He estado varias veces en el Sacré Coeur de Montmartre, y siempre había sacado la conclusión de que es un sitio habitualmente atestado de turistas, vendedores ambulantes y artistas callejeros. Aparte, por supuesto, de lo bonita que es la Basílica, el entorno y las vistas de París que se tienen desde ahí.
El viernes 30 de Julio tuve ocasión de conocer la zona con otra perspectiva diferente. Llegué a la estación de Metro Anvers (sobre el Boulevard Rochechouart) en torno a las 8.20 horas de la mañana. Los cafés abiertos, los comercios cerrados, y ni rastro (todavía) de los grupos numerosos de turistas.
Remonté a pie las dos manzanas de la rue Steinkerque hasta la estación baja del Funicular de Montmartre. Llegué, pues, al pie de la basílica en torno a las ocho y media de la mañana. Sin vendedores ambulantes ni grupos de turistas.
Hice unas cuantas fotos de la Basílica, y de las vistas de París que se tienen desde la explanada frente a ella. Luego me fui por detrás, hacia la Place du Tertre, habitualmente con las terrazas atestadas y docenas de artistas callejeros persiguiendo al turista para hacerle retratos, caricaturas, o el pino si hiciera falta. Las terrazas estaban preparadas, pero vacías todavía. Y artistas había sólo unos poquitos.
Claro que la extremada carestía de clientes potenciales a esa hora me hizo el objetivo de uno de los pocos artistas que ya estaban a pie de obra. Le dije a Sandro (un suizo italiano del Ticino) que no perdiéramos el tiempo ni él ni yo, que yo no quería ningún retrato ni nada similar. Al principio desistió, pero al volvérmelo a cruzar de vuelta, empuñó un lienzo y se empeñó en hacerme un retrato, allí, de pie los dos. Cuando terminó, lo firmó y me lo iba a dar. Yo le dije que le daba cinco euros por hacerle una foto (al retrato), pero que se lo quedara él. Ni hablar del peluquín, que el retrato me lo tenía que llevar yo. Al final la broma me salió por diez euros, y me llevé un retrato que, al principio, pensé que era yo con treinta años menos. Mirándolo bien, luego, llegué a la conclusión de que NO soy yo.
Como no iba preparado, el retrato acabó llegando a casa arrugadito y tal y tal. Menos mal que tuve la inciativa de hacerle una foto sobre el capó de un coche allí mismo, que os incluyo en la colección de fotografías del lugar.
(Pinchad en la foto, y tendréis acceso a una colección de 46 fotografías del Sacré Coeur y su entorno, con hermosas vistas de París. La galería de fotos reside en el servicio Google PicasaWeb).
Las vistas de París desde el Sacré Coeur son muy hermosas, especialmente en días claros (a mi me tocó una mañana bastante clarita, salvo un poco de calima sobre la ciudad). Es curioso ver todos los edificios del centro de París (salvo la Tour Eiffel y la Torre Montparnasse) de una altura modesta, y los rascacielos asediando la ciudad desde más allá del Boulevard Peripherique.
Cuando emprendía el camino de vuelta (algo más tarde de las nueve de la mañana), riadas de turistas estaban ya alcanzando la cumbre, el Funicular subía atestado, y había cola en la estación baja. Les dejé el campo libre, a ellos, y a las docenas de vendedores ambulantes que ya habían extendido sus improvisados tenderetes, esperándoles.
¡¡¡Que lo disfrutéis!!!
JMBA
Me ha gustado mucho su forma de escribir, ya que me ha vuelto a momentos de hace 50 ó 60 años, en que visité París por primera vez. Después volví tres o cuatro veces más, aunque mi deseo hubiera sido pasarme una temporada para ver, sentir, oler y gustar cuanto presentía de esa encantadora ciudad. Hay veces que la vida no te lo permite por múltiples razones. Vd. me ha recordado muchos de los deseos de pasear y "vivir en París" una temporada, para vivir esos ratos de ocio. Gracias por sus artículos tan humanamente descritos. Yo también soy nacido en Barcelona e inicié mis estudios de ingreso para Ingeniero Industrial en los años 40''. Al final me dediqué a la construcción.
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