Las noticias que nos están llegando estos últimos días desde Libia son realmente preocupantes.
Lo que en principio parecía una revuelta como las vividas en Túnez o Egipto, que iban a derrocar en unos días al sátrapa de turno, se está prolongando mucho más de lo que sería deseable.
Seif el Islam, hijo de Gaddafi, está actuando de portavoz del Régimen (Fuente: noticiaaldia) |
Gaddafi, su familia y su entorno parecen mucho más resistentes de lo que en un primer momento se podía suponer. Este martes ha lanzado una contraofensiva militar sobre zonas del Este del país (ricas en petróleo, por cierto) y podría haber recuperado el control de alguna ciudad de la zona.
El Poder de la Calle es limitado en el tiempo. Si consigue sus objetivos en unos días, lo siguiente que debe pasar es que haya políticos de la oposición al régimen anterior que tomen las riendas del país y que empiecen a construir un orden nuevo, con un plan definido para convocar elecciones generales en el plazo de unos meses. Pero el Castillo de Naipes no parece que se esté desmoronando con la rapidez que sería de esperar.
La Calle tiene capacidad para destruir, pero a la hora de construir debe ceder paso a los que son más expertos en ese tema, a los políticos.
El problema es que si la revuelta se prolonga mucho más tiempo, y el poder se resiste a desaparecer, o a emigrar (léase huir), la situación pasa a ser sensiblemente diferente. Porque empieza una lucha por el poder, que requiere que la calle deje su fuerza en manos de militares o paramilitares, que son los únicos que pueden conducir una situación bélica hasta la meta de eliminar del país a los anteriores gobernantes.
Estos últimos días hemos sabido que, solamente en el Reino Unido, parece que se han congelado fondos del entorno de Gaddafi (supuestamente exportados ilegalmente de Libia) por valor de 30.000 millones de euros. Y más debe haber, seguro, en otros lugares. Leía esta mañana que en la Costa del Sol se ha paralizado alguna iniciativa inmobiliaria de Gaddafi.
Y hemos visto y oído en la televisión a alguno de sus hijos asegurando que no piensan abandonar el país, y que van a defender su posición con uñas y dientes. Bueno, y con todo el armamento que Occidente les ha vendido estos últimos años.
Este enrocamiento en sus posiciones sugiere un conflicto de mucha mayor duración, prácticamente una Guerra Civil. Parte de Libia parece estar actualmente bajo control de los insurgentes. Pero, a su vez, estos ven como imposible un asalto con éxito a Tripoli, donde Gaddafi y sus leales mantienen el control.
Si otros países, o las organizaciones internacionales, no intervienen activamente en el conflicto, este degenerará rápidamente en una Guerra Civil, de duración indeterminada, de final incierto y que provocará mucho sufrimiento y una gran cantidad de muertos y heridos. Dejado a su albur, es más que probable que Gaddafi, cuyo poderío militar bruto es, con seguridad, muy superior al de los insurgentes, acabe recuperando progresivamente el control del país. Especialmente si no tiene reparos, como parece no tener, en utilizar toda la fuerza militar en ello, incluyendo bombardeos sobre ciudades, pueblos y sobre la población civil.
Los insurgentes parecen tener el control en algunas ciudades del Este de Libia, como Tobruk (Fuente: istmocentroamericano) |
La única alternativa a un escenario bélico tan sombrío es la rápida intervención de fuerzas internacionales que actúen sin fisuras para derrocar a Gaddafi y a todo su entorno del poder en Tripoli, y que se sitúen del lado de los insurgentes, en la construcción de un nuevo régimen para Libia.
Claro, según parece, hay marines estadounidenses y fuerzas del Reino Unido cercanas a las costas de Libia, preparados para intervenir. Pero el éxito de una operación así debería proceder de una actuación amparada y patrocinada por la ONU, con un objetivo claro, definido y compartido.
No olvidemos que Gaddafi lleva en el poder desde 1969, en que un golpe militar contra el entonces rey Ydris le aupó al máximo liderazgo del país. Siendo un gobernante excéntrico, desmesurado y fantoche, ha sido recibido y alabado a menudo por todos los gobiernos occidentales. El por qué de repente pasa a ser denostado por todos los que le rieron las gracias es digno de análisis. Libia es un país importante en el mercado del petróleo, y eso podría explicar muchas cosas.
Hace 75 años vivimos en España una situación similar. Un levantamiento (de parte del Ejército, en ese momento), que pretendía derrocar el régimen de la Segunda República en unos días, y establecer un nuevo régimen en España. Sin embargo, eso no fue así, sino que se desató una Guerra Civil muy sangrienta, que segó muchos miles de vidas y que arruinó muchas más, y que duró más de tres años. Sus secuelas incluso hoy no están totalmente olvidadas. Ese es un escenario nada deseable.
En 1936, las potencias occidentales se declararon neutrales (no intervención en conflictos domésticos). Sí hubo voluntarios que, a través de las Brigadas Internacionales, pusieron sus (limitadas) fuerzas a disposición del que era el Gobierno legítimo en ese momento. Por su parte, las potencias del Eje (especialmente Alemania e Italia) sí fueron mucho más beligerantes a favor de los militares insurgentes, que acabaron ganando la Guerra. Si no fuera que, en una Guerra Civil, en realidad todos acaban perdiendo.
No quisiera pensar que lo que estamos viendo estos días en Libia acabe conduciendo a un escenario de guerra civil abierta, con sus trincheras, sus batallas y sus escaramuzas, y que cada palmo del territorio tenga que ser disputado militarmente. Este sería, sin duda, un escenario catastrófico.
Lo que me temo que está ocurriendo es que Occidente tiene miedo, mucho miedo. Gaddafi y sus hijos se han encargado de agitar el fantasma de Al Qaeda como instigador de la revuelta, lo que les posiciona como defensores del Magreb frente al avance de fuerzas islamistas y terroristas, cuya crueldad ya nos ha tocado sufrirla a muchos países (EEUU el 11-S, Reino Unido el 7-J, España el 11-M,...).
Pozo petrolífero en Libia. Ah, Poderoso Caballero es Don Dinero (Fuente: guiaviaje) |
Occidente se debate entre el más vale malo conocido y la clara posición de apoyar al pueblo libio para liberarse de un gobernante impresentable. El problema es que en un escenario de Guerra Civil, la frontera entre los buenos y los malos se difumina, y prima la evaluación de ganadores y perdedores. Y esto puede llevar a una parte de la propia población libia a ponerse al lado de Gaddafi, si estima que puede acabar ganando, y anticipa posibles beneficios propios derivados de ese hecho.
En resumen, lo mejor que puede pasar en Libia es que el conflicto termine cuanto antes. Como creo que el ciclo de Gaddafi está agotado, sugeriría a los Organismos Internacionales que propongan la intervención sin ambages, para derrocar al sátrapa. Libia es un país de unos seis millones de habitantes. A día de hoy, es posible que solamente cincuenta o cien mil estén claramente a favor de Gaddafi (su ejército más fiel, su guardia de corps, sus mercenarios subsaharianos,...). Pero si la situación evoluciona hacia una auténtica guerra civil, ese número no cesará de crecer, y cada vez será más complicado llegar a un final no demasiado sangriento.
Hay lecciones que los occidentales deberíamos haber aprendido de algunas guerras de los últimos cincuenta años. Irak o Afganistán son buenos ejemplos de eso. Intentar imponer un nuevo régimen patrocinado por fuerzas extranjeras no lleva nunca a ninguna situación estable. La estabilidad sólo llega cuando todos los ciudadanos sienten a su nuevo régimen como algo propio. Para ello, la fuerza internacional puede desplegarse para derrocar a un sátrapa, pero son los ciudadanos del país los que deben decidir lo que quieren que sea Libia en el futuro. Fuerzas extranjeras pueden apoyarles y ayudarles en esa labor, pero no pueden sustituirles.
Los flujos amenazados por la guerra en Libia (Fuente: dinero.nom) |
Por todo ello, creo que las decisiones que haya que tomar que se tomen cuanto antes, que se desplieguen tropas bajo mandato de la ONU para expulsar a Gaddafi de Libia, y que el pueblo libio liberado decida cómo quiere organizarse a partir de ahora y que pueda construir su nuevo régimen.
El problema para ello es que el Poder de la Calle es casi infinito para la destrucción (el objetivo está definido y es compartido), pero su capacidad para construir es extremadamente limitada. Otros actores internos deben aparecer para llevar adelante ese papel. Y los únicos que tienen esas capacidades son los políticos, la oposición política a Gaddafi, quienes quiera que sean.
El riesgo, claro, es que se construya un nuevo régimen que sea antioccidental, patrocinado por Al Qaeda u otros con parecidos objetivos, cuyo siguiente logro sea la Reconquista de Occidente y la expulsión de los infieles.
Pero la alternativa es ver a un país tan cercano desangrarse en una Guerra Civil que podría ser larga y muy cruel.
JMBA
EXELENTE REPORTAJE.ESPEREMOS QUE ESTA SITUACION BELICA NO SE EXTIENDA POR MUCHO TIEMPO PUES QUEREMOS UN MUNDO SIN GUERRAS Y SI DE PAZ ANIMO GRACIAS DIOS LES BANDIGA
ResponderEliminarSOLO LOS "CIEGOS" POLITICOS NO QUIEREN VER QUE EL UNICO OBJETIVO DE LA ONU ES EL PETROLEO Y EL SUFRIMIENTO DEL PUEBLO LIBIO ES SECUNDARIO. AQUI EL GOBIERNO NORTEAMERICANO INTENTA CON LA ANUENCIA DE OPOSITORES NACIONALES TRAIDORES Y EL AMBIENTE MEDIATICO APATRIDA, CREAR UN ENAJENAMIENTO DEL PUEBLO SIMILAR A LIBIA, PERO EL PUEBLO HA MADURADO MUCHO Y NO LO LOGRARAN. LUIS GUERRERO, VENEZUELA.
ResponderEliminarLuis, yo particularmente creo que las cosas nunca son blancas o negras. Está claro que los intereses económicos juegan un papel importante en todas las decisiones políticas, y en particular en las de los organismos internacionales. Por eso se ha planteado una intervención en Libia, y en cambio en Costa de Marfil u otros lugares, la comunidad internacional está prácticamente mirando para otra parte.
ResponderEliminarAdemás, es muy sospechoso que Gaddafi fuera hasta hace poco "un amigo extravagante" para los dirigentes occidentales y se haya convertido de repente en un "dictador sangriento".
Sin embargo, cuando las decisiones nos parecen absurdas, es que nos falta información. Por una parte parece claro que el régimen de Gaddafi ha masacrado (y está masacrando) a la población civil con su superioridad militar. Pero nadie en Occidente parece tener muy claro quiénes son los "rebeldes".
Francamente, no creo en las grandes conspiraciones, ni en los populismos, ni en la demagogia. La realidad siempre tiene muchos más matices de los que, a menudo, parecemos olvidarnos.
Saludos.
José María