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jueves, 10 de octubre de 2013

(Otra) Nueva Ley de Educación

Este jueves se ha aprobado en el Congreso de los Diputados la (mal) llamada Ley Wert, es decir, (otra) Nueva Ley de Educación.

La Educación es absolutamente básica para el futuro de los ciudadanos y del propio país. Es uno de los pocos temas que requeriría absolutamente de pactos de Estado, para evitar que los vaivenes políticos entre los diferentes partidos provoque idas y vueltas que a nadie benefician y nos perjudican a todos.
José Ignacio Wert Ortega, Ministro de Educación
y principal impulsor de la LOMCE, a la que ha dado,
coloquialmente, su propio nombre.
(Fuente: losgenoveses)

Una democracia madura exige que los grandes temas de Estado, en los que se define cómo será la vida de los ciudadanos y del país en el futuro, sean acordados entre las diferentes fuerzas políticas, más allá de las alternancias. La Educación es una actividad de ciclo largo. Mientras que los impuestos hoy suben y mañana pueden bajar, la Educación debe persistir durante muchos años, para acompañar al crecimiento y maduración de nuestros niños y jóvenes.

Posiblemente, el problema que tenemos en España es que nuestra democracia todavía es incipiente, y le faltan algunos hervores. Hemos conseguido una democracia de partidos políticos, pero no la auténtica democracia de los ciudadanos. Esto, en la práctica, significa que los partidos políticos actúan en función de sus propias ideologías y/o intereses, y no en beneficio de los ciudadanos y del país. Los políticos y los partidos no existen más que en función de que los ciudadanos decidimos que unos u otros nos representen en el Gobierno de la Nación. Son nuestros empleados, nosotros somos sus jefes, que no se engañen.

La Educación parece que es un tema sensible, del que todos los partidos queiren hacer casus belli. Predominan los sectarismos (ideológicos, religiosos o laicos, o directamente interesados), de uno u otro signo. Zapatero fue un ejemplo perfecto de lo que significa el sectarismo de ciertas izquierdas. El sectario está convencido de que lo suyo es absolutamente bueno, y todo lo de los demás es absolutamente malo.

Pero ahora el PP, con su mayoría absoluta con la que practica el rodillo parlamentario sin ningún rubor, es el mejor ejemplo de lo que supone el sectarismo de ciertas derechas. Pero la izquierda tampoco se salva, con su cerrazón a intentar llegar a un pacto de Estado en tema tan sensible.

La izquierda dice defender una Educación universal e igualitaria, mientras que la derecha prefiere hablar de una Educación del esfuerzo y de la excelencia. Personalmente, creo que la Educación debería ser universal y garantizar la igualdad de oportunidades, debería primar el esfuerzo y perseguir la excelencia.

A estas alturas no podemos sostener que todos los ciudadanos somos iguales, porque es radicalmente falso. Sí debemos ser iguales ante la Ley, en nuestros derechos y en nuestros deberes. Pero nunca seremos todos iguales ni en talentos, ni en capacidades, ni en intereses, ni en aptitudes, ni en actitudes.

La Educación debe perseguir formar a ciudadanos excelentes para el futuro de este país. Debe ser capaz de hacer explotar al máximo los talentos y capacidades de cada cual. Debe perseguir que aquellos que accedan a la formación universitaria que pagamos entre todos, y es realmente costosa, sean los más preparados, los que tengan mejores talentos y que mejor puedan y quieran aprovechar esa oportunidad. Nunca deberíamos aceptar que los que reciban formación universitaria sean los que pertenecen a familias con más medios económicos. Los únicos raseros deben ser el talento, la capacidad, el interés, la aptitud y la actitud.

Y, sin embargo, seguimos viendo como una vez tras otra, el partido en el Gobierno (sea el que sea) se empeña en proclamar su propia Ley de Educación, aplicada como un rodillo ideológico a los que tienen una visión diferente.

A todo ello, en España se le suma el fenómeno de los nacionalismos. La lengua, los idiomas, se convierten en armas arrojadizas que unos lanzan contra otros y al revés. Los nacionalistas catalanes, por ejemplo, defienden que su modelo de inmersión tiene el objetivo de evitar guetos lingüisticos, es decir, zonas sociales de la comunidad que, de forma persistente y perenne, ni hablen ni comprendan el catalán, en una tierra donde el catalán es un idioma de uso habitual. Seguramente tienen una parte de razón, aunque desde luego no toda.

Pero ese afán no puede llevar a la exclusión de las otras lenguas. Como el castellano, que nos permite entendernos a cientos de millones de ciudadanos de muchos países. O el inglés, que es una lingua franca de facto en la mayor parte del mundo, y especialmente para los negocios y el trabajo en general. La pelea es por la lengua vehicular, es decir, el idioma en el que se expliquen el resto de disciplinas. 

No lleva a ninguna parte (buena) que los niños conozcan los arroyos de su Comunidad, pero desconozcan los grandes ríos del mundo. Y así, con todo.

Con tanto partidismo y sectarismo en el tema de la Educación, no sorprende que diversos estudios internacionales nos dejen como (im)perfectos zotes e iletrados, incapaces de una mínima comprensión lectora, e inhábiles hasta para tareas ciertamente básicas.

Con tanto vaivén, no hemos conseguido ser políglotas, pero sí poli-idiotas. Somos perfectamente capaces de demostrar nuestra estulticia en varios idiomas apenas balbuceados.

Ya es hora de que los partidos políticos, todos los partidos políticos, tanto desde el Gobierno como desde la oposición, entiendan que están al servicio de los ciudadanos y del futuro de este país, y no de sus propios intereses orgánicos, electorales, de obediencias debidas o cualesquiera otras desviaciones de lo que debería ser su único foco. La política es un servicio público, y flaco favor hacen cuando la mayoría de los políticos tienen como único objetivo (o al menos, primordial) servirse de la política para su propia supervivencia o para reforzar su propio ego.

Para los políticos de la derecha, parece que la política sea un hobby, un juguete. Pero para los de la izquierda, parece que la política sea una profesión de la que poder vivir toda la vida. Ninguno demuestra entender que la política es, simplemente, un servicio público. 

Por favor, señores políticos, con el trocito de razón que cada uno, sin duda, tiene, sean capaces de llegar a acuerdos de largo recorrido, con los que construir un sistema educativo en España que sea para todosestable y que tenga por objetivo formar a ciudadanos excelentes, que hagan de este país un paladín de la excelencia para las próximas décadas, o incluso siglos. Hagan que todos nuestros niños, adolescentes y jóvenes tengan las mismas oportunidades para acceder a la educación de mejor calidad. La única discriminación debe estar basada en el talento, la capacidad, la actitud, la aptitud y el interés de cada cual.

Señores políticos, abandonen el sectarismo y el adoctrinamiento. La educación debe conseguir que los ciudadanos sean capaces de pensar por sí mismos. Ya decidirán cuando corresponda si su sensibilidad está más a la derecha o más a la izquierda, si se sienten más católicos, más musulmanes o más ateos. 

Mientras la Educación se entienda como un rodillo de los que mandan sobre los que no, y se plantee como un intento de hacer pervivir el modelo en el que creen los que manden en cada momento, estamos perdidos y condenados a ser lerdos galácticos.

Para el futuro, España necesita excelentes banqueros, excelentes médicos, excelentes empresarios, excelentes bomberos, excelentes fontaneros y excelentes ciudadanos.

Cualquier iniciativa que nos aleje de ese objetivo debería ser condenada, sin paliativos, por todos.

JMBA

1 comentario:

  1. Totalmente de acuerdo en todo lo que dices Bigas. Aunque ya me conoces y sabes que no soy un ejemplo de pencaire, mi actual situación me ha inculcado por la fuerza el valor del esfuerzo. Siempre que me quejo a mis terapeutas de que me cuesta mucho algo que me exigen, su respuesta es:"Por eso lo hacemos". Sin esfuerzo no hay progreso. Si sólo haces lo que ya sabes hacer, no hace falta que vengas
    En cuanto al sistema público de educación, estoy poco sensibilizado porque hace tiempo decidí tomar ejemplo de los próceres de la Patria y llevar a mis hijos a una escuela extranjera ( y como tal, fuera del sistema público de educación) donde la lengua vehicular es el Alemán.
    Para que te ubiques, te comentaré algunos ejemplos de Padres de la Patria dónde llevan a sus hijos.
    P. Maragall y J. Clos (PSC) Liceo Francés (los de Maragall, ahora ya no, que son mayores)
    J. Laporta (ultraindependentista) Liceo francés.
    J. Montilla (socialista y obrero) Deutsche Schule Barcelona
    Te harías cruces de ver la cantidad de funcionarios de Ensenyament que envían sus hijos a la Escuela Suiza, como yo.
    Un abrazo.
    Santi

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