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martes, 26 de mayo de 2015

Rajoy en su Laberinto

Cualquiera que esté habituado a intentar transmitir mensajes en público es consciente de que un mensaje formalmente perfecto sólo va a convencer a una parte del auditorio. Salvo, por supuesto, que el público esté entregado de antemano.
Mariano Rajoy, en su comparecencia en la sede de Génova
este lunes.
(Fuente: cuatro)

Cualquiera que intente vender un producto o un servicio, y tenga ocasión de realizar una presentación o exposición a un público presencial, sabe que el primer desafío es que el mensaje resulte creíble y que el público crea al presentador. Superado este obstáculo, que puede resultar bloqueante, algunos acabarán convencidos por el orador y otros no. De los convencidos, algunos acabarán comprando el producto y otros no, por diversas razones.

Parece bastante claro que el Partido Popular y Mariano Rajoy en particular tienen un problema de comunicación, del que ellos mismos hablan cada vez que tienen ocasión. En un vídeo que se hizo famoso, Floriano decía eso de que nos ha faltado piel en la comunicación, como que hubiera sido demasiado fría.

Pero creo que el problema es bastante más profundo. Este lunes, el día siguiente de unas elecciones que han marcado un vuelco muy significativo en las preferencias de los ciudadanos, y han propulsado a candidaturas a las que genéricamente podríamos denominar como alternativas, Mariano Rajoy dio, tras más de tres años de rehusar esa obligación, una rueda de prensa en la sede del PP, en la calle Génova. Si atendemos a sus palabras, al PP y al gobierno no les pasa nada grave. El PP sigue siendo el partido más votado (lo que es verdad, pero una verdad que muy poco significa en sí misma en este tipo de elecciones), y él sigue siendo el mejor candidato a la Presidencia del Gobierno por el Partido Popular para las Elecciones Generales de fin de año.

No sé si yo mismo soy una buena muestra del ciudadano medio, pero voy a contar mis impresiones, que creo que no son, ni mucho menos, solamente mías. El problema no es que el discurso de Mariano Rajoy no me convenza. El problema real es que no me lo creo, lo que es mucho más grave, y significa que no se ha superado ni siquiera el primer estadio de la comunicación.

Una concentración de capacidades como la cúpula directiva del Partido Popular, con el Presidente a la cabeza, es imposible que saque del resultado de las elecciones del domingo  las conclusiones que intenta transmitirnos Rajoy. No sé si el debate interno fluye con libertad, o todos los presentes prefieren callar y otorgar, y no significarse como mensajeros de malas noticias. Pero esa actitud condenaría al líder a la soledad total.

Prefiero pensar que un debate interno en libertad les permite diagnosticar el problema de forma razonablemente afinada. Después, intentan elaborar un discurso público que es el que algunos dentro del PP piensan que les interesa vehicular hacia la opinión pública. Obviamente, eso es un problema de comunicación. Pero un problema gravísimo. Porque no se falla en comunicar mal lo que se hace o se debate dentro del Partido, sino que se intenta elaborar un discurso impostado que no sólo no convence a la opinión pública, sino que el ciudadano de a pie (yo, desde luego) ni siquiera se puede creer.

En estos últimos tiempos hemos visto ya demasiados mensajes fallidos de este tipo en los dirigentes del Partido Popular. Mensajes impostados, artificiales, creados para su consumo, que en nada reflejan la realidad de las cosas y los hechos. A menudo he sentido cierta lástima por los papelones que les ha tocado desempeñar a gente como María Dolores de Cospedal o Carlos Floriano. Discursos que el público no puede creerse, mucho menos quedar convencido, claro, y que el propio orador parece haber aprendido de memoria, y para nada como conclusión de un debate inteligente y de un diagnóstico informado.

Este problema grave de comunicación (la elaboración y transmisión de mensajes que no sólo no convencen, sino que ni siquiera son creíbles) ha venido provocando, inevitablemente, un alejamiento progresivo de una parte creciente de la opinión pública de su Presidente del Gobierno, del Gobierno en general y del partido que lo respalda.

Los intentos burdos y a menudo zafios, de desmarcar al Partido de los muchos episodios de corrupción que lo han venido trufando, han sido muy torpes. Sólo han transmitido a la opinión pública la sensación de que están intentando esquivar el bulto y no afrontar con valentía los problemas, con ánimo de resolverlos y de evitar que se repitan episodios tan enojosos. Oír a la Cospedal balbuceando sobre la (presunta) indemnización en diferido de Bárcenas, o a Floriano intentando vendernos la idea de que el tesorero es un delincuente solitario que simplemente robó al Partido y traicionó la confianza en él depositada, resulta patético.

Estoy convencido de que en la dirección del Partido Popular hay gente inteligente, empezando por su Presidente. Por ello no puedo creerme que los mensajes y discursos que intentan transmitir respondan a la realidad de sus conclusiones, sino que son mensajes inventados, pensando solamente en lo que, presuntamente, le interesa al Partido que piensen los ciudadanos. Sólo que ese discurso no sólo no convence, sino que no resulta en absoluto creíble. Intentando hacer comulgar a los ciudadanos con ruedas de molino, no sólo fracasan en su estrategia de comunicación, sino que se acuñan fama de trileros y mentirosos, que nunca dicen lo que realmente piensan. El ciudadano de a pie no sólo no acaba convencido, sino que no se los cree y piensa que intentan engañarle y que se creen que es tonto.

Me temo que Rajoy, en su laberinto inacabable, se está quedando solo, en la cúspide. Es la soledad del corredor de fondo, el silencio de la cumbre. Le están faltando fusibles, y ni siquiera compraría tiempo destituyendo, por ejemplo, a María Dolores de Cospedal como Secretaria General del PP, tras su descalabro electoral en Castilla-La Mancha. Su equipo, al parecer, no abre la boca en las reuniones públicas, pero ya raja sin parar en privado, off the record o en entrevistas específicas. Como la excelente entrevista de Carlos Alsina esta mañana en Onda Cero, donde Juan Vicente Herrera, presidente en funciones de Castilla y León, entre otras lindezas sin desperdicio, le ha recomendado al jefe que se mire en el espejo antes de afirmar que sigue siendo el mejor candidato para el PP.

De cara a las Elecciones Generales de fin de año, es imprescindible una reacción enérgica, o el PP chocará de forma abúlica con el iceberg. Si el PSOE no despliega más energías, es posible que el PP siga cosechando algunos votos más que los socialistas, pero que se conviertan en tercera y cuarta fuerza a nivel nacional.

A pesar de que los músicos parece que ya empiezan a desafinar, o directamente están guardando sus instrumentos en el estuche, el director de la Orquesta del Titanic, ignorando el iceberg, que es ya mucho más que una sombra en el horizonte, sigue moviendo la batuta como si nada fuera con él.

Evidentemente, el PP y Mariano Rajoy tienen un problema de comunicación. Pero no se trata de que sus mensajes ya no convenzan, es que ni siquiera se pueden creer. O son tontos (que no lo creo) o se creen que los tontos somos los ciudadanos (que es lo que me temo).

JMBA

jueves, 21 de mayo de 2015

Reflexiones de un indeciso

Yo vivo y estoy empadronado en Madrid capital. Esto significa que el próximo domingo, 24 de Mayo, tendré que depositar dos votos en las urnas de mi colegio electoral: una para la alcaldía de Madrid y otra para el Gobierno de la Comunidad de Madrid.

Ya es jueves, y todavía estoy indeciso.

Hay poquitas cosas que tengo claras. Voy a intentar hacer un inventario de ellas, a ver si me sirve para tomar una decisión.

1.- Voy a depositar mi voto en las urnas, y no votaré en blanco ni depositaré un voto nulo. Aunque ninguna fuerza me convenza, siempre tengo alguna preferencia, aunque sea pequeña.

2.- No pienso votar al Partido Popular. Dejando al margen las políticas que desarrollan (algunas no me disgustan, pero muchas me repugnan), creo que es, actualmente, una estructura absolutamente impregnada por la corrupción. Lo que me parece más grave aún, ha desarrollado una capacidad enfermiza de convivir amigablemente con ella. Aunque puede que no sea fácil de demostrar judicialmente, estoy convencido de que actualmente el PP es una maquinaria corrupta.

3.- Con la corrupción, tolerancia cero. Aunque se presenta con muchas caras, la corrupción consiste siempre en desviar dinero público, dinero que es de todos, hacia uno o varios bolsillos privados (personales o de partido). Puede tratarse de comisiones ilegales (con lo que pagamos más de lo que deberíamos por obras públicas o suministros que requiere la Administración Pública para su funcionamiento); o de evasión fiscal en todas sus formas; o de administración desleal, gastando el dinero público de forma alegre y frívola, en cosas que en nada, o en muy poco, mejoran la calidad de vida de los ciudadanos; o pueden ser tramas preparadas para desviar dinero público de su destino legal, como el caso de los ERE de Andalucía.

4.- Mi corazón está un poquito más hacia la izquierda.

5.- A pesar de lo que a veces podemos decir en un calentón, como ciudadanos y como sociedad, tenemos mucho que perder, si las circunstancias fueran adversas.

6.- Me repugna (y me aterra) que el PP quiera arrogarse lo mismo de lo que acusa a Podemos: que nadie más que ellos debería gobernar nunca en España.

7.- A pesar de que considero que Esperanza Aguirre es un animal político muy inteligente, ni me representa ni nunca podría hacerlo.

8.- Podemos, como fuerza política, me resulta bastante simpática. Pero tiene algunos tics que no trago. Como cuando insisten en hablar de una gran mayoría de ciudadanos, arrogándose una posición y un conocimiento del que carecen, o cuando parecen condescendientes con algunos sátrapas sudamericanos.

9.- La transición política y la Constitución de 1978 han desarrollado un papel muy importante en España en las últimas décadas. Pero la sociedad ha madurado y nos hemos ganado el derecho a dar una vuelta de tuerca a nuestra democracia, para mejorar su calidad.

10.- Ciudadanos, como fuerza política, me resulta simpática, al tratarse de una formación de nuevo cuño, con lo que eso siempre significa de frescura y de ausencia de hipotecas. Pero su afán por un crecimiento demasiado rápido les está provocando disfunciones graves y relajación en los controles imprescindibles para evitar engorrosas situaciones.

11.- Nuestro objetivo como sociedad no debe nunca ser que haya menos ricos, porque eso es absurdo. El objetivo debe ser que haya menos pobres, que los pobres cada vez lo sean menos, y que los que lo sigan siendo lo pasen lo menos mal posible.

12.- La igualdad es una falacia propagada por cierta progresía, porque cada persona es única y todos somos diferentes. Pero hay que asegurar la igualdad de oportunidades para todos los ciudadanos, sin discriminación por razones de sexo y/o orientación sexual, raza o posición económica.


Estas son las diversas claves que manejo y que me tienen que ayudar a llegar a alguna decisión, que me haga escoger el domingo unas papeletas y no otras. Sabiendo, por supuesto, que yo, como ciudadano, también estaré obligado a pactar entre mis principios y la realidad a la hora de decidir mi voto.

Del resto de candidatos a la Alcaldía de Madrid, dejando ya fuera de inicio a Esperanza Aguirre, al que mejor conozco es Antonio Miguel Carmona, del PSOE. Le he visto como tertuliano televisivo, y me parece una persona inteligente y suficientemente vehemente como para liderar un Ayuntamiento del tamaño y trascendencia de Madrid. A veces resulta errático y se mueve por ocurrencias. Y es que su partido tampoco le ayuda demasiado, parece moverse en un cierto aislamiento del aparato. Recientemente ponía las manos en el fuego por Tomás Gómez. Si bien es cierto que ninguna imputación recae sobre Tomás Gómez, también lo es que la dirección del partido decidió destituirle, por triste y perdedor (lo último es de mi propia cosecha). Bueno, Carmona ha demostrado que sabe caer de pie.
Antonio Miguel Carmona, candidato del PSOE a la
Alcaldía de Madrid.
(Fuente: huffingtonpost)

Como cualquier político con cierta historia pública, alguna mancha tiene en su pasado Carmona, pero ninguna (que yo sepa) que le inhabilite para representar con dignidad y la cara bien alta a todos los madrileños. Es una opción que considero.

Manuela Carmena, candidata por Ahora Madrid (en el entorno de Podemos) es bien conocida por su activismo político, social y judicial en las últimas décadas de este país. No estoy seguro de verla desempeñar con cierta comodidad el cargo de Alcaldesa de Madrid, pero seguramente puede hacerlo. Es otra opción que valoro.

De la candidata de Ciudadanos, Begoña Villacís, sólo sé que es una mujer de madura belleza, 37 años, abogada y madre de familia (Google dixit). Es una opción que podría salir bien, pero ciertamente arriesgada.

De Izquierda Unida y Unión, Progreso y Democracia casi ni me merece la pena hablar. Desconozco a sus candidatos (Raquel López por IU y David Ortega por UPyD). Ambas formaciones están necesitadas de una renovación y regeneración en profundidad, que se han resistido a hacer hasta ahora. UPyD no tiene más remedio que prescindir del caudillismo de Rosa Díez, e intentar establecer una tercera vía viable en el centro derecha, junto a Ciudadanos. Izquierda Unida, por su parte, nunca ha estado más desunida que en la actualidad. Compadezco a Alberto Garzón, su líder sobre el papel, que tiene que lidiar con los desechos inconexos que le han dejado muchos años de desidia y clientelismo, especialmente en Madrid. Creo que ambas formaciones serán un voto inútil para este 24 de Mayo. Es más que probable que se acaben quedando sin ninguna representación en el Ayuntamiento de Madrid.


Para la Comunidad de Madrid, en la izquierda hay un duelo de personalidades bastante ajena a la política activa y a los propios partidos por los que se presentan. De una parte, Ángel Gabilondo (PSOE), con excelente trayectoria universitaria pero nula experiencia dentro de un partido político, aunque fuera ministro de Zapatero. Francamente, no le veo como Presidente de la Comunidad de Madrid. De otra, Luis García Montero, por IU, es conocido como poeta pero no como político con poder. Su candidatura es el resultado de intentar salvar los muebles tras la absoluta descomposición de IU en la Comunidad de Madrid, y me temo que acabe resultando puramente testimonial. Me parece que sería un voto perfectamente inútil. Me gustaba Tania Sánchez, que fue elegida en las primarias de IU, pero las diversas facciones de IU Madrid le obligaron a separarse de ese proyecto.

Podemos, que sí se presenta a las Autonómicas con su marca propia, está encarnado por José Manuel López Rodrigo (he tenido que buscarlo en Google). A falta de más conocimientos (de los que carezco), tengo que valorarlo por la marca que le sustenta, Podemos. Con Ignacio González (PP), a quien dejó el marrón Esperanza Aguirre tras su espantá, ya estamos acostumbrados a personajes grises al frente de la Comunidad.
José Manuel López Rodrigo, candidato de consenso de
Podemos para la Presidencia de la Comunidad de Madrid.
(Fuente: eldiario)

El PP presenta a Cristina Cifuentes, que ha sido estos últimos años la Delegada del Gobierno en Madrid. Personalmente, me parece una política honrada, aunque no coincido con algunas de sus opiniones. En cualquier caso, me resulta bastante más próxima que su compañera de cartel, Esperanza Aguirre. El problema es que la Comunidad de Madrid, tras más de una década en manos del PP, desde el famoso Tamayazo, requiere de una limpieza bajo las alfombras que Cifuentes no creo que pudiera hacer.

Ciudadanos presenta a Ignacio Aguado (de nuevo, Google dixit), que es un abogado de 32 años. Posiblemente sea conveniente que él y su equipo próximo estén en la Asamblea de Madrid, pero no le veo como Presidente de la Comunidad. El candidato de UPyD es Ramón Marcos, una cara algo más conocida, pero la situación del partido en la actualidad posiblemente provoque que el (escaso) voto por UPyD vaya a quedarse sin representación en la Asamblea.

Estoy seguro de que hay muchas más candidaturas y muchos más candidatos y candidatas a la Alcaldía de Madrid y a la Presidencia de la Comunidad de Madrid. Pero no tengo ni el tiempo ni las ganas para intentar conocerlos mejor, porque creo que no me iban a aportar nada significativo para mí.


Con estos mimbres deberé tomar una decisión sobre qué papeletas voy a introducir en las urnas el próximo domingo. No estoy seguro de que escribirlo me haya servido de mucho, pero algo habrá ayudado, sin duda.

JMBA