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miércoles, 2 de febrero de 2011

Un Faisán que debería dejar de volar

Por las alcantarillas del Estado (de cualquier Estado) no circula nunca nada bueno para la salud. En las cloacas se ventilan componendas que los ciudadanos no necesitan conocer. Que, posiblemente, sea más saludable ignorar.
Un policía vigila el Bar Faisán, de Irún
(Autor: Javier Hernández; Fuente: El País)

Existen en los Presupuestos Generales del Estado, aprobados cada año por el Congreso de los diputados, una partida de Fondos Reservados cuyo destino y uso no pueden conocerse (como dijo sabiamente Felipe González recientemente) precisamente por eso, porque son reservados.

Esos fondos, genéricamente hablando, se utilizan para que no se atasquen las alcantarillas del Estado. Con ellos se pagarán confidentes, se intercambiarán favores, se comprarán lealtades, siempre (teóricamente) con el principio de evitar males mayores.

Dicho esto, nadie está por encima de la Ley. Pero tampoco parece razonable imputar a altos funcionarios por utilizarlos para lo que (en modo no escrito, es cierto) están destinados.

El 22 de Marzo de 2006, ETA anunció una tregua o alto el fuego permanente. Según todos los indicios, como parte de un proceso de negociación en el que el gobierno de Zapatero había puesto muchas esperanzas. El proceso en sí fue, desde luego, discutible, pero quiero pensar que siempre lo animó el intento de evitar males mayores. Se demostró como un fracaso con el atentado al Aparcamiento de la T4 de Barajas del último día de ese año (todavía recuerdo el atasco monstruoso que me tuve que tragar ese sábado por el filtro policial que se montó en el nudo de Manoteras de Madrid).
Joseba Elosua, liberado por Garzón en 2007 debido a su
"riesgo vital elevado", fumando un puro en su bar en 2010
(Fuente: El Mundo)

En cualquier conversación en las cloacas es complicado saber si se está hablando con el que manda, e incluso en este tipo de temas es complicado saber quién es el que manda. Posiblemente el atentado fue ideado, impulsado y realizado por lo que podríamos llamar disidentes internos de la banda. Por ventilarlo con pocas palabras.

En esa primavera del 2006, se estaba urdiendo una macrooperación de la Audiencia Nacional (liderada por el juez Grande-Marlaska) contra el aparato de extorsión de ETA, es decir, contra la maquinaria de recaudación del llamado impuesto revolucionario. En esa operación, uno de los lugares que estaban en el objetivo era el Bar Faisán de Behobia (Irún), y su propietario de Joseba Imanol Elosua Urbieta, a la sazón cercano a los 70 años de edad.

Ignoro (creo que todos los ciudadanos de a pie ignoramos) qué papel podía estar jugando o haber jugado este hombre en las conversaciones que parece que se estaban produciendo por las alcantarillas en esa época. Por algún motivo, la cúpula del Ministerio del Interior tuvo por conveniente hacerle a Elosua el favor de prevenirle sobre esa operación, para que pudiera tomar las medidas que estimara convenientes. Quizá con eso se le pagaba un favor debido, o se ganaba el derecho de pedirle un favor más tarde. Por las alcantarillas las cosas funcionan así.

De modo un tanto rocambolesco, parece que alguien (un miembro de la Policía Nacional, aparentemente) le entregó a Elosúa un teléfono móvil al que un tercero llamó para prevenirle de la operación en marcha e informarle de algunos detalles que sólo podía conocer gente próxima a las investigaciones. Una conversación entre Elosua y su yerno, en el coche al que se le habían puesto micrófonos, en el marco de la operación contra la red de extorsión, puso de manifiesto esta filtración.

La noche del 20 al 21 de Junio de 2006 se desató la operación policial y judicial contra esa red. Lógicamente, no sabemos lo que Elosua pudo salvar (esconder, reconducir, limpiar,...) en ese mes y medio, desde la filtración.

Podéis ver una pequeña historia de los hechos y del posterior proceso judicial en la Wikipedia, con enlace directo a diversas noticias publicadas en la prensa del momento.
El Ministro del Interior junto a Baltasar Garzón, a la sazón
juez de la Audiencia Nacional.
(Fuente: almadormida)

Del sumario principal contra la red de extorsión, incoado por Baltasar Garzón tras la marcha de Grande-Marlaska de ese Juzgado, se desgajó en sumario separado el tema de la filtración. A petición de la Fiscalía (que esgrimió diversos motivos más bien burdos), Garzón decidió el archivo del sumario. El Partido Popular, escandalizado, se presentó como acusación particular, para poder mantener vivo el sumario. Y la organización Dignidad y Justicia le siguió los pasos. 

Recientemente, el juez Ruz (también de la Audiencia Nacional) ha decidido reabrir el caso. Y veremos a dónde lleva todo esto.

Parece claro que estamos hablando de un caso en que se ha abierto una trampilla sobre las alcantarillas del Estado. Parece existir un vídeo del bar Faisán, fruto del seguimiento previo a la operación de Junio de 2006, que habría sido manipulado, para que no aparezca el misterioso interlocutor portador del teléfono móvil.

Un tema de esta trascendencia parece evidente que era conocido (si no impulsado) desde la cúpula del Ministerio del Interior. Que Alfredo Pérez Rubalcaba lo conocía (y tácitamente o explícitamente lo aprobó), y que intervino activamente el Secretario de Estado de Seguridad Antonio Camacho, aparte de los mandos policiales ya imputados.

Insisto en que nadie está por encima de la Ley, pero no se le puede recriminar al pocero que se manche las manos de m...... Si se siguen realizando las investigaciones de este asunto, en el mejor de los casos se podrá demostrar la intervención (o mero conocimiento) de estas personas en la filtración a Elosua. Pero eso, ¿para qué servirá?.

Bueno, parece claro que para los enemigos del Gobierno, servirá para empañar la imagen política del que parece hoy la mano derecha de Zapatero, o incluso su posible sucesor. Pero, intentando ser ecuánime, sólo demostrará que, efectivamente, como todos conocemos aunque ignoramos los detalles, el Estado tiene alcantarillas, y toda cloaca debe tener su pocero. Que cualquier conversación con delincuentes, con el objetivo de evitar males mayores, se desarrolla en la oscuridad y se basa en el intercambio de favores.

Personalmente, creo que a estas alturas sería mejor dejarlo estar. Se le han visto un poco las costuras a la alcantarilla, pero nada con lo que no podamos convivir los que no tenemos como principal objetivo desprestigiar a Rubalcaba.
Rubalcaba junto al Secretario de Estado de Seguridad,
Antonio Camacho. Una correlación de hechos fácil
de imaginar.
(Fuente: PP)

En todas las series policiales de la televisión, nos hartamos de ver al delincuente recién detenido intentando negociar un intercambio de favores. Si os facilito pruebas contra alguien más importante que yo, os olvidáis de mí, ¿hay trato?. Y luego nos escandalizamos de que eso mismo ocurra en la vida real subterránea de nuestro país. Bonita ironía.

En la escena final de Algunos hombres buenos, un Jack Nicholson, histriónico como en sus mejores momentos, es presionado por el jovencito fiscal Tom Cruise (y su ayudante Demi Moore). Como comandante de una base militar en territorio enemigo (Guantánamo), ha proclamado a los cuatro vientos durante el juicio que yo trabajo las veinticuatro horas del día para que vosotros podáis dormir tranquilos. Al final, no le queda más que reconocer, a voz en grito, que por supuesto que ordené un Código Rojo, hijo. A continuación, se lo llevan detenido, como imputado.

Nadie está por encima de la Ley. Pero intentar iluminar las alcantarillas parece un contrasentido. Si bien la cloaca no tiene leyes ni normas, sí tiene reglas, que se basan en la confianza mutua y en el intercambio de favores. Si se quiere arrojar luz sobre ello, bastaría con que el Congreso no autorizase los Fondos Reservados. Claro que, en ese caso, ¿cuánto tiempo tardaría la maquinaria del Estado en atascarse?.

Creo que es positivo aceptar, sin más, el mal menor.

JMBA

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