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martes, 28 de octubre de 2014

La Maquinaria de la Corrupción

El ciudadano de este país, profundamente empobrecido por la crisis económica y los recortes del Gobierno, se ve expuesto a diario a nuevos episodios que se acaban revelando, que arrojan luz sobre toda clase de corrupciones.
Francisco Granados, que fue Consejero de la Comunidad de
Madrid, entre otros cargos, hoy detenido por
presunta corrupción.
(Fuente: cuatro)

Muchos de los gerifaltes de este país, mientras predicaban que la única solución era un mayor empobrecimiento del grueso de la población, se lo llevaban crudo con la otra mano, con tarjetas negras de gastos ocultos sin cargo, vendiendo su voto, o cobrando comisiones a cambio de favores políticos o torciendo decisiones en las adjudicaciones de diversas administraciones.

El problema es que da la sensación de que el Sistema, al margen de personajes más o menos desprovistos de escrúpulos, ha creado una maquinaria corrupta que ya funciona casi sola. Cuando alguien aparece por primera vez por un Ayuntamiento, Diputación o lo que sea, para asumir el papel de servidor del pueblo, da la sensación de que parte del briefing inicial debe ser hacerle consciente de cómo funciona la maquinaria corrupta en ella.

En ese ambiente, un político que pretenda mantenerse honesto se convierte rápidamente en un esquirol, un apestado, un indeseable para sus nuevos compañeros. En el escándalo de las tarjetas negras de Caja Madrid y Bankia, por ejemplo, hubo cuatro consejeros que nunca utilizaron esas tarjetas, pero tampoco las denunciaron.

Y una vez que los dineros se sumergen bajo la superficie, lejos de luz y taquígrafos, los caminos son ya inescrutables, tanto en dirección a las arcas B de los diversos partidos, como al bolsillo particular, léase cuentas sumergidas y ocultas en Andorra, Suiza, o donde sea.

El ciudadano tiene la sensación de que el único político que se mantiene honesto, y habrá muchos, por supuesto, es el que no tiene ocasión de corromperse. Hay miles de alcaldes y concejales por el país que sólo pueden manejar presupuestos mínimos, que no admiten merma alguna. Por los pequeños pueblos seguro que encontraríamos muchas personas que, sin cobrar ni siquiera un pequeño sueldo, dedican parte de su vida al servicio de sus conciudadanos. Tienen que tener envidia, a la vez que asco, de darse cuenta de lo precario de su propia situación.

Pero en cuanto empezamos a hablar de administraciones de mayor envergadura, con presupuestos más amplios, los contratos de obras y servicios ya admiten toda clase de juegos de manos, que son juegos de villanos. Los corruptores abundan (constructores, licitadores de servicios por concesión administrativa, etc.) y los políticos honestos, por lo que se está viendo, escasean.

Mientras muchos ciudadanos no saben cómo podrán asegurar la imprescindible comida a sus familias hasta fin de mes, y más allá, los políticos meten la mano en la caja y se lo llevan crudito.

Visto lo visto, ya no nos valen los argumentos de que los corruptos son casos aislados, la terminología preferida por el aparato de los partidos, para intentar esquivar el impacto de tanta basura. La corrupción existe al margen de los corruptos, que acaban siendo actores de un escenario que ya se les da hecho. La honestidad no sobrevive a este despliegue. Mirándose al espejo, reflexionan que no se puede ser el más tonto de la fiesta, ni más papista que el Papa. que si esto funciona así, pues adelante y a trincar como si no hubiera un mañana.

Los ciudadanos ya hemos superado la fase de identificar, detener, acusar y reprochar su comportamiento a corruptos individuales. La enfermedad es mucho más profunda que eso, que hay que seguir haciéndolo, por supuesto, pero ya no basta. Hay que desmontar las maquinarias corruptas que se han organizado en la mayoría de administraciones públicas. Hay que desmontar el Sistema, ya no queda otro remedio y no quedarán muchas más oportunidades.

Seguramente hay que cambiar la legislación penal, que está diseñada, como se ha dicho recientemente, con criterios del siglo XIX y pensando en el reproche a los robagallinas, para poder hacer frente como se debe a esta maquinaria de corrupción instalada con comodidad en los entresijos de la Administración.

Tenemos que ser capaces de desenmascarar a todos los corruptos, encarcelarlos y obligarles a devolver el dinero que han robado. Pero esto nunca será suficiente, si no somos capaces de desmontar la maquinaria que permite y facilita la corrupción. Si no lo hacemos, los corruptos encarcelados serán sustituidos por otros políticos que serán los nuevos beneficiarios de esa maquinaria que parece perpetuarse a sí misma.

Resulta indignante ver las reacciones tibias que están teniendo los aparatos de los partidos. Sólo se explica por la imposibilidad metafísica de morder la mano que les alimenta. La financiación de los partidos políticos es una asignatura pendiente que hay que resolver cuanto antes, segando la hierba bajo los pies a las oportunidades de nuevas corruptelas.

A estas alturas, ¿quién puede creerse que Rajoy no sabía nada de la contabilidad B de Bárcenas? ¿y quién, con criterio neutral, puede sostener la opinión de que él mismo no se haya beneficiado casi con seguridad de esos dineros negros? ¿y quién va a creer que Esperanza Aguirre, que fue Presidenta de la Comunidad de Madrid, no conozca a alcaldes significados de su Comunidad, hoy detenidos por sospecha de corrupción?. ¿Y quién podrá creer que Rubalcaba, o Pedro Sánchez hoy, desconozca las ramificaciones de la maquinaria de corrupción que se ha instalado en Andalucía, donde gobiernan desde hace casi tres décadas?.

Aunque hay que reconocer que Esperanza Aguirre, mucho más lista que otros políticos con más poder, salió a la palestra con prontitud para pedir disculpas y perdón por haber nombrado para diversos cargos de confianza a Francisco Granados, que todo parece indicar que es el cabecilla de una trama corrupta. Es una actitud que la honra, pero no es en absoluto suficiente.

Los ciudadanos ya no podemos seguir creyendo que este Sistema puede funcionar con total honradez, sólo cambiando las personas. Es imprescindible hacer una reforma en profundidad, una revolución. Ahí tiene Podemos su gran pozo electoral de votos. Parece que son los únicos que están, con cierta rotundidad, por esa labor. A pesar de algunos tics que pueden resultar negativos, o al menos inquietantes, para muchos votantes.

Si los partidos políticos tradicionales no saben reaccionar con rapidez y energía, están anticipando el final de un ciclo, una revolución que les va a enterrar en cal viva.

Es evidente que no todos los políticos son corruptos. Pero los ciudadanos tenemos la desagradable sensación de que todos los políticos que tienen la posibilidad, los que están cerca de la llave de una caja con abundantes dineros públicos, se acaban corrompiendo.

Esto hay que erradicarlo sin tardanza alguna. O no nos quedará más remedio que tomar la Bastilla.

JMBA

martes, 14 de octubre de 2014

Una Consulta "de costellada"

Tras una larga comparecencia ante la prensa esta mañana, Artur Mas ha clarificado algunos de los acontecimientos que han sucedido en las últimas horas en el seno de las diversas fuerzas políticas pro-consulta en Catalunya.

Por lo que parece, hay diferencias (todavía sin aclarar del todo, supongo que las diversas fuerzas se explicarán durante este martes), diferencias sobre la forma de afrontar los impedimentos a la consulta que han ido poniendo el Gobierno de España y el Tribunal Constitucional.
Artur Mas, en la rueda de prensa de esta mañana, en el
Palau de la Generalitat.
(Autor: Pere Tordera; Fuente: ara-cat)

Sospecho que ERC sería partidaria de una declaración unilateral de independencia (¿¿¿???), lo que no llevaría a ninguna parte más que a la desobediencia institucional, al choque de trenes por la misma vía y dentro del túnel.

De acuerdo a lo que ha comunicado Artur Mas, el próximo 9N habrá una votación en Catalunya, con colegios, mesas y papeletas, para responder a la pregunta que ya se conoce, la de los dos niveles (SíSí, SíNo o No). Sólo que no será la consulta definitiva. Y ha abierto la posibilidad de una posterior convocatoria de elecciones ordinarias anticipadas, que los partidos políticos podrían convertir en plebiscitarias o referendarias, a base de candidaturas únicas y programas consensuados.

Lo que queda para el 9N es, muy claramente, a mayor gloria de Artur Mas, que se empeña en cumplir, malamente, su promesa de conseguir que el 9N los catalanes puedan votar. Aunque sea en una pachanga impresentable, en una consulta de costellada.

No habrá censo electoral, sino que el registro de votantes se elaborará a partir de los ciudadanos validados (mayores de 16 años, residentes en Catalunya, básicamente) que se acerquen voluntariamente a las urnas para votar. Todo ello para evitar utilizar datos del Censo, lo que podría ser recurrido por cualquier ciudadano acogiéndose a la Ley Orgánica de Protección de Datos. Los catalanes que residan en otros lugares de España fuera de Catalunya, pero con Documento Nacional de Identidad con domicilio oficial en Catalunya, podrían acercarse a las urnas y votar.

En resumen, parece que podría haberse fracturado el consenso entre las diversas fuerzas políticas en Catalunya. Veremos de qué forma se sustantiva este hecho en las próximas horas y en los próximos días. Y Artur Mas ha tomado el camino de honrar su promesa de que los catalanes pudieran votar el 9N, aunque sea en una convocatoria de juguete.

Me voy a mojar. Si se llega a celebrar esa consulta (de participación ciudadana, como la llama Mas), el resultado no estará muy lejano del siguiente: Entre 1 y 1,5 millones de votantes, con un 90-95% de SíSí. Un resultado que nada significará y que no va a aclarar nada, más que la honrilla de haber votado el 9N.

Definitivamente, Artur Mas huye hacia adelante, anticipando un fundido a negro.

No creo que vaya a tener otra alternativa, como President de la Generalitat, que convocar unas elecciones autonómicas anticipadas, previsiblemente para antes de fin de año, que a él, personalmente, le barrerán de la esfera política.

La duda ahora es la de la posición que vayan a adoptar las diversas fuerzas políticas, los posibles (o improbables) acuerdos políticos que pudieran adoptar ante unas tales elecciones, y el apoyo real en las urnas legales que cada una de ellas pueda llegar a tener. En cualquier caso, tras ellas se iniciaría una nueva época política en Catalunya.

Supongo que Rajoy y el Gobierno de España harán lo posible para, también, impedir esa votación de juguete, pero es posible que no puedan hacerlo, porque esa convocatoria se esconde por debajo de la línea del horizonte, donde no alcanzan los obuses, sólo los morteros.

Parece una burla, si no fuera un esperpento. Tras todo lo que ya se ha sufrido, lo que queda es, casi como al principio, una mala broma, como cuando algunos ayuntamientos organizaron ya en su ámbito votaciones de este tipo, una consulta de costellada, de juguete, una votación de la Señorita Pepis. Incluso no me extrañaría que algunas de las fuerzas muy claramente pro-consulta y soberanistas acaben aconsejando a sus militantes y simpatizantes no participar en esta patochada.

Me temo que el tren soberanista ya le ha pasado por encima a Artur Mas. El problema, quizá, es que en los próximos tiempos no me extrañaría que muchos acaben (¿acabemos?) añorándole. Porque ver al frente de ese movimiento a gente como Carme Forcadell u Oriol Junqueras me pone los escasos pelitos que me quedan como escarpias.

Parece que el surrealismo político no conoce límites. Sería divertido si no fuera trágico.

JMBA

jueves, 9 de octubre de 2014

Marca España

Parece evidente que todos los países generan una cierta idea de sí mismos en la percepción del resto del mundo. Yo puedo pensar, por ejemplo, que los alemanes son disciplinados, los franceses, engreídos y los italianos, vividores. Estados Unidos es un país donde se tienen todas las facilidades para la vida cotidiana, siempre que tengas dinero, a ser posible, mucho. Centroamérica es una colección de países empobrecidos por sus propias oligarquías, y Cuba es un paraíso en malas manos. Y así, todo.
Traslado a España de Miguel Pajares,
el pasado Agosto.
(Fuente: subrayado)

Es lo que podríamos llamar la Marca, lo que aquí se han empeñado en promocionar como Marca España.

Todos nosotros tenemos una cierta idea preconcebida de muchos otros países del mundo. Porque los hemos visitado, porque hemos vivido un tiempo allí, porque hemos leído sobre ellos o porque hemos visto películas o documentales que los describen. De otros países, no tenemos ni idea, ni sabríamos, muy probablemente, situarlos en el mapa. De todas formas, esa idea va evolucionando con el tiempo, a medida de que disponemos de nuevos datos.

Sin embargo, conviene tener claro que la Marca de un país no se siembra con acciones de promoción, publicidad o marketing, sino que se forma en la mente de los ciudadanos de otros lugares a partir de la particular forma que tiene ese país para desenvolverse ante los diversos acontecimientos de la vida cotidiana.

Una de las primeras lecciones del Marketing dice que ninguna empresa puede transmitir un  mensaje específico que genere en sus clientes, o en el público en general, una idea de quiénes son como compañía. Esa idea, esa Marca, se genera a partir de sus actividades y sus actitudes, y no por acciones de promoción o publicidad. Por ejemplo, una empresa será percibida como innovadora si sitúa en el mercado productos o servicios que el público percibe como innovadores, no por el hecho de que se llamen innovadores a sí mismos. Punto final.
Manifestantes intentando evitar el sacrificio de Exkalibur,
el perro de la sanitaria contagiada de ébola.
(Fuente: laregion)

La idea que los demás tienen de nosotros tiene todo que ver con lo que hacemos y cómo lo hacemos, y nada que ver con lo que podamos decir sobre cómo somos.

Es por eso que lo que se conoce habitualmente como Marca España es una percepción que fluctúa, en positivo o en negativo, de acuerdo a lo que hacemos y a cómo lo hacemos.

Una idea genérica sobre España y los españoles seguramente dirá que somos buenos improvisando, pero muy malos planificando. Me temo que esto es dolorosamente cierto. Los hechos de estos días, con el primer contagio del virus del ébola fuera de África, lo ilustran de una forma que sería esperpéntica si no fuera dramática y, además, con alguna vida humana en alto riesgo.

Está claro que el Gobierno del PP (tanto a nivel central del Estado, como en la Comunidad de Madrid) lo han hecho muy mal. La ministra Mato (apellido, por cierto, ideal para una Ministra de Sanidad) se hizo caquitas en público, y el consejero de Madrid acusa ahora a la técnico sanitario contaminada de su propio contagio, además de llamarla mentirosa. Todos acaban practicando lo que mejor sabemos hacer los españoles: demostrar que el problema no es nuestro y que el culpable es otro.

Este hecho se suma a una larga lista de crisis pésimamente gestionadas: la colza, las vacas locas, el Prestige, etc. etc. Quizá la única honorable excepción fue el 11-M. Al tratarse de un hecho súbito, inesperado y extremadamente luctuoso, primó la improvisación y la solidaridad popular, y eso sí sabemos hacerlo bien.
La Ministra de Sanidad, en la rueda de prensa del
pasado lunes.
(Autor: Dani Pozo/AFP. Fuente: elmundo)

Siendo nefastos, estos impresentables del PP son, de todas formas, un ejemplo de cómo somos, en general, los españoles.

A título de comparación podemos tomar uno de los temas recurrentes en el mundo empresarial. Cuando las empresas españolas empezaron a preocuparse seriamente por el tema de la Calidad, la mayoría crearon departamentos específicos, no transversales, para gestionarla. Departamentos que se acabaron convirtiendo en refugio de directivos degradados o en busca de puestos confortables. En lugar, por supuesto, de hacer que la Calidad fuera, de verdad, un aspecto más de todas sus actividades (la investigación, el desarrollo, la producción, la distribución, las relaciones con los clientes y con el público en general, etc. etc.). Los Departamentos de Calidad han sido auténticas marías, para mofa y befa de la mayoría de empleados y directivos. Se trataba de poner la mosca, no de mejorar en la actividad.

En España somos malos planificando, especialmente, como en este caso, la respuesta a situaciones de crisis, porque nos da pereza emplear la inteligencia analítica para algo que casi con seguridad nunca va a suceder. O, como siempre hace Rajoy, que el tiempo se encargará de resolver. Pero, además, nuestra indisciplina visceral hace complicada la aplicación de cualquier plan. Todos estamos convencidos de que nunca nos va a suceder a nosotros ese accidente de tráfico. Las Compañías de Seguros deben tener en España un mercado complicado. Pero, además, la primera reacción de cualquier empleado español al recibir un Plan de Crisis para su aplicación inmediata, es de qué nos van a contar estos, si no tienen ni p... idea.
Javier Rodríguez, Consejero de Sanidad de la
Comunidad de Madrid.
(Fuente: elconomista)

Nos pierde el papanatismo y la soberbia. Cuando estalla una crisis, todos somos expertos dispuestos a criticar a unos y otros, en lugar de agruparnos con los que deberían liderar su solución. Porque, en el fondo, nadie confía en su pericia ni respeta su autoridad. Aunque nos dan todos los días múltiples argumentos para reforzarnos en esta opinión. Muchos se defienden con un yo ya lo dije. Otros echan pelotas fuera y la sensación que queda es de absoluto descontrol. Nos parece evidente que debemos repatriar a nacionales infectados, pero somos incapaces de reconocer que no estamos preparados para atenderlos como se debe. Pero la realidad es tozuda. Ya tenemos una persona contaminada, sin duda por defectos en la planificación y/o su aplicación. Y, desgraciadamente, seguramente acabemos teniendo algunos más.

Algunas ONG, como Médicos Sin Fronteras, llevan años atendiendo a pacientes de ébola en África. Parece que han atendido ya a unos 4.000, y sólo ha habido un par de casos de sanitarios contagiados. Un soportable 0,5 por mil. Frente al 50% que tenemos, por ahora, en España (dos pacientes, una contagiada). Sin embargo, la soberbia ha impedido a nuestros gobernantes pedirles humildemente su colaboración. Parece que nadie ha hablado siquiera con ellos.

Y el papanatismo tampoco se detiene nunca. Escenas de violencia frente al domicilio de la enferma, para impedir que sacrificaran a su mascota, a mí me resultan absolutamente incomprensibles. Si corriera la voz, y las redes sociales son letales en un país cotilla como este, de que un guarda del Retiro le habría dado una colleja a una ardilla pillada masturbándose entre los árboles, en dos horas podrían reunirse mil personas dispuestas a morir por esa ardilla y a matar al guarda.

Creo que la Unión Europea debería haber hecho, en este tema, más de lo que ha hecho hasta ahora, aunque eso no constituye noticia ni novedad. Quizá podría haberse habilitado, con todas las garantías y protocolos estrictos de seguridad, algún hospital de referencia, especializado en el tratamiento de los contagiados por ébola, para acoger a todos los nacionales repatriados. En la campiña inglesa, un ejemplo, dirigido por profesionales expertos en el tema. Pero la soberbia, nacional o nacionalista, y en esto no sólo de los españoles, nos pierde.

Volvemos a revivir estos días episodios que creíamos olvidados en el pasado. Como el inefable Sancho Rof, allá por la primavera del 81,  y su bichito tan pequeño que, si se cae de la mesa, se mata, para describir el síndrome tóxico de la colza, que afectó gravemente la vida de 20.000 personas y provocó la muerte de unas 330.

En España, cuando se produce una crisis, siempre se demuestra que todos los responsables deberían dimitir. Pero ya es tarde, porque nunca deberían haber asumido una responsabilidad para la que, de forma evidente y palmaria, no están preparados. Pero todos, empezando por el Presidente del Gobierno, confiamos en que nunca se vaya a producir una crisis.

Quizá la mejor solución sea la de externalizar el Servicio de Gestión de Crisis a un equipo alemán, un decir. A cambio, podríamos asumir la organización del Carnaval de Colonia y de la Oktoberfest de Munich. Seguramente, los alemanes estarían felices con las fiestas organizadas por los españoles; pero la reacción de los ciudadanos de aquí, sin ninguna duda, sería la ya conocida: esos qué c... nos van a contar, si no tienen ni p... idea de cómo es este país.

Celtiberia Show, le llamaba en 1970 el inolvidable Luis Carandell.

JMBA  

martes, 7 de octubre de 2014

El que paga, manda.

Poderoso caballero es Don Dinero. El que paga, manda. Nunca muerdas la mano que te da de comer. La sabiduría popular es muy rica, y siempre lleva razón.

Estos días estamos todos los ciudadanos absolutamente escandalizados por la información sobre la existencia y la utilización de las llamadas Tarjetas Black en Caja Madrid (y luego en Bankia). Me temo que todos tenemos un primer sentimiento (enfermizo) de envidia. Porque, ¿qué no podríamos comprar con una tarjeta de límite generoso y que supiéramos que no acabaría metiendo mano a nuestra cuenta corriente?.
Miguel Blesa, Presidente de Caja Madrid (1996-2009).

Pero el hecho es gravísimo, y puede ser causa de numerosos delitos, aparte de la desfachatez y la sinvergonzonería que el propio hecho demuestra.

En primer lugar, parece que esta maquinaria de corrupción se puso en marcha en Caja Madrid a mediados de los ochenta, y ha seguido en vigor hasta muy recientemente. Hay que reconocer que, a diferencia de gestores anteriores, Goirigolzarri es un banquero consciente y profesional, al que solamente se le puede achacar no haber denunciado con más ímpetu esta desvergüenza que se encontró al hacerse cargo de Bankia.

El sistema en sí es corrupto y manipulador. En efecto, daba al Presidente la potestad de repartir con liberalidad, de forma absolutamente arbitraria, jugosos sobresueldos (en negro absoluto) a los altos cargos de la entidad. Con total opacidad para los Órganos de Gobierno y Gestión de la entidad. Según se ha sabido, los gastos generados por estas Tarjetas Black se contabilizaban engañosamente como errores informáticos, o incluso a la misma cuenta en la que se reportan los gastos de tarjetas robadas que no se pueden cargar a sus titulares, y que acaban en la Cuenta de Pérdidas y Ganancias.

Este solo hecho ya supone administración desleal.

Pero estos gastos, según parece de índole muy variada y claramente, en su mayoría, de tipo particular e incluso suntuario, eran totalmente opacos a la Administración Tributaria. Ni la entidad realizaba retenciones fiscales a los perceptores (por la remuneración en especie), ni informaba a la Agencia Tributaria de los correspondientes perceptores y cuantías. Esto supone un delito fiscal por parte de la entidad y especialmente de su Presidente. En una cuantía total, por lo que parece, del orden de los 15,5 millones de euros.

Seguramente los perceptores no han llegado a incurrir en delito fiscal, sólo porque los importes anuales no parecen haber superado el límite de los 120.000 Euros. Pero sí son faltas o irregularidades fiscales, que pueden ser objeto de regularización fiscal con las sanciones correspondientes. Incluso si devolvieran el dinero percibido fraudulentamente a través de estas tarjetas, habría que evaluar el impacto de los intereses por disponer de esas cantidades durante varios años. No debería aceptarse que acabaran siendo créditos a interés cero.

Por supuesto, dado que Bankia tuvo que ser rescatada por el FROB (por lo tanto, con dinero público de todos los ciudadanos), ese uso de los fondos de la entidad sería objeto, en su caso, de delito de malversación de caudales públicos. El dinero pagado por este medio acabó siendo una pérdida adicional para la entidad, contribuyendo a la necesidad de rescate público. De nuevo, la devolución íntegra, con intereses, de esos importes al FROB (a todos nosotros, insisto), debería ser innegociable. Este delito es el único que no tendría sentido si los hechos se produjeran en una empresa totalmente privada.

Pero hay un factor adicional especialmente perverso en este método arbitrario de repartir sobresueldos fiscalmente opacos. Le daba al Presidente una herramienta formidable para la total manipulación de sus altos cargos, asegurándose su total docilidad. Porque el que paga, manda. Quizá no sólo por este motivo, pero esta liberalidad sin duda contribuyó a ello, un personaje siniestro como Miguel Blesa y otro jesuítico como Rodrigo Rato, tuvieron las manos libres para tomar decisiones en la entidad de acuerdo a sus intereses personales, sin temor a críticas internas y sin necesidad de mayores explicaciones. Si tienes algo que ocultar, rodéate de estómagos agradecidos, que nunca arrojarán luz a los esqueletos del armario..

La total opacidad de estos gastos y su contabilización, los ocultaban a cualquier auditoría o a la propia Asamblea de la entidad, de lo que se deriva una necesaria malevolencia de esos Presidentes, y un evidente ánimo de engañar.

Por parte de los perceptores, lo más cómodo resultó, por supuesto, callar y seguir gastando con liberalidad, en muchos casos accediendo a lujos que jamás se hubieran podido permitir por sus propios medios, y en otros por pura codicia y avaricia, sabiendo que no mermarían sus propias cuentas corrientes.

Parece que algunos titulares de esas tarjetas decidieron no utilizarlas y guardarlas en el cajón, pero tampoco denunciaron la evidente irregularidad. ¿Ley del Silencio, Omertà?. Si eres honesto, no la uses, pero no impidas que los demás lo hagamos con alegría.

Me cuesta mucho creer (vamos, que no me lo creo), que la propia Agencia Tributaria o la Fiscalía desconocieran por completo el hecho. Pero complicidades inconfesables, o bozales distribuidos por sus superiores para proteger sus intereses o a sus amistades, provocaron que la situación se prolongara en el tiempo, sin ningún impedimento.
Rodrigo Rato, Presidente de Caja Madrid (Enero-Diciembre
2010) y de Bankia (3/12/2010-9/5/2012)

Al final, como es habitual en los casos de corrupción, la salida a la luz pública de esta maquinaria corrupta ha tenido que venir por la denuncia (demanda, o querella) de un partido político que nunca mojó de ella, por el simple hecho de estar ausente por completo del Consejo de Caja Madrid o posteriormente Bankia. A diferencia de los partidos mayoritarios (PP, PSOE, IU), la patronal y los principales sindicatos (UGT, CCOO), que sí tenían algunos de sus miembros en ese Consejo, UPyD no tenía a nadie en esos órganos. Se ha demostrado algo bien sabido, y es que la codicia, la avaricia y la corrupción no tienen colores políticos. Acaba siendo ladrón, con honrosas y poquísimas excepciones, quien tiene ocasión de serlo con la confianza de una total impunidad.

Nadie puede asegurar su propia honradez si nunca tuvo acceso a la llave de la caja. Es por eso que, en el ánimo del ciudadano de a pie, aparece, incluso a su pesar, un primer sentimiento enfermizo de envidia. Curiosamente, la situación es parecida a la fidelidad en la pareja: nadie puede afirmar su propia fidelidad si nunca tuvo la oportunidad de no serlo (por ser más fe@ que picio y/o por carecer de otros atractivos, como el dinero). Dicen que la ocasión hace al ladrón, y la tentación es el origen del pecado.

Confío que la Agencia Tributaria y la Justicia hagan su labor, y evalúen las sanciones económicas y/o penales que correspondan en cada caso. Confío que los corruptos sean separados de todo cargo público por mucho tiempo o incluso de por vida. Y que los Grandes Manipuladores paguen con la cárcel acciones tan ignominiosas. Un Miguel Blesa, cuya única cualificación como banquero era ser amigo de Aznar, y que ya acabó con la carrera judicial de Elpidio Silva, que le investigaba (sin entrar a juzgar su idoneidad como juez), debe acabar en la cárcel. Lo mismo que Rodrigo Rato, que parece haber roto la vajilla en todos los puestos por los que ha pasado.

Caja Madrid engañó a los preferentistas, vendiendo activos ilíquidos y ruinosos a perfectos ignorantes financieros. Y Bankia engañó a muchos accionistas (entre ellos yo mismo, que acabé vendiendo sus acciones perdiendo más del noventa por ciento de lo que había pagado por ellas), cuando salió a Bolsa estando técnicamente en quiebra. Ahora resulta enternecedor ver a expertos financieros (abogados, economistas, incluso inspectores de Hacienda) alegando ignorancia, asegurando que se han sorprendido de ver cómo ese maná del cielo que cayó sobre sus cabezas por la liberalidad del correspondiente Presidente, resulta que era ilegal, jo. Que intenten convencernos de que llegaron a creerse que gastar sin control podía ser legal (e incluso responsable) sólo demuestra que, o son imbéciles ellos, o se creen que todos los ciudadanos lo somos. Impresentable.

Confío que se repare el daño, dentro de lo posible. Pero, la verdad, viendo la tibieza de muchos, no confío demasiado.

JMBA