Cuando el Parlament votó para prohibir las corridas de toros en Catalunya, ya manifesté mi opinión. Que básicamente es abstencionista. Es decir, no me gustan especialmente los toros, pero me parecen mal las prohibiciones. Y no soy nada beligerante en el tema del llamado maltrato animal.
Mozo aviando a un toro en un correbous (Fuente: elmundano) |
En resumen, no estoy seguro de preferir que nuestros antepasados nos hubieran legado las cavernas tal y como les llegaron a ellos. Y el progreso siempre es un movimiento con muchos frentes, algunos netamente positivos, otros claramente negativos, y la mayoría simplemente mediopensionistas. Pero sospecho que la capacidad real del ser humano de alterar el equilibrio cósmico de las cosas es extremadamente limitado. La Naturaleza se defiende y da zarpazos para evitarlo.
Pero hoy quisiera centrarme en la extrema hipocresía que han practicado los políticos en Catalunya, violando una de las cosas más sagradas que tiene el ser humano: la coherencia.
Puedo entender que se esté en contra de la utilización de animales para el entretenimiento, la diversión o simplemente la crueldad humanas. Igual que puedo entender las posiciones favorables. Por eso soy abstencionista en este tema.
Bou i Senyera. Así sí. (Fuente: idd00cwh) |
A mi personalmente siempre me han aterrado esas manifestaciones (o fiestas) multitudinarias, donde se reúnen miles (o incluso cientos de miles) de personas para celebrar algo que probablemente nadie sabe con certeza. Porque, habitualmente, las llamadas tradiciones no son más que la respuesta a preguntas que ya hemos olvidado. Sumergirse en la masa para festejar lo que no entiendo, y a lo mejor ni comparto, me parece horripilante. Pero, como dicen los franceses, cada cual tiene derecho a hacer el imécil como le parezca.
Toro y la Rojigualda. Así No. (Fuente: connotacion) |
Como mal menor, quizá sea una buena idea centrar la expansión de la crueldad en solamente unos días, para intentar evitar que se convierta en cotidiana. Pero me temo que esta es una batalla perdida.
Después de la votación del verano para prohibir las corridas de toros en Catalunya, ahora el mismo Parlament vota a favor de blindar las fiestas populares conocidas como correbous. Que, con variantes a cual más imaginativas, consiste en fastidiar y putear a un buey, torito, vaquilla o lo que sea, para disfrute del público. Un puro linchamiento, vamos. Con fuego en las astas, sogas de todos tipos, agua y lo que haga falta.
Sonroja oir a los políticos defender su votación diciendo que el objetivo de los correbous no es la muerte del animal (aunque nadie le ha preguntado al bicho si a lo mejor es lo que quisiera que pasara lo primero, visto lo que viene después). Y que en las malvadas corridas de toros, lo que se persigue es la muerte del animal. ¡Qué diferencia!.
Insisto en que puedo entender las posturas globalmente a favor, o globalmente en contra. Además, la razón es lo que mejor está repartido en el mundo, porque todo el mundo está convencido de tener la suficiente.
Pero esta hipocresía me parece repugnante. Claro que también la entiendo, y hacerlo me lleva a que me parezca más repugnante todavía. Las corridas de toros (los propios carteles) a menudo van orlados con la bandera rojigualda de España. Mientras que los correbous se ilustran con la senyera cuatribarrada.
La Tricolor y la Caterpillar de toda la vida. Así, ¿quién sabe?. Fuente: alfonso |
En otras palabras, no pueden permitir ser crueles al estilo de ellos, pero ni tocar la crueldad de casa nostra, la diversión de nuestra juventud y las tradiciones más arraigadas en la cultura popular. Oía esta jueves en la radio hablar a Artur Mas (por lo demás, mentalmente bastante bien amueblado) defender esta posición contradictoria. Claro que no convenció a ninguno de los tertulianos.
Lo que han hecho los políticos en Catalunya es, simplemente, trampa.
JMBA
Hay temas que no merece la pena perder el tiempo con ellos, ya que,con el tiempo, no mucho tiempo, se impondrá la razón y dejarán de tener sentido los ridículos debates. Así, los toros se extinguirán poco a poco,a medida que vayan teniendo menos clientes; los encierros y demás espectáculos y diversiones tradicionales con animales, lo mismo. Entre tanto, yo me limito a tener en casa una perrita, a cuidarla y a quererla como se merece. Espero que cunda el ejemplo y que los taurinos adopten a los toros como animales de compañía, ya que tanto les gustan.
ResponderEliminarEsto me recuerda a un amigo al que le comenté que yo tenía una perrita muy lista, tan lista que que, a veces, me parecía que los perros eran más listos que los amos. "No me digas nada -me contestó- ¡tengo yo uno!"