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miércoles, 11 de septiembre de 2013

Turín: Centro Storico y Mole Antonelliana

Eran ya las tres de la tarde de ese martes 30 de Julio cuando llegué al hotel, tras visitar Superga, navegar por el Po y comprar unos libros y comer en Lingotto. La tarde estaba soleada y hacía calor, mucho calor.
Panorámica de la Piazza Castello.
(JMBigas, Julio 2013)

En el hotel me indicaron que para ir a la Mole lo mejor era el tranvía de San Fernando (la mitad a pie, la otra mitad andando), pues los medios públicos me suponían andar antes y después, y no merecía la pena.

Armado con una gorra para protegerme del Sol, inicié pues un paseo por todo el eje histórico del centro de Turín, el llamado Centro Storico, con destino final en la Mole Antonelliana.

El Hotel Gran Mogol estaba situado, como ya he comentado, a un paso de la enorme estación de Torino Porta Nuova. Allí empecé el recorrido.

La estación Porta Nuova es la tercera de Italia por tráfico de viajeros (tras Roma Termini y Milano Centrale). Diariamente llegan o salen de allí, de media, 450 trenes y la utilizan 192.000 viajeros. Es una estación terminal, cabeza de la línea de Alta Velocidad que cruza Italia de Norte a Sur (Torino, Milano, Bologna, Firenze, Roma, Napoli, Salerno). Se inauguró en 1864, pero tuvo que ser prácticamente reconstruida por completo tras la Segunda Guerra Mundial.
Piazza San Carlo.
(JMBigas, Julio 2013)

Frente a la estación está la Piazza Carlo Felice, en honor a Carlo Felice de Saboya, rey de Cerdeña. La plaza tiene, en su centro, unos jardines públicos (Giardino Sambuy). La plaza está rodeada de palacios del siglo XVIII con soportales. Desde allí arranca la Via Roma, la principal arteria comercial de Turín. El enlace entre la plaza y Via roma es un extenso semicírculo. Son característicos los soportales a ambos lados de Via Roma, y los cientos de tiendas que la jalonan.

La Via Roma desemboca en la Piazza San Carlo, rectangular, de 168x76 metros, lo que la convierte en la tercera plaza más extensa de la ciudad de Turín. Esta plaza puede considerarse su centro ciudadano. Sus cafés (especialmente el San Carlo y el Torino) han sido centro de reunión de los principales políticos piemonteses. En el centro de la plaza se encuentra la estatua ecuestre dedicada a Emanuele Filiberto de Saboya. A la entrada a la plaza desde Porta Nuova hay dos pequeñas iglesias gemelas, una de ellas dedicada a Santa Cristina y la otra a San Carlo Borromeo (como la propia plaza, por cierto, desde 1618). Sucesivamente, la plaza ha ostentado varios nombres, entre ellos Piazza Reale, Piazza d'Armi, e incluso Place Napoléon.

Desde Piazza San Carlo, la Via Roma sigue su camino hasta desembocar en la Piazza Castello, que, con sus casi 40.000 metros cuadrados, es la segunda más extensa de la ciudad, y el corazón del Centro Storico. Por esa zona entre las dos plazas hay alguna galería comercial interior (al estilo de las famosas Vittorio Emanuele II de la piazza del Duomo de Milán).
Palazzo Madama e Casaforte degli Acaja, en la
Piazza Castello.
(JMBigas, Julio 2013)

Hay muchos edificios singulares en la Piazza Castello, pero los dos más especiales son el Palazzo Reale, con todas sus dependencias anexas, los jardines reales y la Capella della Sacra Sindone; y el Palazzo Madama, que es la síntesis de veinte siglos de la historia de Turín.

Efectivamente, lo que originalmente fue la Porta Decumana de la época romana del asentamiento (Castra Taurinorum), se convirtió en fortaleza tras la Caída del Imperio Romano, siendo la puerta de acceso a la ciudad desde el río Po. Actualmente, este acceso se realiza por la Via Po (que desemboca en la Piazza Castello) y la Piazza Vittorio Veneto, rectangular de 360x111 metros, una de las más grandes de Europa, junto al río.

En la primera mitad del siglo XIV, la fortaleza pasó a ser propiedad de la rama de los Savoia-Acaja, que lo convirtieron en castillo. A principios del siglo XVIII, el arquitecto Filipo Juvarra (el mismo que construyó la Basílica de Superga), diseñó para la regente Maria Giovanna Battista de Savoia-Nemours (una de las Madama de su nombre) un precioso palacio barroco de piedra blanca. Pero sólo llegó a construirse la parte frontal, en 1721. Por eso en la actualidad la apariencia del Palazzo Madama e Casaforte degli Acaja (su nombre completo) es muy curiosa, con una fachada barroca en uno de sus lados, y un castillo medieval, con restos romanos, por la otra. Es la sede del Museo Civico d'Arte Antica.

Frente a la fachada medieval se encuentra el Monumento ai Caduti de la Grande Guerra, en homenaje a los caídos en la Primera Guerra Mundial.
Galleria Subalpina, junto a la Piazza Castello.
(JMBigas, Julio 2013)

Mientras que la parte norte de la plaza lo ocupa el Palazzo Reale, en la parte sur hay más soportales, donde se encuentran algunos de los comercios más añejos de la ciudad. En esa zona, un antiguo teatro se ha convertido en una pequeña galería comercial (la Galleria Subalpina) , con algunos cafés con terrazas abrigadas de la intemperie. En el rincón sureste, está el Baratti, uno de los cafés barrocos más señoriales de Turín, una de cuyas cristaleras da a la galería del antiguo teatro.

Como quería visitar la Mole, en lugar de seguir por via Po, tomé la Via Giuseppe Verdi. Allí, en el número 8, está el edificio del Rectorado de la Università degli Studi di Torino, que tiene un delicioso patio cuadrado, barroco, con estatuas clásicas y una balaustrada en el primer piso. En la parte baja, cuando estuve, había una exposición de esculturas modernas de hierro.

Seguí por Via Verdi hasta un edificio tocho, que son los Estudios de la RAI, la radiotelevisión pública italiana. A continuación está la Via Montebello, que es donde está la Mole Antonelliana. Desde esa esquina ya se tiene visibilidad de la parte alta de la Mole.

La Mole fue originalmente diseñada para ser una sinagoga. En 1848 se proclamó el llamado Estatuto Albertino (por Carlo Alberto de Saboya), que promulgaba en la práctica la libertad religiosa. La comunidad hebrea encargó en 1863 al arquitecto Alessandro Antonelli la construcción de una nueva sinagoga, en unos terrenos previamente adquiridos. El proyecto inicial preveía una altura de 47 metros.

Sin embargo, diversas modificaciones introducidas por el propio arquitecto, llevaron el proyecto a una altura de 113 metros. Pero el aumento de costes y el retraso en la construcción, llevó a la comunidad hebrea a forzar el fin de las obras con un techo plano provisional a unos 70 metros de altura, en 1869.
Mole Antonelliana, en la via Montebello.
(JMBigas, Julio 2013)

La aparición de diversos problemas estructurales, debidos en parte a la inestabilidad del terreno y a las dimensiones internas de la obra, llevaron a que la comunidad hebrea renunciara al edificio, y realizó en 1873 un trueque con el Ayuntamiento de Turín, por el que cedía la Mole y adquiría unos terrenos en el barrio de San Salvario, donde se ubica la actual sinagoga.

Con presupuesto del Ayuntamiento de Turín, Antonelli retomó las obras para finalizar la construcción, y corregir los problemas aparecidos. El proyecto sufrió nuevas modificaciones, que llevaron su altura primero a 146 metros, y luego hasta los 163,35 metros.

Para la Exposición Universal de 1884, celebrada en Turín, la Mole acogió la Feria Artística.

Un terremoto de pequeña intensidad en 1887 produjo nuevos daños estructurales en el edificio.

Antonelli, ya nonagenario, dirigió las obras hasta su muerte en 1888. El edificio fue completado por su hijo Costanzo y su alumno Crescentino Caselli.

La Mole fue finalmente inaugurada en 1889, con la instalación en lo alto del pináculo de un genio alado con una estrella en la cabeza, que rápidamente fue bautizado por el pueblo como el ángel. Este remate llevó la altura total de la construcción a los 167,5 metros actuales.
Piazza Vittorio Veneto, desde la terraza panorámica
de la Mole Antonelliana.
(JMBigas, Julio 2013)

El nombre de Mole proviene de que, durante algún tiempo, fue el edificio de muratura (muros de ladrillo, sin elementos metálicos) más alto de Europa. Sucesivas reformas implicaron la adición de cemento armado y tirantes de acero, con lo que ya no pudo mantenerse en esa clasificación.

Tras su inauguración, la Mole acogió el Museo del Risorgimento, hasta 1938 en que fue transferido al Palazzo Carignano, su actual ubicación. A partir de entonces se dedicó a exposiciones puntuales.

Varios incidentes han jalonado la historia de la Mole. En 1904 se cayó el ángel del pináculo (que fue sustituido por una estrella de cinco puntas y cuatro metros de diámetro), mientras que en 1953 se rompió el pináculo entero, que tuvo que ser rehecho. Milagrosamente, la Mole sobrevivió sin daños a los bombardeos durante la Segunda Guerra Mundial, especialmente el del 6 de Diciembre de 1942, que afectó seriamente a varios edificios en la vecina Via Verdi.

Las obras de reconstrucción, terminadas en 1960, supusieron la inclusión de elementos metálicos para reforzar la estructura.

Un primer ascensor se instaló en su interior en 1964, que fue sustituido por otro nuevo en 1987, con motivo de ulteriores obras de reforma. Este estuvo activo hasta 1996, en que se decidió la instalación en la Mole del Museo Nazionale del Cinema.

En Julio de 2000 se inauguró el actual ascensor panorámico que se eleva por el vacío central de la cúpula, al tiempo que se abrió al público el Museo Nacional del Cine, en el interior de la Mole Antonelliana. El ascensor permite el acceso a una terraza panorámica (el llamado Tempietto, a 85 metros de altura), desde la que se tiene una vista de 360º de la ciudad de Turín y sus alrededores.

Aun hoy, la Mole Antonelliana es el edificio más alto de Turín, y es el símbolo característico de su skyline. Actualmente existe una fuerte polémica pública, porque hay varios proyectos para construir algunos rascacielos que podrían superar su altura.
Los Jardines Reales, junto al Palazzo Reale, con
los Alpes de telón de fondo.
(JMBigas, Julio 2013)

La Mole, actualmente, tiene dos atractivos principales en su interior. De una parte, el ascensor panorámico y de otra el Museo Nazionale del Cinema. En las taquillas del vestíbulo de entrada pueden comprarse entradas para uno y otro: 6€ para la subida (y bajada) en ascensor; 9€ para la entrada al Museo; y 12€ como precio especial para el conjunto de las dos atracciones.

La tarde de ese martes estaba muy calurosa, por lo que lo primero que hice al llegar a la Mole fue tomar un refresco en una de las terrazas que la rodean. Compré a continuación la entrada conjunta, y empecé por subir al Tempietto en el ascensor.

Normalmente hay que sufrir algo de cola para subir en el ascensor. En mi caso, casi media hora, a media tarde. Pero la terraza merece la espera (y el gasto). Si el día está más o menos claro, no sólo se tiene una panorámica de la propia ciudad, sino también de las cimas de los Alpes, que se encuentran a unos 50km. de distancia de Turín.

Por supuesto, hacia el Este, se divisa la colina y la Basílica de Superga. Y, en la zona más próxima de la Mole, se domina el edificio de los estudios de la RAI de Via Verdi y todo lo que rodea la Piazza Castello, principalmente el Palacio Real con sus jardines y el Palazzo Madama. Varias iglesias singulares también se ven con claridad desde el Tempietto. Como, por ejemplo, la Chiesa di Santa Maria del Monte, en el Monte Cappuccini, o la Chiesa della Gran Madre di Dio, a las orillas del Po, justo frente a la enorme Piazza Vittorio Veneto, en la orilla opuesta. También se divisa la impresionante fachada posterior del Palazzo Carignano, sobre la Via Carlo Alberto. La gigantesca estación ferroviaria de Torino Porta Nuova también se distingue con claridad, aunque este año la fachada principal estaba completamente cubierta de andamiajes.

Tras bajar de nuevo hasta el nivel de entrada, pasé a continuación a la visita del Museo Nazionale del Cinema. El Museo incluye muchos elementos relacionados con el cine (especialmente el italiano, pero no sólo). Hay infinidad de proyecciones en diversos lugares del museo, así como toda clase de objetos recuperados de los sets de filmación de muchas películas. Lo que me pareció más interesante del Museo es la colección de dispositivos (cámaras, linternas mágicas,...) podríamos decir que pre-cinematográficos. La gran mayoría están en perfecto estado de uso, y el visitante puede ver por sí mismo la evolución que la tecnología ha ido introduciendo en la reproducción de la imagen en movimiento.
Terraza panorámica (Tempietto) de la Mole Antonelliana.
(JMBigas, Julio 2013)

El Museo incluye un camino ascendente en espiral por el interior de la cúpula, donde se exhiben posters y proyecciones de diversas películas míticas de la historia del cine. En la zona central de la planta baja hay un buen número de tumbonas fijas, donde el visitante puede tumbarse y, utilizando unos auriculares, sumergirse en las proyecciones que se realizan sobre dos pantallas gigantes.

En resumen, un Museo lleno de curiosidades relacionadas con el mundo del cine. El visitante ocasional puede hacerse una buena idea de su contenido en un par de horas. El cinéfilo mitómano puede pasarse varias jornadas en su interior.

Tras todo el día de visitar diversas zonas de Turín, estaba ya bastante cansado. En el viaje de vuelta hacia el Hotel, paré a cenar en la terracita exterior del Planet, en la Via Principe Amedeo. Se trata de un local multifuncional (restaurante, pizzeria, café, cocktail bar, sala de billar,...). Ofrece cocina non-stop desde las 11 de la mañana hasta las 3 de la madrugada. Se pueden comer bocadillos, pizzas, entrantes diversos (antipasti) y platos de pasta, carne o pescado. La guarnición (contorno) del plato principal hay que pedirlo aparte, como es habitual en la mayoría de restaurantes en Italia. Cené muy a gusto una cotoletta milanesa, acompañada de un plato de pasta, con una jarra de vino blanco. Con una cerveza de aperitivo, una botella de agua con gas y café, la factura fue de unos razonables 37 Euros.

Volví al hotel relativamente pronto. A la mañana siguiente debía madrugar, pues tenía prevista una excursión a Milán en el tren de Alta Velocidad, el Frecciarossa. Pero esa ya será la historia de otro capítulo.

Aparte de las fotografías que he escogido para ilustrar este artículo, podéis acceder a una completa colección de 49 fotografías de este recorrido, pinchando en la foto del Palazzo Madama.

Torino-Centro Storico y Mole Antonelliana


También podéis ver este breve vídeo del interior de la Mole Antonelliana.



JMBA 

martes, 3 de septiembre de 2013

Turín: Navegando por el río Po

El río Po (sin olvidar a su afluente Dora Riparia), cruza la ciudad de Turín. Pero muchos visitantes, si se limitan a visitar el Centro Storico de la ciudad, pueden irse de Turín ignorando este hecho geográfico básico.
Borgo Medievale, en el Parco del Valentino, Turín.
(JMBigas, Julio 2013)

La explicación para este aparente contrasentido es que, a diferencia de algunas grandes ciudades que se articulan en torno a un río (casos de París y Londres, por ejemplo), el Po discurre por las afueras del centro de la ciudad. Desde la zona de la estación principal, Torino Porta Nuova, el caminante puede seguir por el Corso Vittorio Emanuele II hasta llegar al Corso Massimo d'Azeglio. Para él, ese será el límite natural de la zona que tiene cosas interesantes para el turista. Además, algunas de las esquinas de este Corso Massimo d'Azeglio parecen entregadas al comercio sexual, casi a cualquier hora del día. Todo ello aporta un aire suburbial, que sugiere no seguir por ese camino.

Pero si se va más allá, se tiene el gran Parco del Valentino a la derecha y luego el puente Umberto I que cruza el río Po, con sus correspondientes avenidas que circulan paralelas al río, y los Lungo Po, a un nivel más bajo, que recorren las riberas del Po.

Debo decir que cuando estuve en Turín en 1978 durante cinco semanas, sólo una vez crucé el Po en autobús (o tranvía, no recuerdo bien), cuando fui a Sassi para subir en el cremallera hasta Superga. Y como ningún domingo me quedé en Turín (cada fin de semana lo dedicábamos a descubrir otras ciudades de Italia, en tren, con el famoso Inter Rail), tampoco tuve ocasión de un paseo o un picnic en el Parco del Valentino.
Imbarco Murazzi. Arriba, el Corso Cairoli. Abajo, el
Lungo Po Armando Diaz.
(JMBigas, Julio 2013)

El martes 30 de Julio, cuando bajé de la colina de Superga, visita que ya he comentado, me acerqué en el coche hasta el río Po, para ver si podía realizar un paseo fluvial. Por Internet había localizado un servicio de navegación por el Po, gestionado por la propia empresa de los transportes públicos de la ciudad (autobuses, tranvías, metropolitana,...). El servicio es una lanzadera (con horarios muy reducidos, especialmente en días laborables) entre tres embarcaderos: Imbarco Murazzi (cerca del puente Umberto I), Imbarco Borgo (en el Borgo Medievale, en pleno Parco del Valentino), e Imbarco Italia 61 (junto al Corso Unità d'Italia, próximo al Museo del Automóvil).

Había pensado que lo mejor sería realizar un recorrido de ida y vuelta desde el Imbarco Murazzi, con parada en el Borgo Medievale. Pero debía prestar atención a los horarios, pues había que hacer encaje de bolillos para no echar el día en los alrededores del río, esperando a que volviera el barco.

Como había subido en coche hasta Superga, seguí en coche hasta la zona del Imbarco Murazzi. Por allí discurre el Corso Cairoli, pero en él no hay zonas destinadas a aparcamiento. Por debajo, junto al río, discurre el Lungo Po Armando Diaz. Por él no se veía circulación alguna, y en un primer intento me corté de meterme con el coche hacia abajo, por el Lungo Po. Pero la segunda pasada no lo dudé: no había ningún muro que impidiera el acceso al Lungo Po (casi como si fuera un muelle) y me metí con el coche, que aparqué justo frente al Imbarco Murazzi (era el único coche, en ese momento, en los casi quinientos metros del muelle). Pero ya era mi segundo día en Italia, y, como he contado, ya me sentía como en casa y estaba seguro de entender esa lógica diferente con que parecen regirse algunas cosas en Italia.
Fachada fluvial del monumental Castello del Valentino.
(JMBigas, Julio 2013)

Cuando llegué serían apenas pasadas las nueve y media de la mañana. El primer servicio estaba previsto para las 10 de la mañana. Esperando, había cinco personas: una pareja con una hija de unos diez años (que dijeron ser de Bari y estar de turismo por Turín), y un par de señoras que creo que eran locales. El día estaba soleado y era bastante caluroso. Sin embargo, en un panel junto al embarcadero había pegado un papel que informaba de que ese día no había navegación debido a las condiciones meteorológicas adversas. Nadie de los que estábamos allí le hicimos el menor caso a ese papel, ya que todos pensamos que alguien se había olvidado en alguna ocasión pasada de quitarlo de ahí.

El barco, el Valentina II, estaba atracado en el embarcadero, y se veía movimiento de los funcionarios que lo manejaban: un hombre que haría las veces de cobrador/revisor, y una mujer, bastante hombruna, que era la piloto.

Llegada la hora, más o menos, retiraron la cadena y nos dejaron acceder al barco. Y zarpamos del Imbarco Murazzi. En el trayecto hasta el Borgo (unos quince minutos), compramos el billete correspondiente al cobrador (en mi caso, 6€ por un ida y vuelta hasta el Imbarco Italia 61, con escala permitida en el Borgo). El revisor nos advirtió de que debíamos validar el billete en una maquineta adosada a uno de los tabiques del barco.
Uno de los muchos restaurantes con terraza sobre el río.
(JMBigas, Julio 2013)

El Po, a su paso por Turín, es un río de tamaño medio (nada que ver con Sena o Támesis), y en sus orillas se desarrollan múltiples actividades. Hay bastantes restaurantes con terrazas sobre el río que, muy probablemente, sean lugares ideales para citas románticas clandestinas, por estar retirados del centro de la ciudad. Y también hay bastantes instalaciones que son bases náuticas para los amantes de la práctica del remo. De hecho, durante la travesía nos cruzamos con varias canoas (kayaks, etc.) que iban navegando a remo por el río Po.

Desde el propio Imbarco Murazzi, al otro lado del río, se divisa el Monte  dei Cappuccini, con la característica construcción en su cumbre de la Chiesa di Santa Maria del Monte. Y camino del Borgo Medievale, por entre la vegetación del Parco del Valentino, destaca la majestuosa fachada fluvial del Castello del Valentino, que es actualmente la sede de la Facultad de Arquitectura del Politécnico de Turín.

A bordo íbamos solamente seis viajeros (se había sumado a última hora un caballero solitario). En la parada del Borgo no subió ni bajó nadie. Bueno, miento, porque los dos funcionarios del barco saltaron corriendo a tierra, y se perdieron por la escalera del Caffè del Borgo, donde irían, muy probablemente, a tomar su café matinal con la correspondiente charla. El caballero solitario y yo aprovechamos para echar pie a tierra y fumar un cigarrito por el muelle (a bordo, lógicamente, estaba prohibido fumar).
Practicando el remo en el río Po, a su paso por Turín.
(JMBigas, Julio 2013)

El cafelito de los funcionarios provocó que la parada prevista de cinco minutos se convirtiera en diez, pero supongo que los horarios ya tienen una cierta holgura para cubrir esas eventualidades. De acuerdo a la tabla de servicios previstos para ese día, me convenía hacer mi parada en el Borgo a la vuelta, donde tendría casi una hora para deambular por ahí.

Seguimos la navegación hacia el embarcadero más distante, Italia 61, trayecto que nos tomó unos veinte minutos. Allí descendió el caballero solitario, y los demás seguimos para el camino de vuelta al Borgo Medievale. Por el camino nos cruzamos con algunos grupos de patos que nadaban plácidamente por el río, y con varios aguerridos deportistas que remaban con furor, convencidos de que eso les iba a alargar la vida.

Apenas pasadas las once, llegamos de vuelta al Borgo, donde yo descendí del barco. El siguiente servicio hacia Murazzi, donde había dejado el coche, era a las doce en punto, y no debía perderlo, pues luego había una pausa para el almuerzo de los funcionarios, y el siguiente servicio no era ya hasta pasadas las tres de la tarde. Se puede acceder también al Borgo en automóvil, por el interior del Parco del Valentino, y hay un pequeño aparcamiento a menos de cien metros.
Grupo de patos, nadando en la placidez del Po.
(JMBigas, Julio 2013)

El Borgo Medievale (o Medioevale, que de las dos formas lo he visto escrito), es un conjunto de construcciones que simulan una ciudad (borgo) italiana tardomedieval (del entorno del siglo XV). Están allí reproducidas calles, casas, plazas, iglesias, fuentes y decoraciones de la época, rodeadas de muros y fortificaciones, y coronadas por la Rocca, una fortaleza elevada con su correspondiente Torre del Homenaje. Se construyó en pleno Parco del Valentino en 1884, como un pabellón de la Exposición Internacional que se celebró ese año en Turín. 

De alguna forma, aunque con una extensión mucho menor, el Borgo Medievale es una realización parecida al Pueblo Español de Barcelona, que se construyó (¿casualidad o inspiración?) para la Exposición Internacional de 1929. En el Pueblo Español (cuyo nombre original iba a ser Iberona, pero el General Primo de Rivera, a la sazón el máximo gobernante de España, decidió el cambio de nombre), están reproducidas construcciones típicas de quince de las Comunidades Autónomas de España.

El Borgo Medievale de Turín estaba destinado, en principio, a ser demolido tras la clausura de la Exposición (por cierto, como el Pueblo Español de Barcelona), pero su éxito popular lo evitó, y se convirtió en un Museo Cívico en 1942. En la actualidad hay allí diversos espacios para exposiciones de todo tipo, tiendas típicas de artesanías diversas (y souvenirs, lógicamente) y el Caffè del Borgo, que tiene una recoleta terraza exterior sobre el río. Ese martes por la mañana la actividad era muy baja (y los visitantes, escasos), y en algunas de las tiendas que visité pude ver algunas curiosidades, especialmente en temas relacionados con la Edad Media, los caballeros medievales, las armaduras, la heráldica, etc. etc.
La Rocca (fortaleza), en el Borgo Medievale de Turín.
(JMBigas, Julio 2013)

Para esperar el regreso del barco, tomé una cervecita al solecito tamizado de la terraza. En la mesa contigua a la mía, por cierto, había una pareja asimétrica, muy probablemente clandestina.

A las doce menos cuarto llegó de nuevo el Valentina II al embarcadero del Borgo, en un trayecto corto entre Murazzi y el Borgo, y vuelta. Para las doce estaba prevista la partida.

Había por allí una parejita francesa acarreando equipaje que, muy probablemente, serían recién casados. El chico, con su mejor intención, intentó establecer un diálogo con el funcionario/revisor, primero en francés y luego en inglés. Pero el revisor negaba insistemente que estuviera dispuesto a establecer ningún tipo de conversación en un idioma diferente del italiano. Intenté ayudar al chico con mi francés, pero estaba ya rebotado y se fue de vuelta con su chica. Ignoro lo que pretendían o hacia dónde querían desplazarse.

Hacia las doce y cuarto llegamos de vuelta al Imbarco Murazzi. De nuevo éramos escasamente media docena de viajeros a bordo.

Sobre el Lungo Po seguía mi coche aparcadito, a pleno Sol, eso sí. Pero a esta hora ya más avanzada, compartía el muelle con alguna moto y varias furgonetas de reparto.

Quería visitar una librería para comprar algunos libros en italiano, a fin de mantener mi nivel en el idioma. Por Internet había localizado la cadena de librerías más importante de Italia, la Feltrinelli. En Turín, una de sus tiendas está situada en el Centro Comercial Lingotto. Por motivos sentimentales, quería visitar esa zona, por lo que tomé el coche y me dirigí hacia allí.
Explanada frente al Lingotto Otto (8).
(JMBigas, Julio 2013)

Lingotto fue una de las factorías de la FIAT en Turín, junto con la más conocida de Mirafiori, o la de Rivalta (activa hasta 2001). Se construyó en 1923, con un diseño revolucionario para la época (de hasta cinco pisos de altura, con una pista de pruebas con curvas peraltadas en la azotea). En su momento, fue la mayor fábrica de automóviles del mundo.

Desfasada ya en su uso durante los años 70, en 1982 se tomó finalmente la decisión de abandonarla, y se abrió un debate público para su reutilización como nuevo espacio público de la ciudad. La competencia de proyectos arquitectónicos fue ganada por el prestigioso arquitecto Renzo Piano, y la reforma se inauguró finalmente en 1989, dando lugar a un centro comercial, con varias salas de cine y para conciertos, restaurantes, centro de exposiciones, etc.

Lingotto está situada sobre la Via Nizza, que discurre paralela al haz ferroviario que termina en Torino Porta Nuova. Actualmente está allí el Centro Comercial Lingotto 8 (Otto), y también, en otro juego de palabras, Eataly, un complejo de restauración.

Dejé el coche en el aparcamiento exterior (de pago), visité la Feltrinelli (donde compré tres libros en italiano, uno de ellos de Andrea Camilleri, que tiene casi toda su obra traducida al castellano) y allí me indicaron que para un almuerzo ligero a base de algún panino (bocadillo), podía ir a la zona interior de restauración, y visitar Panino Giusto. Allí, sentadito en una mesa, pude comer un suculento bocata, acompañado de un refresco, con un excelente café de postre, por 13,50€ en total. El establecimiento pagaba una hora del aparcamiento interior subterráneo del centro, pero desgraciadamente no de donde yo había aparcado, en la explanada exterior.
Complejo de Lingotto, en Via Nizza, Turín.
(JMBigas, Julio 2013)

Desde allí volví hacia el hotel, y dejé el coche en la Autorimessa (Garage) que tenía contratado. Quería dedicar la tarde a pasear y visitar el Centro Storico de la ciudad y la Mole Antonelliana. En recepción pregunté si había algún medio público que me acercara a la Mole, pero me indicaron que no me compensaba, ya que debía andar bastante al principio y al final del recorrido, y que era mejor abordar el camino íntegramente a pie. Agarré una gorra para protegerme del Sol canicular y me fui, paseando, por el Centro Storico.

Pero esa ya será la historia de otro capítulo.

Aparte de las fotografías que he seleccionado para ilustrar este artículo, podéis ver una colección más completa (de 43 fotografías, pinchando en la imagen del Borgo.

Turín - Navegando por el río Po


JMBA