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jueves, 27 de junio de 2013

Castilla-La Mancha (y 5): Tierras de Albacete y Cuenca

(Este es el último capítulo de la crónica de un viaje por Castilla-La Mancha, con objetivos tanto turísticos como enológicos. Podéis empezar leyendo los capítulos anteriores: 1) Los Molinos de La Mancha; 2) De Madrid a Toledo por un camino torcío; 3) De Toledo a Ciudad Real por Cabañeros; 4) La Mancha Húmeda)


El jueves 23 de Mayo desperté en el Sercotel Guadiana en Ciudad Real. Ese día tenía previsto visitar los dos pagos vinícolas de El Bonillo (provincia de Albacete), las Lagunas de Ruidera (visita que ya os he contado), y terminar el día en Albacete capital.
Portal de acceso al Pago Guijoso, en El Bonillo (Albacete).
(JMBigas, Mayo 2013)

El buffet de desayuno del hotel resultó bastante correcto. Y la sorpresa fue una invasión en el comedor de personas de todas las edades con camisetas que rezaban lo siguiente: Proyecto Arce. Leer favorece seriamente la salud. Lo curioso es que había gente de todas características, desde chicos y chicas en edad escolar o preuniversitaria, hasta abuelos y abuelas con muchos años encima.

No pude resistir la curiosidad y acabé preguntando sobre ese proyecto a un grupito de tres chicos que estaban charlando, y ya me contaron que se trata de un Programa animado por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, para fomentar actividades culturales para adultos. Que ese grupo en concreto había estado por Madrid y que estaban terminando la semana en Ciudad Real. Los chicos a los que pregunté eran de Las Palmas de Gran Canaria, y se volvían para las Islas al día siguiente.

Buceando luego por Internet, he averiguado que ARCE es un Programa de Agrupamiento de Centros Educativos, con el objetivo de desarrollar actividades e intercambios culturales. Con participantes entre 18 y 81 años (o quizás incluso más).
Enorme campo donde cultivan ajos de la variedad Las
Pedroñeras, frente a las Bodegas Sánchez Muliterno,
en Pago Guijoso.
(JMBigas, Mayo 2013)

Muy curioso, pero aleccionador y me transmitió la esperanza de que un futuro mejor es posible, con la colaboración y participación de todos.

Desde Ciudad Real me dirigí hacia Ossa de Montiel, ya en la provincia de Albacete. Tenía previamente más o menos localizados los dos Pagos (Finca Élez y Pago Guijoso) en el término municipal de El Bonillo, pero sin mucha precisión. Sabía que debía tomar la carretera de Ossa de Montiel a El Bonillo, y debía tomar un desvío a unos 11 kilómetros de Ossa de Montiel. A través de Google Earth creía tener localizada la Finca Elez, y le había introducido las coordenadas al GPS. Pero este se negaba a aceptar ese lugar como punto de destino, pues en su cartografía no le constaba la existencia de camino alguno para llegar hasta allí.

En la web de Sánchez Muliterno (los dueños de Pago Guijoso), encontré unas instrucciones más o menos precisas para llegar hasta la finca, y decidí seguirlas. Pasados unos 11,5 km. desde Ossa de Montiel, encontré un desvío a la derecha, que era una pista de tierra. A su vez, la pista se bifurcaba en su mismo comienzo. Y había ciertas indicaciones de Pago Guijoso hacia la derecha, y de Manuel Manzaneque (el dueño de Finca Élez) hacia la izquierda.
Finca Élez (Manuel Manzaneque) en El Bonillo (Albacete)
(JMBigas, Mayo 2013)

Seguí la pista de la derecha por unos 6 km. hasta llegar a la entrada de la finca Pago Guijoso. La finca es muy extensa (cerca de 3.000 hectáreas) y está situada a unos 1000 m. de altitud. Allí nace el río Pinilla, que alimenta las Lagunas de Ruidera. En la finca se desarrollan diversas actividades económicas, como la agricultura, la explotación forestal de la madera, la caza, el turismo rural, etc. Dispone de una planta fotovoltaica, un bosque solar de 180.000 metros cuadrados, que incluso alimenta de electricidad a alguno de los municipios vecinos. Y, por supuesto, se cultivan viñas y se producen excelentes vinos, bajo la Denominación de Origen Protegida de Pago Guijoso. Hay cepas de las variedades más habituales: Cabernet Sauvignon, Merlot, Syrah y Tempranillo, en las tintas, y Chardonnay y Sauvignon Blanc en las blancas.

Ya dentro de la finca, seguí las indicaciones para llegar hasta la Bodega, y acabé frente a una puerta cerrada, donde se publicitaba la venta de vino en horario comercial. Por si acaso, había un timbre y un número de teléfono móvil, por si no hubiera nadie atendiendo cuando llegara el visitante. Curiosamente, frente a la misma Bodega hay un campo enorme, donde no se ven viñas sino que está dedicado al cultivo de ajos de la variedad conocida como de Las Pedroñeras.

Llamé al teléfono móvil que indicaba el cartel en la puerta y, en unos diez minutos, apareció un chico para atender mis demandas.
Edificio principal de la Finca Élez, en El Bonillo (Albacete)
(JMBigas, Mayo 2013)

Pago Guijoso produce cinco variedades de vino. Dos altos de gama monovarietales (Magnificus, tinto de Syrah; Divinus, blanco de Chardonnay); Viña Consolación, que cimentó la fama de esta bodega, un monovarietal de Cabernet Sauvignon; Vega Guijoso, un coupage de Merlot, Cabernet Sauvignon y Tempranillo; y recientemente han puesto en el mercado un Chardonnay fresco sin madera, el Flor de Divinus. Bajo la denominación genérica Vino de la Tierra de Castilla, también producen el tinto Finca La Sabina, un coupage de Syrah y Tempranillo.

Estuvimos charlando un rato, y el chico me mostró algunas de sus modestas instalaciones bodegueras. A fin de cuentas, sólo producen en total unas 300.000 botellas al año.

Me destacó lo curioso del hecho de que en toda la provincia de Albacete sólo haya dos vinos reconocidos con Denominación de Origen Vino de Pago, y que las dos fincas estén en el mismo municipio, y a la vista una de otra. También me informó de que, en la misma zona, recientemente se ha construido otra bodega absolutamente de nueva planta, pero que, por el momento, todavía no comercializan vinos. Veremos lo que ello da de sí.
Exposición de los vinos Manuel Manzaneque, en la
Finca Élez de El Bonillo (Albacete)
(JMBigas, Mayo 2013)

Me dio la sensación de que, con una finca tan enorme, la producción de vinos no es, hoy por hoy, su principal preocupación y fuente de ingresos. Hay una realidad que conviene conocer. En las tres tiendas gourmet de la región que visité (en Toledo, Ciudad Real y Albacete) tenían en exposición y venta diversos vinos de la Finca Elez (Manuel Manzaneque), pero ninguna de las tres proponía ninguna variedad de Pago Guijoso. El dueño de la tienda de Albacete (de la que ya os hablaré más tarde) me dio alguna pista. El gran éxito de la Bodega Sánchez Muliterno fue la aparición del Viña Consolación, que se vendió durante años como churros calientes. Pero, según la versión del dueño de la tienda de Albacete, no midieron correctamente el impacto de sucesivos aumentos de precio y la sustitución de un enólogo de prestigio, lo que les habría dejado bastante al margen de los circuitos habituales de distribución. También insinuó posibles conflictos familiares, de los que nada sé con certeza.

Compré una muestra de los vinos que producen, que pagué, sin problema, con tarjeta de crédito.

Desde Pago Guijoso quería visitar a continuación la otra finca con Vinos de Pago, la Finca Élez de Manuel Manzaneque, que el chico me enseñó incluso visualmente en el horizonte. Pero no hay comunicación directa, por lo que tuve que desandar toda la pista hasta la carretera de Ossa de Montiel a El Bonillo, y tomar allí la desviación izquierda. Tras unos cuatro kilómetros más, llegué a las Bodegas de Manuel Manzaneque.

Tantée primero en la nave de la bodega, pero por allí no había nadie. Luego localicé a un operario que estaba realizando alguna labor en el exterior de la casa, y le pregunté por la posibilidad de comprar algunas botellas de vino. Con pocas palabras, me indicó que debía ir a la construcción principal, y me indicó el camino. Me dijo que él mismo iba para allá, para atenderme.
Gran Hotel de Albacete, en un edificio señorial frente
a la Plaza del Altozano.
(JMBigas, Mayo 2013)

Efectivamente, cuando llegué frente al edificio principal, el operario ya estaba allí, y se puso a mi disposición para lo que yo quisiera comprar, de nuevo con absoluta parquedad de palabras y comentarios.

Me dio la sensación de que el principal, si no único, leit motiv de la Finca Élez es la producción de vinos. Disponen de 40 hectáreas de viñedos. El auténtico concepto de manual de Vinos de Pago.

Su vino estrella es el tinto Escena, predominantemente de cepas viejas de Tempranillo. Su Syrah es una referencia en España, pues esta fue de las primeras bodegas en apostar por este tipo de uva del Ródano, nada tradicional en el panorama vitícola español. Su Chardonnay con barrica es también una referencia, con una versión Especial para las mejores añadas. Producen otras dos variedades de vino tinto (Finca Élez Crianza - Cabernet Sauvignon, Merlot y Tempranillo - y Nuestra Selección - de las cepas más viejas de Cabernet, Tempranillo y Merlot). Recientemente han introducido en el mercado un blanco Chardonnay fresco sin madera, que está teniendo mucho éxito.

Escogí una muestra de su producción, que el operario me acondicionó en una caja, y que tuve que pagar en efectivo, porque aquí en el campo... teníamos un aparato, pero se estropeó...
El Ayuntamiento preside la Plaza del Altozano en
Albacete.
(JMBigas, Mayo 2013)

Sin más liturgias, deshice el camino de la pista de tierra hasta la carretera principal, y seguí camino hacia las Lagunas de Ruidera, muy próximas a esa zona. Pero eso ya os lo he contado.

Había reservado para esa noche de jueves una habitación en el Gran Hotel de Albacete. Un poco más caro que otros hoteles de la ciudad, su ventaja es que está situado en un edificio señorial en el centro neurálgico de Albacete, frente al Ayuntamiento: la Plaza del Altozano.

Pero llegando a Albacete y antes de ir al hotel, tenía que visitar la tienda que había escogido previamente por Internet: Tu Rincón del Gourmet, en la calle Virgen de las Maravillas, 6. De nuevo tuve suerte, pues la zona era de aparcamiento restringido (de pago) y pude aparcar a menos de treinta metros de la tienda.

Este establecimiento tiene una buena variedad de vinos de todas las procedencias. Y su dueño, la persona que me atendió, manifestó muy rápidamente su satisfacción y felicidad de tener en la tienda a un cliente que parecía entender un poco de vinos.

Estuvimos charlando un buen rato. Le comenté las diversas visitas que había realizado a varios Pagos de la región, y le confesé mi sensación de que el Pago de Vallegarcía Viognier podría ser, muy probablemente, el mejor blanco de España. Me lo discutió, arguyendo la candidatura de un vino gallego, el As Sortes de Rafael Palacios, un Godello que, el dueño insistía, será sin duda la uva del futuro. Una botella de As Sortes (caro, casi treinta euros) acabó en mi selección de ese día. También me tentó con un poderoso tinto de la plana de Ocaña (Toledo), La Plazuela (caro, más de treinta euros) con el que ya había topado en la tienda de Toledo, pero allí había conseguido resistirme.
Pago Calzadilla, en Huete (Cuenca).
(JMBigas, Mayo 2013)

Completé la selección siguiendo los consejos del dueño de la tienda y, al final, me tocó de nuevo pagar en efectivo, porque el datáfono que teníamos se estropeó y... en fin.

Había reservado aparcamiento en el parking del propio hotel (bastante caro para una pequeña capital de provincia), al que se accede por una calle semipeatonal a la espalda del edificio del Gran Hotel. Es pequeño, pero manejable, aunque hay que reservarlo obligatoriamente con antelación. Si no, queda la opción de alguno de los Parkings Públicos próximos.

En recepción del hotel, atendida, por cierto, por una chica guapísima, pregunté por alguna recomendación para cenar. Me indicaron dos lugares próximos, y me acabé inclinando por el Asador Concepción, en una calle lateral junto a la Plaza del Altozano. El local, cuya existencia data de 1.994, se reformó por completo y fue reinaugurado en 2012. Actualmente, en un entorno de diseño, dispone de un comedor convencional, y una amplia cervecería con mesas altas para comidas más informales.
Viñedos del Pago Calzadilla, en Huete (Cuenca).
(JMBigas, Mayo 2013)

Escogí una de las mesas del comedor y cené estupendamente (unas croquetas variadas, una carne de beef Angus americano y un poco de queso curado de la región). Todo ello regado con un excelente tinto crianza Pago La Jaraba, que se produce en la zona del mismo nombre, a caballo entre los municipios de Villarobledo (Albacete) y El Provencio (Cuenca).

Tras la cena, el aire en el exterior estaba fresquito, seguramente no más de quince grados. Pero el paseíto hasta la Plaza del Altozano y el Gran Hotel era muy corto, por lo que no hubo ningún problema, a pesar de ir en manga corta (el día había sido soleado y más bien caluroso).

El viernes tocaba ya vuelta a casa, a Madrid. Pero tenía todavía un par de etapas que completar. Tras el desayuno, un buffet completo y muy correcto, bajé el equipaje por la docena de escalones de acceso al Parking, y puse dirección hacia el pueblo de Huete, en la provincia de Cuenca.

Huete está en la comarca conocida como la Alcarria conquense (la más conocida es la de Guadalajara). Y en esa comarca, la viña no forma parte de los cultivos habituales. Sin embargo, en 1980 se creó la pequeña bodega familiar de los Uribes Madero, naturales de la zona, dominando el valle del río Mayor. Al principio, crearon pequeñas plantaciones de viña con la que fueron experimentando, hasta que en 1992 salió al mercado el primer vino de la finca: Calzadilla. Un tinto de larga guarda, que pronto empezó a ser de culto por parte de los amantes de lo excelente, pero fuera de los senderos más transitados.
Estuches para botellas de vino del Pago Calzadilla. A la
izquierda, Gran Calzadilla. A la derecha, estuche mixto
(Classic, Allegro y Opta).
(JMBigas, Junio 2013)

El éxito de la iniciativa llevó a la construcción del Pago Calzadilla tal y como es hoy, con una finca de 26 hectáreas, de las que 20 están dedicadas a viñedos. Obtienen anualmente unos 100.000 kilos de uva, con la que producen, hoy por hoy, solamente vinos tintos de larga vida. Aunque en principio las variedades eran las más habituales (Tempranillo, Garnacha, Cabernet Sauvignon), en 1992 se plantó también la variedad Syrah. La mayoría de viñedos se extiende por las lomas del Cerro La Pájara, a unos 1.000 metros de altitud. Su excelencia y meticulosidad en la elaboración les ha valido el reconocimiento de una Denominación de Origen Protegida (Vino de Pago) Pago de Calzadilla.

Sólo sabía que el Pago Calzadilla se encuentra en el término municipal de Huete (pop. 1.924), saliendo del núcleo urbano en dirección a Caracenilla. Seguí las indicaciones y, efectivamente, tras unos tres kilómetros, llegué a un desvío donde está la entrada al Pago Calzadilla.
Detalle del estuche Gran Calzadilla, de cartón arrugado.
(JMBigas, Junio 2013).

La verja estaba cerrada, pero llamé al timbre, manifestando mi deseo de comprar algunas botellas de los excelentes vinos que allí producen. Me abrieron la verja, y subí con el coche por el camino hasta el edificio principal de la bodega (que tiene una indicación de fecha: Calzadilla Año 2000).

El entorno en esa zona junto a la Bodega es idílico, con un jardín muy cuidado. Y mirando hacia el exterior, se pueden ver los viñedos.

Me recibió una chica muy amable, que me explicó los vinos que producen y lo que podía comprar. Su vino estrella es el Gran Calzadilla, procedente de las cepas más viejas y seleccionadas de Tempranillo y Cabernet Sauvignon. Tienen un monovarietal de Syrah, que es casi legendario, al que actualmente subtitulan como Allegro, y un tinto (apellidado Classic) que es un coupage seleccionado de Tempranillo, Cabernet Sauvignon, Syrah y Garnacha. En los últimos años han puesto en el mercado un tinto más joven, el Opta (Tempranillo, Garnacha y Syrah).

Para facilitarles la venta, no se puede pedir cualquier combinación de productos. Los tres tintos se pueden comprar por cajas de seis botellas, y el Gran Calzadilla en un embalaje unitario. Pero tienen también unos estuches especialmente diseñados y pensados para el visitante de la bodega. El estuche de tres botellas lleva una de cada variedad de tinto (Classic, Allegro, Opta) y el estuche especial contiene una botella de Gran Calzadilla (excelente, pero caro, por encima de los 30€). Os he añadido unas fotos de los estuches, que bien lo merecen.

Me quedaba todavía una última etapa, esta vez en la zona de influencia de la Denominación de Origen Uclés, en la provincia de Cuenca. Se trata de las Bodegas Fontana, una bodega mucho más convencional, pero que ha conseguido cotas de excelencia con algunos de sus productos, como el mítico tinto Quercus o el Gran Fontal. La bodega se encuentra a la entrada del pueblo de Fuente de Pedro Naharro (pop. 1.349), junto a las enormes bodegas cooperativas del pueblo, las de Nuestra Señora de la Soledad. En el lateral de la bodega tienen una tienda para la venta al público.

Producen vinos bajo la Denominación de Origen Uclés, pero también D. O. La Mancha, así como Vinos de la Tierra de Castilla. Todo ello dependiendo de las exigencias de cada denominación de origen.
Bodegas Fontana, a la entrada del pueblo de Fuente de
Pedro Naharro (Cuenca).
(JMBigas, Mayo 2013)

Su Quercus y Gran Fontal son de Tempranillo 100%, mientras que el Dueto es un coupage bordelés de Cabernet Sauvignon y Merlot. También producen vinos más básicos, como los Fontal (blanco, rosado, roble, crianza) bajo D.O. La Mancha, los Mesta (blanco de Chardonnay y Moscatel de grano menudo, rosado y tinto de Tempranillo) o los más selectos Esencia, bajo D.O. Uclés.

También producen un curioso vino tinto dulce de Tempranillo, por vendimia tardía (en Diciembre) de uva sobremadurada. Se trata del Pago El Púlpito.

Compré una muestra de su producción, con especial énfasis en los vinos singulares.

Iba ya a tomar el camino de casa, donde podía llegar a la hora de comer, cuando me asaltó una última curiosidad. Tanto en Toledo como en Albacete me habían hablado de La Plazuela, un tinto robusto. De hecho, llevaba una botella de muestra en la compra de la tienda de Albacete. Este vino lo producen las Bodegas Ercavio en Cabañas de Yepes (Toledo). Este es un proyecto de tres enólogos y amigos, que iniciaron la idea de Más que Vinos como una asesoría enológica, y acabaron por instalar su propia bodega, primero en Dosbarrios y luego, en el 2007, en la nueva bodega de Cabañas de Yepes.

No tenía muchos datos de su ubicación, pero como escasamente serían las doce y media del mediodía, decidí realizar una última etapa, por ver si tenía suerte. Me dirigí a Cabañas de Yepes (pop. 305), un pueblecito cercano a Ocaña. Pero entré y salí del pueblo en media docena de ocasiones, por todas las rutas posibles,  tratando de localizar la bodega, pero fui incapaz. Y los únicos peatones que vi en el pueblo tampoco supieron darme razón.

Como, además, ya era esa hora maldita de la playa del mediodía, decidí abandonar y dejar la tarea pendiente para otra ocasión. Tomé el camino de Madrid y acabé llegando a casa pasadas las tres de la tarde, para comer tranquilamente, tras toda la semana de rondar por tierras de Castilla-La Mancha. De hecho, recorrí en el coche un total de 1.868 kilómetros en los cinco días.

Y hasta aquí la historia de este bonito viaje. Con bastantes botellas de vino en el maletero, para ir degustando durante los próximos meses. Habiendo visto algunos preciosos parajes naturales, y habiendo conocido de primera mano la nueva vitalidad que tienen algunas Bodegas y Pagos de la región.

Aparte de las fotografías que he seleccionado para ilustrar este capítulo, podéis acceder a una colección muy completa de 45 fotografías de todas las bodegas que visité en el curso de este viaje, incluyendo imágenes extraídas de Google Earth, con detalle de las coordenadas de cada una de ellas. Basta con pinchar en la siguiente fotografía.

Pagos Vinícolas en Castilla-La Mancha


JMBA

lunes, 24 de junio de 2013

Castilla-La Mancha (4): La Mancha Húmeda

La llamada Mancha Húmeda tiene categoría de Reserva de la Biosfera desde 1980, y abarca una superficie de 25.000 hectáreas (250 kilómetros cuadrados). Sus manifestaciones externas más conocidas, y visitables, son el Parque Nacional de Las Tablas de Daimiel (1.928 hectáreas) y el Parque Natural de las Lagunas de Ruidera (3.772 hectáreas).
Laguna de Aclimatación del Parque Nacional
de las Tablas de Daimiel.
(JMBigas, Mayo 2013)


Históricamente, toda la zona se ha tenido por el curso alto del río Guadiana. La realidad es que el que se conoce como río Pinilla (llamado a veces también Guadiana Alto o Guadiana Viejo) discurre por las llamadas Lagunas de Ruidera (técnicamente, un conjunto de remansos fluviales) y alimenta el embalse de Peñarroya (inaugurado en 1.952). A la salida del embalse, en el municipio de Argamasilla de Alba (Ciudad Real) la corriente superficial desaparece por infiltración a través del subsuelo.

Tradicionalmente, se sostenía que el cauce del río seguía un curso subterráneo hasta aparecer definitivamente en los llamados Ojos del Guadiana, en el municipio de Villarubia de los Ojos (Ciudad Real). En el lenguaje común en España, todavía hoy se compara con el Guadiana a cualquier cosa o persona que aparece y desaparece sin avisar.

La ciencia ha demostrado que la realidad es más compleja que eso, ya que está ligada a la existencia del llamado Acuífero 23.

El Acuífero Sistema 23 o Acuífero de la Mancha Occidental, es la pieza clave del sistema hidrológico de la Cuenca Alta del Guadiana. Con una extensión de unos 5.500 kilómetros cuadrados, se encuentra a unos 70 metros de profundidad, y sobre él se asientan hasta treinta municipios de las provincias de Ciudad Real, Albacete y Cuenca.

Este acuífero recibe aportaciones de múltiples fuentes, incluidos otros acuíferos, como los de la Sierra de Altomira (acuífero 19) o el de Campo de Montiel (Acuífero 24). Los Ojos del Guadiana son un punto natural de descarga del Acuífero 23 y, a todos los efectos, debe considerarse como el nacimiento del río Guadiana.

A partir de los años 50, con el desarrollismo agrario y económico de la región, el Acuífero 23 empezó a explotarse de modo indiscriminado y sin ningún control. La implantación de sistemas de regadío en tierras tradicionalmente de secano, suponía la apertura de nuevos pozos que extraían caudal de agua del Acuífero 23.

Al principio, en una época donde la sensibilidad (y el conocimiento) medioambiental era mucho menor de lo que son hoy, se llegó a considerar que este Acuífero era ilimitado. Pero la realidad, lógicamente, acabó desmintiendo esta afirmación. En 1987, el acuífero 23 se declaró legalmente como sobreexplotado, y en 1994 la Confederación Hidrográfica del Guadiana aprobó un Plan de Ordenamiento de las Extracciones.
Pasarela de madera para cruzar sobre las zonas
inundadas. P. N. Tablas de Daimiel.
(JMBigas, Mayo 2013)

La situación más dramática se produjo en el 2009, cuando incluso la UNESCO amenazó con retirar la protección de Reserva de la Biosfera a toda la zona. A la sobreexplotación incontrolada se le sumó una larga temporada de sequía, con lluvias casi inexistentes, lo que provocó la práctica desecación de las Tablas. La situación se agravó con los incendios de las capas de turbas en las Tablas de Daimiel. La degradación de estas turbas comprometía la capacidad de impermeabilización del terreno, que es la que acaba generando las tablas fluviales, o grandes encharcamientos en los márgenes de los ríos, provocados por desbordamiento.

Tras probar varias formas para sofocar esos incendios, todas resultaron inútiles, y se aprobó, como último recurso, un trasvase desde el río Tajo. Afortunadamente, no llegó a ser necesario, pues se inició una época de fuertes precipitaciones, que sofocaron los incendios de forma natural y que devolvieron el Acuífero 23 a lo que había venido siendo su nivel habitual.

Todo este subsistema hidrológico ya ha vivido este año su cuarta primavera de vuelta a la normalidad. Esperemos que las circunstancias nunca reproduzcan la situación dramática a la que se llegó a finales de 2.009.

* * *

Durante mi reciente viaje por Castilla-La Mancha, tuve ocasión de aproximarme tanto a las Tablas de Daimiel como a las Lagunas de Ruidera. Aunque lo hice en dos días distintos, aquí lo contaré sin solución de continuidad, casi como una unidad, porque resulta, además, lo más recomendable.
Familia de patos en las Tablas de Daimiel.
(JMBigas, Mayo 2013)

El miércoles 22 de Mayo desperté en el hotel de Ciudad Real y, tras desayunar, me dirigí hacia Daimiel y el Centro de Visitantes del Parque Nacional de las Tablas de Daimiel. Este Centro, creo, es el punto natural de inicio de cualquier tipo de visita al Parque. Se puede conseguir (gratuitamente), un mapa bastante detallado de la zona, e información sobre diversos recorridos que se pueden realizar a pie desde el Centro de Visitantes.

El conjunto del Parque Nacional de las Tablas de Daimiel delimita una zona total inundable, en el curso del río Cigüela, que tiene forma de coma, y se desarrolla de noreste a suroeste. El Centro de Visitantes se encuentra hacia la mitad de la extensión, en la orilla oriental.

Dependiendo de la situación hidrológica de la temporada, más o menos zonas de este conjunto estarán efectivamente inundadas. Hay también una serie de islas e isletas, que son terrenos que habitualmente nunca llegan a inundarse.

En la carretera N-430, que bordea Daimiel, está señalizada la desviación hacia el Parque, por una carretera secundaria. Se pasa primero por un Centro menor en el Molino de Molemocho, y se llega a continuación al Centro de Visitantes (coordenadas: N39,137990º O3,696821º).

El Centro dispone de algunos servicios básicos para el visitante, como WC y máquinas de venta de agua y refrescos, aparte de la información sobre el propio Parque y las diversas rutas.
Observatorio de la Isla del Pan. P.N. Tablas de Daimiel.
(JMBigas, Mayo 2013)

Como no pensaba dedicarle mucho tiempo a la visita del Parque, me recomendaron la llamada Ruta de la Isla del Pan, que supone un recorrido total de casi tres kilómetros, en terreno prácticamente llano por completo. Su inicio es el propio aparcamiento del Centro. Esta Ruta tiene una primera parada en la llamada Laguna de Aclimatación. Allí, desde el interior de una gran cabaña de madera con pequeñas ventanas, se puede contemplar, sin interferir, la evolución de diversas especies de patos (no soy experto en el tema, lo siento, como para dar muchos más detalles).

Luego la ruta discurre por pequeñas isletas unidas por pasarelas de madera para salvar las zonas inundadas (o, en su caso, inundables), hasta llegar a la Isla del Pan. Allí, en una pequeña altura, hay un Observatorio desde el que se tiene una buena visibilidad de toda la zona.

Para la vuelta se pueden escoger diversas variantes, como el bosque de tarayes. Allí el camino, a veces, puede estar algo embarrado.

Aunque la Ruta se puede hacer en una hora, o incluso algo menos, yo tardé casi dos horas, porque el paisaje se lo merece. Desde las pasarelas se pueden contemplar familias de ánades de diversas especies y, en alguna zona, hasta carpas y barbos de tamaño considerable. Si no sólo se quiere caminar, sino también contemplar el maravilloso paisaje y la fauna y la flora, yo contaría un par de horas como tiempo a utilizar. Llevar una botellita de agua es siempre una recomendación a seguir, ya que en todo el recorrido no hay servicios de ningún tipo.
Parque Natural de las Lagunas de Ruidera.
(JMBigas, Mayo 2013)

Ese miércoles seguí ruta turística por La Mancha, visitando, por ejemplo, la Sierra de los Molinos de Campo de Criptana, que ya os he contado en otro capítulo.

El jueves me desplacé desde Ciudad Real hasta Albacete (ya os contaré detalles en el último capítulo), y tuve ocasión de aproximarme un poco a la zona del Parque Natural de las Lagunas de Ruidera.

El conjunto incluye 15 lagunas (remansos fluviales) que discurren longitudinalmente por el valle del río Pinilla, en dirección sureste-noroeste, y que terminan en el Embalse de Peñarroya, que sería la laguna número 16. Puede verse (y/o descargarse para imprimir) un mapa de la zona en la propia web del Parque.

Las lagunas, de gran belleza natural, están unidas por pequeños arroyos y algunos saltos de agua. Aunque técnicamente ya hemos visto que no es así, a menudo se conoce a este curso fluvial como Guadiana Viejo o Guadiana Alto. El Parque Natural incluye algunos lugares singulares, como el Castillo de Peñarroya o la Cueva de Montesinos, donde pasó Don Quijote una noche.

Desde el pueblo de Ossa de Montiel (provincia de Albacete) se puede tomar la carretera hacia Ruidera, que pasa alejada de las Lagunas, o se puede tomar un desvío, que es lo que hice, que te lleva directamente hasta las primeras lagunas del conjunto (lagunas San Pedro, Tinaja, Tomilla, Conceja,...).

Toda la zona de las Lagunas tiene múltiples desarrollos turísticos que incluyen desde servicios al visitante (campings, hostales y albergues, restaurantes, bares,...) hasta actividades acuáticas como navegación, buceo, etc. Están señalizadas numerosas rutas para bordear las lagunas a pie o en bicicleta todo terreno. De hecho, me crucé con un grupo de una docena de ciclistas que estaban siguiendo una de esas rutas.
Las lagunas están unidas por arroyos o pequeños
saltos de agua. P. N. Lagunas de Ruidera.
(JMBigas, Mayo 2013)

Como eran ya pasadas las dos y pico de la tarde, me entró un poco de hambre. Junto a la Laguna Redondilla vi varios restaurantes, prácticamente desiertos al ser un día laborable del mes de Mayo. Uno de ellos se anunciaba como pizzería (Horno de Constanza) y me entró el antojo. El local dispone de una amplia terraza, que el día soleado pero fresquito hacía muy apetecible. Sólo estaba el dueño comiendo con algunos amigos. Pregunté si me podían servir, y me comí en una de las mesas de la terraza una de las mejores pizzas que recuerdo, horneada a la perfección. La acompañé con un Lambrusco rosado fresquito (a propuesta del dueño) que, desde mi punto de vista, no es propiamente un vino sino más bien un rosado-de-verano, como si fuera vino con gaseosa. En fin, un delicioso alto en el camino.

Desde allí seguí la carretera que va bordeando las lagunas (Lengua, Salvadora, Batana, Santos Morcillo, Colgada, del Rey,...) hasta el pueblo de Ruidera (provincia de Ciudad Real). Merece la pena el camino por esa pequeña carretera secundaria, pues discurre por parajes de gran belleza.

Desde allí seguí camino hacia Albacete, pero eso ya os lo contaré en el último capítulo de esta serie.

Aparte de las fotografías que he escogido para ilustrar este artículo, podéis acceder a una colección más completa, de 41 tomas, de los dos Parques, pinchando en la foto de la Laguna de Aclimatación.

La Mancha Húmeda


JMBA

jueves, 20 de junio de 2013

Belfast y alrededores

Hay lugares en el mundo a los que se llama de modo diferente, dependiendo de si se han visitado alguna vez o no. Quien nunca ha estado en la India, la llamará así, la India. Pero quien la ha visitado y, muy especialmente, quien la ama, hablará siempre de India, sin el artículo. Lo mismo sucede con Shanghai. Quien nunca ha estado allí pronunciará su nombre como si fuera Shangay, pero quien la conoce, nunca resistirá el embrujo de la hache aspirada, que convierte su nombre en algo así como Shangjay.
El City Hall, en Donegal Square, Belfast, county Antrim,
Irlanda del Norte.
(JMBigas, Agosto 2009)

Lo mismo sucede con Belfast. Quien no la ha visitado hablará de ella como si fuera una única palabra, y sólo se permitirá la frivolidad de escoger una pronunciación como palabra aguda (Belfást) o grave (Bélfast). Quien la ha visitado, tenderá a pronunciarla como si fueran dos palabras, las dos acentuadas, algo así: Bél Fást. Abriendo bien la boca para que la e suene muy musical.

En el marco de un recorrido por Irlanda en coche, en Agosto de 2009, le di la vuelta a la isla en el sentido de las agujas del reloj: Dublín, Cork, Galway, Donegal Town, Belfast, Dublín.

Con ocasión de la primera visita de un monarca británico a Irlanda en cien años, en Mayo de 2011 aproveché la ocasión para contaros un poco de la historia reciente de la isla, los antecedentes de su partición, y los conflictos latentes que todavía burbujean en esa región.

Estos días, se ha celebrado en Belfast una de esas reuniones del G8, donde hay mucho poder dentro y mucho disturbio fuera. No sé si de esta reunión habrá salido algo positivo para la gente, o será como de costumbre.

Pero al hilo de que Belfast está en los periódicos estos días, voy a aprovechar para contaros algunas experiencias que viví en la zona, durante ese viaje.

Mi última etapa antes de entrar en Irlanda del Norte fue Donegal Town, en county Donegal. Este condado, junto con los de Cavan y Monaghan, formaban parte de la provincia irlandesa tradicional del Ulster, pero tras la partición quedaron formando parte de la RoI (Republic of Ireland), porque los políticos estimaron que el balance de fuerzas entre los unionistas y los republicanos no estaba claro, y prefirieron dejar las cosas como estaban.
Belfast Wheel, una noria grande instalada en el centro
de Belfast, la Donegal Square.
(JMBigas, Agosto 2009)

En un barecito rural del county Donegal, tuve ocasión de mantener una breve conversación con la señora que lo regentaba. Con más temor que vergüenza, le interrogué para conocer su opinión sobre la partición. Su respuesta, sin duda tamizada por la edad y los muchos años de convivir con una cierta situación, fue de este tenor: Mire, yo soy profundamente republicana, pero, a fin de cuentas, todos somos irlandeses. Y no tiene ningún sentido que cuando requerimos aquí de una visita al hospital, tengamos que recorrer los doscientos kilómetros hasta Dublín, cuando (London)Derry o Belfast están a sólo unas docenas de kilómetros.

Avanzando con el coche por las carreteritas del norte, en un cierto momento uno cruza desde la RoI a la provincia británica de Irlanda del Norte. No hay ni frontera ni indicación especial de ello. Sólo algún panel indicador de que aquí las distancias se cuentan en millas.

Tenía previsto pasar mis dos últimas noches en Irlanda en la ciudad de Belfast, de modo que dispusiera de un día completo para recorrer un poco los alrededores y las zonas costeras al sureste de la capital. Escogí para pernoctar el Malmaison Hotel, un hotel de diseño (también llamado boutique hotel) que ocupa un antiguo almacén de cereales, en Victoria Street, relativamente próximo a la zona portuaria. Uno se da cuenta de que se trata de un hotel de diseño, porque al entrar buscando la recepción, al final había que sentarse en una mesita frente a una de las empleadas, porque eso era la recepción del hotel. El hotel no disponía de aparcamiento propio, pero a no más de cien metros de distancia hay un gran centro comercial (Victoria Square) con un aparcamiento enorme, muy baratito para dejar el coche por la noche, aunque bastante caro en horario comercial.
Victoria Street, Belfast. El segundo edificio de la derecha
 es el Malmaison Hotel.
(JMBigas, Agosto 2009)

Llegué a Belfast el martes 18 de Agosto de 2009, hacia las seis de la tarde. Tras tomar posesión de la habitación del hotel y demás, salí para dar un paseo y buscar un restaurante donde cenar, ya que casi no había comido nada desde el desayuno en Donegal Town.

A unas pocas manzanas de Victoria Street está Donegal Square, que pasa por ser el centro neurálgico de la ciudad de Belfast, donde está, por ejemplo, el City Hall (Ayuntamiento). Es un paseo de menos de 15 minutos. Vi muy poca gente por la calle, lo que atribuí a que ya había cerrado el comercio.

Pero encontrar un restaurante fue un empeño mucho más complicado de lo que nunca hubiera podido imaginar en una ciudad europea. Hice varios intentos, pero todos resultaron fallidos. En una especie de pub, me dijeron que la comida la servían en el comedor del piso de arriba, pero que estaba cerrado (cuándo abrían - si abrían alguna vez - es una pregunta que dejé en el tintero). En otro local, con mostrador y mesas, sólo había un grupito de chavales charlando entre ellos y bebiendo unas cervezas. Me acerqué al mostrador para intentar negociar algo para cenar, pero el que se acercó a atenderme, me pareció que se esforzaba para no entenderme, y me vino a decir como que la mera existencia de una cocina allí era pura ciencia-ficción. En fin, desistí un momento antes de que decidieran echarme por las bravas. No sé a qué se dedicaría ese local, pero la atención al cliente no parecía ser una de sus inquietudes principales.

En ese peculiar via crucis, con casi total ausencia de peatones por las calles y, por lo tanto, con nadie a mano para solicitarle información, iba pasando el tiempo y empecé a temerme lo peor. Por fin, coincidí en uno de los semáforos de Donegal Square (la plaza era permanentemente barrida por un viento bastante fresco) con una familia, muy evidentemente italiana, que parecía ya poseída por los demonios en su busca de un restaurante inexistente. Intercambiamos algunas frases y nos solidarizamos con las mutuas penurias.
Interior del Centro Comercial Victoria Square, Belfast.
(JMBigas, Agosto 2009)

De pronto, en uno de los portales que daba a la plaza, pude ver un panel donde se podía leer The Grill. Eso sonaba a manduca calentita. Pero el cartel indicaba que, por obras, el acceso a The Grill debería efectuarse por la calle lateral. A donde me dirigí a toda prisa, antes de que se arrepintieran. Allí, subiendo una escalera, acabé llegando a un comedor bastante grande y abarrotado de público (todo el que faltaba por las calles, a esa avanzadísima hora de las ocho de la tarde). Conseguí una mesa y creí que todas mis penas habían terminado, pero ignoraba que no habían hecho más que empezar.

Pedí un entrante ligero y una carne, con una copa de vino, creo recordar. El entrante apareció rápido, con la primera copa de vino. Conseguir una segunda copa fue una misión prácticamente imposible (los camareros iban y venían como poseídos, jurando una y otra vez lo que parecían incapaces de poder cumplir). Terminado el entrante, empezó la interminable espera por la carne. La reclamé no menos de media docena de veces. Finalmente, cuando conseguí hablar medio minuto con alguien que parecía tener un nivel algo superior de responsabilidad, me confesó todas sus penalidades: que con las obras ocupaban una zona no habitual y mucho más extensa; que las cocinas estaban donde siempre, y quedaban muy alejadas de la nueva ubicación del comedor; y que había algunas mesas con muchos comensales, que se llevaban casi toda la (escasa) atención de los atribulados camareros.

Estuve a un paso de levantarme e irme, pero recordé el fresco desierto exterior, y decidí enrocarme, y ejercer mi derecho a que me acabaran sirviendo la carne que había pedido, para poder terminar la cena.

Según parece, el restaurante forma parte de un hotel (muy discretamente, pues no me había dado cuenta hasta que me lo dijeron) y eran esclavos de decisiones que les desbordaban. En el Ten Square (número diez de Donegal Square), existe efectivamente un hotel, y The Grill es su restaurante.
Frente al Strangford Lough, en la Ards Peninsula,
county Down, camino de Portaferry.
(JMBigas, Agosto 2009)

Tras más de una hora de espera, acabó llegando la carne que, debo decirlo, estaba excelente.

Cuando conseguí terminar de cenar, volví paseando hacia el hotel, e hice una parada en un pub para tomar una cerveza, en la esperanza de que esos ambientes eran los únicos donde podría ver habitantes reales de Belfast. El pub en cuestión es un anexo del centro comercial Victoria Square, y en la barra había algunos bebedores solitarios, que llevaban adelante sus propios juegos y bromas con los camareros y camareras.

Me dio la sensación de que la región de Belfast debe estar muy altamente subvencionada, o incluso subsidiada, y buena parte de su población debe vivir directa o indirectamente del Estado, a través de algún tipo de prestación. La industria pesada que dio mucha actividad a la zona (por ejemplo, los astilleros de donde salió el Titanic) se ha ido desarbolando e inactivando, y la nueva Belfast, más orientada seguramente a servicios o al turismo, estaba todavía en perpetua construcción.

En resumen, una sensación ciertamente desazonante. Y eso sin moverse demasiado por la ciudad, manteniéndose por el centro en zonas bastante claramente protestantes, y sin ni siquiera acercarse a la zona de Falls Road, bastante más al oeste, que fue el centro de los peores conflictos durante The Troubles, los problemas que se prolongaron durante treinta años, desde 1968 hasta 1998. Belfast, por diversos motivos, ha sido una ciudad mártir en las últimas décadas. Durante la Segunda Guerra Mundial, en 1941, sufrió el peor bombardeo aéreo alemán (aparte de los de Londres), en el que murieron más de mil personas en una sola noche, y más de diez mil quedaron sin casas.

Sólo en el conocido como Viernes Sangriento de 1972, el IRA Provisional detonó hasta 22 bombas en el centro de la ciudad de Belfast, provocando nueve muertos. En conjunto, hasta 1.500 personas fueron asesinadas por la violencia política en Belfast, entre 1969 y 2001.

A tanta sangre derramada en el pasado reciente, se suma un conflicto que se adivina larvado, como ver ondear banderas británicas en muchas casas, apoyando una causa que se intuye muy discutida.
Pueblecito de Cloughey, county Down, en la
Ards Peninsula, al sureste de Belfast.
(JMBigas, Agosto 2009)

Supongo que tanto sufrimiento es inevitable que le deje a la ciudad una cierta pátina de tristeza, o casi mejor de ensimismamiento. Y un cierto recelo hacia el forastero, que nunca está lo suficientemente claro de qué lado está.

El día siguiente tuve una experiencia bastante más refrescante, ya que tuve ocasión de salir de la ciudad y realizar un amplio recorrido por las zonas del este y sureste de Belfast. Primero por la Ards Peninsula, al sureste, bañada al oeste por lo que es un golfo muy profundo, pero que casi parece un lago grande, el Strangford Lough. Y que, al este, se abre a mar abierto, más o menos frente al puerto escocés de Stranraer, invisible en el horizonte, pero a no más de 25 millas náuticas de distancia.

Pasé por paisajes idílicos, verdes y deliciosamente rurales. Aunque, eso sí, el día era, de nuevo, gris y lluvioso, aparte de bastante fresquito para ser mediados de Agosto. Así, tomé el camino de Portaferry, y luego hacia Cloughey, a mar abierto, y remontar la península por su parte oriental, hasta terminar en Bangor. Bangor es lo que los británicos llaman un seaside resort, prácticamente en las afueras de Belfast y, de hecho, se ha convertido casi en una ciudad dormitorio de mucha gente que trabaja en Belfast. De hecho, Bangor fue elegido como el mejor lugar para vivir en Irlanda del Norte.

Con las idas y venidas por zonas muy débilmente pobladas, se me había echado el tiempo encima. Ya eran las tres de la tarde, y no había comido nada desde el desayuno en el Malmaison Hotel de Belfast. A esa hora, cualquier intento de localizar un restaurante convencional, por ejemplo en Bangor, era una misión imposible. Pero tuve suerte y en Groomsport, muy cerca de Bangor, vi un pequeño aparcamiento junto a un edificio rotulado como Stables, donde claramente se decía: Food served from noon to 9pm non-stop.
Bahía de Bangor, county Down.
(JMBigas, Agosto 2009)

Stables fue mi salvación. Haciendo gala de su eslógan, me sirvieron a esa avanzada hora un suculento plato de pescado, acompañado de una botellita de vino blanco (de origen desconocido, por supuesto). Comparado con la amenaza del ayuno, fue como una bendición del cielo.

Volví luego hacia Belfast, porque quería visitar una librería del centro, para comprar algunos libros que me ilustraran sobre el atormentado pasado de la ciudad y del Ulster en general. Pero esa tarde fue la más lluviosa de toda mi estancia en Irlanda. Y debo decir que en los ocho días que estuve en la isla, ni un solo día no vi llover, a una hora u otra. Pero esa tarde en Belfast se puso a llover con bastante intensidad, y durante un buen rato.

Sin embargo, pertrechado con un paraguas, pude visitar la librería, tal y como era mi intención, y todavía me quedó humor para montar en la Belfast Wheel, una noria gigante (bueno, bastante grande) instalada en Donegal Square, ignoro si de forma permanente o sólo temporal. Creo que fui prácticamente su único cliente en esa tarde inclemente. De recuerdo han quedado algunas fotografías desde la cabina de la noria, donde lo que más se ve son los cristales mojados.

De vuelta al hotel, ya tenía claro que, para cenar, ese día me iba a refugiar en el centro comercial, en Victoria Square, tras la mala experiencia de la víspera. Y allí acabé en un Pizza Hut, que resultó conveniente. Antes de volver al hotel, me tomé una o dos cervezas en el pub anexo que ya conocía del martes, sólo para confirmar mis impresiones previas.
Restaurante "Stables" en Groomsport, "food served from
noon to 9pm non-stop". Mi salvación para el almuerzo.
(JMBigas, Agosto 2009)

El día siguiente, jueves, debía abordar un avión para volver a Madrid, en el Aeropuerto de Dublín, a primera hora de la tarde. Tenía por delante un par de horas de ruta.

En los primeros días de rodar por Irlanda, tuve un incidente con el GPS que me había traído de casa, un tomtom GO910. De repente dejó de ponerse en marcha, y se quedó muerto. Yo había olvidado que esos dispositivos tienen, en alguna parte, un botoncito de difícil alcance, para resetear el bicho. Habitualmente, eso funciona, porque los problemas aparecen por un crash del software. Dándolo por perdido, en Cork tuve que visitar una tienda del ramo, y comprar el GPS más baratito que encontré, con la cartografía de Irlanda. Me hice con un modelo modestito de Garmin, con el que fui completando el recorrido.

Pero la mañana de ese jueves, con el trasiego de mover el equipaje para la vuelta a casa, entre el Malmaison Hotel y el parking del Victoria Square, de repente el Garmin literalmente desapareció. No sé aun hoy qué pasó con él. No creo que me lo robaran, porque nadie pasó lo suficientemente cerca. Pero entre la maleta, las bolsas de mano, y el meter y sacar equipaje del maletero de un coche de alquiler, se desvaneció. Cumplió su cometido, y se volatilizó. Afortunadamente, cuando llegué a casa, le apliqué una aguja fina al botoncito de reset del tomtom, y lo recuperé sin daños permanentes.

La carretera que une Belfast con Dublín es una de las principales de Irlanda, ya que discurre por un corredor en el que vive más de la mitad de la población de toda la isla, y une sus dos ciudades más populosas. Cuando pasé por ella, era una sucesión de obras de mejora en el lado de Irlanda del Norte, mientras que en la zona más al sur, ya en la República de Irlanda, se había convertido en una autovía bastante decente. La sorpresa fue que, sin haberlo advertido (por lo menos yo no era consciente de saberlo), esa autovía resultó ser de peaje. Y de repente llegó la zona de cabinas donde había que pagar 1,90€ de peaje. Y, curiosamente, sólo se podía pagar en efectivo y en euros, sin posibilidad de pago con tarjeta de ningún tipo ni con libras esterlinas. Me pareció una poco sutil venganza (o mejor, pequeña maldad) contra los vecinos del norte.

En el Aeropuerto de Dublín devolví el coche de alquiler, y tomé el avión que me devolvió a Madrid y a mi casa.

Aparte de las fotografías que he escogido para ilustrar este artículo, podéis ver una colección más completa, de 27 fotografías, pinchando en la foto del City Hall. 

Belfast y Alrededores


JMBA