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viernes, 31 de mayo de 2013

Castilla-La Mancha (1) - Los Molinos de La Mancha

Castilla-La Mancha es una de las 17 comunidades autónomas de España (que incluyen las ciudades autónomas norteafricanas de Ceuta y de Melilla). Castilla-La Mancha ocupa el interior del centro sur de la Península Ibérica, y no tiene costas marítimas.
Uno de los molinos de la Sierra de los Molinos en
Campo de Criptana (Ciudad Real)
(JMBigas, Mayo 2013)


Por extensión (79.463 kilómetros cuadrados) es la 3ª, pero por población (2.121.888 habitantes) no es sino la novena con una modesta densidad de 26,70 habitantes por kilómetro cuadrado. Comprende las provincias de Toledo, Guadalajara, Cuenca, Albacete y Ciudad Real.

La Mancha, por su parte, es una región natural e histórica, contenida por completo dentro de la Comunidad de Castilla-La Mancha. Ocupa buena parte de las provincias de Ciudad Real y de Albacete, la parte oriental de la de Toledo y la suroccidental de la provincia de Cuenca. En general, se está de acuerdo en que su extensión supera los 30.000 kilómetros cuadrados.

La Mancha es una altiplanicie continental, que se extiende en forma de vastas llanuras, entre los 600 y los 1.000 metros de altura sobre el nivel del mar. Tradicionalmente de secano (actualmente en muchos lugares se han implantado diversos sistemas de riego), su riqueza agrícola ha estado siempre muy basada en la llamada trilogía mediterránea: cereal, vid y olivo. Y su principal cabaña ganadera es de ovino, de cuya leche se obtienen, entre otras variedades, los deliciosos Quesos Manchegos, que pueden ser tiernos, semicurados o curados.
Una nube negra se posa sobre uno de los molinos
de la Sierra de los Molinos, en Campo de Criptana.
(JMBigas, Mayo 2013)

Como contrapartida muy agradable a esas extensiones de tierra seca, hay en La Mancha varios humedales que tienen diversas figuras de protección medioambiental. Destacan el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel y el Parque Natural de las Lagunas de Ruidera. Ambas zonas formarían parte, según algunas leyendas, del sistema de nacimiento del río Guadiana, que discurre por el sur de la Mancha y, más adelante, por Extremadura y, desde Badajoz, hace las veces de frontera natural entre España y Portugal durante muchos kilómetros, hasta su desembocadura en Ayamonte.

El salto de La Mancha al conocimiento mundial tiene mucho que ver con las andanzas del Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, la maravillosa y universal novela escrita por Don Miguel de Cervantes y publicada por primera vez en 1.605. Sus primeras líneas son conocidas por los colegiales de medio mundo: En un lugar de La Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme...

Castilla-La Mancha posee, además, el área de viñedo más extensa del mundo, que podría alcanzar las 300.000 hectáreas.

* * *

La semana del pasado 20 de Mayo tuve ocasión de realizar un recorrido bastante completo por toda la región, con fines básicamente orientados tanto a sus atractivos turísticos naturales, como a su maravillosa oferta vitivinícola. De todo ello os hablaré en próximos capítulos.

Hoy quiero centrarme en la que es, sin duda, la imagen de marca más universalmente conocida de La Mancha: los molinos de viento. Molinos que hizo famosos Don Quijote cuando entabló batalla contra ellos, al confundirlos con gigantes.
Que son molinos, y no gigantes, señor.
(JMBigas, Mayo 2013)

Originalmente se construyeron para aprovechar la fuerza del viento para la molienda del cereal, y para ello se han venido utilizando durante mucho tiempo. Viajando por La Mancha, aquí y allá se ve algún molino clásico disperso, pero en la actualidad lo que más fácilmente se ve son los nuevos molinos, los extensos parques de energía eólica donde los molinos parecen soldados en formación, dispuestos especialmente sobre las crestas elevadas, donde discurre mejor el viento. Soldados que nada tienen que ver con los gigantes de Don Quijote.

Para ver un paisaje de molinos típicos de La Mancha, hay que ir a la llamada Sierra de los Molinos, en Campo de Criptana (pop. 15.048), provincia de Ciudad Real, muy cerca de Alcázar de San Juan, el principal nudo ferroviario clásico del centro-sur de la península. Allí, en un área reducida, se pueden ver en la actualidad hasta diez molinos. En otras épocas, parece que llegó a haber hasta 32 molinos en esa zona.

Cada molino tiene su nombre propio y todavía quedan tres que son originales del siglo XVI, mientras que los demás se construyeron durante el siglo XX. Los originales son los llamados Burleta, Infanto y Sardinero. Convenientemente restaurados, todavía disponen de su maquinaria original, que se pone en marcha, para deleite de los visitantes, en días señalados.
Cada molino tiene su nombre propio. El Burleta es uno
de los tres originales del siglo XVI.
(JMBigas, Mayo 2013)

Llegando al pueblo de Campo de Criptana, desde Alcázar de San Juan, conviene seguir la señalización hacia la Sierra de los Molinos. Esta me condujo a subir a la sierra por el extremo oriental del pueblo, aunque también se puede hacer por el centro, pero es bastante más intrincado. Por el camino señalizado se acaba llegando  a una pequeña zona de aparcamiento, junto a la parte más elevada de la Sierra. Para tener la mejor visibilidad, sin embargo, conviene seguir con el coche un poco hacia la izquierda, y descender hasta la zona de ventas y restaurantes, que está junto a la parte más baja de la Sierra.

La verdad es que la experiencia bien merece la pena, como podréis apreciar por las fotos que os ofrezco. Se siente uno como retrocediendo cuatro siglos en el tiempo, montado a caballo y acompañado del fiel escudero Sancho, preparado para entablar batalla con tan singulares gigantes.

Uno de los molinos alberga la Oficina de Turismo de la localidad, mientras algunos otros se han reconvertido en museos o en sede de exposiciones temporales.

Junto a la parte baja de la Sierra de los Molinos, hay algunos restaurantes e incluso locales de ocio nocturno, en tan singular paraje.
Llanura inacabable en La Mancha, salpicada de campos
de cereal, de viñas y de olivos.
(JMBigas, Mayo 2013)

Para completar las vistas de La Mancha clásica, se puede conseguir muy cerquita, ya fuera del núcleo urbano de Campo de Criptana, en dirección este hacia Pedro Muñoz. A la izquierda de la carretera, sobre una pequeña elevación, está el Santuario de la Santísima Virgen de Criptana, al que se puede subir en coche. Desde el enorme patio que rodea al Santuario se tienen unas vistas maravillosas de esa llanura inacabable que es La Mancha

Y hasta aquí la crónica de La Mancha y sus molinos. En otros capítulos os contaré sobre sus atractivos naturales y los humedales, y también sobre las maravillas vinícolas que encierra esta tierra que, para muchos, no es más que un camino de paso entre la capital, Madrid, y Levante, Andalucía o Extremadura.

Aparte de las fotografías que he seleccionado para ilustrar este artículo, podéis acceder a una colección más completa, de 20 fotografías, pinchando en la foto de la Sierra de los Molinos.

Campo de Criptana: La Imagen de La Mancha




 
También podéis deleitaros con un breve vídeo tomado en la zona.



JMBA

domingo, 12 de mayo de 2013

Asomándose a Bruselas

Cuando planifiqué mi ruta por varias ciudades europeas en el inicio de la primavera, empezando por Londres, tenía pensado enlazar en París, via el Eurostar, hacia Frankfurt. Pero ya pensaba visitar París al final del viaje (antes de la vuelta a España por el nuevo enlace de -casi- Alta Velocidad en Figueres-Vilafant) y el camino, aburrido, hubiera sido de ida y vuelta.
Uno de los edificios de la Grand Place (Grote Markt),
el centro neurálgico y monumental de Bruselas.
(JMBigas, Marzo 2013)

Por el contrario, opté por hacer una escala en Bruselas. El Eurostar, tren de alta velocidad que une Londres con el Continente, cruzando bajo el Canal de la Mancha por el Eurotúnel, sirve principalmente a París y a Bruselas. Varias veces ya he viajado entre Londres y París (y viceversa), pero esta fue mi primera vez viajando desde Londres a Bruselas.

He visitado varias veces Bruselas (en las últimas tres décadas), la que pasa por ser la capital de la Unión Europea, y siempre me ha parecido que, para mí, tiene atractivos bastante limitados. Más allá de la Grand Place (Grote Markt en neerlandés, lengua cooficial con el francés en toda la zona de Bruselas), que es la apoteosis de los estilos arquitectónicos recargados, y del Atomium, casi simplemente una atracción infantil, más allá de sus formas rotundas e inconfundibles, la ciudad no tiene mucho que ofrecer al visitante. Al menos, esa es mi opinión.

Por eso planifiqué una corta estancia (sólo estuve una tarde y noche). Por la mañana de ese jueves 21 de Marzo, tomé un Eurostar en la estación de Saint Pancras en Londres y tras dos horas de viaje y perder una hora por el horario insular, llegué a Bruselas al mediodía. Mientras que, a menudo, el trayecto entre Londres y París es directo (en algunos horarios, hay paradas adicionales en Ebbsfleet International, Ashford International o Calais-Fréthun) el viaje a Bruselas siempre tiene una parada en la estación de Lille-Europe. Además, buena parte del pasaje abandonó el tren en esa estación. La explicación es muy sencilla. Cualquier viajero que deba ir a algún lugar de Francia diferente de París, siempre va a preferir el enlace en Lille (sin salir de la estación) a los trayectos en Metro entre las diferentes estaciones terminales de París. O, para el caso, quien viaje con los niños a Disneyland París tomará muy probablemente la misma decisión.
La Basílica de Koekelberg, que ofrece una excelente
terraza panorámica sobre Bruselas.
(JMBigas, Marzo 2013)

Sólo pensaba quedarme una noche en Bruselas, porque a la mañana siguiente tomaría otro tren para viajar a Frankfurt. Por ello, reservé habitación en el Hotel Ibis Gare du Midi, junto a la principal estación ferroviaria de Bruselas, que era mi punto de llegada y de salida de la ciudad. Cómodo y conveniente.

Bruselas, como Bélgica y Holanda en general, es una ciudad muy llana, donde no hay elevaciones naturales que faciliten al visitante una vista panorámica de la ciudad. Buceando por Internet, llegué a la conclusión de que el mejor mirador panorámico público en Bruselas es la terraza de la Basílica de Koekelberg que, desde sus 50 metros de altura, facilita una de las mejores vistas de pájaro de la ciudad.

Esta basílica es, por superficie, la quinta iglesia católica más grande del mundo (tras el delirio de Yamoussokro en Costa de Marfil, San Pedro en Roma, Saint Paul en Londres y Santa Maria dei Fiori en Florencia). Su nombre completo es Basilique Nationale du Sacré Coeur (o Nationale Basiliek van Heilig Hart, en neerlandés), y se encuentra en el extremo occidental del Parc Elisabeth, en el distrito de Koekelberg, al oeste de la ciudad. Cualquiera que haya visitado Bruselas en coche, seguramente habrá pasado por sus proximidades. El Boulevard Leopold II es una arteria de circulación principal, de salida de Bruselas hacia el oeste (en dirección a Gante, Brujas,...). Discurre en túnel bajo el Parc Elisabeth, y la vuelta a la superficie se produce frente a la Basílica.
El Parc Elisabeth. Al fondo, el centro de Bruselas.
(JMBigas, Marzo 2013)

Por curiosidad, aunque ya me había informado ampliamente en Internet, planteé en la recepción del hotel mi interés por la Basilique du Sacré Coeur, para que me informaran sobre el mejor modo de llegar hasta allí en transporte público. La sorpresa fue comprobar el estupor de la chica de recepción, que sólo atinó a preguntarme: Pero eso, ¿no está en París?. Luego alguno de sus compañeros ya le comentó sotto voce sobre la Basílica de Koekelberg. Lo que me confirmó que la Basílica no solamente es muy poco conocida por los visitantes de Bruselas, sino también por sus propios habitantes.

También tenía interés en comprar algunos libros (en francés, claro, que mi dominio del neerlandés es nulo) sobre historia y política de Bélgica. Ese país representa un jeroglífico para mí. Sus dos comunidades muy marcadas, la valona, francófona y muy cercana a Francia en todos los sentidos, y la flamenca, muy próxima a Holanda, no sólo por su idioma, prácticamente idéntico al holandés. Bélgica siempre me ha dado la sensación de un país que sólo es una solución temporal, en el camino hacia la integración de las respectivas comunidades con sus poderosos vecinos. Aproveché para preguntarle a la chica de recepción por una librería que estuviera bien surtida de libros en francés, y sólo supo indicarme la FNAC (cadena francesa de libros, música, vídeos y tecnología) en Rogier, en un centro comercial al norte del cogollo neurálgico de la ciudad. Esperaba que me recomendaran una librería más autóctona y típicamente belga, pero no pudo ser. Da la sensación de que lo típicamente belga se agota en la práctica con el chocolate, las cervezas y los moules frites (mejillones al vapor con patatas fritas).
Zona del Altar Mayor de la Basilique du Sacré Coeur
de Bruselas (barrio de Koekelberg).
(JMBigas, Marzo 2013)

Había desayunado en el hotel de Londres antes de partir, y había tomado un tentempié en el Eurostar. Pero tenía algo de hambre, y tomé un sandwich caliente en uno de los múltiples puntos de comida rápida que hay en el interior de la Estación del Sur (Gare du Midi). Para despreocuparme de los billetes de Metro y autobús, compré, por 6,50€, un billete válido para todo el día en la red de transporte público de Bruselas.

Para llegar a la Basílica del Sagrado Corazón, hay que ir en Metro hasta la estación de Simonis. En Bruselas, el Metro y el tranvía, especialmente en toda la zona del centro, prácticamente se confunden. Hay muchos tranvías que circulan subterráneamente y que, para el viajero, son prácticamente equiparables a un Metro, sólo que son vehículos de longitud mucho menor.

Simonis es una estación importante de la red de Metro, uno de sus intercambiadores principales. La Línea 2 del Metro empieza y termina allí, tras dar la vuelta a la ciudad, mientras que la Línea 6 empieza allí también, pero en su recorrido (calcado al de la línea 2) hacia el norte sobrepasa Simonis unas cuantas estaciones más, hasta su término en Roi Baudouin. Para facilitar las cosas (aunque ello supone una complejidad adicional para el visitante ocasional), la estación de Simonis tiene dos subtítulos: Leopold II para el recorrido norte-sur y Elisabeth para el recorrido este-oeste. A pesar de ello, todos los andenes y vías están juntos, en paralelo, en el mismo ámbito físico.
Perfil inconfundible del Atomium, desde la terraza
panorámica de la Basílica de Koekelberg.
(JMBigas, Marzo 2013)

En el propio complejo subterráneo de la estación de Simonis se puede transbordar al tranvía 19 (dirección Groot Bijgaarden) que, tras salir a la superficie, en la segunda parada (Bossaert-Basilique) te deja junto a la fachada principal de la Basílica del Sagrado Corazón.

La Basilique du Sacré Coeur es una edificación en estilo art déco, cuya construcción se inició en 1905, pero no se terminó y fue inaugurada hasta 1970. Iglesia católica consagrada, el edificio tiene también una fuerte función cultural, ya que alberga dos Museos (Museo de las Hermanas Negras y Museo del Arte Religioso Moderno) y numerosas exposiciones temporales. Ese jueves a mediodía no se veía por la zona prácticamente ningún visitante. Insisto, a pesar de su singularidad y de encontrarse en una capital en la que no abundan precisamente los atractivos turísticos, la Basílica es una gran desconocida. Por sus alrededores sólo se veían algunos grupitos de colegiales haciendo pellas de la escuela (o quizá entreteniendo el tiempo entre clases) y, más tarde, un pequeño grupo de adultos practicando algún tipo de ejercicio gimnástico en el césped del parque que rodea a la Basílica. Si se viaja en coche, no hay habitualmente problema en aparcar en el interior del recinto de la Basílica.

Accedí al interior por una puerta lateral, que me pareció que era el único acceso practicable. La nave principal es enorme y tiene multitud de extensiones (capillas y demás) en sus laterales. No tiene un atractivo especial, al tratarse de una construcción moderna, pero es, sin ninguna duda, monumental.
Cabina del segundo ascensor, en la terraza panorámica
de la Basílica de Koekelberg.
(JMBigas, Marzo 2013)

Seguí los indicadores de Panorama y Terrasse Panoramique, tras dos chicas que parecían ser las únicas visitantes con las que compartía en ese momento la Basílica. Llegué finalmente frente a unas puertas deslizantes cerradas. Para franquearlas, hay que negociar con un autómata, para comprar (por 5€) una entrada que permite el acceso a la terraza. Conseguí el ticket (pagando con una tarjeta de débito con chip, aunque también puede usarse efectivo) y tras adivinar de qué forma debía presentarse al mecanismo de apertura de las puertas, conseguí llegar a un primer ascensor, que me llevó hasta el pasillo superior que recorre el lateral de toda la nave principal. En su otro extremo se accede a un segundo ascensor que te lleva directamente hasta la propia terraza. A pesar de haber buceado bastante en las informaciones disponibles en Internet, iba preparado para remontar los 50 metros de desnivel a pie por una escalera, porque no había conseguido ninguna indicación de que hubiera ascensores para subir hasta la Terraza Panorámica.

La terraza discurre alrededor de la cúpula, y ofrece una visibilidad de 360º en todas direcciones, sobre la ciudad de Bruselas y sus alrededores. Esa tarde el tiempo era relativamente gris y algo fresco, pero no había nieblas ni calimas significativas, por lo que las vistas que conseguí fueron de bastante buena calidad.
Vista de Bruselas
(JMBigas, Marzo 2013)

Destaca en el horizonte hacia el norte la silueta inconfundible del Atomium, así como numerosos edificios singulares en todas direcciones, pero que, en general, he sido incapaz de identificar sin posibilidad de error. Cualquier ayuda en este sentido será bienvenida.

Hacia el este, entre las dos torres de la Basílica, se tiene la visión del Parc Elisabeth y el bulevar Leopold II, con el centro histórico de la ciudad un poco más allá.

En conjunto, me pareció una visita muy interesante, ya que se consigue una idea panorámica de la ciudad de Bruselas que no es posible desde ningún otro lugar que yo conozca.

Tras deshacer el camino con los dos ascensores, llegué de vuelta al nivel del suelo, y salí de la Basílica, completando el recorrido exterior por su parte sur, hasta que abandoné el parque frente al Collège Sacré-Coeur, donde tomé de vuelta el tranvía 19 (en la parada siguiente a la que había llegado), en sentido contrario, para volver a Simonis.

Fui en el Metro hasta Rogier (línea 2 ó 6, tres estaciones desde Simonis Elisabeth), para visitar la FNAC, de acuerdo a la recomendación de la chica de la recepción del hotel. La tienda es muy grande, y acabé comprando, como era mi intención, un par de libros que espero me ayuden a comprender un poco mejor ese jeroglífico que es Bélgica para mí: La Grande Histoire de la Belgique, de Patrick Weber, y La vie politique en Belgique de 1830 à nos jours, de Pascal Delwit.
Uno de los vitrales de la Basilique du Sacré Coeur,
Bruselas.
(JMBigas, Marzo 2013)

Desde allí tomé uno de los tranvías subterráneos que discurren de norte a sur por el centro de la ciudad, hasta la estación de Bourse, que es la más próxima a la Grand Place. El 99% de los visitantes de Bruselas se mueven por esa zona, que es el núcleo histórico y monumental de la ciudad. Hay infinidad de comercios que ofrecen al visitante toda clase de cosas, en particular las que forman parte intrínseca de la tradición belga (cervezas, chocolates) y los inevitables souvenirs Made in China.

La Grand Place (Grote Markt en neerlandés) es de planta rectangular, 110x68 metros. Está rodeada de edificios singulares y monumentales, de estética en general recargada, muy al estilo flamenco, bien sea el gótico brabantino (flamígero) o el barroco más o menos confeso. Destacan los edificios del Ayuntamiento (Hotel de Ville, o Stadthuis), la Maison du Roi y las diversas casas de las Corporaciones.

La tarde de ese jueves de finales de Marzo estaba algo más que fresca. A unos poquitos grados por encima de cero, las ráfagas de viento creaban una sensación polar. Tras tomar unas cuantas fotografías, luchando con los guantes, imprescindibles para proteger las manos del frío punzante, me refugié en el clásico Au Roy d'Espagne, que tiene, en verano, una terraza sobre tarima de madera en la misma Grand Place. Tal y como estaba el día, la terraza estaba desierta y en el interior había una chimenea encendida. Tomé una cerveza (belga, por supuesto) y una tapita de salami belga que no me acabó de convencer.
Chocolate y cervezas, dos de los productos más
típicos de Bélgica.
(JMBigas, Marzo 2013)

Siendo ya hora centroeuropea adecuada para cenar (siete y media u ocho de la tarde), busqué un restaurante por la anexa Rue du Marché aux Fromages. Allí hay sitios de todas las especialidades, pero me acabé inclinando por Aux Pavés de Bruxelles, que ofrece carnaza al estilo (presuntamente) argentino. La camarera, de origen latinoamericano, fue muy amable y me ubicó en una mesa conveniente, abrigada del aire helado que entraba por la puerta cada vez que alguien la abría. Tomé un Pavé de Boeuf (literalmente, adoquín de buey), una pieza de carne limpia, sólo algo menos fina que el filete o solomillo. De guarnición, me ofrecieron un excelente Gratin Dauphinois (láminas de patata con salsa de nata y queso, todo ello gratinado al horno). Como no me apetecía cerveza para cenar, pedí una jarra de vino tinto de Burdeos, aceptable.

Yo sé que soy muy lento comiendo, pero me puso en evidencia un hombre (posiblemente mexicano), conocido de la camarera, que se tomó unos mejillones, un trozo de carne y un postre, en el tiempo en que yo estaba mirando por dónde atacar el adoquín con el cuchillo. Por recomendación suya, pedí una excelente Crême Brulée de postre (muy parecida a la crema catalana o crema mediterránea, como se la conoce en otras latitudes).

En una mesa frente a la mía estuvo cenando un grupito muy curioso, formado por tres hombres. Uno de ellos, el que parecía el anfitrión (el que acabaría pagando la cena, vamos), podía ser belga o, por lo menos, europeo. Bien trajeado, al final de sus cuarenta, tenía la apariencia de un ejecutivo senior de alguna gran empresa. Los otros dos (A y B) eran mucho más jóvenes (escasamente treinta) y eran claramente estadounidenses en viaje de trabajo en Bruselas. Los dos habrían llevado corbata durante toda la jornada, pero se la habían quitado para la cena. B, que parecía mucho más campechano que el estirado A, había tirado de maleta y se había vestido claramente Casual, mientras que A todavía llevaba la camisa propia para ser rematada con una corbata.
La Grand Place de Bruselas.
(JMBigas, Marzo 2013)

El anfitrión tenía una deferencia muy evidente con los dos americanos (seguramente habrían venido a Bruselas para salvarle el culo en algún negocio complicado). A tenía una voz muy grave y penetrante, que era imposible no oír en cualquier parte del comedor. Y, además, se prodigaba, quiero decir que demostraba una y otra vez, con pose reposada, pero ciertamente artificial, que dominaba cualquiera de los temas que fueron saliendo en la conversación. Francamente, me resultó bastante repulsivo. Me recordaba al repelente niño Vicente de nuestros colegios de niños, al enterao del parchís (que siempre sabe la jugada que habría que haber hecho) o al trepa de manual. Muy probablemente no consiga ser nunca feliz del todo, aunque llegue a Presidente de su Compañía. Siempre todo le parecerá poco para los enormes méritos que está seguro de acreditar.

Por el contrario, B se concentraba con fruición en disfrutar de los mejillones y luego de la carne. Trasegaba grandes cantidades de cerveza con deleite y no dejó de aceptar la invitación del anfitrión de pedir otra. Seguramente B resulta mucho más eficiente en su trabajo que A, porque ama el trabajo que tiene, mientras que para A, su trabajo actual no es más que un peldaño más hacia el Olimpo que se cree con derecho a ocupar.
ICE alemán con destino a Frankfurt, estacionado en la
Gare du Midi de Bruselas.
(JMBigas, Marzo 2013)

En esa mesa, el anfitrión estaba trabajando. Había abandonado (presuntamente) a su familia, para agasajar a sus huéspedes americanos en un restaurante típico del centro de Bruselas. A estaba trabajando, intentando en todo momento deslumbrar con su altanería y sus aparentes conocimientos. B estaba disfrutando de una cena que, muy probablemente, para él resultaba algo exótica y que no tendría que pagar al final.

Cuando uno está cenando solo, como era mi caso, resulta inevitable fijarse un poco en las demás mesas, y construirse historias probables de las vidas ajenas.

Al salir del restaurante, ya de noche, el frío y el viento arreciaba, por lo que volví directamente al hotel. El viernes por la mañana tomé un ICE (un moderno tren alemán, fabricado por Siemens) en la Gare du Midi de Bruselas con dirección a Frankfurt (tres horas de viaje), a una hora cómoda (10.25). De ese viaje y de la estancia en Frankfurt-am-Main ya os contaré detalles en otra ocasión.

Aparte de las fotografías que he utilizado para ilustrar este artículo, podéis acceder a una completa colección de 63 tomas, pinchando en la imagen de la Basilique du Sacré Coeur.
JMBA

viernes, 3 de mayo de 2013

A vueltas con Bankia... ¡¡¡otra vez!!!

Ya he escrito un par de veces sobre el timo y la estafa de Bankia (en Julio de 2011, con motivo de su salida a Bolsa, y en Mayo de 2012, cuando se hicieron evidentes las muchas mentiras de su dirección para disimular el descalabro). Sin embargo, su actual presidente, José Ignacio Goirigolzarri, me inspira una cierta confianza, y me parece uno de los personajes más serios en el panorama de la banca española.

Desde esta mañana, ya no soy un pequeño impositor en Bankia. Tenía una cuenta corriente inactiva, heredada de Caja Madrid, de la que me han volado más de 50 euros en los últimos dos años, por repetidas comisiones y cobro por servicios, a cambio literalmente de nada. La abrí en su momento, hace más de veinticinco años, cuando me trasladé a Madrid para vivir. Durante un tiempo, fue mi cuenta principal, pero luego la sustuí por la de otra entidad que me resultaba más conveniente. Durante unos años, solamente la utilizaba para pagar por Internet los impuestos municipales del Ayuntamiento de Madrid (el IBI y el Impuesto de Vehículos). Los últimos seis o siete años no la he utilizado para nada, pero recibía cada trimestre un cargo de 6 euros de cobro por servicios, y otro anual de 17 euros por una tarjeta Visa Electron que no he utilizado en la última década. Hoy me personé en la oficina de Bankia y, tras algún penoso via crucis (un único cajero para dar servicio a una cola importante de clientes; en su mejor tradición, por lo que yo recuerdo) y más de media hora de espera, conseguí mi propósito. Eso sí, de los 57 Euros que quedaban esta mañana en la cuenta, sólo conseguí rescatar unos 52 y pico, pues hasta el último día me infligieron un nuevo rejón de cuatro euros y pico de cobro por servicios (???!!!).

Bueno, por fin he dejado de ser cliente de Bankia. Ahora sólo soy un timado más de los muchos que hay, por la OPV de Bankia en el 2011. Los 5.000 Euros que invertí en el 2011 (1.333 acciones) fueron menguando de valor a ojos vista con el paso de los meses, especialmente a partir de que se descubrió el pastel de Rato, las cuentas sin auditar y los infinitos agujeros de que gozaba tan histórica entidad (bueno, históricas las cajas fusionadas en Bankia, en mi caso, Caja Madrid). 

Ya en 2013, la situación se deterioró todavía más, de modo que hubo días en que estaba perdiendo el 98% de la inversión inicial, ya que la acción sólo se cotizaba por unos pocos céntimos de euro.

Luego vino el contrasplit (un acordeón de toda la vida). Primero se redujo el valor nominal de las acciones antiguas a 1 céntimo de euro, y a continuación se agruparon 100 acciones antiguas en 1 acción nueva, para que las nuevas acciones tuvieran un valor nominal de 1 euro.

Como resultado de todo ello, mi inversión inicial se convirtió en 13 acciones nuevas, más un ingreso en cuenta de 33 céntimos de euro por los picos. De una cotización inicial de 17 euros para las acciones nuevas, su valor siguió desplomándose hasta que mis 13 acciones no representaban más que un valor de 146,90 euros, es decir, un 2,94% del desembolso inicial con la OPV (o lo que es lo mismo, el 97,06% de pérdidas), al cierre del pasado lunes 29 de Abril.

El  martes 30 de Abril se puso en marcha una Ampliación Monstruo de Capital, en dos tramos. El primero, con suscripción preferente para los accionistas, puede representar un montante en el entorno de los diez mil millones de euros, mientras que la segunda, dirigida a poseedores de participaciones preferentes y deuda subordinada (que serán necesariamente convertibles en acciones) podrá representar unos cinco mil millones adicionales.

Los accionistas hemos recibido un derecho por cada acción. Con cada derecho podremos (si queremos) comprar 397 acciones a un precio unitario de 1,35 euros. Como es habitual en estos casos, el primer día de la Ampliación (el martes 30 de Abril), la cotización se dividió en dos, una para las acciones existentes y otra para los derechos. Los últimos días se han producido movimientos de tipo especulativo que nadie en el mercado parece entender con claridad. Lo natural sería que el valor de la acción tendiera hacia el valor que se le da en la Ampliación, mientras que la cotización del Derecho debería ser, en grandes números, el complemento hasta la cotización de la acción la víspera de la Ampliación.

Pero todo está funcionando al revés. Mientras que la cotización del Derecho se ha hundido hasta los 0,4050 euros al cierre de este viernes, el valor de la acción ha remontado contra natura hasta los 6,20 euros.

Los 5.000 euros de la inversión inicial yo los consideraba ya como una pérdida latente en su práctica totalidad (latente, porque todavía no he vendido nada). Pero ahora me enfrento a un dilema para el que toda ayuda, querido lector, será siempre bienvenida.

Con los 13 Derechos que poseo, tengo posibilidad de comprar 5.161 nuevas acciones, por un montante global de unos siete mil euros. Es decir, un desembolso total de unos doce mil euros, contando el inicial de la OPV más el de la Ampliación (si acudiera en su totalidad). Si la cotización se mantuviera por encima de los 2,32 euros, podría enjugar la pérdida latente de las acciones iniciales de la OPV, o incluso obtener algún pequeño beneficio.

Pero todo ello es muy raro. Entiendo que la excepcionalidad del caso, y la extrema volatilidad de la cotización (variaciones porcentuales diarias de dos dígitos) se deberá a factores que yo desconozco, y que todos los analistas afirman también desconocer. Claro que resulta anormal que una entidad del tamaño de Bankia, en estos días todo su capital se divida en solamente 19,94 millones de acciones (el Santander tiene 10.538 millones de acciones, o el BBVA 5.532 millones de acciones). Tras la Ampliación Monstruo para accionistas, el número podría rozar los ocho mil millones, y posiblemente estar cerca de los doce mil millones de acciones, tras la conversión de preferentes y deuda subordinada.

También resulta anormal que la mayoría de acciones estén en manos de la entidad matriz, el BFA (Banco Financiero y de Ahorros) que, a su vez, en la práctica está nacionalizada, tras las sucesivas inyecciones milmillonarias del FROB (la última, con fondos del rescate financiero de la Unión Europea).

La pregunta a la que habría que encontrar respuesta sería: ¿quién c... está comprando masivamente acciones de Bankia, a un precio que, de ninguna forma se va a sostener tras entrar en circulación la avalancha de nuevas acciones?.  No me creo la teoría de los tiburones especulativos, porque a estos les mueve la esperanza de un rápido beneficio, y no creo que nadie en su sano juicio piense en la posibilidad de sacarle ningún beneficio a la venta de unas acciones compradas a precios tan abultados. Si hubiera tras estos movimientos alguna entidad con voluntad de constituir una minoría de control en el capital de Bankia, no tiene sentido que compre acciones estos días, cuando se van a diluir de forma bárbara, hasta por un factor de 397. Sería más razonable que compraran derechos, para hacerse tras la Ampliación con un número elevado de acciones a 1,35 euros la unidad. Pero la cotización de los derechos se ha desplomado hasta niveles ridículos, lo que viene a demostrar la falta de interés que tiene el mercado en esta Ampliación.

Cuando un pequeño inversor particular ve este tipo de movimientos especulativos inexplicables, la sensación es de que se mueve por ahí una ola gigante de comportamiento impredecible, y que si nadamos en aguas equivocadas, nos puede acabar engullendo sin piedad.

Sin embargo, debo reconocer que me tienta la posibilidad de enjugar por lo menos una parte de las pérdidas que ya he tenido con este valor. Algunos analistas predicen un valor objetivo (a 6-12 meses) en el entorno de los 1,90 euros. Si fuera a la totalidad de la Ampliación, y esta previsión se cumpliera, habría reducido las pérdidas latentes de casi cinco mil euros a poco más de dos mil. Eso sí, con un desembolso adicional de siete mil.

Para que se produzca un timo, es imprescindible la colaboración activa del timado. Y me tientan un poco esas estampitas.

Querido lector: tú, ¿qué harías?.

JMBA


(7/5/13) - Tras varios días analizando la situación, he decidido conservar, por el momento, las 13 acciones que poseo, pero vender los derechos (por los que he obtenido 10,29€ en el mercado). Renuncio de esta forma a la posibilidad de acudir a la Ampliación Monstruo. Mi razonamiento es que evalúo como muy alta la probabilidad de que la cotización de la acción de Bankia, una vez estén en circulación las enormes cantidades de nuevas acciones procedentes de la Ampliación y del canje de híbridos, seguramente estará - al menos durante algún tiempo - claramente por debajo del precio de esta Ampliación. De este modo, si me interesa recuperar alguna posición en Bankia, me resultará más rentable acudir al mercado entonces que a la Ampliación ahora.


(8/5/13) - Con el comentario anterior, la conclusión era evidente. He vendido las 13 acciones que tenía, y he recuperado 61,56€. Partiendo de que su cotización se va a desplomar tras la Ampliación, esta es una operación de salvar los muebles. En resumen, he tenido una pérdida patrimonial neta del 98,77% y, gracias a los 0,33€ de los picos y a los 10,26€ de la venta de derechos, una pérdida patrimonial a efectos fiscales de alguna milésima porcentual menos. Según se vaya viendo, ya tomaré nuevas decisiones sobre este valor.