Parece evidente en muchos países que la crisis pasa factura a los gobiernos de turno. Ante nuevas elecciones, los ciudadanos prefieren dar una oportunidad a los otros, a ver cómo se desempeñan ante circunstancias francamente hostiles.
Pasado, Presente y ¿Futuro? del PSOE. (EFE; Fuente: cadenaser) |
España no creo que vaya a ser una excepción a este fenómeno. El PP recogerá el desánimo y la desafección de la mayoría de la gente hacia un gobierno del PSOE que ha estado en fase agónica demasiado tiempo, instalado en ocurrencias de escaso recorrido y urgencias apremiantes. Ello no significa que la población bascule a la derecha, sino una pura reacción pendular para dar una oportunidad a los otros. Honestamente, creo que el PP, con Mariano Rajoy a la cabeza, no está dando a los ciudadanos no afectos (para los fanáticos, siempre cualquier cosa ya está bien) nuevas visiones para el futuro de este país. Pero son los otros, y recogerán esa cosecha.
Muy probablemente, el PP será la fuerza más votada el próximo 20-N, incluso es bastante posible que lo consiga con mayoría absoluta. Recuerdo con estremecimientos la segunda legislatura de Aznar (la de la mayoría absoluta). No por nada concreto, sino porque me parece recordar que invadió el país un cierto tono gris, de lo más desagradable. Aparte de los claros efectos de los atentados del 11-M (sacó de su casa a varios millones de votantes perezosos, que mayoritariamente se inclinaron por los otros), creo que, en buena parte, la mayoría que obtuvo el PSOE se debió al deseo latente de huir de ese tono gris.
La situación mundial de crisis es preocupante en extremo. Su profundidad, extensión y universalidad eran desconocidas hasta ahora. Progresivamente se han ido poniendo en entredicho principios que creíamos ya inamovibles (desde el Estado del Bienestar, hasta la supervivencia del propio Euro). Todas las estructuras están temblando, las valoraciones bursátiles de muchas empresas son irrisoriamente minúsculas y ya hace tiempo que no responden a su salud financiera y a las perspectivas de su negocio, sino a un desesperado sálvese quien pueda, y a un deseo irrefrenable de los inversores por buscar valores refugio (o que al menos se les tiene por tales, como el bono alemán o el oro)
Lo que sí parece claro es que la salida de una crisis como esta no podrá producirse por los mismos caminos por los que entramos en ella. Habrá que cambiar muchos paradigmas, poner en entredicho muchos principios, y aplicarle creatividad a la construcción de lo que casi podríamos denominar nuevo orden mundial.
UPyD presentó este sábado sus listas electorales en el Cine Capitol de Madrid. (EFE; fuente: terra) |
Desde un punto de vista puramente político y social, creo que la salida debería situarse más bien hacia la izquierda, ya que es la izquierda la que habitualmente tiene una mayor sensibilidad social. Una salida por la derecha presenta el peligro evidente de que la escalada hacia la salida se realice trepando sobre los cadáveres (económicos, por lo menos) de demasiados ciudadanos. Los riesgos de una progresiva exclusión social de capas importantes de la sociedad son bastante obvias.
Me aterran las cifras que se conocen, por ejemplo, sobre la progresiva concentración de la renta y del patrimonio en capas cada vez más estrechas de las clases privilegiadas. En Estados Unidos, el tema es lacerante, ya que está conduciendo a la progresiva proletarización de sectores cada vez más amplios de las clases medias que, a este paso, acabarán desapareciendo casi por completo. Y a que, por primera vez en la historia reciente, los hijos tienen peores expectativas vitales y económicas que sus padres. Un retroceso neto y sin paliativos.
Tradicionalmente, la izquierda atiende con más cariño a una mejor redistribución de la riqueza existente. Pero me temo que eso parte de la base de que la riqueza le preexiste. Porque su capacidad para generar mayor riqueza (o para crear las condiciones necesarias para que eso se produzca) nunca se ha puesto en evidencia. Es cierto que han sabido navegar en aguas favorables con cierto desparpajo. Pero las tormentas les ponen de los nervios.
Quizá es que estamos condenados a trabajar a derechas en los tiempos de vacas flacas, cuando toca arrimar el hombro todos para generar riqueza nueva. Y trabajar a izquierdas cuando las vacas son gordas, para intentar contribuir a un mejor reparto o distribución de la misma.
Pero esta crisis ha subvertido los papeles de todo el mundo. El Gobierno Zapatero se ha visto obligado a tomar medidas que tradicionalmente se consideran de derechas, presionados por las obligadas disciplinas impuestas desde el FMI o la propia UE. Y lo que cada día me parece más evidente es que ni siquiera el ilusionista Rubalcaba puede darle la vuelta a lo que se anticipa como una debacle electoral sin precedentes. Todos los esfuerzos se le van en intentar crear una nebulosa que disimule el hecho de que estuvo ya en el gobierno con Felipe, y que ha formado parte preeminente del Gobierno Zapatero. Es parte del problema, y muy difícilmente puede ahora vendernos que sea (¿también?) parte de la solución.
Este hombre podría ser nuestro próximo Presidente del Gobierno (EFE; Fuente: rajoy2012) |
Para el PSOE quizá hubiera sido más realista aceptar que un descalabro electoral es prácticamente seguro, y apostar por una imagen de mayor renovación. Al final, una refundación del partido acabará siendo inevitable, pero emponzoñada por las hordas de cesantes que dejarán entre sus filas las próximas elecciones. Quizá Carme Chacón hubiera podido encarnar mejor esa imagen de renovación, de catarsis.
Y si pensamos que una salida de la crisis por la izquierda quizá fuera menos sangrante y dolorosa, ¿qué nos queda?. Izquierda Unida es una formación echada a perder sucesivas veces. Un Cayo Lara, con esa perpetua cara de niño al que han dejado sin merienda, no representa atractivo alguno para una gran mayoría de los ciudadanos, salvo los muy fieles, claro. No me lo creo con responsabilidad de gobierno.
Otras fuerzas minoritarias (a nivel nacional) no van a conseguir (me temo) suficiente tirón popular. UPyD es esclavo del personalismo de un personaje con ribetes siniestros como Rosa Díez, demasiado aficionada (para mi gusto) a los portazos que nada aportan. Muy probablemente condenados a seguir siendo una formación muy minoritaria.
En estas condiciones, con un Rubalcaba francamente agotado, empeñado en reencarnarse una y otra vez en sí mismo, un Rajoy jesuítico, agazapado en su madriguera, convencido de que el botín llamará a su puerta, y una izquierda desorientada, ¿qué hacer el 20-N?. Ya sólo quedan poco menos de cincuenta días, y el panorama es cada vez más sombrío. La única duda que me va quedando es si contribuir al nuevo gobierno del PP, o dejar que alcance el poder a mi pesar.
Cayo Lara, el líder de IU, con su perpetua expresión de niño al que han dejado sin merienda. (Fuente: larepublica) |
Todos estamos muy desorientados. Porque todos hemos contribuido, desde nuestro devenir personal, a este dislate. Hemos vivido unos años de riqueza que se ha revelado ficticia, de un crédito abundante y un dinero barato. Un escenario válido para períodos de fuerte crecimiento (sólido, claro) y de generación consistente de riqueza. Pero nos ha faltado a todos (líderes, políticos, ciudadanos,...) cintura para hacer frente a circunstancias diferentes. Nos embarcamos en un trasatlántico lujoso, que navegaba desbocado, con el timón bloqueado, hacia el iceberg gigante. Los que lo denunciaron fueron tildados de agoreros, tristes y antipatrióticos.
Y es que el capitalismo ha mostrado su peor cara. No solamente hemos visto (y estamos viendo cada día), que los menguados ahorros de los ciudadanos se volatilizan en la pira de la crisis, sino que nos toca asistir a espectáculos obscenos, en que ciertos personajes no solamente ganan mucho dinero cuando las cosas van mal, sino precisamente porque las cosas van mal. Gente así jamás querrá contribuir a salir de la crisis, más que obligados.
Y ahora estamos, malamente, en las aguas heladas, nadando con flotadores deshilachados, desorientados, buscando una luz que nos indique que, contra toda esperanza, un futuro distinto es, sin embargo, posible. Notando, día a día, como las oscuras profundidades del océano nos atraen cada vez con más fuerza.
Ya no se trata de salir de la crisis. Se trata de construir un nuevo escenario, donde todos podamos vivir razonablemente durante una buena temporada. Que el escenario nos incluya a todos, o que esté cimentado sobre muchos cadáveres (económicos, por lo menos), debería ser la diferencia entre la izquierda y la derecha.
Pero ya no estamos en ese debate global. Aunque ese nuevo escenario no sea, de momento, más que una balsa que nos permita flotar en el mar, ya nos valdría mejor que esta agonía.
¿Algún carpintero entre el público?.
JMBA
Un análisis que me parece muy atinado, aunque algo pesimista. Reconozco que no es fácil ver las cosas de otro modo cuado Rajoy no te resulta "atractivo". Yo tampoco fumo "caldo de gallina"... Por eso creo que hay que hacer un esfuerzo, taparse la nariz -como decía el otro- y votar a alguna otra opción. Sólo hay una cosa que me preocupe más que el fumar y es fumar únicamente "caldo de gallina" gallega. ¿Que no sabes qué es el "caldo de gallina"? Pues pues nos van a dar taza y media...
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