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martes, 22 de octubre de 2013

Excursión a Milán

Ese miércoles 31 de Julio me levanté pronto en el hotel de Turín donde estaba residiendo desde el lunes. Tenía planificada para ese día una excursión ferroviaria, en el tren de alta velocidad Frecciarossa, para visitar la ciudad de Milán. Había estado en Milán varias veces con anterioridad, pero hacía mucho tiempo que no la visitada y me apetecía verla de nuevo, así como probar el servicio de Alta Velocidad en Italia.
Duomo de Milán. La postal de la ciudad.
(JMBigas, Julio 2013)

La línea del ferrocarril de Alta Velocidad recorre la espina dorsal de Italia. Partiendo de Turín, recorre Milán, Bolonia, Florencia, Roma, Nápoles y hasta Salerno, en el profundo sur.

Mi tren salía de la estación central de Turín, Torino Porta Nuova, su punto de origen, a las 8.23 de la mañana. Tenía que llegar a la estación de Milano Porta Garibaldi a las 9.16. El tren tenía su destino final en Roma Termini. Por Internet había conseguido un billete a muy buen precio, para ida y vuelta en clase Business Silenzio por 38€. Esta clase, la más lujosa del tren, supone un comodísimo asiento de cuero y la relativa garantía de no tener que tragarse las conversaciones ajenas por el móvil. Aparte de prensa gratuita.

La estación de Torino Porta Nuova es enorme y de hecho es la tercera por tráfico de viajeros de toda Italia, tras las de Roma Termini y Milano Centrale. Para mi desgracia, parece ser el sino de todo viajero, este año estaba absolutamente recubierta de andamios para una reconstrucción de la arquitectura monumental que tiene la estación.

En el trayecto de ida hacia Milán, por la mañana, todo funcionó a la perfección y con total puntualidad. Tras recorrer los casi ciento cincuenta kilómetros que separan Turín de Milán, acabamos llegando a la estación pasante de Milano Porta Garibaldi a la hora prevista. Os ofrezco un breve vídeo bastante ilustrativo, que tomé durante el trayecto.


Lo primero que hice al llegar a Milán fue comprar, por 4,50€, un billete diario para el transporte público, que me permitió utilizar, durante toda la jornada y con total libertad autobuses, tranvías, o alguna de las varias líneas de Metro con que cuenta la ciudad.

Primero tomé el Metro para ir a la estación central, Milano Centrale. Tenía ganas de verla de nuevo, porque mi recuerdo se limitaba a las épocas estudiantiles del Inter Rail, hace ya varias décadas. Tras varias renovaciones, sigue conservando su monumentalidad, y las bóvedas metálicas sobre las playas de vías siguen siendo impresionantes.
El Frecciarossa de Alta Velocidad, estacionado en
Torino Porta Nuova.
(JMBigas, Julio 2013)

Allí me preocupé de localizar la Oficina de Turismo para conseguir un mapa turístico de la ciudad (gratuito) con el que poder moverme durante todo al día sin problemas por la ciudad. No resultó fácil y tuve que acabar preguntando al personal de seguridad, porque los paneles informativos lo eran bastante poco.

Previamente al viaje, había buceado bastante por Internet y tenía muchas ganas de conocer algo de Milán que es poco conocido y muy poco visitado por el turista normal. Aunque parezca mentira, Milán tiene algunos canales, lo que en italiano llaman un Naviglio. Al sur de la ciudad, cerca de la estación de Porta Génova, están los dos Naviglios principales de Milán. El más importante es el Naviglio Grande y casi en paralelo discurre el llamado Naviglio Pavese. Los dos se juntan en la llamada Dársena, que es como una laguna de tamaño medio que, en tiempos, fue el puerto de la ciudad.

Viajé en el Metro hasta Porta Génova y desde allí, a pie, por la Vía Vigevano, hasta la Dársena. Esta calle tiene el atractivo de ser una vía principal pero fuera de lo que es el casco histórico de la ciudad, lo que llamaríamos una calle de barrio. Por ello resulta muy interesante el tipo de establecimientos comerciales que hay en ella, así como las diversas instalaciones que la jalonan. En concreto, resulta interesante de ver el sistema de iluminación de la calle, en base a faroles colgados de cables que cruzan de casa en casa.
Restaurantes flotantes en el Naviglio Pavese.
(JMBigas, Julio 2013)

La Dársena no tiene nada de especial, aunque sí se podían ver algunas barcas cubiertas con lonas, así como algunos patos retozando por las riberas. Casi parece una laguna abandonada a su suerte. En el Naviglio Pavese, eso sí, abundan los restaurantes flotantes.

Por esa zona tuve ocasión de ver un establecimiento muy curioso, en forma de quiosco, que servía al público comida en base a pescado, no sé muy bien si frito o cocinado de alguna otra forma. Bueno, un estilo de fast food mediterráneo, diferente de las tendencias imperantes, principalmente de procedencia norteamericana.

Al lado de la Dársena está la Plaza 24 de mayo (en conmemoración de la fecha de 1915 en la que Italia entró en la Primera Guerra Mundial), con la monumental Porta Ticinese en su centro. 

Allí tomé un tranvía que seguía una ruta periférica por los bulevares, hasta la Piazza Reppublica. Allí tomé de nuevo el Metro para llegar hasta la Piazza Duomo, donde está la famosa catedral de Milán, Il Duomo. Esta plaza es el centro neurálgico de la ciudad, y el destino de casi el 100% de los visitantes en Milán.

El día era muy caluroso, y el Sol batía con dureza en la plaza, sin ninguna sombra donde guarecerse. Sin embargo, había un tráfico incesante de peatones en todas direcciones. De una parte, los innumerables turistas y viajeros: en solitario, en pequeños grupos o en manadas numerosas, con guía acompañante. Pero todos ellos no paraban de hacerse fotos con la majestuosa Catedral de fondo. Pero también pasan por ahí los propios habitantes de la ciudad que acuden al centro de la ciudad para los más diversos menesteres.
Gran arco de acceso a las Galerías Vittorio Emanuele II.
(JMBigas, Julio 2013)

La plaza, que es muy grande en extensión, es casi completamente peatonal. Aunque, insisto, en Italia si no hay un muro, se puede pasar. Presidiendo la plaza está la Catedral, de un estilo muy característico, que habitualmente se conoce como barroco lombardo. En uno de los laterales de la plaza está el gran arco que da acceso a las Galerías Comerciales Vittorio Emanuele II. Allí están, probablemente, los restaurantes y comercios más caros de la ciudad, para disfrute casi exclusivo de los visitantes con buen poder adquisitivo. Aunque pasear es gratis, por supuesto.

En uno de los cafés que rodean la plaza aproveché para tomar una cervecita muy fría, que me refrescó un poco de los sudores de ese día muy caluroso de finales de Julio.

Una de las curiosidades que me sorprendió al salir desde el Metro a la superficie de la Plaza fue ver una pantalla gigante de televisión, situada en uno de los laterales del Duomo, emitiendo publicidad non-stop. Un panel informa de que la publicidad contribuye a la restauración arquitectónica de la Catedral. Por supuesto.
A la izquierda se puede observar la pantalla gigante
 de televisión, emitiendo publicidad.
(JMBigas, Julio 2013)

La visita al interior del Duomo es gratuita, pero hay que seguir una cola para pasar un control de seguridad, donde revisan las mochilas y bultos que transportan los visitantes. Me puse respetuosamente en la cola hasta que conseguí entrar al Duomo, en poco menos de diez minutos.

El interior de la Catedral parecía, casi, un mercado, por lo bullicioso. Con multitud de visitantes hablando entre sí y haciendo fotos. Y un curioso mostrador, junto a la entrada, que vendía unas pulseritas de papel, por 2€.

Como vi que había varias chicas, al servicio del Duomo, merodeando por el interior del templo, le pregunté a una de ellas, en mi italiano aprendido durante la estancia en FIAT en 1978, el sentido de esas pulseras. Curiosamente, la chica me respondió en perfecto castellano. No pude resistirme a preguntarle cómo había averiguado que yo era español. Su respuesta me sorprendió todavía más. Según ella, mi forma de hablar le recordaba a la del Papa Francisco, argentino, como todos sabéis. Lo que, junto a mis evidentes orondeces, me valió el sobrenombre de Il Papa durante mi visita al Duomo.

Resultó ser que está prohibido tomar fotografías o vídeos en el interior de la Catedral. Excepto si se compra una de esas pulseras de papel, por 2€, que habilita para hacer (casi), lo que uno quiera, incluyendo fotos con flash y demás. La misión de esas chicas era perseguir a los visitantes que estuvieran tomando fotografías sin la pulserita de marras (il braccialetto), para llevarles al mostrador donde debían retratarse.
Estatua de San Bartolomeo scorticato, en el interior
del Duomo de Milán.
(JMBigas, Julio 2013)

A pesar de todo el despliegue, la mayoría de fotografías que realicé en el interior del Duomo salieron bastante mal, sea por falta de iluminación o porque salieron algo movidas. No tengo claro si el llevar esa (horrorosa) pulserita tuvo algo que ver.

Sabía que era posible subir a alguna de las terrazas de la Catedral para tener una visión elevada de la Piazza y los alrededores. En todo caso, previa adquisición de una entrada, se podía subir a pie por las escaleras, o en un ascensor, que se toma en uno de los laterales de la Catedral. Como ya estaba suficientemente sudoroso, escogí la opción del ascensor. Por 12€ (una exageración), tomé el ascensor, eso sí, sin guardar apenas ninguna cola de espera. 

Me pareció que el recorrido del ascensor era bastante corto y, efectivamente, el resultado fue bastante decepcionante. La terraza a la que se tenía acceso no era en la zona más elevada de la catedral sino que era más bien como un patio trasero a unos cuarenta metros por encima del nivel de la plaza. Desde ella no se tenía una visión periférica, sino sólo hacia la parte de atrás del Duomo.
La estatua dorada de la Madonnina, en lo más
alto de la Catedral de Milán.
(JMBigas, Julio 2013)

Desde esa especie de patio o terracita se tenía visibilidad cercana de una zona de pináculos y estatuas, se veía la plaza trasera del Duomo (no la gran Piazza), así como una terraza festiva en un edificio colindante, donde a esa hora estaban sirviendo cócteles y comidas. El lugar no daba mucho más de sí, aunque conseguí que una parejita de rusos me hicieran una foto para tener constancia de los doce euros gastados.

Bajé de nuevo en el ascensor y ya me estaba apretando el hambre, serían las dos de la tarde. Pregunté si había un servicio en la Catedral (otra urgencia más prioritaria), pero una de las chicas me indicó un complejo de restauración junto a las Galerías Vittorio Emanuele II, y me dijo que en la planta sótano había allí un servicio público. Aproveché para ver las opciones de comida que ofrecían en los diversos establecimientos, pero no me convencieron. 

Salí de nuevo a la Plaza y anduve por una de las calles laterales hasta que localicé un restaurante con muy buen aspecto, el Café Royal, donde, además de comer bien (nada barato, eso sí), pude descansar en una deliciosa terraza en la Via Agnello.
Sudoroso, en la terraza trasera del Duomo,
al que se puede acceder en ascensor.
(JMBigas, Julio 2013)

Una vez escogido tan selecto restaurante, ya resultaba inevitable ceder un poco a la tentación gourmet. Escogí una excelente carne (un filetto), acompañado de un Rosso di Montalcino muy agradable. El camarero que me atendió, un apuesto rubio como sacado de una revista de moda, no paró de darme conversación, lo que me permitió practicar un poco más mi bastante oxidado italiano. En conjunto, la pausa me permitió prepararme para las diversas caminatas que tenía previstas para por la tarde, hasta la hora de tomar el tren de vuelta a Turín.

Tras un reconfortante café, reinicié la marcha. Me metí por las Galerías Vittorio Emanuele II, disfrutando, aparte de la monumentalidad de la arquitectura, de las maravillosas bóvedas que las cubren. Es curioso destacar que, en la parte alta de los arcos de acceso, hay unas redes que intentan evitar que los pájaros vuelen por su interior. Hay bastantes comercios de la gama alta, y varios cafés y restaurantes, donde comer o tomar algo es, en sí mismo, un souvenir. A precio de souvenir, por supuesto. A título de ejemplo, basta decir que en la carta del Biffi se puede ver que una simple Cotoletta Milanese (el escalope de toda la vida), sin guarnición (que se pide y cobra aparte) cuesta casi 30 euros.

Al otro extremo de las Galerías (que realmente tienen forma de cruz, con otras salidas) se sale a la Piazza della Scala. Esta plaza, de mucho menor tamaño que la del Duomo, se caracteriza por estar presidida en su centro por una estatua dedicada al genial Leonardo da Vinci, y en uno de sus laterales está uno de los escenarios operísticos más famosos del mundo: il Teatro alla Scala.
Teatro alla Scala, en la plaza del mismo nombre.
(JMBigas, Julio 2013)

Desde allí tomé la Vía Giuseppe Verdi, que discurre por el lateral de la Scala. Pasé por delante del santuario milanés dedicado a San Giuseppe (otro buen ejemplo del barroco lombardo) y seguí adelante hacia la Vía Brera, donde está una de las pinacotecas más famosas de la ciudad. Por allí se pueden ver algunos comercios muy singulares, ya que está en el área de influencia de lo que se conoce como el Triángulo de la Moda o el triángulo de oro de los profesionales de la moda en Milán. En particular, me chocó un establecimiento que se anunciaba como Bar de Perfumes, u Olfatorio.

Palazzi de diversas épocas jalonan esta ruta. A pesar de ser una calle bastante estrecha, la via Brera aporta mucha monumentalidad.

Tomé a continuación por la Via del'Orso, en dirección a la estación de Metro de Montenapoleone, en el corazón del Triángulo de la Moda. En el Metro viajé hasta la estación de Cairoli Castello, junto a la Piazza Castello, y frente al sólido Castello Sforzesco. Ya era media tarde y, aparte del cansancio acumulado durante la jornada, no tenía especiales ganas de visitar el Castillo, que, por otra parte no tiene tampoco grandes cosas que ofrecer, aparte de su arquitectura feudal contundente.
El Castello Sforzesco, de contundente arquitectura.
(JMBigas, Julio 2013)

En un kiosko junto a la salida del Metro, tomé un vasito de granizado de limón (granita di lemone), que me refrescó lo suficiente para recuperar las fuerzas. Lo que resultaba más curioso es que, en esa zona, estaban emplazados dos gigantes estrafalarios, de cartón piedra, a los que llaman Enolo y Fornaro, que serían una especie de mascotas que anticipan la celebración de la Expo Milano 2015.

Tras tomar algunas fotografías del exterior del Castello Sforzesco, tomé el Metro hacia la última visita que tenía prevista para esa jornada en Milán. Viajé hasta la estación de Loreto, en el piazzale del mismo nombre, al norte de la ciudad. De Loreto hacia el sur se desarrollan los 1.200 metros de longitud del Corso Buenos Aires. Esta avenida, en toda su longitud, y en las calles aledañas, está atestada de varios centenares de comercios normales (para las clases medias y populares), y es una de las zonas de la ciudad a donde acuden los habitantes de Milán para realizar sus compras habituales. Nada que ver con los comercios altos de gama de las Galerías Vittorio Emanuele II, o las excentricidades del Triángulo de la Moda. Entre otras tiendas de todos los tipos, allí se pueden ver los establecimientos de las cadenas más populares de moda y demás.
Enolo y Fornaro, gigantes de cartón piedra, mascotas
de la Expo Milán 2015.
(JMBigas, Julio 2013)

Recorrí una parte del Corso, en las inmediaciones de Loreto, pero ya estaba bastante fatigado de rondar todo el día desde las seis de la mañana en que me había levantado en el hotel de Turín, y localicé un café con una terracita refrigerada, donde tomar a gusto una cerveza fresquita de media tarde, con algunos snacks para picar.

Desde allí volví al Metro en Piazzale Loreto, y me dirigí directamente a la estación de Milano Porta Garibaldi, donde debía tomar, algo después de las siete de la tarde, el tren Frecciarossa que debía devolverme a Turín y a mi hotel.

La gran sorpresa al llegar a la estación fue ver cómo el Frecciarossa que debía salir una hora antes del que yo tenía reservado, tenía previsto un retraso de ciento sesenta minutos (casi tres horas, hablando en plata). Faltaba una media hora para la salida de mi tren, pero no estaba ni siquiera anunciado en los paneles luminosos, por lo que me temí lo peor, en forma de retraso monumental.
Piazzale Loreto, en el extremo norte del
Corso Buenos Aires.
(JMBigas, Julio 2013)

Por megafonía iban repitiendo la información sobre el retraso enorme de ese Frecciarossa, que provenía de Salerno. Según parece, habían tenido problemas policiales o judiciales. Uno de los viajeros estaba buscado por los Carabinieri, y el tren debió vivir escenas de persecución policial, o cosa del género.

Al más puro estilo italiano, rápidamente se formaron corros de viajeros que, como yo, teníamos reserva en el Frecciarossa de las siete y pico. Una ejecutiva de media edad, que parecía avezada en esas lides, se movilizó para informarse, y trajo la noticia de que nuestro tren llevaba un pequeño retraso, pero sólo del orden de los quince minutos.

Al final, casi ya a la hora en que debía salir nuestro tren en dirección a Turín, indicaron en el panel principal la vía por la que iba circular el tren, que en este caso procedía de Roma Termini. Ya en el andén, atestado de viajeros, seguía la confusión, porque el tren no paraba en Milán más que algunos minutos, pero no estaba claramente identificado en ninguna parte la disposición de los vagones. La gente no tenía claro en qué dirección moverse, para estar mejor preparados para abordar el tren en el coche adecuado. Todo el mundo especulaba sobre en qué dirección debía circular el tren, y deducir de ello que su vagón debía estar hacia el principio o hacia el final.
Corso Buenos Aires. 1.200 metros de comercios populares.
(JMBigas, Julio 2013)

Así, perdidos en especulaciones prácticamente estériles, pasamos la casi media hora que tardó en aparecer nuestro flamante tren. Casi por casualidad, conseguí situarme en el enclave idóneo del andén, de modo que la puerta de mi coche paró frente a mí. El trayecto hasta Torino Porta Susa y, finalmente, Torino Porta Nuova no tuvo ningún incidente más. Pero el retraso de media hora se mantuvo hasta la llegada a la estación terminal.

Como el hotel estaba muy cerca de la estación, subí un momento a la habitación a dejar las cosas, y bajé a continuación para buscar un restaurante en las inmediaciones donde cenar una buena pizza calentita, que es lo que me apetecía después de la excelente carne del almuerzo en Milán. Acabé recalando en la terraza del Mazzini, en la via Giuseppe Mazzini. Este es un pequeño restaurante típicamente italiano, que ofrece tanto platos de pasta, como pizzas, carnes y pescados. Con un servicio muy eficiente, unas pizzas excelentes y un precio muy económico, me llevó a repetir en el mismo lugar para la cena del viernes. Ese día, Turín ya estaba invadido por los participantes en la World Master Games, y fue en Mazzini donde asistí al espectáculo que ya he contado en otra ocasión, en que el servicio no dudó en organizar desde la nada una mesa gigante en la terraza para veintiséis australianos que querían cenar.

Después de cenar me retiré a dormir relativamente pronto, porque al día siguiente debía salir temprano por la mañana en el coche, para llegar a la estación de Génova Nervi, idealmente, poco después de las nueve de la mañana, e iniciar allí una excursión a Cinque Terre. Pero esa fue ya otra historia, y será objeto del penúltimo capítulo de este paseo por el noroeste de Italia.

Aparte de las fotografías que he seleccionado para ilustrar este capítulo, podéis acceder a una completa colección de hasta 66 imágenes, pinchando en el Duomo de Milán.

Excursión a Milán


JMBA

jueves, 10 de octubre de 2013

(Otra) Nueva Ley de Educación

Este jueves se ha aprobado en el Congreso de los Diputados la (mal) llamada Ley Wert, es decir, (otra) Nueva Ley de Educación.

La Educación es absolutamente básica para el futuro de los ciudadanos y del propio país. Es uno de los pocos temas que requeriría absolutamente de pactos de Estado, para evitar que los vaivenes políticos entre los diferentes partidos provoque idas y vueltas que a nadie benefician y nos perjudican a todos.
José Ignacio Wert Ortega, Ministro de Educación
y principal impulsor de la LOMCE, a la que ha dado,
coloquialmente, su propio nombre.
(Fuente: losgenoveses)

Una democracia madura exige que los grandes temas de Estado, en los que se define cómo será la vida de los ciudadanos y del país en el futuro, sean acordados entre las diferentes fuerzas políticas, más allá de las alternancias. La Educación es una actividad de ciclo largo. Mientras que los impuestos hoy suben y mañana pueden bajar, la Educación debe persistir durante muchos años, para acompañar al crecimiento y maduración de nuestros niños y jóvenes.

Posiblemente, el problema que tenemos en España es que nuestra democracia todavía es incipiente, y le faltan algunos hervores. Hemos conseguido una democracia de partidos políticos, pero no la auténtica democracia de los ciudadanos. Esto, en la práctica, significa que los partidos políticos actúan en función de sus propias ideologías y/o intereses, y no en beneficio de los ciudadanos y del país. Los políticos y los partidos no existen más que en función de que los ciudadanos decidimos que unos u otros nos representen en el Gobierno de la Nación. Son nuestros empleados, nosotros somos sus jefes, que no se engañen.

La Educación parece que es un tema sensible, del que todos los partidos queiren hacer casus belli. Predominan los sectarismos (ideológicos, religiosos o laicos, o directamente interesados), de uno u otro signo. Zapatero fue un ejemplo perfecto de lo que significa el sectarismo de ciertas izquierdas. El sectario está convencido de que lo suyo es absolutamente bueno, y todo lo de los demás es absolutamente malo.

Pero ahora el PP, con su mayoría absoluta con la que practica el rodillo parlamentario sin ningún rubor, es el mejor ejemplo de lo que supone el sectarismo de ciertas derechas. Pero la izquierda tampoco se salva, con su cerrazón a intentar llegar a un pacto de Estado en tema tan sensible.

La izquierda dice defender una Educación universal e igualitaria, mientras que la derecha prefiere hablar de una Educación del esfuerzo y de la excelencia. Personalmente, creo que la Educación debería ser universal y garantizar la igualdad de oportunidades, debería primar el esfuerzo y perseguir la excelencia.

A estas alturas no podemos sostener que todos los ciudadanos somos iguales, porque es radicalmente falso. Sí debemos ser iguales ante la Ley, en nuestros derechos y en nuestros deberes. Pero nunca seremos todos iguales ni en talentos, ni en capacidades, ni en intereses, ni en aptitudes, ni en actitudes.

La Educación debe perseguir formar a ciudadanos excelentes para el futuro de este país. Debe ser capaz de hacer explotar al máximo los talentos y capacidades de cada cual. Debe perseguir que aquellos que accedan a la formación universitaria que pagamos entre todos, y es realmente costosa, sean los más preparados, los que tengan mejores talentos y que mejor puedan y quieran aprovechar esa oportunidad. Nunca deberíamos aceptar que los que reciban formación universitaria sean los que pertenecen a familias con más medios económicos. Los únicos raseros deben ser el talento, la capacidad, el interés, la aptitud y la actitud.

Y, sin embargo, seguimos viendo como una vez tras otra, el partido en el Gobierno (sea el que sea) se empeña en proclamar su propia Ley de Educación, aplicada como un rodillo ideológico a los que tienen una visión diferente.

A todo ello, en España se le suma el fenómeno de los nacionalismos. La lengua, los idiomas, se convierten en armas arrojadizas que unos lanzan contra otros y al revés. Los nacionalistas catalanes, por ejemplo, defienden que su modelo de inmersión tiene el objetivo de evitar guetos lingüisticos, es decir, zonas sociales de la comunidad que, de forma persistente y perenne, ni hablen ni comprendan el catalán, en una tierra donde el catalán es un idioma de uso habitual. Seguramente tienen una parte de razón, aunque desde luego no toda.

Pero ese afán no puede llevar a la exclusión de las otras lenguas. Como el castellano, que nos permite entendernos a cientos de millones de ciudadanos de muchos países. O el inglés, que es una lingua franca de facto en la mayor parte del mundo, y especialmente para los negocios y el trabajo en general. La pelea es por la lengua vehicular, es decir, el idioma en el que se expliquen el resto de disciplinas. 

No lleva a ninguna parte (buena) que los niños conozcan los arroyos de su Comunidad, pero desconozcan los grandes ríos del mundo. Y así, con todo.

Con tanto partidismo y sectarismo en el tema de la Educación, no sorprende que diversos estudios internacionales nos dejen como (im)perfectos zotes e iletrados, incapaces de una mínima comprensión lectora, e inhábiles hasta para tareas ciertamente básicas.

Con tanto vaivén, no hemos conseguido ser políglotas, pero sí poli-idiotas. Somos perfectamente capaces de demostrar nuestra estulticia en varios idiomas apenas balbuceados.

Ya es hora de que los partidos políticos, todos los partidos políticos, tanto desde el Gobierno como desde la oposición, entiendan que están al servicio de los ciudadanos y del futuro de este país, y no de sus propios intereses orgánicos, electorales, de obediencias debidas o cualesquiera otras desviaciones de lo que debería ser su único foco. La política es un servicio público, y flaco favor hacen cuando la mayoría de los políticos tienen como único objetivo (o al menos, primordial) servirse de la política para su propia supervivencia o para reforzar su propio ego.

Para los políticos de la derecha, parece que la política sea un hobby, un juguete. Pero para los de la izquierda, parece que la política sea una profesión de la que poder vivir toda la vida. Ninguno demuestra entender que la política es, simplemente, un servicio público. 

Por favor, señores políticos, con el trocito de razón que cada uno, sin duda, tiene, sean capaces de llegar a acuerdos de largo recorrido, con los que construir un sistema educativo en España que sea para todosestable y que tenga por objetivo formar a ciudadanos excelentes, que hagan de este país un paladín de la excelencia para las próximas décadas, o incluso siglos. Hagan que todos nuestros niños, adolescentes y jóvenes tengan las mismas oportunidades para acceder a la educación de mejor calidad. La única discriminación debe estar basada en el talento, la capacidad, la actitud, la aptitud y el interés de cada cual.

Señores políticos, abandonen el sectarismo y el adoctrinamiento. La educación debe conseguir que los ciudadanos sean capaces de pensar por sí mismos. Ya decidirán cuando corresponda si su sensibilidad está más a la derecha o más a la izquierda, si se sienten más católicos, más musulmanes o más ateos. 

Mientras la Educación se entienda como un rodillo de los que mandan sobre los que no, y se plantee como un intento de hacer pervivir el modelo en el que creen los que manden en cada momento, estamos perdidos y condenados a ser lerdos galácticos.

Para el futuro, España necesita excelentes banqueros, excelentes médicos, excelentes empresarios, excelentes bomberos, excelentes fontaneros y excelentes ciudadanos.

Cualquier iniciativa que nos aleje de ese objetivo debería ser condenada, sin paliativos, por todos.

JMBA

lunes, 7 de octubre de 2013

Mi Nuevo Ordenador

Llevo casi un mes sin escribir nada en este blog, y os debo una explicación.
Esta es la apariencia de mi nuevo PC.

A primeros de Septiembre, una mañana mi viejo PC (comprado en 2004, con Windows XP), murió en la cama. Quiero decir que, de repente, se apagó y ya nunca más volvió a revivir.

Afortunadamente, los discos internos estaban intactos (supongo que se fundió la placa base), y pude recuperar todos los datos, y no he perdido ninguna información sensible.

Pero entonces me enfrentaba a una tarea que uno siempre preferiría hacer en condiciones normales. Pero la pereza nos puede, y nos toca abordar la compra de un nuevo ordenador en situación de emergencia, cuando el viejo pereció en la batalla.

Hacía, lógicamente, casi diez años que no compraba un ordenador, y mis conocimientos sobre el tema estaban relativamente oxidados. Dediqué varios días a bucear por Internet (gracias a mi pequeño Netbook, el que me acompaña en mis viajes) para ponerme al día de los últimos adelantos en tecnología de procesadores, placas base, tarjetas gráficas, etc. etc.
Y así pintan los mosaicos de la interfaz Metro o
Modern del Windows 8 en el nuevo monitor
panorámico.

Descubrí algunas webs interesantes para la compra online de material informático, como por ejemplo la de PCComponentes, a los que he comprado algunos pequeños elementos periféricos, dentro de mi campaña de renovación tecnológica.

Pero no encontraba ningún lugar en que pudiera diseñar, con todas las garantías, un ordenador a medida, contando con la asistencia de algún experto.

En ese momento me ayudó mi asistenta, que estaba sufriendo el desorden creciente en el despacho, con aparatos desmontados, cables dispersos por todas partes y demás. Me dijo que, entre sus múltiples ocupaciones, realiza la limpieza en alguna de las tiendas de la cadena PCBox, y que por qué no les visitaba, que ella veía por ahí torres de ordenador del estilo del que había fallecido en mi casa.

Miré dónde tenían tiendas en Madrid, y escogí una en la Avenida Ciudad de Barcelona, que es la que mejor me resultaba para ir en el coche, al estar junto a la Estación de Atocha.
Placa madre socket LGA1155, chipset Z77, para
el procesador Intel i7-3770.

Me presenté un sábado por la mañana en esa tienda, y conté mi problema. Su primera reacción fue mirar su catálogo (en el ordenador, por supuesto), y ofrecerme una configuración cerrada a un precio atractivo.

Pero yo era consciente de que estaba realizando una compra que, muy posiblemente, debía durar para los próximos diez años, por lo menos. Y, por ello, me compensaba dedicarle un poco de tiempo a escoger los componentes que resultaran más adecuados y que tuvieran visos de ser más duraderos.

El vendedor, Miguel, un friki del tema, por supuesto, sintonizó inmediatamente con mi perfil de cliente, y empezó a construirme (de forma virtual) un ordenador a mi medida.
Tarjeta gráfica NVIDIA GTX660.

Uno de los problemas que había ido acumulando con el tiempo es la gran cantidad de información que tengo almacenada. Entre mis propios documentos, la música de mi colección, todo el material multimedia (fotos y vídeos de mis viajes, celebraciones y festividades), películas de todas clases que, muy posiblemente, acabe no visionando nunca, la información almacenada supera los 3TB.

Dado que los discos internos del ordenador fallecido eran de capacidad modesta, había ido acumulando discos externos USB, que casi llenaban la mesa principal y también la auxiliar (donde tengo la impresora y un - ya viejo - escáner). Uno de los objetivos con el nuevo ordenador era liberarme de todo ese engorro, por lo que diseñamos un almacenamiento interno basado en dos discos magnéticos de 3TB cada uno, más uno de estado sólido (para acelerar ciertas funciones) de 120GB.

El finado llegó a disponer de hasta 1,5GB de memoria, lo que para el XP era ya bastante suficiente. De hecho, sólo hubiera podido crecer hasta los 2GB. Una placa base moderna acostumbra a tener cuatro slots para memoria, donde se pueden alojar módulos de 4 ó de 8GB. Decidí no racanear de inicio (mejor eso que tener que andar abriendo el bicho con cierta frecuencia, para añadirle más cosas), y pedí dos tiras de 8GB cada una, para totalizar una generosísima memoria de 16GB.
Fuente de alimentación de 700W.

Como ocasionalmente me gusta ver alguna película (o vídeos diversos) y también utilizar algún juego, decidí instalar una tarjeta gráfica de cierto empaque, aunque no fuera de lo más alto de gama, lo que utilizan los jugones compulsivos. Una NVIDIA GTX660 con 2GB de memoria DDR5 parecía una opción razonable.

El monitor plano que estaba utilizando (un SAMSUNG SyncMaster 901N) funcionaba perfectamente, pero tenía dos problemas: de una parte, su única conexión es la VGA, y actualmente todos los ordenadores ya ofrecen conexión HDMI (o DVI-D, en su caso); y de otra, el formato era el clásico 4:3, cuando con las nuevas versiones de Sistema Operativo ya prima la pantalla panorámica (16:9). Acepté la recomendación de renovar también el monitor por uno panorámico de 21,5".

Tuve dudas en cuanto a la versión de Windows que más me convenía. En principio, pensé en Windows 7, una versión muy sólida y estable, con unos cuantos años ya en el mercado. Me daba cierto repelús meterme en Windows 8, porque es todavía bastante reciente, y porque tiene un diseño muy revolucionario y diferente de las versiones anteriores. De nuevo acepté el consejo de pasarme directamente a Windows 8 Pro de 64 bits (por el tamaño de memoria que instalé, era la opción recomendada). Miguel me dijo que él la tenía instalada en su propio ordenador desde hacía ocho meses, a plena satisfacción. Que era mucho más rápido y eficiente, bla, bla, bla. Comprada la idea.
Una caja midtower en condiciones.

Por último, quería tener un Office 2013 legal. Durante años estuve utilizando un Office 2003 mediopensionista. Luego prácticamente lo sustituí por software libre: primero OpenOffice y luego LibreOffice. Pero el primero prácticamente murió, y el segundo me ha dado algunos sustos severos (como pérdida de datos sin motivo conocido, que menos mal que tenía una copia de seguridad del fichero). Me resigné, pues, a pagar el peaje de utilizar un software ofimático muy probado y trabajado, de reconocido prestigio y eficacia.

Lógicamente, la configuración incluía una caja (torre media) adecuada a los componentes seleccionados, y una fuente de alimentación de 700W, que me permite adicionar todavía algún elemento interno en el futuro, sin muchas preocupaciones de energía.
Nuevo monitor panorámico de 21,5".

Con todo esto, ya se pudo cerrar la configuración (y la factura, claro, que incluía un cargo por el montaje e instalación, y otro por los portes de traérmelo a casa).

Tras varias visitas a la tienda, y diversos intercambios por correo electrónico, finalmente recibí el nuevo monstruo en mi casa el jueves 26 de Septiembre.

Allí empezaba el segundo Via Crucis de esta historia: conseguir que una pura máquina se convirtiera en una herramienta útil para mí. Durante varios días, estuve volcando información al nuevo ordenador, conectando los múltiples discos (internos y externos) en los que la tenía dispersa. En eso fue una ayuda inestimable un dispositivo (que compré en PCComponentes por menos de 30 Euros), que es una estación USB de docking, que permite tanto insertar un disco interno SATA, como conectar (con cable de alimentación y otro de datos) uno de los antiguos discos internos IDE/ATA. Conseguí no perder ningún fichero con información útil.

Y luego quedó instalar la infinidad de periferia, software, herramientas, aplicaciones y juegos que, muchas veces sin ser plenamente consciente de ello, utilizo en el ordenador con frecuencias variables. Conseguí conectar (sin problemas) la impresora (una EPSON Stylus Photo R360, que funciona perfectamente). Esto era importante, no por el coste de comprar una impresora nueva, sino porque tengo un cajón lleno de cartuchos de tinta compatibles para ese modelo, que hubiera debido tirar junto con la impresora, de tenerla que renovar.
Cámara web Logitech c270.

Con ciertas dificultades, conseguí también que el nuevo PC reconociera el viejo escáner (un EPSON Perfection 1670), aunque con sus funcionalidades algo menguadas. Instalé las utilidades que necesito para la gestión multimedia (edición de vídeos, fotografías,...). Algunas de las herramientas eran ya muy antiguas, y tuve que buscar una alternativa en el mercado actual. Eso me pasó con una herramienta que utilizaba para la edición de vídeos, el Pinnacle Studio 8, que, pese a su número, se resistió hasta la extenuación a ser instalada y funcionar en el nuevo Windows 8. Pero localicé otra herramienta sencillita pero bastante completa (más que suficiente para mis necesidades), en el paquete de aplicaciones gratuitas que Microsoft llama Windows Essentials: el Windows Movie Maker.

Conseguí también, sin problemas, instalar algunos de los juegos que utilizo de vez en cuando. Como el Imperium II que, como ya he contado en otra ocasión, me permite, con todas las trampas del mundo, por supuesto, construir ejércitos poderosísimos con los que arrasar a pobrecitos rivales escasos de recursos, y que contribuye a relajarme cuando lo necesito. O el Hoyle Casino, que me aporta una sesión de tragaperras, ruleta o póker sin gastar un céntimo. O el Trainz Railroad Simulator 2006, para alimentar, de vez en cuando, mis aficiones ferroviarias.

Recuperé mis certificados para las transacciones electrónicas, así como la aplicación de la Agencia Tributaria Cartera de Valores 2009, la única versión que, sin duda por un error de programación, permite gestionar, de modo un poco rudimentario, eso sí, una carterita modesta como la mía y no sólo calcular lo que hay que tributar por una venta de activos. En particular, te recalcula los precios de compra cuando vendes derechos o recibes acciones liberadas.
Windows 8 Pro y Office 2013.

En resumen, tras diez días de duro esfuerzo, he conseguido tener un entorno plenamente operativo, con toda la información que necesito disponible y ya puedo pasar a la siguiente fase: hacer cosas con el ordenador y no trabajar para el ordenador.

Evidentemente, la interfaz Metro de Windows 8 (los famosos mosaicos o tiles) la tengo hecha unos zorros, porque me temo que organizarla adecuadamente requerirá todavía algunos esfuerzos más, pero con eso y el Escritorio de toda la vida, ya voy saliendo de penas.

Y en cuanto a velocidad, nada que ver con el finado: arranque en frío en menos de lo que tardo en ir a buscar un vaso de agua, suspensión y relanzamiento casi inmediatos, y una velocidad de proceso ciertamente destacable.

Hace un tiempo instalé la Fibra Óptica de Movistar Fusión en casa. Con el nuevo ordenador la estoy aprovechando de verdad. Me conecto a la web del banco en cero coma y he recuperado una agilidad en los trabajos que me hace no añorar para nada al fallecido.

En fin, casi un mes de penurias, reflexiones, toma de decisiones y mucho trabajo, pero creo que ha valido la pena.

Tras todo el proceso, tengo un cierto número de elementos (básicamente discos externos USB desktop y alguno portátil) liberados y en perfecto estado de funcionamiento. Los he puesto a la venta a precios de derribo y, si a alguno de mis lectores le interesa, puedo enviarle el catálogo con descripciones, fotografías y precios a vuelta de un correo electrónico de petición a lapiedra57@yahoo.es.

Os he incluido algunas fotografías del nuevo ordenador, y a continuación os doy el detalle de su contenido:

- Caja Semitorre CORSAIR 200R CARBIDE negra, con dos ventiladores integrados.
- Fuente de alimentación 700W Thermaltake Litepower
- Placa base Gigabyte Z77-HD3
- Procesador INTEL i7-3770 @3.4GHz (4 cores)
- Refrigerador del procesador Arctic Cooling Freezer 7 Pro
- Memoria kit 16GB (2x8GB) DDR3 1600 Kingston HyperX CL9
- Tarjeta gráfica Gigabyte NVIDIA GTX660 2GB DDR5
- Disco SSD Kingston 120GB SATA 3 HyperX
- 2 x discos magnéticos Seagate Barracuda 7200rpm 3TB SATA3 64MB caché
- Regrabadora LG DVD-r/+RW 24x SATA negra
- Lector multitarjeta COOLBOX CR600, que incluye lector de DNIe
- Monitor 21,5" LG LED IPS 1920x1080 (HDMI/DVI/VGA)
- Windows 8 Pro
- Microsoft Office 2013 Hogar y Estudiantes


Posteriormente, lo completé con una cámara web Logitech C270, que conseguí a un precio excelente de promoción en PCComponentes.

He escrito esta entrada como homenaje al finado y para recordar yo mismo lo que supone un proceso de este tipo. Un proceso que, muy probablemente, deberé repetir dentro de diez o quince años.

JMBA