Periódicamente salpican las portadas de los noticieros las informaciones sobre tiroteos indiscriminados en algún lugar de los Estados Unidos. Muy reciente está todavía el hecho luctuoso en Tucson, Arizona, con seis muertos (entre ellos una niña de nueve años y un juez federal) y una congresista demócrata (Gabrielle Giffords) en estado crítico en el hospital. Hasta 18 personas recibieron disparos de un individuo alterado, aparentemente próximo a las tesis del ultraderechista Tea Party. Como señala Antonio Caño en su crónica de hoy desde Washington para El País, una de las grandes representantes del Tea Party, Sharron Angle, la candidata a senadora por Nevada derrotada in extremis, pronunció durante la campaña de noviembre la célebre frase de que "si el Congreso sigue actuando de esta manera, la gente va a tener que buscar remedios en la Segunda Enmienda". Una frase que puede entenderse sin mucho esfuerzo como una incitación a la violencia armada.
(Fuente: zazzle.es) |
Los ciudadanos en Estados Unidos tienen el derecho de poseer y portar armas (los términos concretos y su significado son todavía objeto de controversia) en virtud de la Segunda Enmienda (a la Constitución).
La Segunda Enmienda forma parte del llamado Bill of Rights, cuyos artículos 3 a 12 fueron promulgados por el Congreso de los Estados Unidos el 15 de Diciembre de 1.791. El artículo 1 nunca fue ratificado, mientras que el segundo no fue ratificado hasta 1992 como Vigesimoséptima Enmienda. En concreto, el artículo 4 de este Bill of Rights, conocido como la Segunda Enmienda, reza lo siguiente:
"A well regulated Militia, being necessary to the security of a free state, the right of the people to keep and bear arms, shall not be infringed".
De hecho, existen algunas variantes a esta formulación, que básicamente difieren en el uso de las mayúsculas y en los signos de puntuación. En cualquier caso, un par de líneas que han sido, y son, objeto de discordia y de múltiples interpretaciones.
Parece existir un cierto consenso en que el espíritu del legislador era el de garantizar los derechos de los ciudadanos a oponerse (incluso con las armas en la mano) a los excesos de un gobierno federal que pudiera acabar resultando abusivo. Por ello se citaría específicamente a las milicias, o grupos de ciudadanos armados, regulados o reclutados u organizados al nivel de alguno de los estados federados. Sin embargo, numerosa jurisprudencia del Tribunal Supremo ha consolidado la interpretación de que la Segunda Enmienda no solamente garantiza derechos colectivos o comunitarios, sino también derechos individuales. En particular, para poseer y portar armas "para sus diversos usos legales". Entre ellos estarían tanto la caza como la defensa personal.
En primer lugar, me parece muy curioso que una ley tan breve y sujeta a diversas interpretaciones, promulgada hace más de doscientos años, siga regulando la vida y la convivencia de los ciudadanos en este siglo XXI. El contexto de la sociedad se ha modificado de una forma tan total en el transcurso de estos dos siglos que parecería razonable que las leyes básicas también hubieran sufrido un aggiornamento, se hubieran puesto al día. Sin embargo, nada de eso se ha hecho, y la Segunda Enmienda sigue vigente tal y como fue redactada en el siglo XVIII.
Montaje con Moisés/Charlton Heston, armado con un rifle (Fuente: despiertaalfuturo) |
Cada estado federado tiene la potestad de regular la implantación y respeto de esta legislación básica. Sin embargo, algunas legislaciones restrictivas promulgadas por alguno de los estados fue echada para atrás como anticonstitucional por el Tribunal Supremo.
En particular, Arizona es de los estados más permisivos en el comercio y el uso de las armas de todo Estados Unidos. De hecho, hasta recientemente estaba permitido portar armas en (casi) cualquier lugar público, con el único requisito de que fueran visibles, es decir, no podían llevarse escondidas. Esta (mínima) restricción ha sido también eliminada hace poco.
Por supuesto, existe una controversia permanente en la sociedad norteamericana respecto a este tema. Detrás de las diversas posiciones, a menudo podemos encontrar lobbies de diverso origen. Entre los defensores de la máxima libertad en la posesión y uso de las armas por parte de los ciudadanos privados está la NRA (National Rifle Association), que fue presidida de forma muy mediática por el actor Charlton Heston hasta 2003. Entre los partidarios de mayores restricciones está por ejemplo, la Brady Campaign (que lleva el nombre del jefe de prensa que recibió un tiro durante el intento de asesinato de Ronald Reagan).
Texto de la Segunda Enmienda (Fuente: popjuris) |
Tras la masacre provocada en un instituto en Columbine, Colorado en 1999 (trece muertos, más los dos tiradores, que se acabaron suicidando), Michael Moore (siempre provocador y con tendencia a la desmesura) realizó un filme documental (Bowling for Columbine) en el que atacaba vivamente la fascinación por las armas del ciudadano medio estadounidense. Los dos chavales provocadores de la tragedia aparecieron por el instituto armados hasta los dientes, y tirotearon indiscriminadamente, hasta que decidieron quitarse a su vez la vida. Posteriormente, algunas investigaciones han puesto en evidencia que las trazas de un odio creciente hacia sus compañeros y profesores era ya patente en alguna web y blog que alimentaban los interfectos.
La posición de la ciudadanía y de la sociedad respecto a las armas en Estados Unidos resulta chocante para cualquier observador europeo. En Europa estamos más habituados a que las armas y su comercio estén muy regulados (por los diferentes gobiernos) y que no resulte posible comprar sin más un arma corta personal (del tipo pistola o revólver). Se requiere una Licencia de Armas, y para obtenerla hay que justificar su necesidad (personal de seguridad privada, seguridad personal,...) así como superar ciertos requisitos de idoneidad. Lo mismo aplica a las armas para la caza. Aunque, especialmente en el ámbito rural, de vez en cuando se produce algún homicidio o asesinato utilizando algún arma pensada para la caza, usualmente para dirimir viejas rencillas de lindes o propiedades, o diferencias familiares por una herencia, o cosas del género.
Claro que hay que entender que el ciudadano estadounidense medio manifiesta una auténtica obsesión por siquiera sospechar que el Gobierno Federal se está metiendo en su vida, que la está regulando de alguna manera. Para un observador europeo, en esta línea, resulta sorprendente la oposición frontal de una buena parte de la sociedad de Estados Unidos contra la reforma de la Sanidad de Obama, que pretende que la cobertura sanitaria sea lo más universal posible (sin olvidarnos, claro, de los potentes lobbies de las mutuas médicas). Un Estado protector es visto ahí como una injerencia en la vida privada del ciudadano, y da la sensación de que la única justicia la administran los dólares que cada cual posea. El Estado del Bienestar es visto como una excentricidad anacrónica y extravagante de esos europeos.
A la vez estamos habituados a que el comercio de armas y armamento esté en manos de los respectivos gobiernos, que deben autorizar todas las operaciones. Claro que, al mismo tiempo, existe un cierto mercado negro o tráfico de armas, que discurre por las alcantarillas de la sociedad y equipa con armamento a quien tiene dinero para pagarlo (terroristas o delincuentes en general, bandas facciosas o mafiosas en diferentes países del mundo, movimientos insurgentes, etc.). Normalmente, la simple posesión de un arma sin una Licencia específica que lo permita, ya es un delito en la mayoría de países europeos.
El origen de la legislación sobre armas en Estados Unidos está justamente en el extremo opuesto, ya que nace de la desconfianza en un Gobierno Federal que pudiera acabar siendo abusivo, o en la propia incapacidad del Estado para garantizar la seguridad de sus ciudadanos. Lo que, por cierto, sería sin duda verdad en el Lejano Oeste, por ejemplo.
Material pro regulación de las armas, de la Brady Campaign (Fuente: fogcityjournal) |
A muchos nos produce estupefacción la convivencia habitual de los ciudadanos con las armas, incluso desde muy temprana edad. Me contaba un amigo español que, tras vivir un tiempo en Estados Unidos decidió volver a España cuando en la celebración de la entrada en la edad adulta del hijo (a la sazón, de trece o catorce años) de unos amigos el mejor regalo de su padre fue hacerle entrega de su primera pistola. Francamente, estos hechos me inspiran a pensar en una sociedad enfermiza, que confía irracionalmente en las armas como un recurso válido para administrar justicia, la justicia de cada cual, o, más frecuentemente, la venganza ciega.
La convivencia, llamémosle libre, con las armas en todos sus formatos, genera en muchos la falsa sensación de que son un instrumento válido, convencional y cotidiano para dirimir diferencias y para defenderse del hombre malo que quiera perjudicarnos.
El resultado de todo ello, como manifiesta la Brady Campaign, es que, proporcionalmente, el número de muertos por arma de fuego en Estados Unidos es hasta 24 veces superior que la de un país como España. Y cifras parecidas encontraremos en la comparación con otros países del mundo.
Creo, pues, que resulta anacrónico que la legislación sobre las armas en Estados Unidos siga siendo esa (escueta) Segunda Enmienda, promulgada hace 219 años. Esas leyes deberían revisarse de acuerdo a los tiempos que corren. Claro que el propio país, su Gobierno Federal, tiene una actitud en todo el mundo muy parecida, arrogándose el papel de Gendarme Universal, y confiando en que sus fuerzas armadas sean todopoderosas para implantar en cualquier lugar la idea estadounidense sobre cómo deberían ser las cosas.
El hombre malo, sean cuales sean las leyes, acabará teniendo acceso igualmente a las armas que le resulten precisas para su actividad delictiva. Pero alejar al probo ciudadano de ellas creo que sólo conllevaría ventajas. Aunque sólo fuera reforzar su confianza en los mecanismos democráticos que la sociedad se ha dado para imponer el imperio de la Ley y crearle conciencia de que la Justicia existe más allá de los métodos más o menos expeditivos que se utilicen para imponerla.
Cortemos la espiral de violencia que conlleva el libre acceso de cualquiera a cualquier tipo de arma de fuego.
JMBA
Hace unos años recibí una foto que me provocaba una gran inquietud cuando la miraba. Estaba tomada poco después del paso del huracán Katrina. Mostraba un grupo de personas armadas con un cartel que decía "Drunks with Guns, you loot, we shoot". No se qué me inquietaba más, si las armas,las caras sonrientes de esas personas,las bebidas que portaban. No se pero no estamos acostumbrados a etsas cosas en Europa. La foto la he perdido pero buscando en Google la frase anterior la he encontrado en esta dirección http://op-for.com/2010/05/u_loot_we_shoot.html
ResponderEliminarComo decia Obélix, están locos estos americanos.