Hace un tiempo saltó a los medios la figura de Jesús Neira. El motivo fue su intervención en un episodio callejero de (presunta) violencia de género, que le provocó graves problemas para su salud. Se le creó una aureola de héroe popular que no sé si merecía, por otra parte.
Todo el mundo se apuntó a ese carro, se le concedieron distinciones y hasta Esperanza Aguirre le nombró para el Consejo Asesor del Observatorio de Violencia de Género (vaya cosa).
Hace unas pocas semanas, se destapó que había sido detenido por conducir con una tasa de alcoholemia que triplicaba el límite legal. De repente se ha convertido en un apestado, Esperanza le ha destituido de su cargo, y Neira se ha convertido en un apestado, en un Juguete Roto. Así de voraz es el apetito de los Medios, que deglute sin digerir, pero expulsa sin siquiera dudarlo.
El de Jesús Neira no es el único caso. ¿Cuántas personas más o menos normales - me refiero, sin especial relevancia - se han convertido de la noche a la mañana en personajes o personajillos de la fauna televisiva ? ¿Y cuántos han pervivido más allá del sarampión inicial?.
Hagamos un ligero repaso. De las docenas o cientos de concursantes de Operación Triunfo, sólo un puñado han conseguido establecer una cierta carrera en el mundo musical, entre brillante y modesta. Que, al fin y al cabo, es el objetivo de los participantes. Fuera de los Bisbal, Bustamante, Chenoa, quizá Rosa, y en menor medida las Soraya, Edurne, Gisela, del resto no se ha vuelto a oir ni hablar.
De todos los concursantes de Gran Hermano, algunos han encontrado acomodo más o menos discutible en la telebasura (el paradigma sería Kiko, siempre al servicio de la Tele5Basura, junto a Jorge Javier Mermelada). Otros han chupado plató hasta extinguirse en su propia mediocridad, incapaces de generar el suficiente escándalo como para seguir siendo objetivo de los voraces medios. De muchos, los más afortunados, nunca más se ha oído hablar. Algunos han inaugurado una nueva vida como empresarios de la noche. Las chicas de buen ver tuvieron su minuto de gloria en la portada de Interviú. Una, Aída, merecería una y mil veces ser desterrada del país, o encerrada en las más profundas mazmorras, para que no viera nunca más la luz.
Otros han tenido sus instantes de fama, pero se han vaciado y han desaparecido. No sé si os paseáis de vez en cuando por la televisión de trasnoche (a partir de las dos de la mañana). Abundan en todas las cadenas (nacionales, regionales, locales) lo que se ha dado en llamar los Call TV (o los "Cariño, Solución", tan genialmente imitados por la rubísima Berta Collado en Sé Lo Que Hicísteis). Estos programas son un tipo de estafa o fraude, seguro que en el límite de la legalidad. Ya conté en otra ocasión mi experiencia un día que me quedé colgado de uno de esos programas, ante una pregunta de respuesta aparentemente evidente, pero llena de engaños y de anzuelos para seguir llamando y llamando, que es su negocio. En esos programas a menudo se ve alguna cara lejanamente reconocible, de Juguetes Rotos prematuramente, a los que sólo les queda ese último escalón televisivo, para no hundirse del todo en el anonimato.
Los Juguetes Rotos han existido siempre. En el mundo del boxeo, del toreo, del fútbol o de algunos otros deportes. Básicamente, personas que sucumbieron a una falacia. Pensaron que una situación privilegiada podía durar toda la vida. Asumieron que las ganancias enormes de un período se iban a repetir para siempre. Sucumbieron a todos los vicios y a las malas amistades. Y cuando dejaron de estar en el candelero, se dieron cuenta de la dureza de la caída sin colchón.
Vivimos en un mundo tan atropellado y veloz que las portadas, con el tema de Internet, ya no duran ni un solo día entero. Estar en portada (de lo que sea) es un hecho tan fugaz que, para repetirlo, algunos están dispuestos a toda clase de abyecciones.
Algunos supieron entender que seguían siendo personas y que, temporalmente, podían actuar de personajes. Cuando la fama se fundió, volvieron a ser personas normales, con más experiencias y más dinero. Otros se convencieron de que eran personajes. Cuando se les acabó el tirón, no les quedó más que ser Juguetes Rotos.
¿Cuánto tiempo tendremos que esperar para ver a una Belén Esteban convertida en un Juguete Roto?. Porque es una candidata ideal. Sin oficio ni beneficio, que se hizo famosa por "tocarle la chorra a un torero" (definición de Ángel Martín, de SLQH), y que está convencida de ser la Princesa del Pueblo. Hoy tiene a toda una cadena de televisión a su servicio. ¿Cuánto durará?. Cuando la fama le abandone, descubrirá que no le queda nada.
Por si alguna vez os toca la fama, nunca olvidéis que seguís siendo lo que sois, pero que, durante un tiempo, podéis actuar de otra cosa, y tocar más dinero. Hasta que se acabe.
Porque la Fama es fugaz, y hoy solamente se mide por cuántas menciones a tu nombre registra Google, o cuántos amigos o seguidores tienes en Facebook. Y como a la Sombra Digital le cuesta mucho menguar, esos números deben crecer todos los días, o ya estás acabad@.
La Popularidad, que es otra cosa, quizá sí pueda ser eterna.
JMBA
Hay famosos y famosillos, los que están como referencia a base de su trabajo a nivel personal, y los que son comidilla a base de destacar con escándalos. Los primeros a menudo ni buscan la fama, y destacan por su talento y su constante autosuperación personal; los segundos ansían constantemente que se hablen de ellos sin aportar nada de provecho.
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