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lunes, 6 de diciembre de 2010

Elegía al Secreto

Con la publicación de los miles de documentos de Wikileaks, que son básicamente papeles privados, no elaborados pensando en su publicación, tenemos que lanzar un canto fúnebre a lo secreto, incluso a lo privado.
(Fuente: escombrismo)

Vivimos en un mundo plenamente interconectado. Donde, en cualquier momento, cualquiera puede sacar del bolsillo un móvil y hacernos una foto en una situación que no nos gustaría que traspasara la estricta privacidad. Alguna vez, seguro que presionados por las circunstancias, hemos acabado una noche complicada miccionando contra la tapia del cementerio. Ese hecho quedará en nuestro recuerdo, pero morirá con nosotros. Si alguien hubiera hecho una foto, pasaríamos a ser el paradigma de lo que no debe hacerse, el prototipo de cerdo y de marrano, e ilustraríamos muchos manuales sobre los buenos usos y costumbres, y sus violaciones.

¿Qué empresa podría resistir con indiferencia a la publicación de todos los correos electrónicos entre sus empleados?. Porque, cuando escribimos un e-mail, pensamos en el receptor, o los receptores, en su caso. Si es un tema en el que pueden intervenir otros, procuraremos contar las cosas de modo que se puedan entender por parte de próximos y lejanos. Pero si sólo estamos pidiendo una intervención puntual a nuestro interlocutor, probablemente hablemos de ese cliente protestón como de es más pesado que llevar un cerdo en brazos, o citaremos al cliente exigente que nunca está satisfecho con lo que le damos, y diremos se cree que con su dinero compra nuestras vidas el c..... ese.
Julian Assange, el huido patrón de Wikileaks
(Autor: Macdiarmid/Getty; Fuente: nydailynews)

En todos los casos se trata de pequeña literatura privada, pensada en las claves que compartimos con el receptor. Posiblemente un extraño que accediera a esa correspondencia, no entendería gran cosa, o, lo que es peor, entendería que estamos despreciando e insultando a un cliente que nos da de comer.

Cuando queremos escribir un informe por el que gentes muy variadas puedan entender el desarrollo y el estado de un cierto problema, deberemos intentar huir de los argots y de los lenguajes de germanía, que con seguridad no compartiremos con todos los lectores potenciales. Intentaremos en este caso ser precisos, detallados sin ser premiosos, y huiremos de los juicios de valor, que probablemente están fuera del ámbito de un documento así.

Los que escribimos en un blog tenemos claro que lo hacemos para cualquier lector, en cualquier lugar del mundo, con el límite de la comprensión del idioma en el que escribimos. Luego, en la práctica, sólo nos leen los amiguetes y poco más, pero esa es otra historia y no debemos bajar la guardia. En cualquier momento nos pueden leer perfectos desconocidos, desde otros países, desde sensibilidades opuestas a las nuestras, y todo lo que podamos, debemos intentar evitar las elipsis y los sobreentendidos, porque pueden llevar a una mala comprensión del mensaje que queremos transmitir.

El que no conozca el tema del que hablamos, apreciará que demos datos concretos, aunque no sean totalmente exactos, sino sólo aproximados. Pero el experto nos censurará por dar cualquier dato erróneo, o no exacto. Es complicada la labor del escritor (o escribidor), que debe hacerlo pensando en cualquier lector. En la práctica, este intento es bastante vano, y raramente se consigue en su totalidad. Por eso se habla de literatura para mujeres o para hombres, o de una novela que entenderán muy bien todos aquellos que..., o de una narración que resultará incomprensible para los que nunca se han enamorado, etc. etc.

Con todo ello quiero decir que cualquiera que escribe algo (todos escribimos infinidad de cosas en nuestras vidas, incluso sin ser plenamente conscientes de ello) lo hace pensando en uno o varios lectores bastante concretos. Esa nota pegada en la nevera que dice, simplemente, Leche, está dirigida a alguien muy particular, y cualquier otro puede malinterpretarlo, incluso introduciendo presuntas referencias a orgías inconfesables.
Notas en la Plaza de Mayo, tras la muerte de Nestor Kirchner
(Fuente: aguilashumanas)

Así sucede con los e-mails privados, donde las cosas se cuentan pensando en quien lo va a recibir, en todo aquello que ya sabe, porque lo hemos compartido, y por eso cualquier otro será incapaz de entenderlo, o quizá lo entienda en un sentido o con unas implicaciones que no estaban en la cabeza del escribidor.

Esta última filtración de Wikileaks consiste básicamente en un cargamento de e-mails privados, enviados muy concretamente por alguien para algún otro, sin pensar para nada en otros lectores. Es por ello que la lección que podemos sacar de ellos tiene mucho más que ver sobre quien lo ha escrito que no sobre quien ha escrito. Que algún funcionario desconocido opine que Rubalcaba es el más inteligente del Gobierno nos dice de ese funcionario específico que está bien informado. Lo otro ya es conocido, hasta por sus enemigos (le das la espalda y te la clava).

Pero parece que ver confirmados nuestros temores por un documento escrito, aunque sea en un lenguaje coloquial y casi de germanía, nos da alas. Y estos días mucho se está publicando en todo el mundo sobre las presuntas injerencias de la diplomacia americana en la vida interna de muchos países. Como si eso fuera nuevo.

Podemos optar por cantarle de verdad la elegía al Secreto, a lo privado. Y escribir siempre como si nos fuera a leer cualquier lector en cualquier lugar del mundo. En la nevera colgaremos una nota diciendo Isabel, compra leche, porque sólo queda un brick. En ese e-mail a un colega hablando de un cliente exigente, le llamaremos cliente exigente y no c........ de m...... Y si hablamos del jefe que no para de tocarnos los c......., nos referiremos a él como director riguroso, obviando términos que pudieran resultar ofensivos ante ojos no cómplices.

Siguiendo por ese camino, ni en los SMS ni en las redes sociales nos comeremos las vocales, creando abreviaturas que podrían llevar a confusión a lectores no avezados. Y, por supuesto, nunca colgaremos esa foto de la borrachera del sábado, no vaya a ser que nuestro presunto empleador se raje y no nos contrate.
Un simple e-mail. ¿Inocente o Carga de Profundidad?
(Fuente: libertaddigital)

Podemos intentar ser en permanencia políticamente correctos, escribir (y hablar, ojo) siempre como si nos dirigiéramos a la Asamblea de las Naciones Unidas. Podemos intentar manifestarnos siempre como si estuviéramos en la homilía desde el púlpito, convenciendo al fiel, no hiriendo en exceso al infiel, y transmitiendo al espía del obispo que dominamos el arte del sermón.

Pero todo eso no nos blindará nunca del sonrojo de que se hagan públicas las notas deslabazadas en la servilleta del bar, o esa inscripción en la puerta de un retrete público, en el desespero de un apretón. Sólo nos salva que la mayoría somos seres anónimos, de nulo interés para nadie.

Pero pensad, aunque sea sólo por un momento, que mañana llegáis a ser personajes públicos (políticos de cierto renombre, artistas de cierto prestigio, concursantes de Gran Hermano, amantes de famos@s). Reflexionad sobre toda la Huella Digital que habéis dejado a vuestro paso, y todo el daño que ello podría llegar a haceros en vuestra nueva imagen. Sólo queda tomarlo todo con el máximo sentido del humor. Reíros de vosotros mismos todas las mañanas, y ya os dará igual que los demás también se rían de vosotros.

No entonemos el canto funerario al Secreto y a lo Privado. Paremos la Elegía, y centrémonos en el Elogio. Seguirán existiendo varios niveles de lenguaje para un único emisor, cada uno para su ámbito específico. Y si cualquiera de ellos alguien lo saca de su contexto concreto, será su problema y no el nuestro, pero rechinará.

Pues que les den, y a otra cosa.

JMBA

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