde hay tradición también hay conocimiento y capacidad de adaptarse, y eso han hecho algunos en Murcia.
Expositor de los diversos productos de las bodegas del Grupo Gil Family Estates, en la bodega de Jumilla. (JMBigas, Junio 2016) |
Una primera parada interesante puede ser la vinoteca Ad Vinum, en las afueras de Cartagena. Situada en la calle Alfonso XIII con calle Vía Verde s/n, junto a la Farmacia de El Bohío (N 37,644900º O 1,004449º). La ventaja de estar en las afueras es que es relativamente fácil aparcar en las proximidades. Se trata de una tienda moderna y relativamente pequeña, que ofrece, entre otros productos, vinos de Murcia procedentes de alguna de las bodegas más emblemáticas (como las que luego os comentaré) así como vinos minoritarios y de autor, procedentes de proyectos muy ilusionantes pero relativamente modestos, y que puede no resultar nada fácil comprarlos en otro lugar. Como en toda vinoteca que se precie, dejarse aconsejar es el mejor consejo.
En ruta entre Cartagena y Calpe, en Alicante, tuve ocasión de visitar algunas de las bodegas murcianas más señeras. Desgraciadamente, el día escogido (jueves 9 de Junio de 2016) resultó ser la festividad autonómica en la Región de Murcia. Por ello, algunas de las bodegas que había planificado visitar, especialmente en la zona de Yecla, me las encontré cerradas. Las citaré, pero no tengo referencia directa debido a esta mala casualidad.
En la zona de Jumilla, un poco más al Oeste que Yecla, tuve ocasión de visitar dos de las bodegas que están poniendo en el mercado algunos excelentes vinos, que han devuelto esta Denominación de Origen al primer plano de la viticultura nacional. La primera fue la de Juan Gil, que forma parte de un grupo empresarial (Gil Family Estates) con bodegas en algunas otras zonas de producción vinícola de España. En Jumilla producen un Moscatel Seco y varios tintos jóvenes bajo el nombre de Honoro Vega. Pero yo destacaría los tres excelentes tintos que comercializan bajo el nombre Juan Gil: dos monovarietales de uva Monastrell (etiqueta amarilla, con cuatro meses de barrica, y etiqueta plata con doce meses de barrica), y un fastuoso y contundente Etiqueta Azul, a base de un 60% de Monastrell, un 30% de Cabernet Sauvignon y un 10% de Syrah, con 18 meses en barricas de roble francés y americano.
La bodega tiene una apariencia de modernidad, a pesar de que fue fundada hace ya un siglo, en 1916. Las últimas décadas han supuesto la introducción de nuevas tecnologías, que les han permitido poner en el mercado estos vinos, que son muy apreciados por el amante del vino actual. Se encuentra situada a unos kilómetros del centro urbano de Jumilla, hacia el Norte (N 38,562961º O 1,350209º), junto a la carretera autonómica RM-A11.
La segunda visita en la zona de Jumilla fue a Casa de la Ermita, posiblemente la bodega más conocida de esta Denominación de Origen a nivel nacional. Se trata de una bodega relativamente grande, con mucha actividad en el enoturismo, gracias a un entorno natural privilegiado. Fue por ello que la encontré abierta, a pesar de ser un festivo autonómico. Se encuentra situada en la zona de la Sierra del Carche (N 38,461447º O 1,175661º).
Comercializan una amplia gama de vinos (blancos, tintos, dulces,...). Yo quiero destacar muy especialmente dos de ellos. De una parte el Idílico, un Crianza que es el que ha dado prestigio a la bodega. Se elabora a partir de cepas viejas de Monastrell, de más de 70 años de antigüedad, y Petit Verdot, con 13 meses de envejecimiento en barrica. Para mi paladar, el vino que resulta absolutamente exquisito es el monovarietal de Petit Verdot, con crianza de 12 meses en barricas de roble francés.
En Yecla tuve menos buena suerte, ya que las dos bodegas que pretendía visitar (Castaño, en el propio centro urbano de la población, y Barahonda, en Carretera Pinoso (N 38,586446º O 1,079642º), junto a la RM-424, al sur de la población) estaban cerradas debido a la festividad autonómica. Me sorprendió mucho, porque ambas bodegas presumen en la web de actividades de enoturismo, incluso con restaurante o salón comedor, y los días festivos es cuando más fácilmente se puede tener público para este tipo de actividades.
En ningún caso este repaso por los Vinos de Levante pretende ser exhaustivo, sino que se basa en mis propias experiencias personales y visitas, realizadas en Mayo de 2015 y en Junio de 2016.
Confío en que os haya gustado y que este inventario os pueda resultar de utilidad si decidís realizar alguna visita enológica por la zona.
JMBA
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