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martes, 3 de septiembre de 2013

Turín: Navegando por el río Po

El río Po (sin olvidar a su afluente Dora Riparia), cruza la ciudad de Turín. Pero muchos visitantes, si se limitan a visitar el Centro Storico de la ciudad, pueden irse de Turín ignorando este hecho geográfico básico.
Borgo Medievale, en el Parco del Valentino, Turín.
(JMBigas, Julio 2013)

La explicación para este aparente contrasentido es que, a diferencia de algunas grandes ciudades que se articulan en torno a un río (casos de París y Londres, por ejemplo), el Po discurre por las afueras del centro de la ciudad. Desde la zona de la estación principal, Torino Porta Nuova, el caminante puede seguir por el Corso Vittorio Emanuele II hasta llegar al Corso Massimo d'Azeglio. Para él, ese será el límite natural de la zona que tiene cosas interesantes para el turista. Además, algunas de las esquinas de este Corso Massimo d'Azeglio parecen entregadas al comercio sexual, casi a cualquier hora del día. Todo ello aporta un aire suburbial, que sugiere no seguir por ese camino.

Pero si se va más allá, se tiene el gran Parco del Valentino a la derecha y luego el puente Umberto I que cruza el río Po, con sus correspondientes avenidas que circulan paralelas al río, y los Lungo Po, a un nivel más bajo, que recorren las riberas del Po.

Debo decir que cuando estuve en Turín en 1978 durante cinco semanas, sólo una vez crucé el Po en autobús (o tranvía, no recuerdo bien), cuando fui a Sassi para subir en el cremallera hasta Superga. Y como ningún domingo me quedé en Turín (cada fin de semana lo dedicábamos a descubrir otras ciudades de Italia, en tren, con el famoso Inter Rail), tampoco tuve ocasión de un paseo o un picnic en el Parco del Valentino.
Imbarco Murazzi. Arriba, el Corso Cairoli. Abajo, el
Lungo Po Armando Diaz.
(JMBigas, Julio 2013)

El martes 30 de Julio, cuando bajé de la colina de Superga, visita que ya he comentado, me acerqué en el coche hasta el río Po, para ver si podía realizar un paseo fluvial. Por Internet había localizado un servicio de navegación por el Po, gestionado por la propia empresa de los transportes públicos de la ciudad (autobuses, tranvías, metropolitana,...). El servicio es una lanzadera (con horarios muy reducidos, especialmente en días laborables) entre tres embarcaderos: Imbarco Murazzi (cerca del puente Umberto I), Imbarco Borgo (en el Borgo Medievale, en pleno Parco del Valentino), e Imbarco Italia 61 (junto al Corso Unità d'Italia, próximo al Museo del Automóvil).

Había pensado que lo mejor sería realizar un recorrido de ida y vuelta desde el Imbarco Murazzi, con parada en el Borgo Medievale. Pero debía prestar atención a los horarios, pues había que hacer encaje de bolillos para no echar el día en los alrededores del río, esperando a que volviera el barco.

Como había subido en coche hasta Superga, seguí en coche hasta la zona del Imbarco Murazzi. Por allí discurre el Corso Cairoli, pero en él no hay zonas destinadas a aparcamiento. Por debajo, junto al río, discurre el Lungo Po Armando Diaz. Por él no se veía circulación alguna, y en un primer intento me corté de meterme con el coche hacia abajo, por el Lungo Po. Pero la segunda pasada no lo dudé: no había ningún muro que impidiera el acceso al Lungo Po (casi como si fuera un muelle) y me metí con el coche, que aparqué justo frente al Imbarco Murazzi (era el único coche, en ese momento, en los casi quinientos metros del muelle). Pero ya era mi segundo día en Italia, y, como he contado, ya me sentía como en casa y estaba seguro de entender esa lógica diferente con que parecen regirse algunas cosas en Italia.
Fachada fluvial del monumental Castello del Valentino.
(JMBigas, Julio 2013)

Cuando llegué serían apenas pasadas las nueve y media de la mañana. El primer servicio estaba previsto para las 10 de la mañana. Esperando, había cinco personas: una pareja con una hija de unos diez años (que dijeron ser de Bari y estar de turismo por Turín), y un par de señoras que creo que eran locales. El día estaba soleado y era bastante caluroso. Sin embargo, en un panel junto al embarcadero había pegado un papel que informaba de que ese día no había navegación debido a las condiciones meteorológicas adversas. Nadie de los que estábamos allí le hicimos el menor caso a ese papel, ya que todos pensamos que alguien se había olvidado en alguna ocasión pasada de quitarlo de ahí.

El barco, el Valentina II, estaba atracado en el embarcadero, y se veía movimiento de los funcionarios que lo manejaban: un hombre que haría las veces de cobrador/revisor, y una mujer, bastante hombruna, que era la piloto.

Llegada la hora, más o menos, retiraron la cadena y nos dejaron acceder al barco. Y zarpamos del Imbarco Murazzi. En el trayecto hasta el Borgo (unos quince minutos), compramos el billete correspondiente al cobrador (en mi caso, 6€ por un ida y vuelta hasta el Imbarco Italia 61, con escala permitida en el Borgo). El revisor nos advirtió de que debíamos validar el billete en una maquineta adosada a uno de los tabiques del barco.
Uno de los muchos restaurantes con terraza sobre el río.
(JMBigas, Julio 2013)

El Po, a su paso por Turín, es un río de tamaño medio (nada que ver con Sena o Támesis), y en sus orillas se desarrollan múltiples actividades. Hay bastantes restaurantes con terrazas sobre el río que, muy probablemente, sean lugares ideales para citas románticas clandestinas, por estar retirados del centro de la ciudad. Y también hay bastantes instalaciones que son bases náuticas para los amantes de la práctica del remo. De hecho, durante la travesía nos cruzamos con varias canoas (kayaks, etc.) que iban navegando a remo por el río Po.

Desde el propio Imbarco Murazzi, al otro lado del río, se divisa el Monte  dei Cappuccini, con la característica construcción en su cumbre de la Chiesa di Santa Maria del Monte. Y camino del Borgo Medievale, por entre la vegetación del Parco del Valentino, destaca la majestuosa fachada fluvial del Castello del Valentino, que es actualmente la sede de la Facultad de Arquitectura del Politécnico de Turín.

A bordo íbamos solamente seis viajeros (se había sumado a última hora un caballero solitario). En la parada del Borgo no subió ni bajó nadie. Bueno, miento, porque los dos funcionarios del barco saltaron corriendo a tierra, y se perdieron por la escalera del Caffè del Borgo, donde irían, muy probablemente, a tomar su café matinal con la correspondiente charla. El caballero solitario y yo aprovechamos para echar pie a tierra y fumar un cigarrito por el muelle (a bordo, lógicamente, estaba prohibido fumar).
Practicando el remo en el río Po, a su paso por Turín.
(JMBigas, Julio 2013)

El cafelito de los funcionarios provocó que la parada prevista de cinco minutos se convirtiera en diez, pero supongo que los horarios ya tienen una cierta holgura para cubrir esas eventualidades. De acuerdo a la tabla de servicios previstos para ese día, me convenía hacer mi parada en el Borgo a la vuelta, donde tendría casi una hora para deambular por ahí.

Seguimos la navegación hacia el embarcadero más distante, Italia 61, trayecto que nos tomó unos veinte minutos. Allí descendió el caballero solitario, y los demás seguimos para el camino de vuelta al Borgo Medievale. Por el camino nos cruzamos con algunos grupos de patos que nadaban plácidamente por el río, y con varios aguerridos deportistas que remaban con furor, convencidos de que eso les iba a alargar la vida.

Apenas pasadas las once, llegamos de vuelta al Borgo, donde yo descendí del barco. El siguiente servicio hacia Murazzi, donde había dejado el coche, era a las doce en punto, y no debía perderlo, pues luego había una pausa para el almuerzo de los funcionarios, y el siguiente servicio no era ya hasta pasadas las tres de la tarde. Se puede acceder también al Borgo en automóvil, por el interior del Parco del Valentino, y hay un pequeño aparcamiento a menos de cien metros.
Grupo de patos, nadando en la placidez del Po.
(JMBigas, Julio 2013)

El Borgo Medievale (o Medioevale, que de las dos formas lo he visto escrito), es un conjunto de construcciones que simulan una ciudad (borgo) italiana tardomedieval (del entorno del siglo XV). Están allí reproducidas calles, casas, plazas, iglesias, fuentes y decoraciones de la época, rodeadas de muros y fortificaciones, y coronadas por la Rocca, una fortaleza elevada con su correspondiente Torre del Homenaje. Se construyó en pleno Parco del Valentino en 1884, como un pabellón de la Exposición Internacional que se celebró ese año en Turín. 

De alguna forma, aunque con una extensión mucho menor, el Borgo Medievale es una realización parecida al Pueblo Español de Barcelona, que se construyó (¿casualidad o inspiración?) para la Exposición Internacional de 1929. En el Pueblo Español (cuyo nombre original iba a ser Iberona, pero el General Primo de Rivera, a la sazón el máximo gobernante de España, decidió el cambio de nombre), están reproducidas construcciones típicas de quince de las Comunidades Autónomas de España.

El Borgo Medievale de Turín estaba destinado, en principio, a ser demolido tras la clausura de la Exposición (por cierto, como el Pueblo Español de Barcelona), pero su éxito popular lo evitó, y se convirtió en un Museo Cívico en 1942. En la actualidad hay allí diversos espacios para exposiciones de todo tipo, tiendas típicas de artesanías diversas (y souvenirs, lógicamente) y el Caffè del Borgo, que tiene una recoleta terraza exterior sobre el río. Ese martes por la mañana la actividad era muy baja (y los visitantes, escasos), y en algunas de las tiendas que visité pude ver algunas curiosidades, especialmente en temas relacionados con la Edad Media, los caballeros medievales, las armaduras, la heráldica, etc. etc.
La Rocca (fortaleza), en el Borgo Medievale de Turín.
(JMBigas, Julio 2013)

Para esperar el regreso del barco, tomé una cervecita al solecito tamizado de la terraza. En la mesa contigua a la mía, por cierto, había una pareja asimétrica, muy probablemente clandestina.

A las doce menos cuarto llegó de nuevo el Valentina II al embarcadero del Borgo, en un trayecto corto entre Murazzi y el Borgo, y vuelta. Para las doce estaba prevista la partida.

Había por allí una parejita francesa acarreando equipaje que, muy probablemente, serían recién casados. El chico, con su mejor intención, intentó establecer un diálogo con el funcionario/revisor, primero en francés y luego en inglés. Pero el revisor negaba insistemente que estuviera dispuesto a establecer ningún tipo de conversación en un idioma diferente del italiano. Intenté ayudar al chico con mi francés, pero estaba ya rebotado y se fue de vuelta con su chica. Ignoro lo que pretendían o hacia dónde querían desplazarse.

Hacia las doce y cuarto llegamos de vuelta al Imbarco Murazzi. De nuevo éramos escasamente media docena de viajeros a bordo.

Sobre el Lungo Po seguía mi coche aparcadito, a pleno Sol, eso sí. Pero a esta hora ya más avanzada, compartía el muelle con alguna moto y varias furgonetas de reparto.

Quería visitar una librería para comprar algunos libros en italiano, a fin de mantener mi nivel en el idioma. Por Internet había localizado la cadena de librerías más importante de Italia, la Feltrinelli. En Turín, una de sus tiendas está situada en el Centro Comercial Lingotto. Por motivos sentimentales, quería visitar esa zona, por lo que tomé el coche y me dirigí hacia allí.
Explanada frente al Lingotto Otto (8).
(JMBigas, Julio 2013)

Lingotto fue una de las factorías de la FIAT en Turín, junto con la más conocida de Mirafiori, o la de Rivalta (activa hasta 2001). Se construyó en 1923, con un diseño revolucionario para la época (de hasta cinco pisos de altura, con una pista de pruebas con curvas peraltadas en la azotea). En su momento, fue la mayor fábrica de automóviles del mundo.

Desfasada ya en su uso durante los años 70, en 1982 se tomó finalmente la decisión de abandonarla, y se abrió un debate público para su reutilización como nuevo espacio público de la ciudad. La competencia de proyectos arquitectónicos fue ganada por el prestigioso arquitecto Renzo Piano, y la reforma se inauguró finalmente en 1989, dando lugar a un centro comercial, con varias salas de cine y para conciertos, restaurantes, centro de exposiciones, etc.

Lingotto está situada sobre la Via Nizza, que discurre paralela al haz ferroviario que termina en Torino Porta Nuova. Actualmente está allí el Centro Comercial Lingotto 8 (Otto), y también, en otro juego de palabras, Eataly, un complejo de restauración.

Dejé el coche en el aparcamiento exterior (de pago), visité la Feltrinelli (donde compré tres libros en italiano, uno de ellos de Andrea Camilleri, que tiene casi toda su obra traducida al castellano) y allí me indicaron que para un almuerzo ligero a base de algún panino (bocadillo), podía ir a la zona interior de restauración, y visitar Panino Giusto. Allí, sentadito en una mesa, pude comer un suculento bocata, acompañado de un refresco, con un excelente café de postre, por 13,50€ en total. El establecimiento pagaba una hora del aparcamiento interior subterráneo del centro, pero desgraciadamente no de donde yo había aparcado, en la explanada exterior.
Complejo de Lingotto, en Via Nizza, Turín.
(JMBigas, Julio 2013)

Desde allí volví hacia el hotel, y dejé el coche en la Autorimessa (Garage) que tenía contratado. Quería dedicar la tarde a pasear y visitar el Centro Storico de la ciudad y la Mole Antonelliana. En recepción pregunté si había algún medio público que me acercara a la Mole, pero me indicaron que no me compensaba, ya que debía andar bastante al principio y al final del recorrido, y que era mejor abordar el camino íntegramente a pie. Agarré una gorra para protegerme del Sol canicular y me fui, paseando, por el Centro Storico.

Pero esa ya será la historia de otro capítulo.

Aparte de las fotografías que he seleccionado para ilustrar este artículo, podéis ver una colección más completa (de 43 fotografías, pinchando en la imagen del Borgo.

Turín - Navegando por el río Po


JMBA

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