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viernes, 28 de octubre de 2016

El Desenlace

Llevamos ya casi un año completo sin Gobierno. Lo que nos ha dado, por cierto, la tranquilidad de evitarnos los disgustos habituales de cada viernes, al conocer las decisiones del Consejo de Ministros.
Imagen de un Pleno en el Congreso de los Diputados.
(EFE; Fuente: diariodenavarra)

Pero este período de felicidad está llegando a su fin. Si no hay sorpresas de última hora, mañana sábado se va a confirmar la investidura de Mariano Rajoy, de nuevo, como Presidente del Gobierno. Esto será posible gracias a la abstención, parece que sin condiciones pero no sabemos bien con qué convicción, de los diputados del PSOE en la segunda votación.

Esto va a ser posible gracias a una serie de desafortunados, desde mi punto de vista, acontecimientos. El PSOE de Pedro Sánchez, instalado en el No es No (por mandato del Comité Federal, conviene recordarlo), ha dado paso, tras un golpe palaciego en el aparato del partido, a una gestora que se ha ocupado en conseguir que venciera la opción de la abstención, en el Comité Federal del pasado domingo. Algunas informaciones parecen indicar que Pedro Sánchez podría, en su momento, haber iniciado negociaciones para conseguir una mayoría de cambio que le garantizara su propia investidura. Y esto incomodó sobremanera a algunas vacas sagradas del partido.

Por la aritmética parlamentaria actual, esto, necesariamente, debería contar con la aquiescencia, o al menos la abstención en algunos casos, de los partidos independentistas catalanes. Me parece bastante evidente que tanto ERC como el ahora llamado Partido Demócrata Europeo Catalán (la antigua Convergencia) no tienen ninguna simpatía ni por el PP ni por el PSOE, ambos partidos constitucionalistas, celosos de la Unidad de España. Pero ambos podrían considerar a un presidente socialista como un mal menor respecto a Rajoy.

Lo que me parece más turbio de todo este embrollo es que los ganadores de ese golpe en Ferraz han sido los convencidos de que les va a ser posible recuperar en no mucho tiempo una situación confortable de bipartidismo, como la que vivíamos en España hasta hace, sólo, dos o tres años. Les convendría recordar que la Historia, siempre, sólo sabe moverse hacia adelante.

La realidad política del país ha cambiado de forma sustancial, especialmente con la aparición de dos nuevas fuerzas políticas con presencia significativa en el Congreso de los Diputados: Unidos Podemos y Ciudadanos. No creo de ninguna forma que, por lo menos durante la próxima década, PP y PSOE recuperen un bipartidismo suficiente como para que les permita el turnismo clásico.

Aparte de que, después de desgañitarse con el No es No, y qué parte del No no ha entendido, durante muchos meses, de repente han dado un giro violento de 180º, y practicarán una abstención, de todo el Grupo, además, poniendo en bandeja a Rajoy la Presidencia del Gobierno en esta legislatura. Si fuera un tren, habría descarrilado; si fuera un avión, se habría agrietado el fuselaje (Borrell dixit).

De todas formas, algunos diputados del Grupo Socialista han anunciado que votarán, en conciencia, NO también esta vez, en contra del mandato imperativo emanado del Comité Federal y vehiculado por la Comisión Gestora y el propio responsable y portavoz del Grupo, Antonio Hernando.

Por cierto, muy triste papel el de Antonio Hernando en el pleno de este miércoles. Parecía razonable que cambiara el portavoz del Grupo, para poder transmitir con mayor convicción el cambio de postura. Hernando, siempre de la mano de Pedro Sánchez, se ha desgañitado hasta la saciedad en el No es No, desde las elecciones del 20D. No sé por qué motivo aceptó mantenerse en esa posición, ya que le ha creado una situación muy desairada.

Su discurso, que fue formalmente correcto, desde mi punto de vista, estaba dirigido principalmente a sus militantes y votantes, más que a Rajoy o a la propia Cámara. Sonó a muy paternal (sé que no lo entendéis, pero hacedme caso, yo sí sé lo que os conviene), o casi como de maestro de escuela (sé que ahora no lo entendéis, pero hacedme caso, la raíz cuadrada de 64 es 8).

El efecto colateral de este discurso es que el PSOE, dentro de la cámara, ha quedado sumido en una cierta invisibilidad, aprovechada salvajemente por Pablo Iglesias, que se erigió en líder único de la oposición.

Personalmente, entiendo la preocupación por el bloqueo institucional, y la nefasta posibilidad de unas terceras elecciones. Pero hubiera sido infinitamente menos dañina para el PSOE la decisión de una abstención técnica, donde sólo se abstuvieran once diputados socialistas (voluntarios, o elegidos por sorteo), mientras que el grueso del Grupo siguiera votando NO.

Por su parte, creo que Ciudadanos salió reforzado del pleno. Aunque le esperan tiempos agitados, en que deberá demostrar a los ciudadanos que saben estar a la altura de ese papel de riendas del PP que se han autoasignado. Si consiguen, de verdad, llevar adelante todas las medidas que han acordado con el PP y, en particular, lanzar una Comisión de Investigación efectiva sobre la financiación ilegal (o irregular) del Partido Popular, demostrarán a los votantes que su papel puede ser importante, y podrían mejorar su representación en una futura cita electoral. Pero si fracasan en ese empeño, podrían estar condenados a la marginalidad o a la simple desaparición.

Por el contrario, me da la sensación de que Unidos Podemos se encuentra en una difícil situación, incluso ante un naufragio anunciado. Personalmente, creo que Pablo Iglesias es un lastre para un Podemos en las instituciones. Iglesias es muy bueno dando mítines, cuando tras cada frase lapidaria debe callar para dar paso a los vítores de sus entregados y fieles adeptos. Su estilo, y lo que es peor, el contenido de sus discursos, puede ser válido para una asamblea de estudiantes, o un círculo de militantes, porque sabe cómo enardecer a los fieles.

Pero el Parlamento es otra cosa. Allí se habla para todos los ciudadanos, los que te han votado y los que no. Es correcto intentar enfervorecer a tus fieles, pero también debes confirmar en su decisión a los que te han prestado su voto, e intentar convencer a los que han votado otras opciones de que puedes ser una alternativa mejor.

El discurso de Pablo Iglesias en el pleno de este miércoles, faltón como siempre, estuvo absolutamente vacío de propuestas concretas que quiera intentar llevar adelante con la fuerza de los escaños de que dispone. Se hartó, eso sí, de lanzar diatribas en contra de los otros tres partidos principales del Congreso. La conclusión de un ciudadano neutral no puede ser otra que a Pablo Iglesias le molesta que haya otros partidos diferentes del suyo en el Congreso de los Diputados.

Desgraciadamente, esto tiene un sentido muy claro. Pablo Iglesias, y Podemos mientras no enderece su rumbo, sólo se siente cómodo en un régimen totalitario en que el suyo es el único partido en el poder, y todo lo demás es una oposición enfermiza, corrupta y equivocada. Se empeña en erigirse como adalid de la gente. Pero la gente de la que habla no somos todos los ciudadanos normales (que nunca hemos dirigido un Banco o una multinacional, que nunca hemos tenido la llave de la caja, que nunca hemos llevado adelante prácticas corruptas - también por falta de oportunidad - y que nunca hemos manejado tarjetas black). Para Iglesias, la gente de la que habla, cuando lo hace en el Parlamento, son, estrictamente, los que le han votado.

Otra cosa es la calle, donde a menudo sólo se trata de gritar más que otros para asumir un rol de protagonismo. Pero en un estado democrático de derecho, parlamentario, en el Congreso de los Diputados se reúnen los representantes de todos los ciudadanos. Y nadie puede pretender que los votantes de otras fuerzas diferentes de la suya sean ciudadanos de segunda, equivocados o engañados. En algún momento, a algunos líderes de Podemos les ha faltado el cantito de una moneda para exigir la eutanasia de esos viejitos que sólo confían en el PP, o la castración química de esos nostálgicos de la izquierda que siguen votando al PSOE.

Creo, que por su propio bien y para poder sobrevivir como un partido parlamentario, que cumpla su función institucional, Unidos Podemos debería renovar su liderazgo, para adecuarlo a las nuevas circunstancias y a las nuevas necesidades. Pablo Iglesias ha cubierto el ciclo de crear un partido político desde la nada, aglutinando iniciativas callejeras y asamblearias, y llevarlo en muy poco tiempo hasta el Congreso de los Diputados con una representación significativa. Pero ahora el partido necesita un liderazgo diferente. Posiblemente Íñigo Errejón esté mucho mejor amueblado mental y anímicamente para hacer frente con éxito a la ardua labor que tienen por delante.

De la capacidad que tenga Unidos Podemos de adaptarse a su nueva condición de fuerza parlamentaria, va a depender el tiempo que le pueda costar al PSOE rehacerse del descalabro provocado por este mandato imperativo de abstenerse. Si Unidos Podemos, con Pablo Iglesias al frente, mantiene el tono y el contenido mostrado este miércoles en el pleno de investidura, la sangría de votos desde Unidos Podemos hacia el PSOE será creciente, y más bien pronto que tarde, irrefrenable. Si no cambian, me temo que estarán condenados a la marginalidad tradicional de, por ejemplo, Izquierda Unida, con su docenita de diputados (en el mejor de los casos). Una formación con esa (escasa) fuerza, puede permitirse algunas salidas de tono porque no tienen ninguna trascendencia.

Curiosamente, también se puso de manifiesto que Pablo Iglesias, azote de oligarcas y, en general, de todos los que no voten a Unidos Podemos, tiene la piel muy fina y encaja muy mal las críticas. Ante la salida de tono de Rafael Hernando, acusándole de usar el nombre de España para venderse a dictadores, sintió herido su honor, después de haber llamado presuntos delincuentes a todos los diputados de las demás formaciones. Dicho sea de paso, el PP debería buscarse, para esta legislatura de diálogo, un portavoz menos buscabregas. Y la Presidenta del Congreso desperdició la ocasión de que lo que ha corrido por todos los platós de televisión, se contara en sede parlamentaria y constara en el Diario de Sesiones, al negarle un turno corto de palabra a Pablo Iglesias.

Resumiendo, Don Tancredo Rajoy, sin mover un músculo de la cara, impasible el ademán, será investido este sábado, alrededor de las ocho de la tarde, como Presidente del Gobierno con plenitud de funciones.

Vaya regalito de Halloween que nos dará el Congreso a todos los ciudadanos.

Y como se acerca el día de difuntos, me permitiré parafrasear a Hemingway y al poeta John Donne: Nunca preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti.

JMBA