Querido Paseante, siempre eres bienvenido. Intenta escribir algún comentario a lo que leas, que eso me ayuda a conocerte mejor. He creado para ti un Libro de Visitas (La Opinión del Paseante) para que puedas firmar y añadir tus comentarios generales a este blog. Lo que te gusta, y lo que no. Lo que te gustaría ver comentado, y todo lo que tú quieras.


Pincha en el botón de la izquierda "Click Here - Sign my Guestbook" y el sistema te enlazará a otra ventana, donde introducir tus comentarios. Para volver al blog, utiliza la flecha "Atrás" (o equivalente) de tu navegador.


Recibo muchas visitas de países latinoamericanos (Chile, Argentina, México, Perú,...) pero no sé quiénes sois, ni lo que buscáis, ni si lo habéis encontrado. Un comentario (o una entrada en el Libro de Visitas) me ayudará a conoceros mejor.



miércoles, 30 de marzo de 2011

Madrid-París en Alta Velocidad... o casi!!!

Ya os informé hace un tiempo (en otro artículo) de que en diciembre se pusieron en marcha varias nuevas rutas de Alta Velocidad. Aparte del enlace Madrid-Valencia (que incluye a Cuenca y Albacete), se puso en marcha un enlace de Alta Velocidad entre Figueres y París. A falta de la puesta en marcha de la línea de Alta Velocidad entre Barcelona y Figueres, este ya es un primer paso en la buena dirección.
Notre Dame de París
(JMBigas, Marzo 2011)

Para festejar el advenimiento de la primavera, decidí probar este nuevo enlace para finales de Marzo. Para hacer la ruta completa desde Madrid a París, tenía que reservar billete en tres trenes diferentes. El billete de TGV desde Figueres-Vilafant a París Gare de Lyon lo reservé en la web de los Ferrocarriles Franceses sin problema justo pasado Reyes. Al mismo tiempo pude reservar en la web de Renfe una plaza en el tren Alvia que constituye el enlace internacional entre Barcelona y Figueres-Vilafant.

Sin embargo, no pude comprar todavía mi billete para el AVE Madrid-Barcelona en esas fechas, pues las plazas para finales de Marzo no estaban todavía a la venta. Tras un intercambio epistolar con Renfe, el único resultado fue que eso es lo que había, y que debía esperar hasta que salieran a la venta, en un momento posterior que no me supieron precisar. Al final pude, por fin, comprar un billete en el AVE a Barcelona hacia finales de Enero (solamente dos meses antes del viaje). Y es que, como ya comenté, en estas cosas a Renfe le faltan todavía un  par de hervores.

El resultado económico fue el siguiente:

- El AVE a Barcelona me salió gratis, ya que disponía de unos poquitos puntos en la Tarjeta Club Ave, pero suficientes para pagar la tarifa Turista de 47€ que pude obtener con esa antelación.

- El Alvia de enlace desde Barcelona-Sants a Figueres-Vilafant (en clase única) me costó 9,25€.

- El TGV francés desde Figueres a París, en Primera Clase, me costó unos 70€.

Lo que sigue es la crónica de este viaje, escrita en su mayoría durante el propio recorrido, gracias a un pequeño Netbook que llevaba conmigo.




Acceso de taxis al edificio principal de Puerta de Atocha.
Al fondo, pequeño parking P1
(JMBigas, Marzo 2011)

Me levanté esta mañana de miércoles en un Madrid lluvioso a las seis. Tras las abluciones matinales propias, para las siete recogí la ropa de la lavadora y organicé el lavavajillas, y para las siete y quince ya estaba a punto para cuando llegara el taxi a mi domicilio, que había encargado la víspera para las siete y veinte de la mañana.

Ya no llovía, e incluso podría parecer que tenía una cierta idea de escampar.

A la hora precisa, vi que llegó el taxi, e inmediatamente me llamó al teléfono fijo un robot para anunciarme que “el coche número … nueve … tres … está en el lugar de recogida”. Bajé el equipaje, y para Puerta de Atocha que nos fuimos los cuatro (taxi, taxista, equipaje y yo).
Panel de salidas en Puerta de Atocha
(JMBigas, Marzo 2011)

Para las ocho menos cuarto ya estábamos en Puerta de Atocha, pues a esa hora, el tráfico hacia el centro todavía era más bien tenue. Por primera vez en mi vida, pagué al taxista con tarjeta. Tuvo que poner en marcha el pirulo (se disculpó el taxista por la pequeña tardanza), pero todo funcionó a la perfección.

Tras el cigarrito de rigor (que ya no podría tener réplica hasta que llegara a Barcelona Sants, y con el equipaje a cuestas saliera a la p... calle para fumarme otro) me bajé al vestíbulo de Salidas, con idea de desayunar algo en La Barrila, el bar bastante grande que hay ahí.

Claro que entre las siete y media y las nueve de la mañana, hay muchos trenes AVE que abandonan Puerta de Atocha hacia Barcelona, Sevilla, Málaga, Valencia,...
Acceso al vestíbulo de Salidas en Puerta de Atocha
(JMBigas, Marzo 2011)

Lo que significa, por supuesto, aglomeración de clientes en el bar, y todos con prisa, pues los trenes no esperan a que uno se termine de tomar el café con calma. El mostrador, sinuoso pero de más de treinta metros lineales, estaba servido por no más de tres o cuatro camareros/as, todos importados, por supuesto, de algunas otras tierras, muy posiblemente más cálidas que estas.

El camarero al que, parece ser, le tocaba atender mi trocito de barra era del estilo de “ahora voy, y luego vuelvo”. Un pedido a la vez, anotar, servir, cobrar. Y luego, el siguiente. Se me situó al lado una señora ya mayor, pero muy atractiva sin duda en su juventud, que parecía venir de algún viaje lejano en avión, y que enlazaba hacia Sevilla más tarde que yo. Llevaba carita de cansancio, la señora.

Viendo la desidia con que nos trataba el camarero que nos tocó en suerte, nos mirábamos de vez en cuando la señora y yo, y me decía, “si es que somos los más tontos de toda la barra”.
A bordo del AVE Madrid-Barcelona, en Puerta de Atocha
(JMBigas, Marzo 2011)


Finalmente, conseguí que me sirviera un café con leche (en vaso de cartón, por si tenía que salir por piernas) y un croissant. Le pedí la leche tibia, pero eso ya era demasiado para su memoria volátil. Me trajo un café ardiente y difícil de tragar con rapidez.


Pero bueno, se superó el trance. Pude desayunar algo, y abordar mi tren en tiempo y forma. A las ocho y media en punto, salíamos de Puerta de Atocha, en dirección a Barcelona.

Parados en Zaragoza-Delicias
(JMBigas, Marzo 2011)
El tren iba atestado, por lo menos hasta Zaragoza, donde bajó mucha gente. Yo me fui al baño (los diuréticos matinales implican cierta esclavitud) y a la cafetería, donde me tomé un bocadillo caliente de jamón y queso y una cerveza. De nuevo pagué con tarjeta. Son casi las diez y media de la mañana y sólo he sacado del bolsillo dos euros y medio para pagar el café y croissant. Un milagro.
Pasando junto a las industrias químicas de Tarragona
(JMBigas, Marzo 2011)

Ya hemos pasado Zaragoza y vamos camino de Lérida (donde no para este tren) y Barcelona-Sants, donde esperamos llegar hacia las 11.22 de la mañana.

El tren llegó con, al menos, cinco o diez minutos de antelación respecto al horario previsto, como ya viene siendo habitual.

En Sants dispuse de más de una hora y media de tiempo, hasta embarcar de nuevo en el Alvia con destino a Figueres-Vilafant, para enlazar allí con el TGV dirección París. Podía haber escogido el AVE para una hora más tarde, pero eso sólo me hubiera dado unos doce minutos para el enlace, y me pareció exageradamente estresante para empezar así un viaje tan apasionante.
Frente a la Estación de Barcelona-Sants
(JMBigas, Marzo 2011)

Lo primero que sucedió, claro, fueron varios cigarritos en la puerta de la estación, con mi equipaje sobre un cómodo carrito. Desde antes de las ocho hasta pasadas las once ya constituye un período de abstinencia nicotínica suficiente. Hice varias fotos de los alrededores de la estación. Pero, especialmente de la zona de la parada de taxis, que está resuelta bastante malamente. Sólo hay dos filas de coches para embarcar, y yo siempre he visto colas formadas ahí de varias docenas de personas esperando su turno, y bastante más cuando se acumula la llegada de trenes que transportan, principalmente, personas en viaje de trabajo. Tendrán que darle una vuelta a este tema.
Una papelera puede ser una mesa improvisada para un trile
palpadineros entre taxistas
(JMBigas, Marzo 2011)

Aparte, da la sensación de que los taxistas, mientras esperan, se entregan a juegos bastante inconfesables. Me pareció ver un trile organizado de modo casi espontáneo, donde seguro que circula el dinero más de lo que debiera. Por otra parte, había alguien por la zona (no sé si sería un taxista alterado) dando voces y forzando a los demás taxistas a moverse con prontitud y celeridad, como si tuviera prisa por algún motivo no desvelado. O quizá es que llevaba más en la cabeza que en los pies. Y sólo era mediodía.

Una de las veces que salí a fumar un cigarrito, me encontré con dos tipos curiosos. Uno, español, estaba fumando y bebiendo un vaso de cerveza grande del McDonalds. Sintió la necesidad de explicarme que preguntó si se podía pedir bebida sin comida, y que le dieron esa cerveza tan grande, y que a ver si le iban a tomar por alcohólico.
Cola de pasajeros para coger un taxi, en Barcelona-Sants
(JMBigas, Marzo 2011)

El otro chaval, escuchimizado, tímido, con gafitas y un ligero ceceo, estaba intentando comunicarse con el de la cerveza en algún idioma común, sin mucho éxito. El chico resultó ser de Toulouse, y se iba para su casa, compartiendo conmigo parte del camino (hasta Narbonne). Estaba preocupado por si el control del equipaje tomaba mucho tiempo (ya ves tú, pasar los bultos por la cinta y recogerlos al otro lado). Y también por si luego, en el tren, había que apagar todos los dispositivos electrónicos como en el avión. En fin, una especie de marciano en viaje de estudios. El hombre de la cerveza de repente le espetó y por qué no eliminásteis al Real Madrid. Yo intenté aclararle que esos eran de Lyon, y el chaval de Toulouse. Pero me respondió si acaso no son todos franceses. Viajar para ver.
Esperando junto a la vía 12 a la salida del Alvia a Figueres
(JMBigas, Marzo 2011)

En uno de los cafés de la estación compré una pequeña coca de hojaldre con almendras, para comerla luego en el tren. La ausencia absoluta de esta especialidad (cocas en todas sus formas, de panadero, de hojaldre, de chicharrones, con almendras o piñones,...) en la oferta gastronómica de Madrid es de lo que peor llevo de vivir en la capital. En una máquina expendedora compré una botellita de agua Font Vella.

Pasadas las doce y media me acercé a la zona de la via 12, donde estaba anunciado el tren a Figueres-Vilafant para la una en punto. Tuve que esperar unos minutos, junto a docena y media de otros viajeros, hasta que ya pudimos bajar al andén, y montar en el Alvia. Se trata de un tren moderno, con solamente tres o cuatro coches, pero en el que no creo que fuéramos más de una veintena de personas, más algunos franceses que montaron más tarde en la estación de Girona.
Interior del Alvia de enlace, entre Barcelona y
Figueres-Vilafant
(JMBigas, Marzo 2011)

Nada más montar, procedí a la degustación de la coca que había comprado en la estación (que estaba bastante rica), y conseguí, utilizando la bolsita en que me la sirvieron, que casi no soltase migajas al suelo – o a mis propios pantalones -). Me bebí la botella de agua, y busqué una papelera en el tren, para tirarlo todo. La más cercana parecía atorada (no se abría la trampilla), y tuve que ir al siguiente coche. Utilicé también el baño para discapacitados (enorme y muy funcional). Este tren no tiene cafetería (sólo es un trayecto de media distancia), pero sí una pequeña zona con un par de máquinas expendedoras (la de snacks, en la que se veía el contenido, estaba prácticamente desabastecida del todo). La de agua y refrescos, no lo sé.
Obras para la Línea de Alta Velocidad, en la periferia
Norte de Barcelona
(JMBigas, Marzo 2011)

Teníamos que llegar a la estación de Figueres-Vilafant a las 14.40, pero llegamos con algunos minutos de retraso. Buena parte del recorrido está bordeado por obras de diversa intensidad, preparando el advenimiento definitivo de la línea de alta Velocidad desde Barcelona hasta la frontera francesa. Se supone que debería llegar en uno o dos años.

La estación de Figueres-Vilafant es nueva, y se encuentra en medio del campo. Realmente se encuentra en el municipio de Vilafant, que es un pueblecito de los alrededores de Figueres, pero está en mitad de ninguna parte. Se supone que será la estación de Figueres para la Alta Velocidad. Es decir, el AVE no entrará al casco urbano de Figueres, sino que la bordeará.
Andén en Figueres-Vilafant. A la izquierda, el Alvia de
Barcelona. A la derecha, el TGV de París
(JMBigas, Marzo 2011)

Esta estación está prácticamente inactiva todo el día, por el momento, salvo los dos trenes en cada sentido que enlazan desde Barcelona a París.

Me pareció que, aparte de la treintena de personas que veníamos en el Alvia desde Barcelona, algunos viajeros habían venido directamente a la estación de Figueres-Vilafant para abordar el TGV dirección París.


En las dos vías del mismo andén, se baja del Alvia en el que vinimos desde Barcelona, y se monta en el TGV que nos llevará a Perpignan, Narbonne, Béziers, Montpellier, Nimes, Valence TGV y, finalmente, Paris Gare de Lyon. Cuestión de un par de minutos.
TGV Duplex, esperando partir de Figueres-Vilafant
hacia París Gare de Lyon
(JMBigas, Marzo 2011)

Mi plaza en el TGV, de Primera Clase, era una butaca aislada (en filas de 2+1) en el piso superior de esa composición relativamente corta (solamente seis o siete coches).

A las 15.02 en punto, arrancó el tren. En pocos minutos, entramos en el nuevo túnel de Le Perthus, que permite el tráfico de Alta Velocidad, esquivando el angosto corredor costero de PortBou/Cerbère.


De Figueres salimos muy pocos viajeros montados en el TGV que era, además, de composición simple, pero Duplex, eso dí, de dos pisos. En mi coche, en el piso superior sólo íbamos dos viajeros.
Interior del piso superior de Primera Clase, en el TGV
Dúplex, dirección París
(JMBigas, Marzo 2011)

Sí hay que destacar que el personal del TGV intentaba hablar castellano, y todos los avisos de megafonía se daban, también, en castellano. Con éxito desigual, eso sí.

En menos de media hora, llegamos a Perpignan. Su estación está rotulada como “El Centre del Món” (así, en catalán), atendiendo a una boutade que le gustaba soltar a Salvador Dalí: que el Centro del Mundo estaba en la cúpula de la estación de Perpignan/Perpinyá (que en los dos idiomas está rotulada hoy en día).

En la estación de Perpignan nos anunciaron una maniobra, y creo que enlazaron una segunda composición, con lo que, a partir de ahí, el tren ya pasó a ser de longitud respetable. Ignoro si la segunda composición nacía en Perpignan, o ya provenía de algún otro lugar.

Al fondo, cumbres nevadas de los Pirineos, antes de
entrar al túnel de Le Perthus
(JMBigas, Marzo 2011)

Poco después de las cuatro, paramos de nuevo en Narbonne, donde los viajeros podían enlazar con trenes en dirección a Toulouse y Bordeaux. Allí supongo que bajaría el francés tirillas de Sants, pero ya le había perdido la pista.

El viaje siguió sin novedad, con paradas en Béziers, Montpellier Saint Roch, Nimes y Valence TGV. Creo que, desde Nimes, la línea ya es de Alta Velocidad de verdad. Y, desde Valence, viajamos ya directamente, sin más paradas, a toda velocidad hasta París Gare de Lyon.

Llegamos a París algo después de las ocho y media de la tarde, sobre el horario previsto.
Estación de Perpignan/Perpinyá
El Centre del Món
(JMBigas, Marzo 2011)

En resumen, prácticamente doce horas desde mi salida de Madrid. Cuando esté totalmente en funcionamiento la línea de Alta Velocidad entre Barcelona y la frontera francesa, y no sea necesario cambiar de tren en Barcelona, seguramente se podrá realizar este trayecto en unas nueve horas. Y si, algún día, los franceses ultiman el trazado de Alta Velocidad, posiblemente se pudiera hacer el trayecto completo entre Madrid y París por esta ruta en algo menos de ocho horas.

Teóricamente, el enlace ferroviario de Alta Velocidad entre Madrid y París debería poder realizarse en el futuro en unas seis o siete horas por la ruta más natural (Irún-Burdeos). Pero el trazado está mucho más atrasado. Desde Burdeos a París se puede viajar hoy en TGV en algo más de tres horas. Pero, hasta Poitiers, más o menos, el trazado es solamente de velocidad alta (máx de 200km/h). Y, entre Madrid y Burdeos (casi ochocientos kilómetros), prácticamente no existe todavía infraestructura de Alta Velocidad más que el trayecto Madrid-Valladolid.
Desde Valence, ya no hubo más paradas hasta París
(JMBigas, Marzo 2011)

Pero, de momento, ya se puede viajar (de día) en ferrocarril entre Madrid y París por un precio a partir de unos 110 Euros por trayecto, en unas doce horas. Como comparación, volví el domingo de París a Madrid en avión, con Vueling, por 73 Euros; desde el hotel en París a mi casa en Madrid, puerta a puerta, el viaje me tomó unas seis horas (dos de vuelo, más aproximaciones y esperas). Ya os contaré también las peripecias de esa parte del viaje.

Mucho tiene que hervir todavía el cocido.

JMBA

martes, 29 de marzo de 2011

Excursión a las calles de Londres

París y Londres son las dos grandes capitales europeas que, posiblemente, nos resultan más próximas. Amsterdam tiene otro tono, por algún motivo Roma nos parece poco europea y Berlín tiene, principalmente, el aliciente de su reunificación y la gran reconstrucción que se está llevando a cabo en los últimos años. A la pregunta de dígame dos capitales europeas, seguramente el 90% de la población de todo el mundo citaría París y Londres.
Columna de Nelson en Trafalgar Square
(JMBigas, Agosto 2010)

Yo las visité por primera vez en 1977, y ya conté en otro artículo algunas de las peripecias de ese viaje, entre otras el largo viaje en tren y ferry entre París y Londres.

Procuro visitar las dos al menos una o dos veces al año, aunque sea sólo un día. Siempre hay algo en ellas que me quedó por ver o visitar, o alguna maravilla que comprar o al menos hacer como si se comprase.

Hace unos días tuve ocasión de visitar París, y aproveché el sábado para hacer un viaje de ida y vuelta a Londres, aprovechando el túnel ferroviario (EuroTunnel) que cruza el Canal de la Mancha.

Esta es la crónica, por capítulos, de esta excursión a las calles de Londres.


Eurostar.
Gare du Nord de París. Las vías más a la izquierda, valladas,
son las que utiliza el Eurostar
(JMBigas, Marzo 2011)

Hay dos tipos de servicios ferroviarios que utilizan el EutoTunnel. El primero son las lanzaderas que cruzan vehículos (turismos, camiones, autobuses) entre las dos terminales gigantes en Calais/Coquelles y Folkestone. El segundo es el servicio de pasajeros que une Londres con París y Bruselas. Actualmente ya todo el trazado (incluso el tramo británico, el último en unirse al club) es de Alta Velocidad. Con ello, el trayecto directo entre París y Londres puede realizarse en unas dos horas y cuarto si es directo, y un poco más si el tren efectúa alguna parada en Calais Fréthun, Ashford International o Ebbsfleet International. El EuroTunnel lleva ya en servicio 17 años, pues se abrió al público el 6 de Mayo de 1994.
Abordando el eurostar en la Gare du Nord de París
(JMBigas, Marzo 2011)

Esta duración hay que compararla con las más de siete horas que tardamos en 1977 en hacer el mismo recorrido, incluyendo el trayecto marítimo en ferry.

Yo había reservado y comprado esta vez los billetes para el Eurostar por Internet. Se puede hacer tanto en la propia web de Eurostar como en la de los Ferrocarriles Franceses (o su versión en castellano TGV Europe). Yo utilicé la web en francés de la SNCF. La tarifa del Eurostar para los días laborables es bastante elevada. Pero para los fines de semana se pueden encontrar ofertas a precios muy razonables. Yo conseguí una tarifa económica de 104 Euros para el viaje completo de ida y vuelta. A veces es posible conseguir incluso precios por debajo de los 90 Euros, o bien ofertas muy interesantes en Primera Clase. En el Eurostar, la Primera Clase, aparte de una mayor comodidad, tiene un plus interesante, ya que te sirven comida o cena, según el horario. Lo que no sucede, por cierto, en los trayectos nacionales dentro de Francia, a diferencia de la costumbre que existe en España con el AVE, donde sí sirven comidas en clases Preferente o Club.

Aunque en los últimos años ha habido fórmulas diversas, actualmente los billetes para el Eurostar hay que recogerlos físicamente en la estación. Yo los conseguí en la Gare du Nord de París. En el piso superior hay una zona exclusiva destinada al Eurostar, y allí, en los mostradores, te entregan los billetes tras verificar el código de la reserva y que eres el propietario de la tarjeta de crédito con la que se pagaron los billetes.
Parados en Calais-Fréthun, esperando nuestro turno para
cruzar el eurotunnel, debido a la "circulación perturbada"
(JMBigas, Marzo 2011)

En principio, mi tren a Londres debía partir de París a las 8.13 de la mañana del sábado. Pero, al recoger los billetes, me informaron de que, debido a unas obras en el trayecto, el tren saldría seis minutos antes de su horario habitual, es decir, a las 8.07. Lo marcaron a bolígrafo en el propio billete.

El embarque en el Eurostar tiene un cierto protocolo, que obliga a estar en la estación con unos 30 minutos de antelación. Primero está el control del billete, mediante unos torniquetes parecidos a los del Metro, sólo que bastante más anchos. Hay que pasar luego el control de pasaportes y el control de inmigración al Reino Unido. Existe también una revisión (bastante rutinaria, la verdad) de los equipajes (con cinta y arco, como en los aeropuertos). Ya en la zona internacional (pasados todos los controles) existe una oferta completa de todos los servicios (bares, tiendas, bancos). Un servicio muy interesante y práctico que ofrece el banco allí presente es que tiene a la venta la tarjeta One Day Travelcard (zonas 1-2; off-peak solamente) para el transporte público de Londres (Metro, autobuses,...). Su precio actual es de 6.60 libras, y yo pagué por ella en la Gare du Nord de París 8,11 Euros. De no comprarla allí, a la llegada del Eurostar a la estación de St Pancras International en Londres es posible comprarla allí. Pero las colas acostumbran a ser kilométricas y se pierde mucho tiempo precioso en ello.

La composición habitual del Eurostar es muy larga, y consta de 18 coches. Desde la zona de embarque (en el piso superior), hay varias puertas de acceso a los andenes mediante rampas móviles, que se abren quince o veinte minutos antes de la hora de salida. Conviene comprobar el número de coche de nuestra reserva para evitar tener que andar luego cientos de metros por el andén.
St Pancras International, con los Anillos Olímpicos
del London 2012
(JMBigas, Marzo 2011)

Mi Eurostar partió a su hora (las 8.07 de la mañana del sábado). Tenía prevista la llegada a las 9.39 hora local. Es decir, una duración prevista de 2.32 horas, ya que incluía una parada en la estación de Ashford International.

Sin embargo, al poco de partir y cruzando ya, a toda velocidad, las llanuras de la Picardie, un anuncio por megafonía utilizó las palabras mágicas: Suite à un incident... En resumen, que parece que había habido un incidente con un tren de mantenimiento en el Túnel, y la circulación por él estaba seriamente perturbada. En la práctica, esto significaba una parada prolongada (no prevista) en Calais Fréthun, y un retraso a la llegada de (al menos) 30 minutos, según se informó en ese momento.

Parados en Calais, decidí ir a la cafetería para pedir una copa de champán con la que celebrar el retraso. La tripulación había puesto allí a disposición de los viajeros algunas botellas grandes de agua, con vasos de plástico, como compensación por el retraso. La estrategia del champán fracasó, porque la única oferta disponible eran medias botellas (a un precio respetable), lo que constituía a todas luces una cantidad excesiva para tomar a las nueve de la mañana.

Cuando le llegó el turno a nuestro tren, cruzamos el Túnel (en unos veinte minutos), y acabamos llegando a St Pancras International  con casi 50 minutos de retraso. Viajé en el coche 16 de 18, con lo que a la llegada me tocó recorrer más de 200 metros por el andén, hasta llegar al vestíbulo principal, y dirigirme hacia el Underground (con mi tarjetita salvoconducto en el bolsillo, esquivando las frondosas colas que se formaron con los que iban en los 15 coches anteriores al mío). En estas fechas, la estación está adornada con los Anillos Olímpicos, para celebrar (por anticipado) el London 2012.



Estrategia de supervivencia.
Stand de German Deli, en el Borough Market de Londres
(JMBigas, Marzo 2011)

Enfrentarse a un día completo en Londres (con sus visitas y sus compras) sin el refugio de un hotel al que acudir para quitarse los zapatos y tumbarse un ratito en la cama, requiere definir con cierto cuidado una estrategia de supervivencia. Mi tren de vuelta a París salía a las 19.02, por lo que tenía por delante casi nueve horas de estancia en Londres. Si no se toman ciertas precauciones, puedes encontrarte a la una de la tarde con tres o cuatro kilos de compras encima (si se es aficionado a los libros, la prudencia debe ser extrema), y solamente con ganas de sentarse a esperar en alguna parte la hora de la vuelta.

Esta vez decidí ofrecerme un desayuno contundente, para resistir sin problemas hasta un almuerzo tardío, a las cuatro y media o las cinco. Me fui directamente en la Northern hasta London Bridge, y de allí al stand de German Deli del Borough Market, donde me apreté un bocadillo de bratwurst caliente y gigante, con un poco de mostaza. Pero ahí no sirven bebida, por lo que tienes que buscar un rincón donde tomarte el bocata a gusto, intentando evitar que la mostaza te asalte la camisa por la fuerza, y tengas que acarrear una mancha culpable durante toda la jornada. Terminada la comida, en un pub cercano al mercado me pedí una pinta de cerveza para disolver el tema en el estómago.

Terminada esta liturgia, estaba ya presto a asaltar las calles de Londres.

Como sí soy aficionado a los libros, dejé la visita a alguna de las librerías de Charing Cross Road para el final. Después de eso (cuatro y media pasadas) me refugié en la Angus Steak House de Leicester Square, que tiene servicio durante todo el día. Más tarde contaré la comida.


Truefitt and Hill.
Pequeña tienda de Truefitt and Hill, en St James Street
(JMBigas, Marzo 2011)

En una visita anterior a Londres, paseando con mi sobrina por St James Street, localicé una tienda pequeña (pero extremadamente british), en cuyo escaparate había todo un muestrario de brochas de afeitar y otros aparejos necesarios para ese menester. Tomé nota del sitio, para una posterior visita.

Para los que nos afeitamos utilizando maquinilla de hoja(s), la brocha es un instrumento muy recomendable para la aplicación previa del jabón en la cara. Una buena brocha debe estar elaborada con pelo de castor, y tener un mango (bueno, un agarradero) ergonómico y que no se escurra. El asa, además, es a menudo una pequeña joya. Incluso hay modelos con asa de marfil o ébano (o imitación de ellos) u otros materiales nobles.
Grupo de pensionistas y discapacitados, preparados para
incorporarse a la manifestación, en la esquina de
St James y Piccadilly
(JMBigas, Marzo 2011)

Una brocha de afeitar es un producto bastante caro, si es de buena calidad, pero dura toda la vida. Bueno, por lo menos hasta que el pelo se pone chuchurrío, claro, tras más de quince años de uso. Habitualmente, se dispone de dos brochas. Una en casa y otra, más pequeña de tamaño, en el neceser de viaje. En mi caso, la de viaje ya había cumplido su ciclo vital, y necesitaba una nueva.

Por ello, tras la pausa gastronómica en el Borough Market, me fui en el metro a Green Park, y de allí a pie por Piccadilly (pasando por el Ritz) y a la derecha por St James Street. En la esquina empezaba a haber una concentración de pensionistas y discapacitados preparados para incorporarse desde ahí a la manifestación que ese sábado recorrió el centro de Londres, para protestar contra los recortes propuestos por el Gobierno conservador de Cameron.
Brocha de afeitar de viaje (pelo de castor), con su
cilindro contenedor
(JMBigas, Marzo 2011)

Avanzando por St James's llegué frente a Truefitt and Hill, subtitulado Gentlemen's Hairdressers and Perfumers. La tienda, no muy grande, tiene una zona anterior con dos mostradores (uno a cada lado) para la venta de los diversos artículos de que disponen (material de afeitado, cremas, perfumes, colonias, lociones,...). Y tiene también en la parte posterior un auténtico salón de barbería con dos o tres sillones. Con un muchacho rubio, alto y bien plantado, a quien apetecía llamar James, como el mayordomo de todas las novelas inglesas, que iba de dentro afuera para recibir y acomodar a los clientes de la barbería.

Me atendió una señora un poco ñoña, y me mostró diversos modelos de brocha para viaje, con cilindro para el almacenamiento, dotado de agujeritos que faciliten el secado, modelos escamoteables y demás. Discretamente, yo me iba fijando en la etiqueta del precio, no fuera a ser que tanto mayordomo y tanto british fuera a suponer un sobrecoste inasumible en un producto que ya es caro de natural. Confirmé que la que más me gustaba era de pelo de castor (badger hair). La sola duda casi ofendió a la señora, que me confirmó que era de calidad superior, Super Badger.

Confirmada la compra, empezó la liturgia del empaquetado. Envolvió el cilindro que contiene la brocha con papel fino del establecimiento, y lo introdujo en una cajita azul oscuro, del tamaño adecuado. Colocó la cajita en el fondo de una bolsa estrecha y alta (de las de papel fuerte con asas de cordón), también de color azul oscuro. Luego cogió otro trozo de papel fino y lo impregnó con un pulverizador, colocándolo a continuación sobre la cajita dentro de la bolsa. Selló la bolsa con una etiqueta adhesiva del establecimiento, y ahí terminó la operación. El resultado fue que, cuando llegué a casa  al día siguiente y abrí la bolsa,... ¡todavía olía a barbería!.
Bolsa en la que me entregaron la brocha en una cajita,
con aroma a barbería
(JMBigas, Marzo 2011)

Me entregó con reverencia un lujoso folleto de 38 páginas, informándome de que también podía comprar online en su web, si lo deseaba. El folleto, aparte de presentar el muestrario completo de los productos que venden, cuenta la historia de la Barbería más antigua del mundo (como quedó reconocido por el Libro Guinness de los Records, en Abril de 2000).

En resumen, esa fue mi visita iniciática a Truefitt and Hill, Est. 1805 - St James's - London. Grooming Men for Greatness. By Appointment to H.R.H. the Duke of Edinburgh Hairdressers. London, Chicago, Las Vegas, Toronto.


Fortnum and Mason.

De vuelta a Piccadilly, un poco más allá, está Fortnum and Mason, (Piccadilly since 1707) otra de las casas míticas de Londres. Dispone de la mejor oferta posible de productos gastronómicos de alta gama, incluyendo galletas, tés o confituras de todos los tipos que uno se pueda imaginar. Con otras secciones también señeras, como la Stationery (lo que llamaríamos Papelería, aunque en Inglaterra la palabra tiene connotaciones de más elevada nobleza) o la Kitchenware (todo tipo de elementos para la cocina, utensilios, herramientas, textiles). En resumen, cuatro plantas de lujo british por los cuatro costados.
Manifestación en protesta por los recortes del
Gobierno Cameron
(JMBigas, Marzo 2011)

Visité la Stationery, donde disponen de todos los tipos de productos que podamos imaginar confeccionados con papel. Etiquetas de todos tipos, tarjetas para indicar el lugar en la mesa para los grandes banquetes, papel de escribir de todos los tamaños, colores y texturas, sobres para todas las ocasiones, tarjetas de todos los tamaños y formas, para cualquier celebración imaginable, y unos mostradores con las mejores plumas estilográficas del mundo, que atendía un joven empleado vestido de chaqué. Me enamoré de un bloc de papel de escribir Finest Quality, Laid Paper (o Papier Vergé) fabricado por Original Crown Mill, que hice mío por un precio directamente obsceno.

Visité a continuación la sección de textiles para la cocina: trapos de cocina (tea towels, ¿a que suena bastante más noble?), manoplas, guantes dobles para el horno, delantales,... Compré un par de cosas, de nuevo a precios que mejor mirar para otro lado. Pasear por Londres con una bolsa de Fortnum and Mason tiene su coste.



Manifestación contra los recortes de Cameron.

A la salida, la manifestación estaba en su apogeo. Centenares, miles de personas desfilaban por Piccadilly con toda clase de pancartas, como protesta por los recortes promovidos por el gobierno Cameron. Según parece, el Gobierno quiere reducir los gastos en sesenta o setenta mil millones de libras, y, al mismo tiempo, aumentar los ingresos en unos quince mil millones. La fórmula ya nos suena a familiar. Recortes de pensiones y de derechos, recortes de gastos en la sanidad, más impuestos.

Vi ahí padres, madres, abuelos y abuelas, hijos y nietos, procedentes de todo el país. Desfilando pacíficamente en defensa de sus derechos amenazados. Vi grupos de Escocia, de Nottingham, de Londres y de todas las partes del país, que se congregaron en Londres para una manifestación popular gigante.
Manifestantes cerca de Piccadilly Circus
(JMBigas, Marzo 2011)

Lógicamente, en el Reino Unido los sindicatos se sienten mucho más cómodos que en España con las protestas contra este tipo de recortes, ya que constituyen movilizaciones contra un Gobierno conservador de derechas. Nada que ver con la tibieza de las protestas de los sindicatos contra el gobierno socialista en España.

Por lo que luego vi (y oí) al final de la manifestación se produjo lo que ya viene siendo habitual en todas partes. De la manifestación pacífica, y gracias a los grupos de revoltosos y gamberros antisistema, se pasó a la agresión a los bienes públicos y privados. Hubo algunos desperfectos en el Ritz, algunas entidades bancarias sufrieron rotura de cristales y pintadas, o sus ventanales se vieron manchados de pintura o incluso (creo) de huevos estrellados. Hubo enfrentamientos con la policía y la misma cantinela a la que ya estamos acostumbrados, pero que nunca dejará de repugnarme.


Tengo también un vídeo de la manifestación (de unos cuarenta segundos) que he colgado en YouTube o podéis ver aquí:




Lógicamente, la circulación estaba totalmente interrumpida en la zona, por lo que me metí de nuevo en el Metro en Piccadilly Circus, y me fui a Harrod's.



Harrod's.

Harrod's son los Grandes Almacenes por excelencia, a nivel mundial. Dice la leyenda que allí se puede comprar de todo, desde un alfiler a un elefante.
Harrod's, en Knightsbridge
(JMBigas, Agosto 2010)

Más que una tienda grande, o muchas tiendas en el mismo edificio, Harrod's es todo un mundo en el que uno podría perderse durante semanas. Para mi gusto, son quizá demasiado estirados, demasiado pagados de sí, y da la sensación de que son ellos los que hacen un favor al cliente vendiéndole maravillas, en lugar de ser literalmente al revés. Recuerdo una vez en que yo andaba buscando comprar un bolígrafo Parker de las gamas más populares (de diez o quince libras). La respuesta, altiva, que obtuve de un empleado fue como sigue: Sorry, Sir, but we do not deal with prepackaged stuff. O sea, en plata, pelao, ya estás tardando en largarte de aquí.

Pero, sin embargo, es una de las principales atracciones turísticas de Londres.

Yo quería comprar unos naipes austríacos, que encantaron a mis compañeros de timbas ocasionales. Consciente  de lo complejo de su topografía interna, directamente pregunté a uno de los informadores por Playing Cards. Puso cara de indagar por pozos vacíos, y se disculpó diciéndome que iba a averiguarlo por mi. Le vi acercarse a otro empleado, y luego a un tercero, hasta que uno le dio las indicaciones pertinentes, que intentó transmitirme a mi. Con lo de al sótano y pasillo para allá me quedé, sabiendo que debería volver a preguntar una o dos veces más hasta encontrar la zona correcta. Y así fue, sólo que tuve que preguntar cuatro veces más hasta llegar al lugar correcto.

Por fin alcancé la llamada Games Room, que en Harrod's todo tiene nombre. Hasta las escaleras mecánicas. Las principales se llaman Egyptian Escalators. Y en esa sección, en un rincón, estaban los naipes que quería comprar.

Me atendió una señora encantadora, a la que pregunté cómo podía ir a la sección de textiles para la cocina. Ahh, me dijo, creo que conmovida, usted tiene que ir a la cookshop. Le voy a indicar. Viendo lo complicado del asunto, cogió un folleto de los almacenes, con planos de cada planta. Estaba en el sótano (Lower Ground) y debía ir a la segunda planta, justo encima de donde nos encontrábamos, tres pisos más arriba. Pero, me dijo, las escaleras cercanas están hoy paradas, entonces tendrá que... ... ...
Sección de Alimentación de Harrod's. Toda una delicia.
(JMBigas, Agosto 2010)

Con el plano y sus explicaciones, inicié la excursión. Bastante rato después (esta vez sólo tuve que preguntar un par de veces), llegué al lugar por el que le había pedido. Tras varias dudas, compré una manopla gigante, que veremos si al final me sirve para manejar las cosas en el horno. Porque tiene más bien la apariencia de protección para el descuartizamiento de cadáveres, para evitar que la sangre nos salpique el sobaquillo, prácticamente.

Allí también me atendió una señora encantadora, de risita sincopada. Para terminar, le pregunté, con carita de sufrimiento, por el lugar para conseguir una bebida fría. Entre risas (¿cómplices?) de la empleada y un par de señoras clientas, me indicó el camino a seguir para llegar al House Café o algo así. Ya era prácticamente la hora del té (serían más de las tres de la tarde) y aquello estaba abarrotado de gente comiendo cosas raras y saludables. Conseguí una mesa y pedí una London Pride muy fría. Fría estaba, pero era de botella y no de presión, y su precio el doble del que cobran en cualquier pub de Londres.

En fin, con cierto respiro de alivio, abandoné Harrod's.



Caos en la superficie. Regocijo interior.

Quería haber ido a continuación a la zona de Oxford Street (Selfridges, HMV,...), pero cometí un error de cálculo. Viendo el mapa en mi cabeza, tenía que ir hacia la derecha. Es decir, el carril más próximo a Harrod's. Tomé el autobús 74, que justo estaba llegando. Pero, varias paradas después, descubrí con estupor que en ese país conducen contra dirección, y que en lugar de ir hacia Marble Arch estaba avanzando hacia la zona de South Kensington y más allá.
Multitudes en Charing Cross Road, junto a Leicester Square.
(JMBigas, Marzo 2011)

Bajé del autobús e intenté enmendar el error. Pero ya el caos debido a la manifestación se había hecho dueño del centro de Londres y algunas líneas ni siquiera circulaban.

De espera en espera fue pasando el tiempo, hasta que no tuve más remedio que saltarme un paso, e irme directamente a Leicester Square, para la compra de libros y la comida reparadora. Allí visité Blackwell, que es la gran librería de Charing Cross Road más próxima a Leicester Square.

Todas las grandes librerías de Londres tienen permanentemente en marcha la oferta de 3x2, es decir compras tres libros y pagas dos. Y ello para libros que son novedad. Lo cual tiene el inconveniente de que la unidad de compra se convierte en tres libros. Acabé comprando dos unidades. Además, me había olvidado la tarjeta de fidelización en casa, por lo que no pude acumular puntos en esa compra (salvo que me acuerde de acreditarlos en el futuro, cosa que dudo).

Y, desde allí, entre multitudes de gente (la habitual de un sábado por la tarde, más los que habían ido a la manifestación y se estaban haciendo bajar la adrenalina a base de comprar, o al menos, mirar, con sus pancartas al hombro) me instalé en una mesa del Angus Steak House frente a la entrada del metro de Leicester Square. Reventado, debo confesar.
Secuelas de la post-manifestación, en los ventanales de una
sucursal del HSBC en Charing Cross Road
(JMBigas, Marzo 2011)

Visité el baño para reponerme de tantos esfuerzos, y pedí a continuación un Fillet Steak (lo pedí saignant; la camarera lo tradujo por rare -crudo-, y la cocina sirvió un excelente y delicioso solomillo al punto tirando a poco hecho). Acompañado con salsa a la pimienta, que estaba para mojar pan -que tuve que pedir aparte- y unas patatas fritas. Un par de copas de tinto Shiraz Cabernet Sauvignon australiano completaron el arreglo.

A la hora de pagar, el suplicio de siempre. Ese susurro al oído, informando al cliente de que el servicio no está incluido. Claro que las tecnologías avanzan. Si pagas con tarjeta, el pirulo de marras tiene previsto este hecho. Antes de validar el pago, te pide qué cantidad quieres añadir de gratuity. Calculas más o menos, para que el total sea una cifra redonda, y pulsas la tecla verde confiando ver aparecer un cero cero en la parte de los peniques, lo que significará que todavía conservas intactas tus capacidades de cálculo.

Y, desde ahí, la Piccadilly Line me llevó directamente s St. Pancras International. En la estación hay una sucursal de Foyles (otra de las grandes cadenas de librerías) y compré otro par de libros más. A estas alturas, las bolsas de compras ya pesaban de forma molesta. Pero esta vez el Eurostar salió a su hora y llegó a Paris Gare du Nord hasta con algún minuto de adelanto.

En París ya eran las diez y media de la noche.

JMBA