Tras la comparecencia esta mañana del Ministro de Fomento ante la Comisión de Fomento del Congreso de los Diputados, me veo en la obligación de romper mi promesa de no hablar más de este tema. Espero que podáis disculparme. Podéis consultar la intervención íntegra, por ejemplo, en la web de El País.
José Blanco, Ministro de Fomento, en la comparecencia de hoy en la Comisión de Fomento del Congreso (Autor: EFE; Fuente: El País) |
La exposición del Ministro ha sido exhaustiva y creo que bastante esclarecedora sobre muchos aspectos hasta ahora relativamente poco conocidos sobre la génesis y desarrollo del conflicto.
Creo que es de justicia que haga algunas precisiones sobre diversas opiniones que he manifestado hasta ahora, y que no se ajustan en su totalidad a lo real.
Efectivamente, el 1º de Enero de 1999 entró en vigor el primer (y único hasta hoy) convenio colectivo que los Controladores Aéreos firmaron con AENA. En él se consagraban (y legalizaban) todos los privilegios que habían ido acumulando los controladores tras diversos episodios de presión y chantaje (nunca de huelga legal), que se remontan prácticamente a 1980, más de diez años antes de la propia creación de AENA.
Menos de tres meses después de su entrada en vigor, el 24 de Marzo de 1999, los controladores forzaron la aprobación de unos acuerdos modulares de prolongación de jornada. Mediante estos acuerdos, fuera del Convenio, "el USCA consiguió que se añadieran a la jornada ordinaria, unas jornadas extraordinarias, que llegaron a 600 horas de media, pagadas a un coste tres veces superior al de las ordinarias".
Ese convenio agotó su vigencia el 1º de Enero de 2005. Y, desde entonces, se han realizado hasta 20 rondas negociadoras, sin que se pudiese alcanzar un acuerdo para la renovación del convenio colectivo. Unas rondas, por cierto, que los negociadores del USCA cobraban como horas extra.
Al no alcanzarse acuerdos, cada año, a finales de Marzo, se renovaban automáticamente los acuerdos modulares, perpetuando los privilegios.
Está claro que el USCA y, por tanto, el colectivo de los controladores aéreos, ha manifestado repetidamente su mala fe en las negociaciones, mantenidas para entretener a la parte contraria, pero sin ánimo de llegar a ningún acuerdo de renovación, y con el único objetivo de la renovación anual automática.
La única crítica que hay que hacer al Gobierno es que, viendo el talante no negociador del USCA, no recurriera en su momento a una fórmula de arbitraje, que quizá habría podido forzar una renovación del convenio que, sin duda, hubiera resultado menos gravosa que la perpetuación pura de los privilegios.
Esa fórmula habría, probablemente, evitado la necesidad de intervenir en la regulación de la actividad via Decreto-Ley, que es lo que finalmente se hizo desde el principio de 2010, y que es lo que ha provocado, al final, las alteraciones graves en vísperas del Puente de la Inmaculada Constitución.
Durante 2010 ha habido nuevas rondas negociadoras sin ningún resultado. De nuevo, el USCA ha manifestado explícita e implícitamente, su falta de voluntad para revisar los términos abusivos en que consiguieron la aprobación del convenio de 1999, y los acuerdos modulares adicionales.
Nunca hasta hoy, el USCA ha planteado una huelga laboral del colectivo de los controladores, sino que ha presionado y chantajeado con el recurso a tácticas truculentas todo el tiempo, poniendo permanentemente palos en las ruedas a la eficiencia y sostenibilidad de un sector tan estratégico para el país como es el del transporte aéreo.
Un colectivo que ha manifestado tan abiertamente su total indiferencia por los intereses públicos de la sociedad, dando siempre total preferencia a sus intereses privados, ya no merece más consideración. Caña al mono.
La progresiva liberalización del sector irá erosionando esas posiciones enrocadas de privilegios inasumibles por más tiempo. Ahora es misión del Gobierno gestionar bien este período de tiempo que tenemos por delante, hasta que el poder fáctico del colectivo se vaya disolviendo.
De momento, sin duda, el Gobierno pedirá hoy la prolongación del Estado de Alarma hasta pasadas las próximas fiestas navideñas. Pero luego habrá que seguir asegurando la buena marcha del transporte aéreo en España.
Dura tarea tiene por delante José Blanco, AENA y el Gobierno en general. Buena suerte, que será la de todos (menos de los controladores, bien entendu).
JMBA
Oigo a diario manifestaciones a favor o en contra. Está claro que este asunto se le ha ido de las manos a todos, y rasgarse las vestiduras ahora no es la solución. Hay errores y aciertos en todos los sentidos, enfrentados al no entendimiento o al interés de cada uno, ya sea electoralista, laboral, personal, etc. También se comenta que en España hay aeropuertos donde no aterrizan ni las moscas, y esa infraestructura, junto al personal del mismo, lo estamos pagando todos y además pesan sobre los controladores. Los privilegios de los controladores también son excesivos, y su egoísmo perjudica a miles de españoles que pagan sus sueldos y depositan su confianza en ellos. Se podría seguir hablando y sacando trapos por todos los sitios, pero lo único que hace es dilatar el problema. ¿Soluciones? Una regularización de este sector, desde luego (cobran tres veces más que la media europea, y tienen derechos que ni se imaginan nuestros vecinos). Un toque al gobierno, desde luego, por no hacer una política y una gestión más eficiente y con sentido común.
ResponderEliminarJMBA, veo que tu información es exhaustiva. Ahora bien , me podrías decir cómo resolvió Reagan el conflicto con los controladores. Podría quizás aquí aplicarse la misma medida.
ResponderEliminarFidel
Un link sintético sobre la solución de Reagan en el 81...http://www.stfrancis.edu/content/ba/ghkickul/stuwebs/btopics/works/atcstrike.htm
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