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miércoles, 30 de mayo de 2012

Un Paseo por el Marais de París

Le Marais (las marismas o los pantanos) es un barrio histórico de París, aunque no administrativo (ya que está a caballo entre los distritos - arrondissements - 3º y 4º de la capital).
La Place des Vosges.
(JMBigas, Marzo 2012)

Sus límites son algo difusos, pero se ubica en la orilla derecha del Sena, frente a la Isla de Saint Louis. Al norte lo limita la rue de Bretagne, al sur el río, por el oeste se desemboca a la zona del Centro Georges Pompidou, mientras que al este termina en los grandes bulevares que rodean la Plaza de la Bastilla. Su lugar más emblemático es la Place des Vosges.

Inicialmente zona inundable (pantanosa), fue originariamente ocupado por las órdenes religiosas (entre ellas, la Orden del Temple) en el siglo XII. El cambio de la fisonomía del Marais tuvo su origen en un hecho luctuoso. Cerca del emplazamiento actual de la Place des Vosges, el rey Enrique II celebraba los esponsales de su hija Isabel con Felipe II de España (1559). En un combate con el capitán de su guardia escocesa, este le clavó una lanza en el ojo, herida de la que acabó muriendo, entre terribles sufrimientos, diez días después.
El Cirque d'Hiver, junto al boulevard du Temple
(JMBigas, Marzo 2012)

En 1605 se decidió construir sobre ese emplazamiento (Hôtel des Tournelles) la que hoy es la plaza más antigua de París, que se inauguró en 1612, bajo el nombre de Place Royale, con motivo del matrimonio entre el rey Luis XIII y Ana de Austria. Toda la zona se convirtió en residencia para la nobleza, lo que dio lugar a la construcción de muchas mansiones (u hoteles particulares), los llamados Hôtel. Muchos de ellos siguen en pie en el barrio. Algunos se han convertido en museos (como el Musée Carnavalet o el Musée Picasso), mientras que otros son sede de institutos u organismos oficiales.

A mediados del siglo XVIII, la nobleza se desplaza hacia zonas más despejadas de la capital, como el faubourg Saint Honoré o el faubourg Saint Germain. El barrio pasa a ser ocupado por artesanos y obreros, que construyen talleres o pequeñas fábricas en algunos de esos hotelitos particulares.

El barrio sobrevivió incólume a los grandes trabajos de renovación urbana llevada a cabo en el siglo XIX, el estilo Haussmann, que remozó por completo los grandes bulevares, y destruyó muchos edificios y viviendas más antiguos, considerados insalubres o inseguros. Pero el Marais preservó su encanto de siempre.
La square Léopold-Achille, una de los muchos espacios
ajardinados que hay en el Marais.
(JMBigas, Marzo 2012)

En 1969, el famoso escritor y aventurero André Malraux, a la sazón Ministro de Cultura, lanzó un plan de salvamento y preservación para el barrio, que sigue en vigor en la actualidad. Esto ha permitido mantener el entorno urbano y el ambiente tradicional de este barrio singular, con sus calles estrechas, sus grandes mansiones y la monumental plaza (casi) cuadrada, des Vosges.

En torno a la rue des Rosiers, se instalaron en la primera mitad del siglo XX un gran número de judíos procedentes de Europa del Este (los ashkenazi). A pesar de sufrir persecuciones sin fin durante la ocupación alemana de París, en la actualidad vive en la zona una importante comunidad judía.

Al norte del barrio hay una zona habitada principalmente por chinos (en torno a la Rue au Maire), donde se instalaron los miles de nativos de la provincia de Wenzhou que acudieron a Francia durante la Primera Guerra Mundial, para aportar mano de obra en la retaguardia.

En los años 80 también se desarrolló en Le Marais un barrio gay, en torno a la rue Sainte-Croix-de-la-Bretonnerie, del que quedan trazas en la actualidad.

Especialmente por sus bellos palacios y mansiones, por la zona judía (donde hay muchos comercios gastronómicos y textiles de tradición hebrea) y por la magnífica Place des Vosges, todo el Marais constituye una atraccion turística muy frecuentada por los visitantes de París.
Jardines del Hôtel Donon.
(JMBigas, Marzo 2012)

De mis visitas a París (muchas por motivos laborales, con muy poquito tiempo libre) conocía alguna zona de le Marais. Pero en mi última visita (a finales de Marzo) decidí dedicarle un sábado por la mañana al barrio. Consulté diversas rutas, y me construí la mía, que os paso a relatar.

Accedí al Marais en Metro, por la estación Filles du Calvaire (situada en el boulevard du Temple, al noreste). Frente a ella está el singular edificio del Cirque d'Hiver (Circo de Invierno), construido en 1852, y llamado en otras épocas Cirque Napoléon. Su planta de apariencia circular, es realmente un polígono de veinte lados. Actualmente tiene capacidad para 1.650 espectadores.

Por la rue des Filles du Calvaire, me adentré en el barrio del Marais. En la rue de Turenne giré hacia la izquierda, y seguí la calle hasta la iglesia de Saint-Denys-du-Saint-Sacrement, construida en 1835 en estilo neoclásico.

Frente a la iglesia, tomé por la callecita llamada du Roi-Doré, y luego a la izquierda por la rue de Thorigny. Allí está el Hôtel Salé, que es la sede del Museo Picasso de París. Desafortunadamente, el edificio está en plenas obras de rehabilitación en la actualidad, y el Museo cerrado al público.
Típica pastelería judía, en la rue des Rosiers.
(JMBigas, Marzo 2012)

En la minúscula Place Thorigny, tomé a la izquierda por la rue du Parc Royal, hasta la esquina de la rue Payenne. En esta zona abundan las mansiones y hotelitos particulares. Sobre la esquina hay una de las muchas plazas ajardinadas que siembran el Marais, como herencia de los jardines de las antiguas mansiones, que pasaron en algún momento a control municipal. Allí está la Square Léopold-Achille (ideal para una breve pausa), y un poco más abajo por la rue Payenne, la Square Georges Cain. En el centro de esta zona de remanso, hay una estatua de Aristide Maillol, una mujer llamada Île de France. Frente a ella está el Hôtel de Marle (11, rue Payenne), que es actualmente la sede del Instituto Sueco de París.

Por la rue Payenne pasé junto a los maravillosos jardines del Hôtel Donon, actual sede del Musée Cognacq-Jay. Un poco más abajo se llega a la rue Francs-Bourgeois, una de las arterias principales del Marais (calle estrechita, de todos modos). Seguí de frente por la rue Pavée, pasando junto a la Biblioteca Histórica de la Ciudad de París (24, rue Pavée), que ocupa el antiguo Hôtel Lamoignon. Un poco más, y a la derecha. Ya estamos en la rue des Rosiers, el centro del barrio judío del Marais. Allí se pueden ver colas en la calle frente a los establecimientos que ofrecen especialidades culinarias hebreas, así como comercios de todas clases, orientados a la clientela judía.

Al final de la rue des Rosiers, se llega a la rue vieille du Temple. No seguí por ahí, sino que volví atrás por la misma calle, para recuperar la rue des Francs Bourgeois, en dirección a la Place des Vosges. Junto a la rue Payenne está el Musée Carnavalet, que ocupa el propio Hôtel Carnavalet y el vecino Hôtel Le Peletier de Saint-Fargeau.
Fachada principal del Musée Carnavalet.
(JMBigas, Marzo 2012)

Al cruzar la rue de Sevigné se puede ver, en la lejanía, la iglesia de Saint-Paul Saint-Louis. La rue des Francs Bourgeois desemboca en la Place des Vosges, la auténtica joya del Marais, clasificada como Monumento Histórico desde 1954. Inaugurada en 1612 bajo el nombre de Place Royale, tuvo diversos nombres durante la Revolución Francesa. Su nombre actual se le dio en 1800, en agradecimiento al departamento de Vosges (en el noreste de Francia, cerca de Alsacia), por ser el primero que aceptó pagar los nuevos impuestos de la Revolución. Durante el siglo XIX cambió varias veces de nombre; incluso llegó a llamarse Place de la Republique en 1830.

En las lujosas residencias que rodean la plaza vivió, por ejemplo, Victor Hugo, y tiene actualmente su residencia parisina Dominique Strauss-Kahn, tristemente famoso por los incidentes en el Sofitel de Nueva York, en Mayo de 2011, y otrora candidato in pectore del socialismo francés a la Presidencia de la República.

A pesar de ser sólo finales de Marzo, el día era prácticamente veraniego, y había muchísima gente paseando, tomando el sol y jugando en los jardines del centro de la plaza. Allí está también el monumento al rey Luis XIII.

Bajo los soportales de la Place des Vosges hay infinidad de pequeños restaurantes con terrazas (si el tiempo lo permite). Son, en general, recomendables por el entorno y la cocina, pero nada baratos, eso sí.
Jardines en el centro de la Place des Vosges.
(JMBigas, Marzo 2012)

Como ya era hora para el almuerzo, aproveché una mesita bajo los soportales y frente a la plaza en uno de ellos, para un descanso gastronómico.

Saliendo de la plaza por su extremo suroeste, se accede directamente a los maravillosos jardines del Hôtel de Sully. Como no podía ser de otra forma, había obras de rehabilitación parcial en el edificio, con su parafernalia habitual de andamios y paneles informando de lo que se va a hacer y quién lo paga.
Jardines del Hôtel de Sully.
(JMBigas, Marzo 2012)

Saliendo del complejo del Hôtel de Sully, se llega directamente a la rue Saint-Antoine, que es la prolongación natural de la rue de Rivoli, que discurre más o menos paralela al río, y que conduce a la plaza de la Bastilla. En dirección contraria, y hacia el Sena, se delimitaron unas cuantas manzanas (junto a la rue Saint-Paul) para crear un conjunto peatonal conocido como Village Saint-Paul, una concentración de pequeños comercios de antigüedades, curiosidades y diseño. Por uno de sus accesos, la rue des Jardins Saint-Paul, se tiene otra vista de la iglesia Saint-Paul Saint-Louis, y se accede, en dirección contraria, a los quais junto al Sena. Siguiendo un poco por la rue du Figuier, se puede ver el maravilloso Hôtel des Archevêques de Sens, con sus características torres rematadas por conos de pizarra.

Desde esa zona, frente al extremo de la isla de Saint-Louis, se tienen unas preciosas vistas de la Catedral de Notre Dame, en una perspectiva poco habitual.
La Catedral de Notre Dame, desde la Esplanade des Villes.
(JMBigas, Marzo 2012)

Seguí en dirección al Pont Morland, el acceso al curioso puerto deportivo (Port de Plaisance) de Paris-Arsenal, con la columna de la plaza de la Bastilla al fondo. Junto al río, en la Esplanade des Villes, hay zonas habilitadas para patinadores (cuando pasé por ahí, había toda una clase de niños de 4-5 años, con sus patines, vigilados por los correspondientes monitores).

Seguí un poco junto al río, hasta llegar a la estación de Metro de Quai de la Rapée, que está frente a la Estación de Austerlitz, al otro lado del río. Allí di por finalizada mi promenade por el Marais.

En conjunto, un interesante paseo que, a ritmo tranquilo, puede tomar unas tres horas (sin visitas). Cualquiera que pase unos cuantos días en París volverá sin duda al Marais, para visitar, por ejemplo, alguno de sus extraordinarios museos, o para relajarse, comer o cenar en la Place des Vosges.

He seleccionado unas pocas fotografías para ilustrar este artículo. Pero disponéis de una completa colección de 50 imágenes de todo el recorrido, en Picasa, pinchando en la foto de la Place des Vosges.
Viajero, pon el Marais en tu agenda para tu próxima visita a París.

JMBA

martes, 29 de mayo de 2012

La Estafa (que no cesa) de Bankia

Yo no soy cliente de Bankia. Quiero decir que no les debo dinero. Porque los clientes de un Banco son los que compran (o han alquilado) el producto que los bancos venden: dinero.

Sí soy un pequeño impositor. Mantengo una cuenta corriente residual (procedente de Caja Madrid), que llegó a tener algo más de cien euros de saldo, pero que las sucesivas comisiones y cargos se lo está llevando por delante. Debería haberla cancelado ya, porque no la utilizo para nada.
Rodrigo Rato ha sido el último Presidente de Bankia,
antes de la intervención.
(EFE; fuente: heraldo)

Y también soy uno de los 400.000 timados por la salida a Bolsa de Bankia en Julio de 2011. La diferencia entre un timado y un estafado es que mientras este es pasivo (simple sufridor), aquel es activo (debe tomar una decisión, que podría haber sido en sentido contrario). En el timo se requiere de la participación del timado, de que juegue un papel decisivo su codicia personal (recordemos el timo de la estampita, o el del toco mocho). En la OPV (Oferta Pública de Venta) solicité un pequeño número de acciones por un valor, en ese momento, de cinco mil euros, que resultaron en 1.333 acciones, al precio final de salida de 3,75€. Desde entonces, hace ya casi un año, jamás el valor de la acción volvió a ese nivel, y en los últimos meses, semanas y días, su cotización se ha desplomado. Hoy ha llegado a valer tan sólo 1,14€ al cierre, y muchos analistas coinciden en darle un valor objetivo a la acción de Bankia del orden de los 20 céntimos.

Como accionista, ya he perdido el 70% de la inversión inicial, y la previsión es que pueda llegar a perder hasta el noventa y pico, si no directamente el cien por cien (que sería el caso de haberse declarado una quiebra). Cuando se juega en Bolsa, no se pierde realmente nada mientras no se venden los valores (o simplemente desaparecen). Afortunadamente, mi (pequeña) inversión no era en base a un préstamo que deba devolver, por lo que puedo mantener ese valor, a la espera de que en el medio o largo plazo pueda llegar a recuperar un importe más presentable.

Como es preceptivo, la operación de salida a Bolsa iba acompañada de un folleto explicativo (que se puede ver en el registro de la CNMV). Se trata de un documento de seis páginas, en letra más bien pequeña, que detalla los extremos de la emisión, los riesgos que tiene para el inversor (propios de la entidad, del sector y de España como país), y se aportan también unos datos financieros de la entidad que, recordemos, procedía de la fusión de siete cajas de ahorros. En resumen, plantea un total de activos por 283 millardos de euros (utilizo esta expresión por no poner billions, que resulta confuso), con un Patrimonio Neto (fondos propios y demás), por 13,7 millardos. Explica que tiene una fuerte exposición a los créditos inmobiliarios (tanto a particulares como a promotores), y en general se cura en salud (lo que es habitual en este tipo de documentos). Fija una banda de precios (indicativa, pero no vinculante) entre 4,41 y 5,05 euros por acción en la salida a Bolsa, que luego se corrigió a la baja hasta el precio definitivo de 3,75 euros.

Entre los riesgos, se detallaba el ligado a la presencia del FROB (Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria) como acreedor del mayor accionista de Bankia (el Banco Financiero y de Ahorros, a su vez propiedad de las siete cajas fundidas en Bankia). Se decía que con fecha 3 de Diciembre de 2010, el FROB suscribió participaciones preferentes convertibles (PPC) en acciones emitidas por el Banco Financiero y de Ahorros (matriz de Bankia) por importe de 4.465 millones de euros. Se advertía de que, dependiendo de las circunstancias, el FROB podría llegar a convertirse en socio mayoritario o de control de la entidad.
Miguel Blesa, Presidente de Caja Madrid desde 1996
hasta la llegada de Rato.
(Fuente: periodistadigital)

Está por ver (y me gustaría que se den todas las explicaciones necesarias) si los datos aportados en ese folleto eran correctos en ese momento, o ya sufrieron un cierto maquillaje para hacer más atractiva la oferta. En otras palabras, me gustaría saber si Rodrigo Rato y su equipo de dirección, en Julio 2011, ya anticipaban lo que ha acabado sucediendo sólo unos meses después (aunque no se lo contaran a nadie).

Debo decir que mi decisión de realizar una pequeña inversión en la entidad se basó en el convencimiento de que se trata(ba) de un banco sólido, con muchos años a sus espaldas en este negocio. Con ello quiero decir que tomé una decisión libre (que podría haber sido la contraria). Por lo tanto, debo asumir el resultado de mis decisiones, y no hay mucho más que decir.

Desde Julio de 2011 hasta la fecha de hoy, la entidad no ha distribuido ni un céntimo en dividendos para sus accionistas. Y tal y como están las cosas, más vale que olvidemos esa posibilidad, que no sucederá en los próximos años o lustros.

El 29 de Febrero de 2012, Bankia registró en la CNMV lo que se llama información financiera intermedia, con los resultados (activo, pasivo, cuenta de pérdidas y ganancias,...) para el 2º semestre de 2011, según consta, firmada el 24 de Febrero por todos los miembros de su Consejo de Administración. Las cifras principales detallan que (a 31 de diciembre de 2011), sus activos totalizarían 301 millardos de euros (es decir, 18 millardos más de lo que se dijo en el folleto de la OPV) y el resultado (después de impuestos) de ese semestre arrojaría un saldo positivo de casi 159 millones de euros. Ahora hemos sabido que esas cifras jamás fueron aprobadas por los auditores y que, muy probablemente, son falsas de toda falsedad.

El 6 de Mayo, La Vanguardia publicaba una información (fechada en Valencia, pues el domicilio social de Bankia es la sede de la anterior Bancaja, en Valencia) según la cual se celebraría una Junta General de Accionistas de Bankia la semana siguiente, en la que se propondría un reparto de dividendos a los accionistas por valor de 152 millones de euros (un payout del 50%; esa cantidad sería la mitad de los beneficios atribuidos en ese momento para 2011). Esta información nunca llegó a oficializarse en la CNMV. Al día siguiente (el lunes 7 de Mayo), dimitía Rodrigo Rato, y se desencadenaron los hechos conocidos que han llevado a la intervención de la entidad.

El sábado pasado, el nuevo Presidente de Bankia (José Ignacio Goirigolzarri) comunicó públicamente que Bankia necesita una inyección de capital de 19.000 millones de euros (adicionales a los que ya aportó el FROB en Diciembre de 2010) para ser viable. Dejó claro que no se trata de un préstamo (por lo tanto, a devolver), sino de capital para el que la entidad intentará crear valor.
Esperanza Aguirre tiene que contar lo que sabe sobre
Caja Madrid y la fusión en Bankia.
(Fuente: olahjl2)

En resumen, los ciudadanos de este país (sin comerlo ni beberlo) tendremos una participación total de casi 23.500 millones de euros en el capital de la matriz de Bankia, el Banco Financiero y de Ahorros (BFA). Un capital que, si no enderezan por completo y con rapidez las cosas, podría acabar fundiéndose como esa modesta inversión personal de 5.000 euros. El Estado, a través del FROB, será el accionista mayoritario del BFA. Dado que el BFA es socio mayoritario (de control) en Bankia, el Estado pasa a controlar la entidad en su conjunto.

Yo, como particular, he sido timado por Bankia. Consideraba que se trataba de una entidad sólida, y que sus acciones podrían rendir dividendos todos los años, y que su valor, en el medio y largo plazo, podría aumentar, de modo que la inversión inicial pudiera ser, con el tiempo, rentable. De momento, todo eso se ha esfumado. Ahora, el gigantesco capital (por cierto, casi cuatro billones de las antiguas pesetas) que ponemos entre todos en su matriz (el BFA), podría convertirse en una pura estafa, ya no un timo, pues nadie nos ha pedido nuestra opinión.

Es vital que todo el proceso, de ahora en adelante, tenga luz y taquígrafos, y la máxima transparencia. Hasta ahora, el BFA es propiedad exclusiva de las siete cajas integrantes de la fusión, en las proporciones definidas en el acuerdo de fusión firmado el 30 de Julio de 2010, y a las que hacía referencia con motivo de la salida a Bolsa de Bankia. Hasta ahora, el FROB es acreedor de BFA (no accionista) y, por supuesto, BFA no cotiza en la Bolsa (no existen acciones de BFA en los mercados). Con la nueva inyección de capital, ignoro cuál será la figura que se escogerá. Lo más nítido (y limpio) sería la conversión de todo el capital de BFA a acciones, de modo que las cajas fundadoras pasarían a tener una participación minoritaria, y el Estado controlaría la mayoría del capital de BFA e, indirectamente, también de Bankia. Yo, como pequeño accionista, pasaría a ser copropietario de Bankia con el Estado, en lugar de serlo con las siete cajas fundadoras.

De todas formas, pensar que en algún momento del futuro (más o menos próximo; más o menos remoto) el Estado pueda vender su participación en BFA (e indirectamente en Bankia) a otra entidad por un importe igual o superior a los 23.500 millones de euros es una ficción insostenible. Parece más creíble pensar que, o bien el Estado se queda en la entidad y Bankia sería, a todos los efectos, una banca pública, o bien en algún momento se producirá un acordeón, por el que alguna otra entidad pudiera acabar pagando una pequeña fracción de ese capital a cambio de quedarse con el control de Bankia. Esta sería una pérdida neta del patrimonio de todos, que requiere de muchas explicaciones: a la estafa se le sumaría el expolio.

No conocemos (espero que sea sólo todavía) los detalles de la situación financiera real de Bankia (y del BFA). De momento, sí parece claro que las cuentas para 2011 (que los auditores se negaron a validar) estaban falseadas, y realmente hubo abultadas pérdidas y no pequeños beneficios, como se comunicó en su día. 

Pero queda  por aclarar un tema de importancia decisiva, que es la determinación de responsabilidades, y su correspondiente satisfacción, incluso penal, si fuera el caso. Pero los partidos políticos mayoritarios no parecen dispuestos a que haya, inicialmente, una comisión parlamentaria para determinar las responsabilidades políticas, y que se inste a la Fiscalía a investigar las posibles responsabilidades penales. Para los políticos (muy especialmente -pero no solamente- los del PP, y no sólo a nivel nacional, sino de forma muy determinante en Madrid y Valencia) sería incómodo que Miguel Blesa y Rodrigo Rato tuvieran que comparecer para explicar qué es lo que ha ocurrido.  Eso pondría en evidencia la manipulación política de la entidad, la obligación de financiar proyectos absurdos (sin viabilidad económica) a mayor gloria de algunos políticos. Entre ellos, Terra Mítica, el aeropuerto de Castellón (el que es para personas, no para aviones), el circuito de Fórmula 1 de Valencia, o los múltiples proyectos inmobiliarios con los que algunos contaban forrarse y que han resultado un descalabro. Posiblemente tendría que comparecer en esa Comisión Esperanza Aguirre, o Francisco Camps, o el propio Zapatero o alguien de su equipo económico.
Valeriano Gómez, Ministro de Trabajo con Zapatero,
ha sido consejero de Bankia en esta última etapa.
(Fuente: actibva)

Pero no debemos cejar en el empeño. El mal ya está hecho en Bankia, pero hay que depurar responsabilidades, todas las responsabilidades. O seguirá ocurriendo lo mismo en otras entidades a partir de mañana. De hecho, la reacción de los mercados no es la de alguien que suspira aliviado por haber separado la manzana podrida, sino de alguien que ha descubierto que el cesto contiene manzanas podridas. El argumento que ya se ha utilizado, para negar una investigación, de que eso podría provocar intranquilidad en los mercados es nulo de toda falsedad.

Aunque el tratamiento dado a este tipo de asuntos en Estados Unidos dista mucho de ser ejemplar, por lo menos hay algunos responsables encarcelados, y les hemos visto sometidos a duros interrogatorios en el Congreso y en el Senado. Aunque también hay (presuntos) culpables por acción o por omisión, que siguen ocupando cargos de responsabilidad. 

La que empezó siendo una crisis financiera (principalmente ocasionada por la codicia sin límites de los agentes de un sistema poco o nada regulado -tolerado o consentido por las autoridades-, y por el absoluto desprecio del riesgo), evolucionó a crisis de Deuda Pública y a una crisis económica global, especialmente en la Unión Europea. De ninguna forma debemos permitir que evolucione hacia una crisis moral y ética, si los verdaderos responsables de tanto descalabro se acaban yendo de rositas. Al Gobierno tenemos que exigirle que investigue hasta el final, caiga quien caiga.

Con nuestro dinero sólo podemos jugar nosotros mismos, si nos apetece (yo lo hice, y no me ha salido muy bien que digamos). Para el dinero que es de todos, transparencia sin piedad. Que nadie se ponga de perfil para pasar inadvertido. Que un colchón de billetes de tal tamaño, cruje incluso andando de puntillas por encima. De ninguna forma debemos aceptar que la desidia con que se trate este tema ahora facilite que otros responsables desprecien el riesgo (quizá persiguiendo su propia fortuna personal), en el convencimiento de que si sus apuestas en el Casino Mundial salen mal, ya vendrá Papá Estado, que somos todos, al rescate. Y que, por cierto, si salieran bien, a la saca.

A los responsables, ni agua.

JMBA

lunes, 28 de mayo de 2012

Los 75 años del Golden Gate Bridge

El mítico Golden Gate Bridge (GGB) cumple hoy 75 años desde el día de su inauguración al tráfico rodado, el 28 de Mayo de 1937. Forma parte de la carretera federal 101 de Estados Unidos, y cruza el estrecho de San Francisco (llamado Golden Gate a imagen de la Puerta Dorada de Constantinopla - Estambul - que une Europa con Asia).
El Golden Gate Bridge, al atardecer.
(Fuente: artcom)

El GGB une la ciudad de San Francisco (en la península del mismo nombre), con el norte (Sausalito, el Marin County, las zonas vinícolas de Napa y Sonoma, y más allá). Pero su utilización principal es para el tráfico local de los commuters del área de la bahía, los que viven al norte y trabajan en la ciudad, por ejemplo. Diariamente lo pueden cruzar unos 100.000 vehículos y lo han utilizado ya, desde su inauguración, unos dos mil millones de vehículos. Sin embargo, el eje principal de circulación sur-norte por el oeste de Estados Unidos es la US5, que discurre más hacia el interior, por Sacramento (la capital del estado de California), y que llega hasta Seattle y Vancouver (British Columbia, Canadá).

Yo he estado un par de veces en San Francisco, y calculo que lo habré cruzado en cuatro o cinco ocasiones. Por lo que hoy, aunque sea sólo un poquito, también formo parte de esta historia.
El puente entre la niebla.
(Autor: Simon Lewis; Fuente: simonlewis)

Tras el final de la Primera Guerra Mundial, el tráfico rodado en la zona creció de modo exponencial, por lo que el sistema de ferries para cruzar la bahía se manifestó como insuficiente. Por ello, se decidió la construcción de este puente en 1928. Su financiación se complicó debido al famoso crack del 29 (que tan familiar nos resulta en estos días). Pero finalmente pudo iniciarse su construcción en 1933, y duró cuatro años, con un coste estimado de 35 millones de dólares (de la época).

Su longitud total se acerca a los tres kilómetros, mientras que la estructura colgante abarca 1.970 metros. Cruza un brazo de mar durante 1.280 metros, y permite el paso de barcos bajo su estructura de hasta 67 metros de altura. Tiene dos grandes pilares en el mar, que sostienen el conjunto de la estructura, alcanzando una altura de unos 230 metros.
El Golden Gate Bridge en mi primera visita a San Francisco.
(JMBigas, 1988)

Tiene seis carriles de circulación (alguno reversible, según el horario) y la velocidad está limitada (desde 1983) a 45 millas por hora (unos 70 km/h).

La imagen del Golden Gate Bridge es la imagen mundialmente más conocida de San Francisco, e identifica a la ciudad con un simple golpe de vista.
Mi padre, observando una muestra del cable que
sostiene al puente.
(JMBigas, 1988)

Son infinitas las fotografías que existen del GGB. Cada visitante de San Francisco se lleva alguna consigo. Las hay donde el puente brilla bajo la luz del Sol, mientras que en otras está escondido entre la niebla, aportando un efecto fantasmal. Para ilustrar esta felicitación de cumpleaños os he incluido dos de mi primera visita a San Francisco (en 1988) acompañando a mi padre, y otras dos (comerciales) de las que me han parecido más significativas.

Golden Gate Bridge... ¡y que cumplas muchos más!.

JMBA

domingo, 27 de mayo de 2012

Ociosos en la calle Andorra

A diferencia de la mayoría de deportes, donde los contendientes deben prestar atención al juego durante todo el tiempo, la petanca es un deporte que se desarrolla por turnos. El que no tiene que tirar puede dedicar el tiempo de la espera a criticar al tirador, a hablar sobre el tiempo, a observar los pajarillos o a meterse con alguien.
Jugadores de petanca (que nada tienen que ver con los
que me topé esta mañana).
(Fuente: diputacionalbacete)

En mi campaña de búsqueda de establecimientos en Madrid con croissants correctos a la venta, localicé hace unos meses una panadería y pastelería, de estilo francés, en la calle Andorra, en el barrio de Canillas del distrito de Hortaleza. Esta calle es muy retorcida y cimbreante, y en parte de su recorrido es vagamente paralela a la de Silvano. El sitio es muy cercano al Liceo Francés, lo que podría explicar la existencia de un establecimiento de barrio, en ese barrio, con especialidades próximas a la excelencia francesa en estas lides.

Desde que lo descubrí, algún domingo por la mañana me he acercado al lugar y he comprado unos croissants para el desayuno (o casi brunch). Hoy ha sido uno de esos días. Habitualmente, siempre hay algún lugar libre en esa calle para aparcar el coche un domingo por la mañana. Pero un poco más adelante hay un polideportivo, y esta mañana se celebraba allí un partido de fútbol, con bastante afluencia de público. El resultado es que no había esta mañana ningún espacio libre en las proximidades de la panadería.

Di un par de vueltas completas a la manzana (lo que por esa zona no es ninguna tontería, pues las calles describen un itinerario sinuoso y caprichoso). En la segunda vi cómo tras de mí otro vehículo se detenía justo frente a la panadería, y bajaba una persona a comprar las viandas, mientras el vehículo permanecía allí parado unos minutos. Con coches aparcados a ambos lados de la calle, queda para la circulación un carril ancho para la circulación en una sola hilera. Con un coche cuidadosamente detenido en doble fila, otro coche puede circular sin muchos problemas, sólo tomando alguna precaución.

A la siguiente vuelta, decidí hacer yo lo mismo. Al fin y al cabo, mi gestión no tomaría más que un par de minutos. Acostumbro a no hacerlo nunca, porque me parece incívico. Y si coincido en alguna zona azul o verde procuro sacar un tíquet aunque sólo vaya a estar alejado del coche durante unos pocos minutos. Pero hoy podía parar justo enfrente del establecimiento, podía vigilar el coche todo el tiempo, y moverlo a otro lugar en poco más de treinta segundos, suponiendo que se diera el caso improbable de que en la escasa circulación de un domingo por la mañana apareciera algún vehículo más ancho que un turismo convencional, y pudiera tener algún problema para poder seguir circulando.

Así lo hice, dejando encendidos los indicadores intermitentes de emergencia. Durante los escasos minutos que estuve en la panadería no se produjo ningún incidente. Quizá pasaron uno o dos coches, que pudieron seguir circulando por la calle, sobrepasando a mi vehículo detenido. Estando a escasos diez metros del coche, no dejé de echarle una mirada cada diez segundos, para evitar perjudicar de ninguna forma a otro conductor.

Al otro lado de la calle, tras una verja, hay unas canchas populares que se utilizan para el juego de la petanca. Me sorprendió ver cómo algunos jugadores (de los que estaban ociosos, esperando su turno) se agolpaban junto a la verja, señalando hacia mi coche, aunque en ese momento no le di mayor importancia.

Cuando salí para subirme al coche y volver a casa (una bolsita en la mano con pan y croissants), no más de tres o cuatro minutos después de haberme detenido allí, los jugadores ociosos agolpados junto a la verja me imprecaron por mi comportamiento incívico, y porque en esta calle no se puede aparcar en doble fila. Realmente no se puede ni se debe en ninguna parte, pero todo tiene sus matices y la posibilidad de alguna excepción.

Su actitud me parecía desproporcionada, además de injusta, porque mi comportamiento habitual no es en absoluto ese. Aunque eso, ellos no lo sabían, claro.

Nada más lejos de mi ánimo que provocar ningún tipo de enfrentamiento, incluso verbal. Dejé la bolsa en el interior del coche, y me disponía a irme cuanto antes, para evitar cualquier tipo de incidente, cuando mi actitud todavía les enfureció más, y empezaron a levantar voces, acusándome de no atender a sus comentarios. Uno incluso me dijo que otro vehículo me había roto el retrovisor exterior por detener el coche en doble fila, lo cual, por supuesto, era falso, pues había estado vigilándolo todo el tiempo. A pesar de eso, le di la vuelta al coche para verificar que todo estaba como lo había dejado. Intenté disculparme apuntando el hecho de que había sido todo cuestión de tres o cuatro minutos, pero no me pareció que estuvieran dispuestos a mantener una conversación civilizada.

Tan rápido como pude, monté en el coche, y me alejé de allí, sin más problemas.

Cuando observo un comportamiento que, con la información de que dispongo,  me parece absurdo, siempre procuro identificar alguna causa razonable para una ira aparentemente gratuita. Que se tratara de jugadores ociosos de petanca no me pareció suficiente razón. Con lo cual concluí que, probablemente, se dé una de estas dos circunstancias: o bien los vecinos no soportan que forasteros (mi domicilio está en el mismo distrito, pero en un barrio diferente) se lleven productos de la tienda de su barrio (igual quisieran poder comprar algún croissant a una hora más tardía del momento en que acostumbran a agotarse), o bien, por algún motivo, existe un contencioso larvado entre la panadería y las correspondientes comunidades de vecinos, y no reparan en argumentos para perjudicar su negocio. Quizá un asunto de ruidos, o de extracción de humos, o lo que sea. Si existe alguna causa pendiente de este tipo, entonces es probable que los jugadores de petanca estén confabulados para comportarse como auténticas patrullas ciudadanas, de bajo nivel de confrontación, eso sí, porque podrían haberme pinchado las cuatro ruedas, claro.

En fin, querido lector, si te acercas por ese lugar, resultará más sano que aparques el coche en la calle Silvano (siempre acostumbra a haber lugares libres en festivo) y cruces a pie los jardines y las canchas y, a ser posible, lanza también algún comentario elogioso al rendimiento de alguno de los jugadores. Aunque nunca se sabe, que igual tiene también enemigos en las proximidades, y tu comentario es mal recibido.

Es que la peña está de los nervios.

JMBA

jueves, 24 de mayo de 2012

Los Pollos y los Economistas

Es un lugar común que muchos niños urbanos de este siglo XXI están convencidos (piensan, asumen) de que las pechugas de pollo se reproducen en bandejas de plástico dentro del frigorífico doméstico. Los más avisados saben que, realmente, su reproducción se produce en los grandes refrigeradores de los supermercados.
Ford Mustang de 1987, con el capó levantado.
(Fuente: coches-tuning)

No debería ser una sorpresa, por lo tanto, que enfrentados a un fin de semana campestre con vacas y pollos reales, aparezcan toda clase de alergias o desarreglos intestinales.

Es igualmente cierto que muchas personas (principalmente hombres, hay que decirlo) están convencidas de que las camisas se crean, en un proceso repetitivo e inacabable, en formato planchado y plegado, en el interior de armarios y vestidores.

No constituye, por lo tanto, noticia ni novedad, que la obsesión de muchos divorciados sea casarse de nuevo cuanto antes. Porque resulta cruel el descubrimiento de que esos procesos asumidos como eternos puedan verse interrumpidos por eventos que, en principio, no tienen nada que ver con ellos. Constatar que existen procesos hasta entonces ocultos (la reposición, el lavado, el planchado, el plegado) que requieren de un agente creador, es un disgusto del que hay que entender que sea complicado recuperarse.

También es verdad que hay bastantes personas (principalmente mujeres, hay que decirlo) convencidas de que el depósito de gasolina (suponiendo que sean conscientes incluso de su mera existencia) está automáticamente lleno cada vez que salen del garage de casa.

Por ello no debería sorprendernos que quedarse sin gasolina en plena calle pueda llegar a ser una avería para la que haga falta ayuda de terceros profesionales.

Y todos preferimos ignorar que detrás de muchos de nuestros actos cotidianos (abrir un grifo, encender una luz), existe una compleja maquinaria que debe funcionar a la perfección para garantizar que, en todo momento, tras ese acto minúsculo se produzca el efecto esperado.

A todos los profanos (me refiero a los que no hemos dedicado nuestra vida profesional a ella) nos sucede lo mismo con la Economía. Conocemos su estado procesado (como algunos niños con las pechugas de pollo), cuando las cosas marchan razonablemente bien. Tenemos un empleo (u otra forma de garantizarnos ingresos). Con ese dinero compramos cosas que necesitamos o nos apetecen. Si conseguimos ahorrar algo, constituimos un depósito en el Banco, por el que nos dan un pequeño interés; o incluso compramos algunas acciones (que nos rinden algún dividendo y podremos vender más adelante por un precio mayor del que lo compramos). Incluso nos vemos capaces de anticipar alguna compra en función de futuros ahorros, utilizando el crédito, los préstamos o las hipotecas.

Ese es un mundo feliz, donde hay pollo en el frigorífico, camisas planchadas plegadas en el armario, gasolina en el depósito, y siempre se enciende la luz cuando le damos al interruptor y sale agua por el grifo cuando lo abrimos.

El problema, lógicamente, nos aparece, cuando esa maquinaria aparentemente perfecta, de cuyos detalles de funcionamiento somos perfectamente ignorantes, deja de ser tan previsible. Que nos adelanten dinero empieza a ser complicado; primero un amigo, o un primo lejano, se queda sin empleo; luego igual le pasa al compañero de pupitre en la oficina; y más tarde nos pasa a nosotros mismos. Esas acciones que compramos el año pasado, ahora sólo valen la mitad de lo que pagamos por ellas; o no podemos recuperar inmediatamente ese depósito, porque resulta que realmente son participaciones preferentes, cuyo reembolso está condicionado a eventos que se suponía nunca podían suceder.

Cuando se dan esas circunstancias (el coche se nos paró en medio de la calle), hacemos de tripas corazón y abrimos el capó, intentando simular la mirada de un entendido, tanteando los infinitos cables que se han multiplicado en su interior, porque eso va a ser un mal contacto.

Y es ahí cuando topamos con los Economistas, los grandes maestres de la ciencia que estudia el funcionamiento de esa maquinaria intrincada por la que nunca habíamos tenido que preocuparnos. Lo que ocurre es que, si se nos para el coche, cualquier profesional traerá consigo una checklist simple, para verificar si hay gasolina, o si la batería está agotada, antes de levantar la culata y pasar a mayores. Por el contrario, los Economistas no tienen esa chuleta simple.
Adam Smith (1723-1790)
(Fuente: wikipedia)

Porque la Economía es una ciencia compleja y, desde luego, no es una ciencia exacta. Nos hemos acostumbrado a que los astrónomos sean capaces de prever, sin errar ni en un segundo, cuándo se producirá la conjunción de los planetas o el eclipse de Sol. Pero nos da la sensación de que los Economistas van a tientas por campo abierto.

Sus vacilaciones nos recuerdan a veces a los médicos y a esos fármacos que siempre tienen sus efectos secundarios (o daños colaterales). Como esas pastillas para la acidez de estómago, que pueden producir una ligera descomposición; que se corrige con otra pastillita que puede dar un poco de dolor de cabeza; la pildorita para el dolor de cabeza puede provocar una ligera acidez de estómago sin importancia. La vuelta entera para acabar (casi) en el mismo sitio.

De que la Economía no es una ciencia exacta da fe el hecho de que existen diferentes Escuelas (como sucede, por ejemplo, con los filósofos; pero la Filosofía forma parte de las Humanidades, y eso ya todos sabemos que es de mucho discutir y argumentar; y que hasta con el paso del tiempo cambian las concepciones; o por cambiar simplemente de orilla en el mismo mar).

Pero la Economía, c..., que es una ciencia. Los expertos tendrán que saber lo que pasa y cómo arreglarlo. Pues no. Son más bien como los historiadores, capaces de dar un sentido claro a lo que pasó; pero incapaces de predecir lo que sucederá.

Cuando vemos vacilar a los expertos o, lo que es peor, que los expertos se pelean entre ellos para tratar de imponer modelos opuestos, nos envalentonamos y empezamos a conectar y desconectar cables del motor, revisamos los fusibles y hasta verificamos si la rueda de repuesto está en perfectas condiciones.
John Maynard Keynes (1883-1946)
(Fuente: wikipedia)

Nos sorprende descubrir que economistas prestigiosos (vivos o ya desaparecidos) defienden aproximaciones no sólo diferentes, sino muchas veces antitéticas y opuestas. Y cada uno parece tener sus propios seguidores, más o menos fanáticos. No creo estar en inferioridad frente a la mayoría de mis lectores si reconozco modestamente que nunca he leído La Riqueza de las Naciones (1776) del filósofo y economista escocés Adam Smith, ni la Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero (1936) del economista británico John Maynard Keynes, ni tampoco El Capital (1867-1894) escrito en Londres por el filósofo e intelectual, de origen prusiano, Karl Marx y también (los volúmenes II y III) por el filósofo y revolucionario alemán Friedrich Engels. Tampoco he leído el Capitalismo y Libertad (1962) del economista y profesor de la Universidad de Chicago, Milton Friedman, ni, mucho menos, el Camino de Servidumbre (1944), de Friedrich Hayek, filósofo y economista de la Escuela Austríaca, que, se dice, era el economista de cabecera de Margaret Thatcher ("no such thing as society").

Pero de todos ellos sí conozco su versión procesada o reducida (la pechuga de pollo en el frigorífico doméstico). A través de la Wikipedia, de artículos periodísticos o de las obras de algunos ensayistas que han comentado sus obras (siempre con algún propósito en mente, por supuesto).

Si entendemos que el objetivo de la Economía es que las cosas del dinero vayan bien, la única conclusión posible es que la Economía NO es una ciencia independiente. Porque la concreción de ese objetivo genérico depende de otros factores determinantes, especialmente políticos y éticos. Antes de poder desarrollar ninguna teoría económica es imprescindible asumir una serie de hipótesis de partida, de las que hay muchas versiones, como de las películas españolas del destape de los años 70.
Friedrich Hayek (1899-1992)
(Fuente: wikipedia)

Sólo pueden carecer de más apellidos los economistas que se dedican a analizar lo que ya pasó. Pero todos los que intentan predecir o recomendar acciones o comportamientos para el futuro, precisan de un apellido que los califique, para poder entenderlos, o incluso para valorar sus afirmaciones. Los hay marxistas, a quienes el desplome del comunismo real de la Unión soviética y sus satélites ha dejado bastante tocados. Los hay adalides del libre mercado (friedmanitas, de la Escuela de Chicago, de la Escuela Austríaca), jaleados por todos los neoliberales que en el mundo han sido y son. Para ellos, el papel del Estado es menor, y mejor cuanto más pequeño. Y también los hay keynesianos, que opinan que los Estados (los políticos, en definitiva) deben asumir un cierto papel de ajuste y control de los mercados (incapaces por sí solos, según los keynesianos, de autoregularse), y también intervenir en cierta medida en la redistribución de las rentas (via impuestos y subsidios). Y, a su vez, cada una de las Escuelas tiene diversos grados (libremercadista convencido; un poco keynesiano; bastante marxista; y así). Y también existen, por supuesto, los mediopensionistas.

En las ciencias más exactas, la forma en que los diversos componentes o agentes interactúan es conocido y previsible. Si vamos a construir un automóvil nuevo, deberemos empezar por definir las hipótesis del diseño (económico, deportivo, lujoso, familiar,...). Pero, luego, el resto de componentes casi vendrán impuestos por la ciencia que lo respalda. Un motor más potente permitirá alcanzar velocidades más altas, pero también consumirá más; unos neumáticos más anchos darán mayor estabilidad, pero también aumentarán el consumo; y así, con todo el resto. Definidas sus características, que el coche sea mejor o menos bueno sólo dependerá de la capacidad de ejecución del fabricante.

Por el contrario, la Economía trata de los intercambios de contenido económico de agentes de naturaleza muy diversa (los Estados, los mercados, los inversores, los trabajadores, los Bancos, las empresas, los consumidores, los ahorradores,...). Cada agente se mueve por su propio interés, pero no solamente. Puede haber, por ejemplo, consideraciones éticas que modifiquen el comportamiento esperable en base al puro interés. O en las decisiones de los consumidores también intervienen las emociones o los estados de ánimo.
Milton Friedman (1912-2006)
(Fuente: wikipedia)

En resumen, una ecuación con demasiadas incógnitas para que pueda tener una solución única.

Y con estos mimbres tenemos que lidiar con la crisis, esta ya bautizada como Gran Recesión. Entendiendo que el interés de Alemania no es el mismo que el de España (ambos son estados, es decir, de la misma categoría de agente económico). O viendo como Hollande tiene unas intenciones diferentes de las que manifestó Sarkozy (ambos Presidentes de la República Francesa, la misma categoría de agente económico, incluso hilando así de fino). O que unos proponen los eurobonos, que otros detestan. Donde incluso los que mantienen su empleo y sus fuentes de ingresos han moderado su consumo, porque sus emociones les aconsejan prudencia.

Y la realidad del barquero es que más de veinte millones de ciudadanos de la Unión Europea tenemos el coche parado en plena calle, con el capó levantado, y miramos con escepticismo y sorpresa los manojos de cables, para intentar intuir qué es lo que pudo funcionar mal. Millones de depositantes y accionistas descubren con asombro, al abrir el frigorífico, que el pollo emigró a algún ignoto lugar. Millones de ciudadanos llevan la camisa arrugada, recién salida de la lavadora (de alguna cosa tenía que servir ese cursillo de La Lavadora, esa desconocida; el cursillo de plancha es de otro trimestre). Muchos han visto sus sueldos congelados, si no recortados; muchos observan con preocupación como la sanidad y la educación que el Estado (la sociedad) les brinda cada vez es peor o más cara.

Y luego, claro, están Los Otros. Tendríamos que averiguar con urgencia hacia dónde emigró el pollo.

JMBA   

martes, 22 de mayo de 2012

Esperanza habla claro

Se podrá estar de acuerdo o no con ella, pero creo que es de ley reconocer que, a diferencia de la gran mayoría de los políticos de este país, Esperanza Aguirre habla claro y se le entiende todo. Nunca esconde su credo profundamente neoliberal y da explicaciones perfectamente entendibles cuando se le pregunta.
Esperanza Aguirre, Presidenta de la Comunidad de Madrid
(Fuente: foropolitico)


De Doña Rancia (como la ha bautizado la caverna mediática de la izquierda; que no existe, pero haberla hayla, sea formal o informal), deberían aprender Mariano Rajoy y su Gobierno. Rajoy atraviesa por una muy grave crisis de comunicación. Parece como si se avergonzara de las medidas que está tomando su Gobierno y se refugiara en el silencio, uno de los peores enemigos de los políticos en activo.

Hace unos días, con motivo de la reunión del Consejo de Política Fiscal y Financiera del jueves pasado, algunas Comunidades Autónomas han aprovechado para aflorar cifras adicionales de déficit presupuestario del ejercicio 2011. Sin dudar de que las nuevas cifras sean reales, cualquiera puede sospechar que se está intentando por parte de todos los gobiernos en manos del PP (Central y Autonómicos) hinchar el déficit de 2011 al máximo soportable por los datos reales. Y eso por dos motivos principales. De una parte, eso permitirá mejorar la comparación de 2012 contra un 2011 sobrecargado, pase lo que pase en la contención del déficit durante este año. Y por otra, el Gobierno todavía puede esgrimir la herencia recibida (del PSOE) para las cifras del déficit en 2011. Y ya no podrá hacerlo para las del 2012.

Esta mañana, Esperanza Aguirre fue entrevistada por Carlos Herrera en Onda Cero. A la pregunta, de plena actualidad, sobre el aumento del déficit de la Comunidad de Madrid para 2011 desde el 1,13% al 2,2% del PIB regional, la respuesta de Esperanza fue doble. De una parte, insistió en que la cifra que se había dado con anterioridad era provisional, y que así se había hecho constar. Indirectamente, acusó al Ministerio de Hacienda, por esconder esa cualidad al comunicar las cifras de déficit de las diversas Comunidades Autónomas, en su momento.

Pero, lo que es más importante y trascendente, es su explicación sobre el origen del gasto adicional que provoca una parte de este déficit adicional (junto con la brusca caída de ingresos). Vino a decir que, habitualmente, la mayoría de gastos que se producen (o cierran) en las últimas dos semanas de Diciembre se contabilizan en el año siguiente. Mientras que, para el cierre del Presupuesto 2011 (y, por lo tanto, para la cifra final de déficit), todos los gastos reconocidos hasta el 31 de Diciembre se han contabilizado contra el Presupuesto de 2011, y no se han arrastrado, como era costumbre, a la Contabilidad de 2012.

Existe una tradición en la Administración Pública española, muy probablemente heredada por las autonomías de las prácticas habituales en la AGE (Administración General del Estado). Una tradición que, por otra parte, es perfectamente genuina y no representa ninguna irregularidad. A partir de mediados de Diciembre, la ejecución del Presupuesto del año se da prácticamente por finalizado (salvo los gastos y desembolsos comprometidos, como las nóminas del mes, por ejemplo). Esto permite tener listas las cifras finales de la Contabilidad del año para los primeros días del Enero siguiente.

Sin embargo, hay muchas empresas suministradoras habituales de la Administración Pública, que cierran (también) sus cuentas anuales el 31 de Diciembre. Por ello presionan a las diversas administraciones para que certifiquen los gastos (obras, suministros, servicios, etc.) antes del final de Diciembre. De esta forma, en sus propias cuentas anuales pueden incluir (correctamente, desde un punto de vista de posibles auditorías) esas partidas en su cuenta de ingresos (revenue) del año que termina. La certificación por parte de una Administración de una obra, suministro o servicio significa que reconoce que se ha ejecutado correctamente, y representa un compromiso irreversible de pago. Aunque físicamente, el pago efectivo se realice algún tiempo después.
Antonio Beteta, ex consejero de Economía y Hacienda de
la Comunidad de Madrid, y actualmente
Secretario de Estado de Administraciones Públicas
(EFE; Fuente: elpueblodealbacete)

Esto significa que, estando ya cerrado el Presupuesto de ese año, las certificaciones de las dos últimas semanas del año se acaban contabilizando por la administración correspondiente en Enero, contra partidas presupuestarias arrastradas del año anterior. Y, habitualmente, las certificaciones de finales de Diciembre de ese año, se acabarán contabilizando el año siguiente.

Con este ajuste de las cifras del déficit (+1,07%) para la Comunidad de Madrid, una de las cosas que se ha hecho es contabilizar todas las certificaciones de 2011 (incluyendo esas de finales de Diciembre) al Presupuesto de 2011. Con lo que, en la práctica, las cuentas de ese año se ven penalizadas por el hecho de que están contabilizadas todas las certificaciones del año, más aquellos gastos certificados en las dos últimas semanas de 2010, de acuerdo a las prácticas tradicionales.

Para un PIB regional del orden de los 200.000 millones de euros, el desfase ahora informado representa algo más de 2.000 millones de euros. Aunque no se han dado demasiados detalles, se habla de que unos 1.000 millones de euros podrían ser atribuibles a descenso no previsto de ingresos. Por lo que la inclusión de esas certificaciones de fin de año podrían representar algo más de 1.000 millones de euros para la Comunidad de Madrid (0,5%+).

En buena lógica, debemos suponer que esta misma práctica contable se haya utilizado para las cuentas del Gobierno de España del 2011. El total del gasto reportado para 2011 incluiría, pues, todas las certificaciones hasta el 31 de Diciembre de 2011, además de los gastos reconocidos en las dos últimas semanas de 2010, de acuerdo a los usos habituales.

Lo que, por cierto, abre la posibilidad de que las cifras sobre el déficit en 2012 que se vayan a hacer oficiales allá por los primeros meses de 2013 vuelvan a las prácticas habituales, y no incluyan las certificaciones de la segunda quincena de Diciembre de este año. Una reducción del déficit sin ninguna base real más que la utilización de dos prácticas contables diferentes, aunque igualmente válidas y legales.

Pequeñas truculencias, en fin, de las que Esperanza no tiene ningún reparo en hablar (a diferencia de sus mayores del Gobierno de España).

El próximo viernes se va a celebrar en el estadio Vicente Calderón de Madrid la final de la Copa del Rey, que va a enfrentar al FC Barcelona y al Athletic de Bilbao. Por cierto, se va a habilitar la llamada Fan Zone (la zona de espera  y animación para los aficionados de uno u otro equipo) en el área rehabilitada de Madrid Río, al que dediqué una serie de artículos (muy ilustrados), el año pasado.

Algunos elementos nacionalistas, más o menos extremos, ya se han encargado de anticipar un cierto sabotaje en forma de gran pitada al himno nacional, o incluso a la presencia del Príncipe de Asturias en el estadio. Carlos Herrera le preguntó a Doña Esperanza cuál sería su propuesta de decisión si los hechos se acaban produciendo de esa forma. Esperanza fue fulminante en su respuesta: si hay pitada generalizada en el Vicente Calderón, el partido debería suspenderse y celebrarse posteriormente a puerta cerrada. Lo cual es, dicho sea de paso, una provocación en toda regla.

Poco después, en Los Desayunos de TVE estaba invitado Antonio Basagoiti, el líder del PP del País Vasco y reconocido seguidor del Athletic de Bilbao. Preguntado sobre esta reacción de Esperanza, su respuesta intentó desdramatizar el tema, en la línea de que unos pocos exaltados no deberían aguar el espectáculo esperado por la mayoría. Además, curiosamente, llamó la atención sobre la reciente final de la Europa League en Bucarest, que enfrentó al Atlético de Madrid (que resultó el ganador) también con el Athletic de Bilbao. Según dijo Basagoiti (a mí no me consta), en el fondo de los hinchas más radicales del Atlético de Madrid, había abundancia de banderas españolas con el pollo, es decir, preconstitucionales e ilegales. La conclusión, en fin, sería que el fútbol moviliza a sus propios exaltados. Y al ser seguido de muy cerca por una buena parte de la población, lo convierte (indeseadamente) en un escenario ideal para esos grupúsculos.  Pero cuatro exaltados no deberían tener ni siquiera la opción de estropearnos el espectáculo a los demás.

Me parece más razonable esta reacción de Basagoiti que la de Esperanza. Que Doña Rancia, al responder a Carlos Herrera, se explayó y se pasó de frenada.
Antonio Basagoiti, líder de los populares vascos.
(Fuente: rtve)

Mi reflexión final es sobre qué pasaría si Esperanza Aguirre ocupara hoy la Presidencia del Gobierno de España. Lo que, por cierto, podría haber tenido oportunidades de suceder si el Congreso de Valencia del PP se hubiera desarrollado por otros derroteros. Sin duda el país sería bastante más alegre; o, por lo menos, mucho más divertido. Porque el registrador gallego es un triste, y nos está contagiando a todos.

Y ello me trae a la cabeza uno de esos eslóganes malsonantes, pero inevitablemente gracioso: maricones al poder; al menos que nos den por el c... profesionales.

Con Esperanza Aguirre se podrá estar o no de acuerdo. Pero es de ley reconocer que sabe lo que quiere y lo que persigue, habla clarito y se le entiende todo. Aunque alguna vez estaría más guapa calladita; pero no es su estilo. Y, por cierto, ya ha avanzado que será fiel a su promesa de no subir los impuestos; pero subirá las tasas que también son tributos, aunque técnicamente, no son impuestos. Muy lista Doña Rancia.

Por lo menos, no se esconde. Como hacen, por cierto, casi todos los demás.

JMBA