Hace unos meses, publiqué un artículo en defensa del Estado de las Autonomías que tenemos en España. Me ratifico en lo que contaba entonces, en cuanto a las importantes ventajas de cercanía de las decisiones que supone.
En el centro Ramón Luis Valcárcel, presidente de la Comunidad de Murcia, que ya ha amenazado con devolver Sanidad y Educación si no hay más fondos (Fuente: eleconomista) |
Pero cada vez parece más claro que España tiene el mismo problema (económico) con sus Autonomías que los que tiene la Unión Europea con sus Estados: Gastan DemasiadoS (y demasiado y sin mucho control).
En estos días en que la caja está exhausta y hay que transitar por tiempos de crisis, dificultades y recortes, hay algunas autonomías que ya han insinuado (como poco), que les gustaría que algunas competencias las volviera a asumir el Estado. Cuidado que esto NO vale; la primera obligación de los políticos es estar a las verdes y a las maduras. Que otra cosa ni es real, ni es noble, ni es honrada.
De nada vale que Elena Salgado se preocupe de implantar recortes leoninos en los gastos de la AGE (Administración General del Estado), si muchas Comunidades Autónomas siguen a velocidad de crucero con su ritmo de gasto. No olvidemos que el problema de la deuda en este país tiene tres orígenes: el endeudamiento del Estado, el de las comunidades autónomas y el de las empresas y particulares. Todos deben contribuir a su resolución.
El Gobierno de España no tiene más remedio que llevar adelante los compromisos que le toca asumir en Bruselas. Las empresas y particulares tienen que practicar la máxima austeridad, porque no les queda otra. Pero parece que las Comunidades Autónomas tuvieran bula en esta ceremonia.
Insisto en que creo que el Estado de las Autonomías es una buena forma de implantar el gobierno en un país como España. Pero su implantación y desarrollo ha tenido demasiados errores y ha sufrido de demasiados vicios como para que pueda resultar en una forma sensata de gobierno.
El sentido universal de las Universidades se ha malogrado por su atomización (Fuente: USAL) |
Servicios Públicos de primera necesidad y para los que el Estado debe poder garantizar la igualdad de oportunidades y de calidad de servicio para todos sus ciudadanos, no deberían fragmentarse, y deberían mantener una gestión única. La Sanidad, por ejemplo, yo incluso sería partidario de que fuera una competencia centralizada en la Unión Europea, lo que nos garantizaría a todos los ciudadanos el mismo nivel de servicio, en cualquier parte de la Unión donde viviéramos o a donde nos desplazáramos temporalmente.
La Educación, por ejemplo, sería otra de las competencias que podría estar centralizada en Bruselas (o donde fuera). Eso nos garantizaría la existencia de unas cuantas Universidades europeas de primer nivel mundial, una correcta gestión de la Formación Profesional alternativa a la Universidad, y así todo. Con un sistema de compensaciones adecuado (becas y similares), qué más dará que un universitario extremeño curse su carrera en Mérida, en Madrid, en Bolonia o en Frankfurt. O que un universitario bávaro curse su carrera en Munich, en Berlín, en Burdeos o en Sevilla. Eso significaría, sin duda, muchos valores añadidos a la educación universitaria.
El problema del idioma habría que resolverlo de forma equitativa. UNA lengua vehicular (me temo que debería ser el continental english, ese inglés un poco descafeinado que hablamos todos los que no tenemos el inglés como lengua materna) que todos los alumnos europeos deberían estudiar hasta su dominio razonable en las fases previas de la Educación. Donde los méritos individuales (y nunca la procedencia geográfica, social, racial o de riqueza) sería el único factor determinante para asignar las oportunidades a cada cual. Una real igualdad de oportunidades. Esto nos evitaría el bochorno de tener el país entero trufado de universidades mediocres, que no aparecen nunca en ningún TOP 50, TOP 100 ó TOP200.
Pero claro, cualquier avance en este sentido es un atentado a la base misma de lo que se ha desplegado como Estado de las Autonomías. Cualquier discusión por asumir una competencia se basa, en realidad, en la pelea por decidir quién gasta el presupuesto asociado a esa competencia. El principio para ese debate, tal y como se desarrolla, es muy simple: si el presupuesto de la Sanidad lo gasta alguien en Madrid o en Bruselas, beneficiará a sus amigos; si lo gastamos aquí (Mérida, Santiago, Sevilla, Barcelona,...), serán nuestros amigos quienes se beneficiarán. Entendiendo lo de amigos tanto en el sentido más honrado del término (las empresas locales, los empresarios que dan empleo a personal de nuestra Comunidad,...) como en el más corrupto.
Hasta quince diferentes habrá en toda España (Fuente: correo-ciudadano) |
El hecho de que en España existan hasta diecisiete (no sé si son tantos, pero muchos sí que son) Servicios Regionales de Salud acaba creando desigualdades entre los ciudadanos del Estado; las posibilidades de acceder a una Sanidad de calidad son desiguales, según donde tenga establecida la residencia cada cual. Los proveedores tienen que atender a diecisiete clientes diferentes, en lugar de sólo al Insalus (llamémosle así, como ya se llamó en una época). Y el que vende jeringuillas (pongamos por caso), no venderá más jeringuillas por facturarlas en diecisiete lotes diferentes en lugar de uno solo, porque la población es la que es, y las necesidades son las que son. Quizá consiga algún céntimo más de margen por jeringuilla al vender lotes más pequeños, pero seguramente tendrá que enfrentarse a un sistema rocoso que no le dejará ni siquiera esa oportunidad. Eso sí, habrá oportunidades para más proveedores de jeringuillas, en las diversas Comunidades.
Por el contrario, la informatización de la Sanidad Pública, los expedientes electrónicos, las tarjetas sanitarias,... se multiplican, y multiplican también su coste. Generando, además, los problemas de incompatibilidad que provocan que acceder a la Sanidad Pública cuando se está de vacaciones sea más complicado si se está en otra Comunidad Autónoma que si se está en otro país de la Unión Europea. Lo que acaba requiriendo nuevas reuniones y nuevos debates para definir un a mejor armonización. Más gasto para llegar donde ya estábamos.
El principio de financiación, por ejemplo, de la Sanidad, es bastante simple. Por cada ciudadano al que haya que atender corresponde una cierta cantidad de Euros. Y luego que cada cual haga lo que mejor sepa con esos euros que le tocan en el reparto. Algunos pensarán que pueden detraer algo de ese presupuesto para construir preciosos Auditorios en cada capital de comarca, mientras otros igual detraen presupuesto de la educación para dotar mejor a sus hospitales, con el correspondiente perjuicio para sus estudiantes y profesores. Otros quizá detraigan algo de eso para financiar a sus cuñados o amiguitos del alma.
Teatro-Auditorio de Cuenca. Interesante, sin duda. (Fuente: turismocastillalamancha) |
Cuando hablaba de la Maquinaria Trincona de la SGAE, citaba uno de los prerrequisitos para cualquier corrupción. Primero hay que alejar el dinero de los focos, de la luz y de los taquígrafos. Una vez en la semioscuridad, sumergirlo en las alcantarillas es más fácil de hacer y más difícil de detectar.
Tras 30 años de rodaje creo que ya toca hacer una revisión en profundidad del despliegue del Estado de las Autonomías. Con los mismos conceptos en la cabeza que debemos tener para la refundación de una Unión Europea de los ciudadanos. Desplegar una arquitectura que funcione en tiempos de vacas gordas y también en tiempos de vacas flacas. Que valga para verdes y para maduras. Para que, entre otras cosas, no sea posible que un Gobierno de un color beneficie a las Comunidades de su signo y perjudique a las demás.
El Palma Arena, durante su construcción. Presupuesto disparado, con destino desconocido (Fuente: ElPaís) |
Porque ahora mismo estamos enfrentados a una situación incontrolable, ya que hay demasiados que gastan (demasiado), y el tema acaba resultando incontrolable. Al Gobierno de España le toca sonrojarse en Bruselas o en Berlín, pero, de vuelta a casa, sus posibilidades de imponer disciplina son extremadamente limitadas.
Estado de las autonomías, sí (me remito a mi anterior artículo). Pero tenemos que asegurarnos de que las mejoras de eficiencia que se consigan paguen la estructura adicional. Si con más estructura sólo se consiguen mayores ineficiencias, el camino está minado; y nos exponemos a que venga en algún momento un Árbitro Supremo que imponga una disciplina que no nos guste a nadie.
Y, desde luego, no son de recibo algunas actitudes que estamos viendo estos días, en el sentido de las competencias de ida y vuelta: yo las asumo cuando estén maduras; que trague Madrid cuando vienen verdes. Esto NO es así.
Y, quizá, para evitar suspicacias deberíamos pensar seriamente en desplazar la capital política del Estado a algún otro lugar (Salamanca, Logroño, Teruel, Reus, Elche, Albacete, Jaén, Huelva,...). Con rotación cada cinco años.
Hay que estar a verdes y a maduras. Y no poner carita de niño bueno ante el jarrón roto con el balón.
JMBA
No puedo mas que estar del todo de acuerdo con lo que dices. Pero ¿ es acaso la cordura lo que inspira la acción política?. Creo que fue Aristóteles quien decía que las dos artes más nobles del ser humano eran la Poesía y La Política. Lejos están ahora, aquellas buenas intenciones.
ResponderEliminarUn abrazo. Fidel.