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viernes, 28 de septiembre de 2012

El Proyecto de Independencia de Catalunya

Vaya por delante mi autoinculpación de no haber seguido jamás ningún seminario para aprender a jugar al mus. Seguramente por ello no soy un español de libro. Debido a esa incapacidad, para mí la palabra órdago solamente tiene el sentido que le da el Diccionario de la Real Academia Española:


órdago.

(Del vasco or dago, ahí está).

1. m. En el juego del mus, envite del resto.
de ~.
1. loc. adj. coloq. extraordinario (‖ fuera de lo común). Borrachera, calor de órdago.



Eso de envite del resto sí lo puedo entender. Como a veces jugamos a póker con los amigos, sí entiendo lo que eso significa y, de hecho, en nuestras partidas lo tenemos explícitamente prohibido, para evitar que nadie pueda ganar solamente debido al hecho accidental de que disponga de mayor resto que los demás en la mesa.
Artur Mas, en el reciente pleno del Parlament de Catalunya.
(Fuente: cadenaser)

Pero me parece que lo que ha hecho Artur Mas en el Parlament de Catalunya es un órdago en toda regla, una demanda formal de divorcio. A pesar de que llevo ya muchos años viviendo en Madrid, yo soy catalán. Pero claro, tampoco debo ser un catalán de libro. Y mi opinión es contraria a la independencia de Catalunya (a su separación de España). Y no por motivos sentimentales, de españolismo mal entendido ni históricos (al final la Historia puede abonar casi cualquier teoría, y además la estamos creando entre todos todos los días). No soy partidario porque estoy absolutamente convencido de que sería un cambio negativo para las dos partes, que saldrían debilitadas del envite. Aparte de ir contradirección de la marcha de los tiempos.

Mas se enfrentó a esta legislatura - muy prematuramente truncada, al convocar Elecciones en Catalunya para el domingo 25 de Noviembre de este mismo año (un par de años antes de su conclusión natural) -, con un tema prioritario que era el llamado Pacto Fiscal, que es un modo relativamente eufemístico de llamar al Concierto Económico del que disfrutan, de acuerdo a la Constitución, tanto el País Vasco como Navarra, de acuerdo a los llamados derechos históricos.

El principio de los Conciertos Económicos es que los impuestos son recaudados por las respectivas Comunidades Autónomas, que negocian con el Estado la transferencia de un cierto porcentaje (llamado cupo), por el que pagarían los servicios que les presta el Estado.

Si hacemos un símil con una familia con 17 hijos, en que todos viven bajo el mismo techo, los 15 que no disponen de Concierto ven cómo sus salarios son ingresados en la cuenta familiar, y el cabeza de familia negocia con cada uno la paga mensual que recibirán para hacer frente a sus gastos. Los dos que disponen de Concierto funcionan al revés: su salario se ingresa en su propia cuenta y negocian con el cabeza de familia la contribución que realizarán al presupuesto familiar, a cambio de tener techo, cama, mesa puesta, televisor plano en el salón y ropa planchada.

En mi casa crecimos tres hermanos. Cuando empezamos a trabajar, negociamos con mi padre que un cierto porcentaje de nuestros ingresos salariales se transferiría automáticamente al presupuesto familiar, mientras compartiéramos el mismo techo. Creo que disfrutamos del Concierto Económico Familiar. Como cualquier método que se quiera elegir, este tiene algunas ventajas y algunos inconvenientes para todos. Si se conseguía una promoción profesional con aumento salarial, se disponía automáticamente de más dinero en el bolsillo o en la cuenta propia, pero también automáticamente se incrementaba la contribución al sostenimiento de la familia (aunque sus servicios fueran básicamente los mismos). Del mismo modo que disminuirían ambos si alguno tenía la mala suerte de caer temporalmente en el desempleo.

En la Constitución Española (redactada y aprobada en 1978, y nunca modificada hasta hoy en estos extremos) se contempla este régimen solamente para dos Comunidades. Eso, lógicamente, podría cambiar si se modificara la Constitución.

Las otras 15 Comunidades sin Concierto funcionan con la negociación casi permanente de la financiación autonómica (de la paga, si seguimos con el símil de una familia). Es decir, la definición de cuánto dinero va a transferir el Estado al presupuesto de cada Comunidad, para que ésta pueda hacer frente a sus compromisos de pago. Por supuesto, esta negociación puede ser más o menos ventajosa para la Comunidad Autónoma dependiendo de muchos factores: afinidades políticas entre las partes, contraprestaciones en forma de apoyos en el Congreso, intensidad del lloro, aumentos o disminuciones de la población, etc. etc. En las Comunidades con Concierto la negociación se limita a definir el porcentaje del total de ingresos que va a constituir el cupo.

Per se, ninguna de las dos fórmulas es más ventajosa que la otra. Pero con el Concierto da la sensación de que la reacción de la Administración autonómica - en lo que se refiere, por ejemplo, a decisión sobre inversiones - puede ser más rápida ante aumentos o disminuciones significativas de los ingresos por impuestos. Pero también puede ser que limite la capacidad del Estado Central en la redistribución de las rentas, lo que a menudo se conoce como solidaridad interterritorial. Ciertos políticos regionales pueden sentir predilección por la fórmula del Concierto Económico, porque ello significa que la llave de la caja - para lo que valga, que es para bastante poco - está en sus manos.

Dentro de la Unión Europea, los diferentes países funcionamos, a efectos prácticos, con un esquema parecido al del Concierto Económico, por el que se define, de una u otra forma, el volumen de contribución de cada Estado a los Presupuestos de la Unión Europea.

En España, creo que entraría dentro de lo razonable, con una organización autonómica madura, próxima a lo federal, que todas las Comunidades Autónomas se rigieran por el principio de un Concierto Económico. Que nuestra actual organización autónomica sea o no madura es otra conversación, y todavía estamos pagando los platos rotos del café para todos. En la situación actual, con seguridad no es una prioridad el cambio del modelo de financiación, pues hay otras muchas labores que deben resolverse antes (racionalización del gasto, restructuración de la administración, abolición de taifas,...)

Decía, pues, que el objetivo que definió Artur Mas para esta legislatura era conseguir el Pacto Fiscal (el Concierto Económico) para Catalunya. En su reunión con Rajoy la pasada semana en La Moncloa, el Presidente del Gobierno, con una indolencia a la que ya nos hemos venido acostumbrando, cerró esa posibilidad para Catalunya, y puso de manifiesto su nula voluntad de negociar absolutamente nada en esa dirección. Está claro que la Constitución (en su redacción actual) no lo permite, pero todas las leyes son de elaboración humana y, por lo tanto, con las debidas garantías, eso sí, pueden modificarse.

Por otra parte, iniciar una negociación de Pacto Fiscal con Catalunya provocaría, sin ninguna duda, demandas equivalentes por parte de algunas otras Comunidades Autónomas que estimen que su balanza fiscal actual (presuntamente) les resulta desfavorable. Pero, posiblemente, podría ser una ocasión de oro para revisar por completo el modelo de estado autonómico que consagró la Constitución en 1978, en un estadio muy primigenio todavía de la democracia en España, con riesgos de involución y ruido de sables. La mayoría, creo, estamos de acuerdo en que la implantación y el despliegue de ese modelo ha tenido muchas disfunciones y algunos abusos, y podría ser la ocasión de revisarlo por completo, posiblemente en un intento honesto de homologarlo con los modelos federales, que son conocidos, respetados y bien entendidos por todo el mundo (en todo el Mundo). Nos ahorraríamos tener que explicarlo cada vez.

Pero en el discurso de Rajoy y del PP en general, prima la defensa a ultranza de la Constitución (tal y como se aprobó en 1978, salvo cuando los alemanes obligan a algún cambio) y de la (presunta) Unidad de España. Incluso hemos tenido que oír de nuevo algunas voces de otros tiempos, que creíamos olvidadas, invocando lo sagrado de algunos principios que, finalmente, no son más que decisiones políticas de las mayorías de cada momento.
Mariano Rajoy, Presidente del Gobierno de España.
(Fuente: 20minutos)

Encontrando, pues, la puerta cerrada a cal y canto para el proyecto estrella de su legislatura, a Artur Mas no le quedaba ya más remedio que finalizarla y convocar Elecciones Autonómicas. Y ahí es cuando lanzó su órdago: dado que el Pacto Fiscal no es viable, la única solución de futuro para Catalunya es la independencia de España. Por supuesto, el tono jesuítico habitual del lenguaje de Convergència i Unió no les permite plantearlo con esta claridad, pero se les entiende todo.

Puesto en la forma de una pareja en crisis, el (presunto) diálogo sería como sigue:

- Necesito más espacio
- No digas tonterías
- Pues quiero el divorcio

La crisis de relación entre Catalunya y el resto de España tiene algunos orígenes genuinos y muchos otros simplemente espúreos. Por las dos partes hay montones de prejuicios enfermizos. Se ha hecho bandera de los idiomas, por una y otra parte. Yo soy muy práctico y poco sentimental con ello, y entiendo que los idiomas son herramientas que nos facilitan podernos entender unos con otros. Y constituyen un bien cultural que hay que preservar y desarrollar. Punto. De ahí a que se conviertan en armas arrojadizas hay un buen trecho. Muchos catalanes acaban pensando que la mayoría del resto de los españoles es perezosa y demasiado amante de los subsidios y las subvenciones (ay, ay, ay, sospechosamente parecido a lo que piensan los alemanes de los del Sur...) . Muchos españoles no catalanes piensan que los catalanes son insolidarios. Algunos españoles no catalanes están convencidos de que en Catalunya se persigue al castellano parlante, y bastantes catalanes creen a pies juntillas que cruzando el Ebro se adentran en territorio hostil.

Curiosamente, este rosario de agravios mutuos es mucho menor entre aquellos (de una u otra parte) que conocen bien al resto. Lo cual no hace más que poner de manifiesto que las élites (políticas y económicas) de ambos lados han manipulado y manipulan a la opinión pública en su propio beneficio. Y los medios de comunicación, deliberada o a veces involuntariamente, azuzan esa manipulación, de modo que para un español (no catalán) medio acaba siendo indiscutible que todos los catalanes son unos c....... insolidarios que van a lo suyo y nos desprecian, y un catalán medio acaba sumido en la melancolía identitaria de que en el resto de España no nos quieren. La realidad, para los que tienen posibilidades de desvelarla, desmiente (casi) por completo estas visiones sesgadas.

Cuando cualquier pareja atraviesa una cierta crisis, lo peor que puede suceder es que intervengan los familiares y amigos de una u otra parte, porque la máxima posibilidad es que agraven todavía más la situación, aceleren el deterioro de la relación y enconen las enemistades.

Y es en este contexto enrarecido que Artur Mas convoca Elecciones Autonómicas en Catalunya, unos dos años antes de lo que correspondería legalmente. Se ha envuelto en la senyera, mientras Rajoy y el Gobierno se envuelven en la rojigualda. ¡Cómo me aterran todas las banderas que tienen un tamaño suficiente como para hacerse chales con ellas!.

Tras el portazo de Rajoy, ahora parece no quedar más remedio que lidiar con la demanda de divorcio. Pleitos tengas y los ganes, era la maldición preferida de aquella gitana. Porque si se llega a eso, ambas partes van a perder y mucho. Creo que todos los españoles (e incluyo, por supuesto, a los catalanes) deberíamos tener muy claro que ese escenario no nos va a favorecer nunca y de ningún modo. En ese terreno, todos pierden, todos perderemos.
(Fuente: ociolatino)

Pero el caballo ya está desbocado y Mas ha planteado las Elecciones de Noviembre como un auténtico plebiscito popular a su proyecto, para que sea finalmente él quien lidere el proceso para la independencia de Catalunya. Pero eso pasa por el hecho (que está por ver) de que CiU consiga mayoría absoluta en el Parlament de Catalunya. Tras las (muchas ) personas que salieron a la calle el 11 de Septiembre, bajo el lema de Catalunya, un nou estat d'Europa, ha llegado el momento de que todos los catalanes, en las urnas, manifiesten su conformidad o no con la deriva independentista de la que se ha revestido Artur Mas.

Conviene aquí no olvidar que Artur Mas desde la Generalitat de Catalunya, como el propio Rajoy desde el Gobierno de España, ha sido el protagonista indiscutible de los mayores recortes antisociales de toda la democracia. Porque tanto Convergència como el PP representan, políticamente, la misma banda del espectro, y defienden a las mismas élites. El Proyecto de Independencia representa para Artur Mas lo mismo que la Guerra de las Malvinas para la Junta Militar Argentina: la identificación de un enemigo exterior,  que disimule y oculte la fuerte crisis económica que todos venimos sufriendo.

Otras fuerzas políticas más sensatas deberían ver progresar sus posiciones, y mejorar su capacidad de influir en la deriva que tomen los acontecimientos. Pero el PSC tiene su propia crisis interna muy profunda (incluida la indisciplina de voto), y no tiene decidido quién será su candidato (lo tendrá que ser Pere Navarro; no hay tiempo para otra cosa); Esquerra Republicana  (en los tiempos de Heribert Barrera, por ejemplo) era una fuerza testimonial y nostálgica, a la que participar en el tripartito y tocar poder le desató los peores fantasmas, delirios de nuevos ricos incluidos. La Izquierda (tradicionalmente en formaciones mixtas de nombres inacabables) debería superar sus complejos y articularse como una alternativa viable de Gobierno. Si les queda algo de marxista, el marxismo siempre ha sido internacionalista y no nacionalista. Y el PP, sin duda, debe esforzarse en recaudar los votos de centro derecha que no simpaticen con la deriva independentista de CiU.

Si Mas consigue ver reforzada su posición, y la idea de hoy se convierte en un proyecto firme, más vale que el Gobierno de España se preste a trabajar codo con codo con la Generalitat para celebrar un referéndum sobre la independencia en Catalunya, donde todos los ciudadanos de Catalunya puedan manifestar su opinión y su posición sobre ese escenario de futuro, sin tapujos, sin trampas ni medias verdades. A estos efectos, puede aportar alguna luz la lectura reposada de la llamada Clarity Act (1999) de Canadá, una pieza legal (de no más de 4 páginas) que define las condiciones exigibles antes de iniciar cualquier negociación de secesión de una de sus provincias (Québec, lógicamente, sería la candidata más probable). La Constitución de Canadá, como la española, no contempla esa posibilidad, y debería, pues, igualmente modificarse.
(Fuente: momeces)

Y si se confirmara (cosa que espero que no se produzca) la voluntad mayoritaria de divorcio de una de las partes, ese ya resultaría inevitable, y habría que concentrarse en definir, en los tiempos siguientes, el detalle de las condiciones en que se produciría, el inventario y reparto de los activos y pasivos, de los bienes gananciales y decidir quién se quedaría con los amigos.  Si recortáramos con una sierra de calar por los actuales límites de Catalunya con Francia, con Andorra, con Aragón y con la Comunitat Valenciana, cortaríamos de cuajo muchas venas y arterias (desde carreteras, líneas ferroviarias, ríos, canales o acequias, oleoductos, gasoductos, etc. hasta rutas comerciales, flujos financieros o relaciones personales). Para cada una de ellas  ese cirujano virtual debería habilitar la mejor solución que evitara que la sangre acabara en el mar.


Catalunya pasaría a ser un estado (geográficamente) europeo independiente, pero políticamente fuera de la Unión Europea y de la zona euro, con su propia moneda nacional, inclinada pertinazmente a la devaluación, por lo menos durante los primeros años. Debería hacer frente a la fuerte crisis económica y a la elevada deuda, que ahora muchos parecen haber olvidado, disimulada tras sus melancolías identitarias.

Nadie debe olvidar que los divorcios nunca resultan gratis y no benefician a ninguna de las partes. Sólo son un recurso (legal) para poner punto y final a una situación de convivencia que, al menos una de las partes, estima como insostenible. Y en todo el proceso conviene huir de las histerias y de los victimismos. Que hablen los abogados que, aparte de llevarse crudo parte del botín, son los únicos que no están emocionalmente vinculados al conflicto. 

Pero nadie debería transmitir el mensaje de que tras la independencia viviremos mejor. Porque eso, al menos durante bastantes décadas, sería simplemente falso. En ambas orillas.

JMBA

viernes, 21 de septiembre de 2012

¡Qué cansino es todo con Rajoy!

Hace años, yo tuve un jefe que era miembro egregio de la Cofradía de la Virgen del Puño ... ¡Cerrado!. Su frase preferida para justificar una no subida de sueldo era la siguiente: Cuando ya has cenado diez langostas, no te queda más hambre.
Imagen de la manifestación del 11-S en Barcelona.
(Fuente: miboina)

Pero también utilizaba con frecuencia otras frases ingeniosas, trascendentes y menos hirientes. Por ejemplo: No importa el tamaño del territorio que represente el mapa que cuelgues en la pared: siempre habrá un Norte y un Sur. Efectivamente, tenía razón. Si es un barrio, está la zona de los chalecitos y la de los pisos a barullo y muchas plantas. Si es una ciudad, están los barrios más acomodados (con más zonas verdes, mejores accesos,...) y los suburbios (eufemísticamente) llamados más populares. Si es una región, están los de la ciudad y los del campo. Si es un país, están los catalanes o vascos y los extremeños o andaluces. Si es un continente, están los hacendosos del Norte (Alemania, Holanda, Finlandia,...) y los vagos, perezosos y malgastadores del Sur (Grecia, Italia, Portugal, España). Y si es el Mundo, hay grandes diferencias también entre el Norte y el Sur.

La civilización moderna ha comercializado el concepto de la solidaridad. Este concepto reconoce tácitamente que los menos favorecidos lo son por pura fatalidad, muy a su pesar. Porque viven en lugares inhóspitos donde nada crece; porque guerras (sin dueño) les han sumido en la miseria; porque sequías sin fin les condenan a la hambruna; porque Gobiernos sin entrañas (muy habitualmente, nuestros amigos) no se preocupan de su población; porque exterminios étnicos o religiosos (con nuestras armas) les han dejado diezmados; porque volcanes, terremotos o tsunamis azotan su territorio con regularidad, y así por muchas otras causas de este tenor.

En los períodos de riqueza generalizada, la parte privilegiada del mundo (que está convencida de serlo porque el destino así lo marca) practica una solidaridad que linda de muy cerquita con la simple caridad. Se intentan paliar los efectos de la miseria, pero nadie le pone el cascabel al gato de sus causas. Se intenta alimentarles, pero sólo para que puedan seguir sobreviviendo y así tranquilizar nuestras conciencias. Las llamadas ONG (muchas de las cuales realizan una labor muy meritoria) intentan (con escasos éxitos) achicar el mar, y muchos sólo buscan en ellas poder vivir unos años de aventuras en escenarios exóticos y peligrosos, mientras algunos también persiguen fondos que derivar a los bolsillos privados.

Por cierto, ese mismo mecanismo es el que ha venido funcionando en la Zona Euro en los años de prosperidad y vacas gordas. Alimentar a los perezosos del Sur con riadas de liquidez permite convertirlos en clientes de las grandes maravillas que los hacendosos somos capaces de fabricar y producir. Sin tener en cuenta que un perezoso con abundancia de dinero es una bomba de relojería.

Cuando las tortas cambian y la situación económica se convierte en una pura depresión o recesión, cuando hay gente pasando hambre en nuestra misma calle, o incluso en nuestro mismo portal, el concepto de solidaridad se revisa a la baja y da la sensación de que alimentar a los perezosos ya no es tan buena idea.

Cuando la sociedad pasa por sus años de esplendor es cuando se dispone del ímpetu, el empuje y los medios necesarios para cambiar el mundo. Pero eso, en esos momentos, a nadie le interesa. Unos andan embotados por tanto champán; otros embrutecidos por los viajes de vacaciones tres veces al año; algunos andan distraídos con las maravillas de su nueva fortaleza rodante de ochenta mil euros; y todos, todos, gastan todo lo que pueden (y se endeudan) como si no hubiera un mañana y como si hubieran olvidado que la historia es cíclica y que no hay mal ni bien que cien años dure.
Jyrki Katainen, Primer Ministro de finlandia
(Fuente: cincodias)

Pero la realidad es tozuda, y siempre llega el momento en que alguien empieza a pensar que la inundación de dinero y los torrentes de liquidez donde los perezosos quizá no es tan buena idea. Y todos los que pueden se refugian en sus Cuarteles de Invierno, para dejar pasar las tormentas de nieve. Y el que no pueda, que se congele en el páramo.

El montaje de la Europa socialdemócrata del Estado del Bienestar de después de la Segunda Guerra Mundial, la maquinaria del Euro, o la mayoría de los Estados, si vamos a ello, se montaron con una economía en expansión en la cabeza. Y, por cierto, con la deliberada ignorancia de que siempre habrá un Norte y un Sur, unas zonas, unas regiones, unas clases, unas poblaciones, con más recursos que otras. Y la maquinaria debe saber funcionar conviviendo con ese hecho básico.

Por eso es radicalmente injusto que los alemanes acusen a los griegos, italianos o españoles de no ser alemanes, porque nunca lo hemos sido y, muy probablemente, nunca lo seremos. Como es injusto que los catalanes acusen a los andaluces o extremeños de no ser catalanes, porque nunca lo han sido y, muy probablemente, nunca lo serán. Pero la maquinaria debe poder funcionar partiendo de ese hecho, de que hay zonas más calientes y otras más frías.

En los campos de trigo no todas las espigas crecen a la misma altura. Sospecho que desconocemos los mecanismos por los que hay espigas más rezagadas, incapaces de alcanzar la altura de las más aventajadas. Y, en estas condiciones, la única igualación posible es la de la hoz. En estos tiempos convulsos, muchos dan la sensación de perseguir la igualación por la hoz, que todos seamos pobres, en lugar de luchar para que cada vez haya más ricos (más espigas aventajadas) y que los pobres lo sean menos. La realidad es que cada vez hay menos ricos, pero cada vez lo son más, y hay un mayor número de pobres, que también lo son más.

Otra alternativa para las espigas aventajadas, para hurtarse a la hoz, es manifestar que nosotras no somos trigo y que, por lo tanto, inútil es que las espigas rezagadas se empeñen en igualar nuestra grácil altura, porque son de otra especie condenada a crecer menos.

En este contexto, el 11 de Septiembre invadieron las calles de Barcelona muchas personas, muchas. Igual hasta más de un millón. Se sumaron a una manifestación que, formalmente, perseguía la independencia de Catalunya de España (que Catalunya sea un nuevo estado en Europa). Convencidos de que así les irá mejor. El sentimiento con que se sumaron a esa manifestación es difícil de juzgar sin equivocarse demasiado. Por eso no me gusta la calle como foro de la política, porque en la calle todos son peatones, tanto los que caminan porque ya no les da ni para coger el autobús, como los que lo hacen por mejorar su salud, dejando hoy el coche en casa. Con seguridad hubo en la calle una demanda de cambio, con razones mixtas en algún lugar entre la Indignación y la Independencia. Quien ya nada tiene que perder, está convencido de que es imposible que cualquier cambio sea a peor.

Cada vez más todo este movimiento apesta a Guerra de las Malvinas, a maniobra de diversión. A idear un enemigo común, contra el que todos estamos unidos.

El llamado problema catalán se ha venido agudizando en los últimos tiempos, azuzado por diversos hechos, a los que la profunda crisis económica, no es, desde luego, ajena. Ya no hay líneas rojas, por mucho que los políticos se empeñen en visualizarlas. Se han cruzado ya muchas veces, descalificando unos a los catalanes por insolidarios; otros a los andaluces o extremeños por vagos; otros a los de Madrid por expoliadores.

En la dinámica ciega y torpe habitual en todos los nacionalismos, se recurre a la historia como fuente de legitimidad, ignorando deliberadamente que en la historia se pueden encontrar justificaciones para verde, azul o rojo, dependiendo de hacia dónde y hacia cuándo mires. Unos pueden invocar a los Reyes Católicos y otros a los Reyes de Aragón o a los Condes de Barcelona. Todo ello es un fuego de artificio perfectamente inútil.
Rajoy y Mas, a las puertas de La Moncloa, este jueves.
(Fuente: elmundo)

Si tuviéramos estadistas de nivel, y no políticos cortos de vista y torticeros, es el momento de tomar a ese toro por los cuernos. Ya está bien de diatribas, descalificaciones y victimismos. De la manifestación de ese martes se desprende que hay una muy fuerte demanda de cambio entre los catalanes. Es el momento de enfrentarles con claridad a su futuro y no el de regodearse (por uno y otro lado) en el pasado y en presuntas realidades identitarias confrontadas. O de esgrimir ciegamente la Ley y la Constitución, obviando el hecho de que todo eso lo hemos hecho nosotros, y nosotros lo podríamos cambiar, si llegara el caso y fuera la voluntad de la mayoría.

Lo primero sería convocar de modo inmediato elecciones generales en Catalunya, donde todos los partidos deberían plantear con claridad cuál es su propuesta de cambio. Si en las urnas se viera la misma voluntad de independencia que pareció verse en las calles (si no fuera así, se habría desenmascarado a los políticos, y a otra cosa), lo más conveniente sería convocar un referéndum en Catalunya por la independencia, donde estuvieran muy claros los efectos de una u otra respuesta. Si la respuesta fuera mayoritariamente afirmativa por la independencia, sería el momento de iniciar las negociaciones para la separación, para el divorcio amistoso. No sería fácil atinar en un justiprecio para los bienes gananciales. El tema de quién se queda con los amigos sería, posiblemente, más claro. Una Catalunya independiente debería tomar la decisión de cómo llamar a su nueva moneda nacional, porque su posible integración en la Unión Europea y en la Zona Euro sería objeto de un tedioso y largo expediente, con resultados inciertos.

Mientras tanto, reaparecerían las fronteras externas de la UE (de Catalunya con el resto de España y con Francia) y los aranceles, y no faltarían catalanes voluntarios para intentar construir lo mejor de una Catalunya española en algún lugar de la Mancha (un decir). Desaparecido el enemigo común (Madrid, la Constitución, los nacionalistas españoles,...) aparecerían las disensiones sobre qué bases construir la nueva Catalunya Estado.

Si todo discurriera por los mejores caminos, muchos años después Catalunya podría integrarse, por fin, en la Unión Europea y en la zona Euro, y firmaría el Tratado de Schengen, con lo que desaparecerían (de nuevo) las fronteras y los AVEs dejarían de ser trenes internacionales. Para los alemanes, Catalunya sería uno más de los países perezosos del Sur. Los que hoy insultan a Madrid, pasarían a insultar a Bruselas o a Frankfurt y caerían de nuevo en la melancolía identitaria. Hasta que consiguieran su sueño dorado en forma de una Balsa de Piedra (cito a Saramago) agonizando en el mar a los acordes del Desperta, Ferro.

Todo eso podría ser así si no fuera que la verdadera voluntad política de los políticos nacionalistas es utilizar la amenaza de la independencia para que el Pacto Fiscal sea visto como un mal menor. Para utilizar esa amenaza como un as en la manga del jugador de ventaja, para negociar mejoras económicas en la financiación y otras perlas del género, frente a políticos del Estado timoratos y miedosos, sin ninguna talla de estadistas, a mayor gloria (y riqueza) de sí mismos y de sus amigos. Y al pueblo catalán, con su sentimiento nacionalista un poco ingenuo, exacerbado e instrumentalizado por los políticos para su propio beneficio, que le vayan dando. Como siempre.

Luego este jueves se reunieron Rajoy y Mas en La Moncloa, con unas formas aparentemente algo tirantes. Rajoy intentó ventilar el tema con la indolencia que ya viene resultando habitual. A Mas no le quedará más remedio que convocar Elecciones Generales en Catalunya, y veremos qué nuevas falacias se inventan unos y otros en campaña para que nada se aclare nunca. A río revuelto, ganancia de pescadores.

De verdad, qué cansino es todo en este país. Qué fatiga.

JMBA

jueves, 20 de septiembre de 2012

El Sentido del Humor

Existe una regla no escrita para los peluqueros y tertulianos, que aconseja que si se quiere tener la fiesta en paz, mejor no hablar ni de política, ni de religión ni de fútbol. El motivo es muy simple: para la mayoría de las personas (desgraciadamente) esos temas forman parte de sus convicciones inalienables y no están dispuestos ni siquiera a debatir sobre ellas. A un hombre que se considera católico, del PP y del Real Madrid (un decir, por supuesto), le saldrán ronchas sólo de estar cerca de alguien que no considere a alguna de esas tres adicciones como la única realmente válida, realmente cierta, en su campo.
Imágenes de una manifestación en Australia.
(Fuente: alianzacivilizaciones

La razón para este sinsentido es que esta civilización actual parece haber guardado el sentido del humor en el baúl de los recuerdos. La manifestación más perversa que existe del sentido del humor es el reírse del mal ajeno, y esa es la única que subsiste con gran placer de muchos. Pero es su manifestación más torpe.

El verdadero sentido del humor tiene que ver con la capacidad de reírnos, lo primero, de nosotros mismos. Cuando, recién levantados, nos miramos al espejo (esa mirada lánguida, esa barba incipiente, esa legaña pegada, esos pelos en guerrilla indómita, esa barriga cervecera, esos gayumbos caídos...) y somos capaces de reírnos de nosotros mismos, de encontrarnos ridículos y patéticos, estamos practicando realmente el ejercicio de desdramatizarnos y desdramatizar el mundo en general.

Luego, cuando salgamos a la calle, no nos molestará que otros (también) nos vean patéticos, con nuestra corbatita impostada de esclavo laboral. Y si sonríen, sentiremos una curiosa sintonía con ellos.

En esta vida, que sepamos, lo único que no tiene remedio es la muerte. Todo lo demás admite diversos caminos, que podemos forzar o andar llevados de la mano o por la fuerza de la corriente. Si somos capaces de desdramatizar (al final, reírnos) de todos los problemas, estaremos en condiciones de ocuparnos en su solución, y no estaremos bloqueados en la preocupación por los problemas mismos.

Si salgo a la calle con el jersey azul, jamás debería pensar que esa es la mejor (la única) elección posible para un día como hoy. Podría haberme puesto cualquier otro (suponiendo que tenga más de uno, con la que está cayendo) y el mundo seguiría funcionando de igual forma (bien o mal, que esa es otra conversación) aunque yo llevara el jersey verde.

Viene esta disquisición al hilo de los gravísimos problemas que estamos viviendo estos días, debido al nulo sentido del humor que presentan las grandes religiones corporativas. Los islamistas (cuidado, que también existen catolicistas o cristianistas, aunque no nos refiramos a ellos por esos nombres) consideran una burla y un desprecio a su religión (por supuesto, como todas, como la de cada cual que tenga, la única verdadera) la publicación de ciertas diversiones (más o menos torpes, que esa también es otra conversación) al hilo del Islam y de su profeta Mahoma. Frente a un vídeo malo, hecho por aficionados, o a algunas viñetas de dibujantes de variada inspiración y maestría, se despliegan algarabías y disturbios gigantes, con muertos y muchos heridos. De la monstruosa desproporción de estas reacciones da fe una de las muchas pancartas que se ha visto en ellas: Decapitad al que insulte al Profeta.

Jamás una palabra, una sonrisa, un dibujo, un pensamiento, ha matado a nadie.

Todo ello constituye una manifestación perentoria de la dramática ausencia de sentido del humor en la vida pública del mundo actual. Cuando una palabra, o una viñeta, hay que vengarla con la violencia, mi único pensamiento es que estamos asistiendo a una manifestación interesada de un rencor atávico. Y a la total incapacidad de desdramatizarse a sí mismos y a sus circunstancias, una enfermedad que afecta a una parte que no cesa de crecer de la población mundial. En todos los campos y en todos los ámbitos.

Y es que las palabras nunca son inocentes. Cuando nuestra reacción al que sonríe al vernos salir de casa absurdamente pronto por la mañana es pensar que se burla de nosotros, estamos tirando el sentido del humor por la borda. Por el contrario, si antes que ellos ya nos hemos reído nosotros mismos, sentiremos más bien un sentimiento de sintonía y hasta de empatía con ese desconocido que sonríe al vernos.

Y ¿por qué las religiones en general (y sus fieles adictos) carecen tan por completo de cualquier brizna de sentido del humor?. Yo voy a dar mi propia explicación, con la que seguro que me ganaré algunos enemigos (espero que puramente verbales). El encaje de las religiones en general es tremendamente frágil y vulnerable, y su supervivencia está ligada a la capacidad de mantener adhesiones inquebrantables y masas sólidas de fieles (de creyentes) que creen lo que su Iglesia les dice. La sonrisa, la desdramatización, el sentido del humor en general, es el enemigo a batir, porque atenta a sus mismos cimientos. El que sonríe, piensa y disfruta, y ese es el embrión que puede crear una diversión del camino correcto trazado.
Todas las liturgias resultan ridículas, si las tomamos con
sentido del humor (reciente apertura del año judicial)
(Fuente: ser)

Si queremos verlo así, desdramatizándolo, todas las liturgias resultan ridículas. Las togas de los jueces en los actos solemnes; los trajes de gala de los militares en los desfiles; los fieles católicos, ahora de pie, ahora sentados, ahora de rodillas; los fieles musulmanes, tumbados por el suelo, descalzos, para sus rezos varias veces al día;... Reconocer este hecho no significa, en absoluto y para nada, burlarse de ellos, sólo desdramatizarlo, convertirlo en una anécdota, en algo que mañana se podría decidir que se desarrollara de modo diferente, y no se pararía el Sol en el cielo.

Recordemos la trama de la maravillosa novela (y película, por cierto) El Nombre de la Rosa, de Umberto Eco. La gran amenaza para la Iglesia, que conlleva numerosos asesinatos, es que podría ser que Aristóteles hubiera dedicado un volumen a la Comedia, a la risa, a la sonrisa. Si eso trascendiera, ya no colaría el argumento de que el humor y la risa son manifestaciones torpes y zafias a evitar por los auténticos creyentes.

El que sale a la calle convencido de que el jersey azul era la única elección válida y seria para un día como hoy, inevitablemente sentirá odio hacia el que sonríe al verlo. Y ya dependerá sólo de su carácter, de su temperamento y de otras circunstancias (agravantes o atenuantes) que le dé la espalda sin más, que le espete un ¿y tú de que te ríes, c.....? o que le suelte una guantá con la mano abierta. Ponerme el jersey azul fue una elección, resultado de una decisión que tomé, como podría haber elegido el verde, que ya dudé, ya. Si hubiera elegido el verde, seguro que ese g........ también sonreía como un tontaina, que es lo que es, vamos.

El sentido del humor nos protege frente a nuestra propia insignificancia. Si no somos capaces de reírnos ante el espejo antes de salir de casa, durante todo el día estaremos expuestos a multitud de hdp,s que nos odiarán, nos despreciarán o se burlarán de nosotros. A los que, por cierto, habría que darles una buena lección.

En resumen, este mundo anda tan tremendamente enloquecido (entre otras importantes cosas) porque hemos aparcado el sentido del humor y lo hemos hecho desaparecer de la vida pública. Parece que nos dé vértigo asomarnos a nuestros propios barrancos interiores (y desdramatizarlos, claro) y entonces sólo el sentimiento de pertenencia a una tribu de firmes convicciones nos aporta algún descanso y alguna seguridad.

Es inútil que intentemos huir de nosotros mismos, porque al final del camino (como frente al espejo matinal) es lo que nos espera.

JMBA

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Desaparecen de escena dos animales políticos

Con un día de diferencia, y por razones, afortunadamente, muy diferentes, la escena política española se despide de dos auténticos animales políticos, que han protagonizado una parte importante de las últimas décadas de la historia de España. Ambos, por cierto, lo más alejados que es posible en el espectro de sus respectivos pensamientos.

El lunes, Esperanza Aguirre sorprendía a tirios y troyanos convocando a toda prisa una conferencia de prensa, donde anunció que dimite como Presidenta de la Comunidad de Madrid y como diputada en la Asamblea, y que también lo hará como Presidenta del PP de Madrid. Con 60 años, se puede estar de acuerdo o en desacuerdo con ella, pues sus posiciones políticas están en la derecha extrema y el neoliberalismo contumaz. Pero hay que reconocer que no deja a nadie indiferente, que ha hecho gala de una cintura política sin parangón por estos lares más bien poblados de mediocridades, y que habla tan clarito que se le entiende (casi) todo. Menos este lunes, en que a nadie le quedaron del todo claros los auténticos motivos que la han llevado a hacer un discreto mutis por el foro.
(Fuente: lavanguardia, extraída de imágenes de rtve)

Es conocido que se le diagnosticó un cáncer, del que estaría presuntamente curada. Pero todos los que han sufrido alguna vez esta cruel enfermedad, conviven con el continuo sobresalto de que pueda reaparecer o extenderse. Es sabido que las ambiciones políticas que nunca se ha preocupado de disimular en demasía no tienen cabida en el PP actual, y que ya no podía aspirar, en su carrera política, a ser más que Presidenta de la Comunidad de Madrid, por lo menos sin pegar un portazo en el PP e irse a otra formación política (algunos incluso especulan con su pronta reaparición de la mano del Mario Conde político). Y es sabido también que el verano trae consigo alteraciones en las rutinas de convivencia que provocan muchos divorcios en Septiembre, muchas decisiones de cambio en el estilo de vida.

Podemos hacer un cóctel con todas esas razones, y posiblemente estaríamos cerca de los motivos auténticos por los que Esperanza Aguirre ha decidido eclipsarse de la escena política activa, en primera línea. No hace mucho, por cierto, todavía quería poner la primera piedra del proyecto Eurovegas (suponiendo, claro, que los miles de millones y los cientos de miles de puestos de trabajo sean algo más que el delirio senil de un ludófilo americano). Sus explicaciones durante la conferencia de prensa del lunes han dejado la puerta abierta a especulaciones diversas.

Su imagen de buena gestora (a pesar de las toneladas de privatizaciones encubiertas, propias de la ideología neoliberal que persigue un estado del menor tamaño posible) y sus rápidas reacciones en construir cortafuegos ante los casos de corrupción que se hicieron públicos (Gürtel y demás), atrajo votos de electores no tradicionales del PP, que le llevaron a holgadas mayorías absolutas en la Asamblea de Madrid.

Ahora deja al frente de la Comunidad a su delfín, Ignacio González, un personaje hasta ahora más bien gris, que ha crecido (políticamente) bajo sus faldas (un decir). Rajoy no es muy partidario, pero parece ser que ha preferido no abrir un nuevo frente bélico, con la que ya le está cayendo por todas partes.

Sólo cabe desearle una larga vida, y que sea feliz en su nueva peripecia personal, familiar y profesional. Veremos si no reaparece, más pronto que tarde, en alguna otra trinchera que la motive con nuevos desafíos.

* * *

Este martes nos enteramos de que el dirigente histórico del Partido Comunista de España, Santiago Carrillo, murió como un pajarito, a sus 97 años, durante la siesta de la tarde, seguro que con un Ducados humeando cerca. Carrillo ha sido la mejor demostración de que la enfermedad es pura estadística.

Como no podía ser de otra forma con un personaje de su talla política, Carrillo ha sido durante toda su vida un personaje controvertido. Más o menos todo el mundo reconoce su actitud positiva en la etapa posterior a la muerte del dictador Franco. Su disposición al sacrificio, o incluso a la renuncia, y su buena química con el que era a la sazón Presidente del Gobierno, Adolfo Suárez, favorecieron que la Transición política fuera más fácil de lo que podría haber sido, o incluso que fuera posible. Es ya parte de la memoria común ese Sábado Santo de 1976, en que se produjo, con nocturnidad cierta, la legalización del PCE.
(Fuente: estrelladigital)

Muchos siguen pensando que es un asesino antes que ninguna otra cosa, por su destacado papel como comisario comunista durante la Guerra Civil, y su decisiva participación en matanzas y hechos luctuosos, como los acaecidos en Paracuellos del Jarama. Personalmente, creo que lo que es injusto es la guerra en general, y las guerras civiles todavía más, y que, a pesar de todo, los asesinatos en esos tiempos tienen el atenuante de conflicto bélico. Es esa dialéctica perversa de los efectos secundarios y los daños colaterales, que tan difícil es de entender en tiempos de paz y libertad.

Su prolongado exilio, relativamente dorado, por Francia, Moscú y otros lugares, también despierta las críticas de algunos de sus propios correligionarios, muchos condenados a exilios vergonzantes y forzosos, plagados de nostalgia y miseria. Y los famosos episodios de la peluca y los paseos clandestinos por el Madrid inmediatamente postfranquista, ya forman parte del anecdotario popular.

En estas últimas décadas, sin embargo, ya viejo pero nunca senil, ha sido una voz informada y bastante preclara, desde mi punto de vista, de la historia reciente de España. Ha estado colaborando en tertulias de diverso signo hasta muy recientemente.

Carrillo se ha llevado a la tumba, con seguridad, muchos secretos y algunos remordimientos. Y también algunas satisfacciones. Ya no quedan muchos con vida que participaran activamente en la Guerra Civil, de cuyo inicio se cumplieron ya los 75 años.

Algunos, que nunca cejan de intentar encontrar alguna vis cómica a cualquier acontecimiento, han afirmado que el acceso al Infierno está bloqueado porque, en primera fila, Fraga y Carrillo están discutiendo y la cola no puede avanzar hasta que se pongan de acuerdo. Y va para largo.

En solamente dos días, dos auténticos animales políticos (en el mejor sentido de la expresión) han hecho mutis por el foro.

JMBA


(21/9/12) - Se han publicado nuevas informaciones (por ejemplo, aquí), que apuntan a que la razón última para la dimisión de Esperanza Aguirre habría sido una agria bronca con Rajoy, debido a que Esperanza podría haberse extralimitado de sus atribuciones y competencias, al comprometer modificaciones legislativas que se acomodaran a las demandas de Adelson para la instalación de Eurovegas en Madrid. Por ejemplo, con la ley antitabaco.

Por otra parte, todavía no ha dimitido como presidenta del PP de Madrid, donde se auguran turbulencias. Según algunas fuentes, Rajoy preferiría a la consejera Lucía Figar como recambio de Aguirre, en lugar del delfín Ignacio González. Veremos lo que nos deparan los próximos días.

A Rajoy, como a todos los indolentes, se le están acumulando los problemas.

lunes, 17 de septiembre de 2012

Viaje a la Galicia Interior - 1 - Ponferrada

A mediados de Agosto tuve ocasión de poder dedicar una semana a un viaje en coche desde Madrid hacia la Galicia Interior (provincias de Orense y Lugo). Tanto a la ida como a la vuelta planifiqué una etapa en la provincia de León. A la ida, en Ponferrada, y a la vuelta en la capital.
Detalle de una de las farolas de la Plaza del Ayuntamiento
de Ponferrada.
(JMBigas, Agosto 2012)

Para llegar a Ponferrada desde Madrid hay que seguir la llamada Carretera de La Coruña, la A-6. que cruza las provincias de Segovia, Ávila y Valladolid, antes de entrar en la de León. En Rueda (Valladolid) se puede hacer una parada de interés vinícola, como ya he comentado en otra ocasión.

Ponferrada es la ciudad más importante de la comarca del Bierzo (León), famosa por sus excelentes viandas   que incluyen vinos muy recomendables (especialmente tintos de uva Mencía y blancos de uva Godello). El Bierzo es como una enorme cazuela, absolutamente rodeada por montañas. Para llegar a Ponferrada desde Astorga, hay que cruzar montañas, y lo mismo para cruzar desde allí hacia Galicia (provincia de Orense). Por su proximidad y muchas afinidades, algunos consideran al Bierzo como la quinta provincia gallega. Por ejemplo, el dueño del restaurante O Asador en Viveiro (Lugo), que tiene al excelente tinto Cepas Viejas de Dominio de Tares, en el capítulo de tintos gallegos, como contaré en un capítulo posterior.

En esta ocasión hice una breve parada en Rueda para desayunar en Casa Lola, y acabé llegando a Ponferrada pasada la una de la tarde. Me hospedé de nuevo, como el año anterior, que ya conté, en el Hotel Aroi Bierzo Plaza, en la misma Plaza del Ayuntamiento, el centro neurálgico del casco histórico de Ponferrada. El propio complejo del hotel dispone de dos restaurantes: la Taberna, donde se pueden comer platos y raciones en un entorno informal, y el restaurante gastronómico La Violeta, muy recomendable como ya glosé en otra ocasión.
Castillo de Cornatel, en Priaranza del Bierzo.
(JMBigas, Agosto 2012)

Tras ocupar la habitación, bajé a la terraza de la Taberna, en la propia plaza, para comer una cazuela de revuelto con gulas y gambas, acompañado con un par de copas de Godello. A las dos y media de la tarde, la Plaza del Ayuntamiento olía a siesta. El día era muy caluroso, y poca gente se veía circulando a esa hora. En la terraza, sólo había dos o tres mesas ocupadas. Justo en la mesa de al lado había dos parejas jóvenes, que hablaban con acento exageradamente gallego, a pesar de que deduje que vivían en Ponferrada. Mientras los chicos sesteaban sin dejar de manipular sus smartphones, las dos chicas (una, muñequita linda; la otra, guapina de cara pero algo entrada en carnes) no dejaban de parlotear en voz suficientemente alta, de modo que no tuve más remedio que enterarme de parte de sus conversaciones. Buena parte del tiempo, esta versó sobre peluquerías y centros de belleza, hasta que Muñequita Linda llamó a algún establecimiento de otro lugar distinto a Ponferrada para reservar una sesión para su amiga. Imperdible su introducción: "¿Jenny? Hola, soy Vanessa...". Parece ya obsoleto el tiempo de las Marías y las Carmen de España.

Yo no cedí a la tentación de la siesta, y tras la frugal comida volví a tomar el coche para ir hasta el municipio próximo de Priaranza del Bierzo, donde está el Castillo de Cornatel. Se estima que, originariamente, el castillo fue un castro romano, que posiblemente vigilaba los accesos a las minas de oro de Las Médulas, que están relativamente próximas. Pero su esplendor fue con los Templarios (s. XII y XIII), aunque pasó por muchas manos. Actualmente está en parte en ruinas, aunque su perfil exterior se conserva bastante bien. El problema es que el horario para poder visitarlo es muy escaso (en verano y únicamente los fines de semana). Como era jueves, tuve que conformarme con tomar algunas vistas del exterior.
Basílica de la Encina, Ponferrada
(JMBigas, Agosto 2012)

El Castillo de Cornatel está enclavado sobre un barranco de unos 180 metros de profundidad, por sus lados Este y Norte, por donde discurre el arroyo de Rioferreiros, mientras que es fácilmente accesible por los otros. Muy cerca se encuentra la pintoresca aldea de Villavieja.

Tanto al pie mismo del Castillo como en el camino desde Ponferrada, se tienen algunas vistas maravillosas de lo que es el valle del Bierzo, con el Lago de Carucedo, algunas plantaciones de viñedos y, siempre, las montañas que circundan la comarca en todas direcciones.

De vuelta a Ponferrada, quería visitar el famoso Castillo de los Templarios (que en mi anterior visita, un lunes, estaba cerrado al público). Desde la Plaza del Ayuntamiento, hay un breve paseo hasta el Castillo, por la calle del Reloj, la plaza de la Encina y luego la calle de Gil y Carrasco, que discurre paralela a sus murallas.

Serían ya las siete de la tarde, pero ese día de Agosto fue caluroso de verdad, y el Sol, ya cercano a su puesta, seguía apretando de forma inmisericorde.

El Castillo de los Templarios de Ponferrada está asentado sobre un alto junto al río Sil, que cruza la ciudad antes de adentrarse en Galicia (ya os contaré mi navegación por el Cañón del Sil, límite entre Lugo y Orense, en otro capítulo). Está en muy buen estado de conservación, y la ciudad lo utiliza como recurso cultural, para realizar exposiciones y conciertos. Ese día por la noche había un concierto de música clásica de cámara, a cargo de una pequeña banda de viento, al que no pude asistir.
Castillo de los Templarios, Ponferrada.
(JMBigas, Agosto 2012)

La visita al Castillo cuesta 6 euros, e incluye la sala de audiovisuales explicativos, así como la exposición permanente Tempus Libri, de visita obligada. Se exponen ahí ejemplares facsímil de libros y documentos medievales. Junto a la entrada, pasada la taquilla, una guía te da las explicaciones sobre el monumento, y te indica la ruta aconsejada para la visita.

La ruta discurre, en primer lugar, por la sala de audiovisuales, donde hay paneles informativos sobre los castillos de frontera de la región de Castilla y León, así como vídeos explicativos del propio Castillo y del proyecto para su restauración y recuperación para la vida ciudadana de Ponferrada. En la planta baja se exponen algunos atuendos medievales.

Luego se anda por todo el camino de ronda por las murallas que discurren paralelas al casco antiguo de la población. Hay un gran patio central, al fondo del cual está el Castillo Antiguo, que es la siguiente etapa de la visita. Se puede acceder a la Torre del Homenaje, pero el camino es bastante angosto y se requiere una buena agilidad para no sufrir algún tropiezo.
Castillo Antiguo, en el interior del complejo del
Castillo de los Templarios, Ponferrada.
(JMBigas, Agosto 2012)

De vuelta hacia la entrada, se sigue el camino de ronda junto a las murallas occidentales, sobre el río Sil y la parte más nueva de la ciudad de Ponferrada. La visita termina en la zona de nuevas edificaciones, donde está la exposición permanente. En una de las salas estaba ensayando la banda que tenía concierto esa misma noche.

Saliendo ya del Castillo (donde sudé la gota gorda), tuve que abrevar en un bar cercano, porque estaba próximo a la deshidratación. Volví al hotel, y algo más tarde salí para cenar. Me apetecía una simple pizza, y elegí la terraza de una de las varias pizzerías que hay en el camino entre la Plaza del Ayuntamiento y el Castillo. Acompañé la cena con una botella (en formato 50cl) del excelente tinto Cepas Viejas (Mencía) de Dominio de Tares.

Aparte de las fotografías que he elegido para ilustrar este artículo, podéis acceder a una completa colección de 51 imágenes, pinchando en la foto de la Plaza del Ayuntamiento.


Al día siguiente, antes de las ocho de la mañana, la Plaza del Ayuntamiento (mi habitación esquinera tenía un pequeño balcón sobre la propia plaza) estaba silenciosa y callada (es zona peatonal), salvo por el motorista que iba repartiendo bolsas con churros calientes a las diversas cafeterías. Tras desayunar en el sótano del hotel (un buffet muy bien surtido), seguí camino hacia Valdeorras y Orense.

Pero ese ya es otro capítulo.

JMBA

martes, 11 de septiembre de 2012

Los Prejuicios

En lógica se conoce como argumento ad hominem (del latín, literalmente, "al hombre") a un tipo de falacia. Consiste en decir que algo es falso, eludiendo presentar razones adecuadas para rebatir una determinada posición o conclusión. En su lugar se ataca o desacredita a la persona que la defiende señalando una característica o creencia impopular de quien lo expresa (Wikipedia).

Este fin de semana ha tenido relevancia en la Red un artículo de César Molinas publicado por El País, titulado Una teoría de la clase política española. Lo leí y me pareció bastante atinado, aunque sus conclusiones son, quizá, demasiado arriesgadas y deben repensarse un poco más. Lo compartí en Facebook , e incluso se lo remití a algunos amigos. Es relativamente largo, y su lectura toma un cierto tiempo, pero os lo recomiendo vivamente.
Ilustración de El País al artículo citado en el texto.
(Fuente: elpais)

El artículo ha generado mucha polémica. Creo que el título define correctamente su contenido, y no pretende analizar exhaustivamente el problema de España, sino que se centra en las disfunciones asociadas a nuestra clase política, nacida en la Transición. Algunas de las críticas que ha levantado tienen que ver con el hecho de que algunos han pensado que la teoría del autor es que EL problema de España es su clase política, lo que en ningún momento se dice en él. Aunque es cierto que sólo analiza el comportamiento de la clase política, que es el objetivo definido por su propio título.

Pero otras críticas han tirado del argumento ad hominem. Algunos han manifestado que si lo ha publicado El País, entonces no es de fiar. O que el autor trabajó para Merrill Lynch, y claro... Descalificaciones, que no críticas ni opiniones, gratuitas y falaces. El periodista Ignacio Escolar le dedica un artículo a refutar sus argumentos. Resulta curioso ver cómo, entre la multitud de comentarios que han enviado los lectores, hay alguno que acusa al autor de utilizar el argumento ad hominem.

Todos tenemos un cierto número de prejuicios. Así, algunos prefieren unos medios de comunicación a otros, porque habitualmente transmiten mensajes que son más acordes con sus propias opiniones personales. Y deciden, por tanto, no leer nada de aquellos medios que nos les resultan afines. Los hay adictos a Intereconomía, otros a El País, algunos a La Razón, y así para adelante. Lo que normalmente va acompañado de la correspondiente manifestación de urticaria ante cualquier cosa que transmita un medio que no lo perciba como fiable.

Este filtro que introducen los prejuicios nos permiten desbrozar un poco el camino, y nos evitan el sofoco de leer opiniones que, muy probablemente, no coincidan con las nuestras. Bueno, como opción intelectual es discutible, pero es una opción personal perfectamente válida.

El problema, la disfunción, la falacia, aparece cuando alguien descalifica una información (o un artículo de opinión) por el solo hecho de que se ha publicado en determinado medio que no es de su confianza. En otras palabras, los prejuicios nos autorizan la omisión (ni leer, ni consultar, ni ver lo que publiquen los medios que filtramos como no fiables para nosotros), pero la opinión requiere de un ejercicio intelectual y de lógica que evite por completo las falacias.

Son infinitas las facilidades que dan los medios tecnológicos modernos para que todo el mundo pueda opinar de forma muy fácil (los comentarios son siempre posibles, y mucho más inmediatos y fáciles, que las famosas Cartas al Director). Con lo que, inevitablemente, este ejercicio vicioso de la lógica, con utilización de argumentos ad hominem, están a la orden del día.
Woody Allen
(Fuente: resumi2)

Supongo que cada cual, de acuerdo a sus propias experiencias, tiene sus escritores favoritos (de los que se ha leído algún libro que nos ha gustado) y sus directores de cine preferidos (de los que se ha visto alguna película que nos ha gustado). A mí, por ejemplo, me gustan como directores tanto Woody Allen como Pedro Almodóvar, por citar solamente dos. Pero jamás me atrevería a decir que todas sus películas son geniales. En el caso del americano, Bananas, Misterioso Asesinato en Manhattan o Match Point tienen elementos que, en mi opinión, las acerca a la genialidad; mientras que otras, con cierta inspiración bergmaniana, son intragables, y las últimas son (casi) puros panfletos turísticos de Barcelona, París o ahora parece que Roma (la veré, sin duda, pero con este prejuicio). En el caso del manchego, a la indudable genialidad de Mujeres al Borde de un Ataque de Nervios o a la profundidad de Carne Trémula o Volver, se contraponen otras películas bastante insufribles y truculentas, que hacen realidad las maravillosas imitaciones (exageradas, por supuesto) que de Almodóvar realiza el cómico Miki Nadal. Algo así como un taxidermista transexual y cocainómano de Puertollano se enamora de una ardilla del bosque y, al no ser correspondido, asesina al alcalde.

En otras palabras, que un director nos guste o no (así, en general) significa que estaremos dispuestos (o no) a dedicarle un cierto tiempo a ver y analizar su última película. Pero la crítica (buena o mala) nunca deberá serlo en función de quien es el director, ya que caeríamos en la falacia del argumento ad hominem, sino en la propia película, su argumento, su desarrollo, el trabajo artístico, técnico, etc. Si un director no nos gusta, evitaremos perder nuestro tiempo viendo sus películas, pero eso no nos autoriza a decir que son malas por el simple hecho de quién sea su director.

Los prejuicios nos autorizan legítimamente a la omisión, pero si opinamos debemos hacerlo respetando unas reglas mínimas de altura intelectual, y no utilizar ese tipo de falacias, como el argumento ad hominem.

Tengo algún amigo a quien no le gusta nada el cine español. Es perfectamente respetable que decida no dedicar su tiempo a ver ninguna película española, que las omita de su selección. Pero a menudo traspasa el umbral de la falacia, argumentando que una película (que muy probablemente ni siquiera ha visto) es mala por el simple hecho de ser española. Yo soy lo contrario, en general me gusta el cine español. Ello significa que estoy más dispuesto a dedicar mi tiempo a ver una mala película española que una película americana regulera. Lo que no obsta para que, después de verla, pueda opinar que es mala de solemnidad, que el argumento no se sostiene, que los actores no son creíbles, etc. etc.
Pedro Almodóvar
(Fuente: esmas)

En estos tiempos apresurados, globalizados y atribulados, existen infinitas facilidades (comentarios on-line a cualquier publicación, blogs, foros, etc. etc.) para que todo el mundo pueda manifestar su opinión, y eso es bueno. Pero ello no significa que se puedan saltar impunemente las reglas más elementales de la lógica, y utilizar masivamente argumentos ad hominem para descalificar aquello con lo que no comulgamos. Todo opinador es respetable, sí; pero toda opinión debe ganarse la respetabilidad no utilizando argumentos falaces ni descalificaciones gratuitas.

Si tus prejuicios te llevan a que no te guste cierto escritor, tu libertad te permite omitirlo de tu lista de lecturas. Pero si lo lees y opinas, siempre hay que respetar las normas básicas de la lógica al emitir una opinión y, especialmente, evitar las falacias como el argumento ad hominem.

No todo vale. Tener ciertas preferencias no nos autoriza de ningún modo a cancelar el sentido crítico. Ni para el incienso ni para el ventilador de KK.

JMBA