Querido Paseante, siempre eres bienvenido. Intenta escribir algún comentario a lo que leas, que eso me ayuda a conocerte mejor. He creado para ti un Libro de Visitas (La Opinión del Paseante) para que puedas firmar y añadir tus comentarios generales a este blog. Lo que te gusta, y lo que no. Lo que te gustaría ver comentado, y todo lo que tú quieras.


Pincha en el botón de la izquierda "Click Here - Sign my Guestbook" y el sistema te enlazará a otra ventana, donde introducir tus comentarios. Para volver al blog, utiliza la flecha "Atrás" (o equivalente) de tu navegador.


Recibo muchas visitas de países latinoamericanos (Chile, Argentina, México, Perú,...) pero no sé quiénes sois, ni lo que buscáis, ni si lo habéis encontrado. Un comentario (o una entrada en el Libro de Visitas) me ayudará a conoceros mejor.



martes, 19 de octubre de 2010

El Desafío de Reservar un Hotel (1)

En puridad, un Hotel es simplemente un refugio para cuando estamos lejos de casa. Habitualmente, es en casa donde estamos rodeados de las comodidades cotidianas que hemos podido darnos, y es donde nos sentimos realmente a gusto. Los que no se sienten a gusto en casa quizá puedan ser objeto de otro artículo.
(Fuente: chascomus)

Cuando nos vamos de viaje, uno de los temas importantes a fijar es el de los refugios que vamos a escoger durante esos días. Si viajamos a sitios singulares (zonas rurales, estaciones de esquí, etc.) tendremos que acogernos a la oferta disponible, que en algunos casos será escasa, y nuestra capacidad de decidir será necesariamente limitada.

Si vamos a instalarnos durante unos días en alguna zona de playa, a dorarnos las lorzas al Sol, seguramente escogeremos el hotel de acuerdo a lo que vayamos a hacer, o a lo que podamos costearnos.

Pero si queremos pasar unos días en una ciudad, para patearla y conocerla un poco, o vamos a hacer un cierto recorrido, la elección de los hoteles debe ser una tarea importante, a la que conviene que dediquemos el tiempo necesario.

Se dice que de un viaje se disfruta tres veces: al prepararlo, al hacerlo, y al contarlo. Lo de contarlo y su evolución con los tiempos, podría ser objeto de otro artículo. Pero tenemos que tener claro que el tiempo del viaje es limitado, y todo el tiempo antes del viaje que dediquemos a prepararlo y planificarlo es mucho más barato para nosotros. Creo que compensa no racanear en esta parte.
Antiguo Grand Hotel Maury, Lima, Perú
(Fuente: mav.cl)

En la era anterior a Internet, organizar un viaje dependía por completo de terceros, de las Agencias de Viajes principalmente. Había alternativas, pero extraordinariamente costosas, especialmente en tiempo. Yo recuerdo haber pasado meses intercambiando correos físicos con diversas instituciones y organizaciones, para hacerme con catálogos en papel de alojamientos en los lugares que pensaba visitar. A menudo pagando por ellos. Y luego semanas hasta que había escogido e intercambiado más correos físicos con los hoteleros escogidos (o los Bed&Breakfast, en su caso). Cuando conseguía confirmar alguna reserva, tenía que enviar una transferencia y cosas del estilo.

También he hecho algunos viajes de los de cargar la maleta en el coche, y tirar carretera adelante y ya veremos. Dedicándole tiempo durante el viaje, habitualmente conseguíamos hoteles razonables, más o menos en la zona en la que queríamos quedarnos. Claro que, alguna vez, en temporada alta, tuvimos que acabar durmiendo en el coche. Una vez, en Niza, en pleno mes de Agosto, no había un alojamiento libre a cien kilómetros a la redonda. Conseguimos aparcar en una zona junto a una carretera secundaria, donde había una fuente. Tras dormir en el coche, por la mañana descubrimos lo hábiles y afortunados que habíamos sido. Muchos coches vinieron a nuestro albergue para refrescarse la cara en esa fuente.

Pero la era de Internet nos ofrece tal profusión de oferta y tantas facilidades, que ya no compensa perder tiempo del viaje gestionando un hotelito donde pasar la noche.

Claro, eso nos obliga a planificar mínimamente el recorrido que queremos hacer, documentarse sobre el itinerario, y decidir las etapas y donde refugiarnos cada noche. Con la profusión actual de dispositivos GPS, podemos además definir vagamente los recorridos, de modo que cada día del viaje tiene una dirección fijada al final, que es el hotel que tenemos reservado. El resto sigue siendo libertad plena.

Pero, de esta forma, evitamos el agobio que nos sobreviene en torno a las cinco de la tarde, cuando empezamos a pensar dónde vamos a refugiarnos esta noche, si no tenemos reservas previamente confirmadas. Alguna vez, no con mucha frecuencia si la preparación ha sido concienzuda, quisiéramos cambiar el itinerario sobre la marcha. Pero ese es el (pequeño) precio que se paga por la tranquilidad y por el disfrute del 100% del tiempo del viaje.

Un Hotel en el que alojarse tiene tres características que son las únicas que nos deben preocupar:

1) Su ubicación. Define el entorno, y la oferta de otros servicios que podemos tener a mano. Si el hotel es de ciudad, que esté en la zona céntrica puede ser básico si no viajamos en coche. O que esté bien comunicado (Metro, autobuses). Si viajamos en coche, un hotel muy céntrico puede ser un problema para llegar hasta él, y un desafío el aparcar el coche, o muy costoso si el hotel dispone de Aparcamiento o hay Parkings públicos en la vecindad. En este caso, igual nos resulta preferible un hotel en uno de los ejes de acceso al centro, donde podamos llegar y aparcar sin problemas. Siempre que esté bien comunicado con las zonas de atractivo para el visitante.
Habitación sencilla de un hotel modesto
(Fuente: sobrebelgica)

2) Su oferta de Servicios. Es la que define, de alguna forma, su categoría, pero no la calidad. Porque hay excelentes hoteles modestos y nefastos hoteles de lujo. Tenemos que tener claro los servicios que son irrenunciables para nosotros (la comodidad y servicios en la habitación, las zonas comunes, la oferta de restauración, gimnasio, spa, Business Center, Internet gratuito o no, Parking, etc.). Posiblemente, si sólo vamos a pernoctar para seguir viaje al día siguiente, una habitación limpia, una cama cómoda, un cuarto de baño y un buen desayuno pueden ser más que suficientes.

3) Su Precio. Es el elemento que completa la ecuación, y el único que hace, juntamente con los dos elementos anteriores, que un hotel sea bueno o malo. Un hotel modesto en el centro puede ser una excelente opción, si el precio es razonable. Un hotel presuntamente lujoso, pero envejecido, puede resultar incómodo, y hacer que un precio medio sea excesivo. Un precio razonable para un hotel de lujo puede ser un chollo, pero ¿vamos a aprovechar todos sus servicios?. Porque, además, todos los servicios no incluidos en la tarifa de promoción tendrán el precio de un hotel de lujo. Esa cervecita en el bar, después de patearse la ciudad, nos puede salir por un ojo de la cara.

En resumen, debemos ser capaces de conjugar los tres elementos para conseguir la mejor opción para nuestro viaje. Si dejamos aparte los malos hoteles, no existen las opciones óptimas o malísimas, en general, sino que dependen de nuestro plan de viaje. Por eso conviene matizar las recomendaciones, vengan de donde vengan, para estar seguros de que los requerimientos de los recomendadores coinciden con los nuestros, o no.

En otro artículo os comentaré los recursos que Internet nos ofrece para salir airosos de este desafío.

JMBA  

1 comentario:

  1. Hay que tener en cuenta muchas cosas a la hora de reservar un hotel. Todo lo que describís siempre me resulta de mucha utilidad, sobre todo cuando quiero reservar uno de los hoteles baratos en Berlín .

    ResponderEliminar