Con ocasión de un breve viaje a Valvanera (La Rioja)(del que podéis ver más detalles en otro artículo), fuimos a comer al Bar El Cazador en Valgañón. El almuerzo, sin mucha intención, acabó siendo pantagruélico. Pedimos tres primeros para compartir (patatas a la riojana, garbanzos con almejas, alubias con morcilla), pero resultó que cada primero venía en un perolín del que podíamos servirnos más de un plato colmado cada uno de los tres amigos que estábamos sentados a la mesa. Como ya habíamos pedido también segundos (chuletillas, lomo rebozado) tuvimos que capear el temporal como buenamente pudimos.
Bar El Cazador, en Valgañón (La Rioja) (JMBigas, Agosto 2011) |
El resultado fue que, saliendo de allí hinchados como sapos, nos encaminamos a la zona recreativa de las Tres Fuentes, con la idea de sestear un rato, para ayudar a una buena digestión.
Esta zona está preparada para que pueda ir la gente allí a realizar alguna comida campestre, y dispone de un bar para ayudar con las bebidas.
Resultó que una amplia familia vasca estaba en la sobremesa de un picnic gourmet. Y lo llamo así porque, en algún momento, llegaron a ofrecernos, de una lujosa bandeja, unos deliciosos dulces.
Las Tres Fuentes de Valgañón, y panel informativo (JMBigas, Agosto 2011) |
La estrella de la fiesta era un niño pequeño (tendría en torno a un año), que ya correteaba torpemente por ahí, estrechamente vigilado por su madre y sus abuelos.
Mi amigo F., asesorado por Luis Mari, se dirige hacia la zona de lanzamiento. (JMBigas, Agosto 2011) |
Uno de los abuelos (Luis Mari) estaba jugando con auténtica devoción a lanzar unos objetos hacia la pared (a unos diez metros de distancia, en ocasiones más), intentando tocar un fleje metálico que había allí. De vez en cuando venía el otro abuelo, o alguna de las abuelas, a practicar una ronda.
Francamente, yo pensé que estaba lanzando piedras contra algún elemento metálico preexistente en el lugar.
Viendo nuestro evidente interés, nos invitó a acompañarle, y lanzamos también algunas rondas, con suerte desigual. Allí ya vimos con claridad que lo que lanzaba no eran en absoluto piedras, sino cinco discos gruesos de acero, circulares, cortados con mimo, en su día, de un perfil cilíndrico macizo. Después de cada lanzamiento, había que recoger los cinco discos de donde fuera que hubieran acabado cayendo.
F. en el acto del lanzamiento de un disco (JMBigas, Agosto 2011) |
Junto a la pared había un tablero de madera, donde Luis Mari había atornillado un fleje de acero, convenientemente curvado para que ofreciera su frente vertical (de unos tres centímetros de ancho) a los lanzadores. La fijación se hacía mediante un par de palomillas, para que pudiera desmontarse con facilidad, y guardarse (junto con los cinco discos) en una bolsa de deporte que estaba en el suelo cerca de la zona de lanzamiento.
Le preguntábamos qué nombre tenía el juego, y Luis Mari sólo se encogía de hombros, asignándole la denominación genérica de La Toca. Sospecho que el mismo nombre se puede aplicar a cualquier juego que consista en lanzar a distancia objetos con el objetivo de que toquen a (o se introduzcan en) otros objetos inmóviles.
Después de lanzar, hay que recoger los discos del suelo (JMBigas, Agosto 2011) |
Nos contó que la familia veraneaba en Ezcaray (no muy lejos de Valgañón) y daba la sensación de que muchas (si no todas) las tardes del veraneo practicaba con su Toca portátil en las Tres Fuentes. Le quitaba importancia a su construcción, y nos contó que, para hacerla manejable, había renunciado a su formato completo, que debería incluir un cajón grande, de modo que casi siempre los discos se pudieran recoger de dentro del cajón tras el lanzamiento, en lugar de tenerlos que buscar en el suelo por la zona circundante.
El objetivo del juego es lanzar uno a uno los cinco discos, y conseguir que toquen directamente en alguna parte del fleje metálico (con su sonido característico). Si antes toca en el suelo, en el tablero o en la pared (aunque produzca un desconchado), no vale como acierto.
En nuestra presencia, Luis Mari consiguió alguna ronda de 3 aciertos sobre 5, y varias de 2 sobre 5. Mi amigo F. (al que se ve lanzando en alguna foto y en el vídeo) consiguió alguna ronda de 1 sobre 5. Yo lancé un par de veces, siempre con el pobre resultado de cero aciertos en los cinco lanzamientos. Coordinar el movimiento de balanceo y el empuje del brazo, con el momento de soltar el disco, no es ninguna tontería y requiere un cierto entrenamiento. Hace falta habilidad y puntería para conseguir la parábola correcta del disco, y que impacte directamente en el fleje metálico.
Pasamos un rato delicioso a la sombra de los árboles de la zona recreativa, hasta que ya todos decidimos retirarnos. Luis Mari desmontó su blanco, quitando las dos palomillas, y guardó tablero, fleje y discos en la bolsa de deporte, seguramente hasta el día siguiente.
Tuvimos al final una charla muy agradable con él y con su consuegro, sobre la crisis que nos azota, sobre los tiempos que corren y sobre los tiempos pasados.
Mando desde aquí un saludo cordial y agradecido a Luis Mari, que seguirá de veraneo en Ezcaray.
JMBA
Lo más parecido que conozco al juego de "la toca" es el juego de "la rana", que en su versión más simple consiste en introducir las dichas de acero en la boca de una rana de hierro atornillada a un tablero de madera. La boca de la rana es poco mayor que las fichas, que se tiran desde unos cinco pasos de distancia.
ResponderEliminarSí, Seve, estoy de acuerdo contigo. Yo también he visto alguna vez jugar al juego de la rana. La gracia en este caso es que el hombre se había construido artesanalmente el invento, puramente para entretenerse durante el veraneo.
ResponderEliminarUn gusto poder compartir placeres tan básicos.
Un saludo, Seve.