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jueves, 14 de octubre de 2010

El Seat 600

Se cumplen ahora 60 años de la fundación de la compañía automovilística SEAT, en Barcelona, en 1950. Originalmente fue creada conjuntamente por el INI (Instituto Nacional de Industria) y la compañía italiana FIAT. Una breve historia de SEAT se puede encontrar en la Wikipedia.
Imagen publicitaria del Seat 600
(Fuente: artehistoria

Desde 1953 Seat producía una berlina media (el SEAT 1400, en diversas versiones). Del 1400C se evolucionó hacia el 1500, que fue considerado, para la época, como una berlina nacional "de lujo". Por ese tiempo, muchos de los taxis del país eran Seat 1400.

Pero lo que produjo una auténtica conmoción en la sociedad española fue la introducción en el mercado del Seat 600. Su producción empezó en 1957, y se llegaron a fabricar 800.000 unidades de las diversas versiones. Recuerdo haberle oído comentar a mi padre que, para solicitar un 600 nuevo había que aportar una fianza de 50.000 pesetas (una fortuna por entonces) y el Certificado de Buena Conducta.

El Seat 600 fue el mayor responsable de la motorización de la creciente clase media española, en los 60 y 70. Muchas familias españolas de hoy tienen algún Seat 600 en su pasado, y se cuentan toda clase de hazañas realizadas con ese cochecito de pequeño motor trasero, y extremadamente simple.
Seat 600
(Fuente: carpages)

En mi casa, el primer vehículo que entró fue una furgonetilla Citroën 2CV, que eran cuatro latas con motorcín, y que mi padre consiguió a través de una empresa navarra con quien mantenía relaciones comerciales. Más adelante, por el mismo procedimiento, consiguió una pequeña berlina Morris, de las que se fabricaban en Pamplona.

A principio de los 70, cuando mis dos hermanos mayores tuvieron ya edad de poder conducir, y obtuvieron el correspondiente permiso, mi padre decidió comprar un Seat 600 de n-ésima mano, para que los tres hermanos pudiéramos aprender a conducir con un vehículo simple, barato y ya usado, con el que no fueran gravosos nuestros torpes errores infantiles al volante.

Yo obtuve el Permiso de Conducir en 1976, y me sumé al trío de disfrutadores de ese 600D. Un cochecito color crema, con matrícula B-600xxx, creo que salido de fábrica a mediados de los 60. Como lo utilizábamos los tres hermanos, diseñamos un sofisticado sistema de contabilidad, para repartir equitativamente los gastos que provocaba ese Seat 600D.
Folleto promocional del Seat 600
(Fuente: smcars)

El coche era de las versiones en que las puertas se abrían hacia atrás, a favor del viento. Y por equipamiento venía bien poquito. Pero se movía solo (bueno, echándole algo de gasolina de vez en cuando) y nos daba una sensación irrefrenable de autonomía.

Ese coche tenía más trampujas que una película de Fu-Man-Chú. Al tener el motor en posición trasera (en el capó delantero cabía alguna -pequeña- bolsa de equipaje), la refrigeración (del motor, se entiende, que lo del aire acondicionado no existía todavía ni como concepto) estaba condicionada a una trampilla en el bajo del coche, que debía mantenerse abierta. El problema era que esa trampilla se cerraba al segundo bache, y el motor iba subiendo de temperatura hasta que hervía el agua del radiador. Entonces había que parar, abrir la trampilla de nuevo, si se podía, y añadir agua al circuito. Esperar un poco, y a seguir. Recuerdo algún viaje de sesenta o setenta kilómetros con tres paradas para añadir agua.

A finales de los 70 mis dos hermanos ya no utilizaban el 600 (porque habían conseguido diversas alternativas), y me convertí en usufructuario único del coche durante sus últimos años. En 1979 tuve que ir al Servicio Militar. Afortunadamente, me tocó servir en Ca'n Torelló, un cuartelito de Artillería Antiáerea de estar por casa, en Gavá, a unos veinticinco kilómetros de mi casa en Barcelona. En esa época el Seat 600D hizo un servicio impagable, para ir y volver del cuartel los días que no me tocaba Guardia.

Su vida útil se apagó en la madrugada de San Juan de 1980. Yo había conseguido un permiso de siete días, que se fundió en fiestas y dormir poco. Por la Verbena de San Juan fuimos a casa de un colega por Viladecans, relativamente cerca del cuartel. Ya de madrugada, fuimos a Sitges y, de vuelta, dejé a los dos colegas que iban conmigo en el cuartel.
Seat 600, creo que de la versión D
(Fuente: eleconomista)

Yendo ya para casa, me dormí al volante. El coche tomó vida propia a muy baja velocidad, se encaramó al borde de la carretera, se volcó boca abajo, y se cruzó una de las dos calzadas de la Autovía de Castelldefels. Desperté en la mediana, mirando para el otro lado. Afortunadamente, sólo tuve un rasguño en el hombro, gracias a que a esa hora no había circulación. Fue una lección muy definitiva, para tener el máximo respeto a la somnolencia al volante desde entonces.

Todavía lo arreglamos, pero ya nunca volvió a ser el de antes. En 1981 yo empecé a trabajar, y me compré otro Seat, un 127 Especial, aprovechando que mi hermano había empezado a trabajar en la compañía unos años antes. El 600 siguió su camino hacia el desguace.

Pero es inevitable mirar hacia atrás y verlo todavía, amarillito y gallardo, con la nostalgia con que se recuerda a un compañero de intensos viajes.

El Seat 600 es ya un protagonista imborrable de la historia contemporánea de este país.

JMBA

1 comentario:

  1. :) Yo tb tuve un "pelotilla", con esos interruptores con los que me gustaba tanto jugar (click click click), y el salpicadero de hierro duro. jejejeje Qué recuerdos. Tu historia ligada a tu 600 también ha sido muy interesante. Gracias por narrárnosla

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