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lunes, 28 de marzo de 2016

Islamización de la Radicalidad

Oía esta mañana a una colaboradora de Espejo Público en Antena 3 hablar de que, al hilo de los recientes atentados de Bruselas, deberíamos hablar más bien de islamización de la radicalidad que de radicalización del islamismo. Creo que tiene mucho sentido.
Imagen de las cámaras de seguridad de los tres (presuntos)
terroristas del Aeropuerto de Zaventem (Bruselas).
(Fuente: elpais)

Viendo el perfil de los presuntos autores de estos atentados, no parece que fueran profundamente religiosos para nada, y eran conocidos por la policía por sus actividades delictivas comunes (trapicheo, drogas, peleas,...). Lo que da mucho sentido al enunciado.

En España ya hemos vivido una situación parecida. Cuando en la mayoría de ciudades españolas los radicales, entendiendo por tales a los extremistas y/o excluidos en busca de una tribu de la que sentirse orgullosos, se nucleaban en torno a los grupos ultra, fanáticos de los respectivos equipos de fútbol, en el País Vasco la mayoría de radicales de ese perfil sociológico se nuclearon en torno a la ideología abertzale y a la kale borroka.

La explicación de este tipo de fenómenos es simple. Cualquier elemento sociológicamente radical, está en permanente busca de causas que merezcan su soporte y apoyo, y de la que pueda sentirse orgulloso. En su momento, la ideología (y práctica) abertzale proporcionaba una narrativa épica muy atractiva para este tipo de elementos. Una tribu organizada en torno al victimismo de una presunta ocupación extranjera y al orgullo de pertenencia a la patria vasca.

En la actualidad, el islamismo yihadista aporta una narrativa que puede resultar atractiva para ciertos elementos básicamente asociales, o mal integrados en sus respectivas sociedades. Un relato que genera el orgullo de trabajar (o incluso inmolarse o suicidarse) para la recreación de un presunto Califato que forma parte de su imaginario colectivo. Identifica con claridad a los enemigos (los infieles o incluso los malos musulmanes), lo que resulta casi imprescindible para este tipo de personalidades.

Da la sensación de que los cerebros que se esconden tras el yihadismo han descubierto una de las mayores debilidades de la acomodada sociedad occidental. En los márgenes de estas sociedades viven (o malviven) muchos individuos que no se consideran integrados en su sociedad, y por tanto no son, strictu sensu, miembros de la misma. Son individuos asociales en busca de una causa que dé sentido a sus deprimentes vidas. El yihadismo les aporta un relato épico al que abrazarse para convertirse en héroes.

El tema no me parece para nada baladí, ya que debería frenar por completo las reacciones sociales de islamofobia. Si no fuera, claro, que la islamofobia también aporta un relato emocionante y épico para muchos marginados de nuestra sociedad. El problema grave sería que la islamofobia se acabara instalando en el el pensamiento predominante (mainstream) de nuestra sociedad.

Pensemos un poco en ello. Nos hemos acostumbrado ya a que los marginados de la sociedad, aquellos que no tienen ninguna esperanza en los llamados ascensores sociales y se sienten condenados a repetir la vida de sus padres, acaben cayendo en las garras de las delincuencias habituales, que giran en torno a los tráficos ilegales de todo tipo, con su correspondiente carga de violencia y demás. El yihadismo (como, por cierto, el fanatismo ultra de cualquier equipo de fútbol) aporta a estos individuos un relato en el que sentirse integrado, y una tribu de la que pueden sentirse orgullosos.

Nos hemos acostumbrado (y no digo que sea positivo ni conveniente) a que se desarrolle una cierta tolerancia social y policial con la pequeña delincuencia, porque mantiene ocupados a los marginados, con un impacto social limitado. La diferencia es que el impacto social del yihadismo es dramático y se traduce en decenas o cientos de asesinados por el solo hecho de que pasaban por ahí. Esas consecuencias son las que nos resultan intragables.

Seamos sinceros. Nos preocuparía muy poquito, más bien casi nada, que el yihadismo provocara la exportación de esos marginados a otros países, donde desarrollaran sus actividades delictivas. El problema es que se instruyen allí y luego vuelven, para sembrar la desgracia en nuestras acomodadas sociedades.

Contra eso no queda otro remedio que el desarrollo de unos servicios de inteligencia bien coordinados y sin ningún tipo de resquemor para compartir libremente la información entre ellos, que tengan controlados e identificados a todos esos elementos potencialmente letales. En otras palabras, que la sociedad disponga de la información suficiente como para poder detener en cualquier momento a cualquier sospechoso habitual si se detecta cualquier síntoma de preparación de un evento (atentado) de mayor trascendencia que el trapicheo usual. Lo mismo que nos hemos habituado a ver en infinidad de películas, en que el pequeño camello circula con relativa libertad mientras se mantiene en el menudeo, pero es detenido en cuanto su ambición le lleva a intentar ocupar un mayor espacio en la cadena de valor de los tráficos ilícitos.

Contra el yihadismo debe haber dos guerras distintas, cada una con sus propias reglas. De una parte, el combate contra las ideologías excluyentes que tienen por único objetivo la eliminación física de sus enemigos (como es actualmente el autoproclamado Estado Islámico) y del otro la guerra de Inteligencia contra sus dispersos soldados, que tanto daño nos pueden causar.

En otras palabras, combatir las redes de tráfico ilegal, sin dejar de tener controlados a los pequeños camellos del menudeo.

O entendemos este desafío con claridad, o seguiremos intentando matar moscas a cañonazos, o elefantes con petardos de feria.

JMBA

lunes, 14 de marzo de 2016

Volando un dron de juguete SYMA X5C1

He cedido a un capricho. Dice el Diccionario de la Lengua Española que un capricho es una


Determinación que se toma arbitrariamente, inspirada por un antojo, por humor o por deleite en lo extravagante y original.

Dron SYMA X5C1, con sus protecciones instaladas y
el mando de control remoto.
(JMBigas, Febrero 2016)


Por su parte, Oscar Wilde sostenía que la única diferencia entre un capricho y una pasión eterna es que el capricho suele durar algo más.



Desde hace ya muchos meses, quizá incluso varios años, me he estado parando embobado delante de los múltiples puestos temporales instalados en zonas comerciales, dedicados a la venta de drones, esos juguetitos que saben volar sin muchas complicaciones aparentes. Este año, pasada la furia compradora de Reyes, ya se podían ver algunos modelos razonables por debajo de los 100 euros.



Con todo ello, el capricho se fue convirtiendo en una tentación.



Buceé por Internet para ver si había alguna recomendación razonable de algún modelo que fuera adecuado para un perfecto lego como yo mismo, sin ninguna práctica previa de vuelo. Con el único objetivo de, en su caso, disfrutar haciéndolo volar e incluso obtener algunos clips de vídeo o algunas fotografías diferentes de lo habitual.



Así, vi un modelo de pequeño tamaño, muy ligero y recomendado por varios (presuntos) expertos para iniciarse en el manejo de los drones: el SYMA X5C1.

Embalaje original.
(JMBigas, Febrero 2016)


En Amazon, este modelo estaba a la venta por un precio muy modesto: 56,79€ (incluyendo los gastos de envío hasta mi casa). Este precio ya no permitía tachar ese capricho de absurdo o inabordable.



No pude seguir resistiendo más al tirón del capricho, y lo compré.



A pesar de que en la web se me decía que la fecha prevista de entrega iba a ser la segunda semana de Febrero (parece que lo envían directamente desde China), lo recibí a plena satisfacción en poco más de dos semanas de plazo.



El aparato es, técnicamente, un quadcopter, es decir que está equipado con cuatro hélices de eje vertical. Todo plástico, su peso total en orden de vuelo es de 106 gramos (incluyendo la batería). Su planta es cuadrada, de 31,5cm. de lado, y su altura total es de 75mm.

Especificaciones del aparato.
(JMBigas, Febrero 2016)


El dron viene montado en su caja, excepto por las protecciones de las hélices, que vienen desmontadas. Basta con presentarlas en su enclavamiento y apretar un tornillito con el destornillador pequeño que también viene incluido en la caja.



Se incluye una batería de Li-Po de 3,7V y 500mAh, que viene instalada en su cajetín, así como una mini cámara (también instalada) que permite tomar vídeos o fotografías con una resolución y calidad razonables (dado lo muy bajo de gama que es el aparato en sí).



La batería tiene un conector que, en orden de vuelo, va en el encaje "Power" para dar potencia tanto al motor eléctrico que mueve las hélices, como a los LEDs que iluminan el aparato, al sistema de control remoto y a la cámara. Ese mismo conector es el que se utiliza para recargar la batería, mediante un cable USB que viene incluido. Para la recarga, hace falta una fuente de USB con tensión (el conector USB de un ordenador, por ejemplo), o un cargador de pared o batería externa que tenga al menos un conector USB. Según las especificaciones y mi propia experiencia, la carga completa puede tardar unos 75 minutos (mejor contar con un par de horas), y suministra energía para poder volar 5-7 minutos.

La cámara, instalada sobre el cajetín de la batería,
en la parte inferior del aparato.
(JMBigas, Febrero 2016)


Parece muy poco tiempo esos cinco o siete minutos de vuelo. Pero cuando uno descubre que mantener el aparato en el aire más allá de unos pocos segundos es una labor titánica que requiere de un aprendizaje completo, la duración ya es más razonable. De todas formas, se pueden comprar baterías adicionales a precios muy económicos. Por poco más de 12€ también he comprado cuatro baterías de 600mAh con su correspondiente cable cargador simultáneo para las cuatro.

Cajetín inferior, para la batería.
(JMBigas, Febrero 2016)


La cámara, instalada sobre el cajetín de la batería, en la parte inferior del aparato, lleva insertada una tarjeta microSD de 4GB (aunque la documentación hablaba de 2GB). Con 4GB se puede grabar casi una hora de vídeo y/o varios cientos de fotografías.


Graba clips de vídeo en formato AVI, con resolución de 1280x720 pixels, y ocupa, aproximadamente, 1MB por segundo de grabación. Los guarda en una carpeta de Vídeo y los nombra con una raíz genérica y una numeración correlativa, que empieza de nuevo cada vez que vaciamos la tarjeta, por volcado al ordenador, por ejemplo. Esto significa que nos encontraremos con nombres repetidos en diferentes sesiones de vuelo, y nos obliga a prever una estructura razonable de carpetas, en el ordenador o donde sea que lo almacenemos, para evitar problemas o borrados accidentales, y para facilitar su localización posterior.

Las fotografías las guarda en formato JPG con resolución de 2560x1440 pixels, en su correspondiente carpeta de Fotos. Cada una tiene un tamaño en el rango de los 200-400KB. Por supuesto, los metadatos Exif de cada foto son prácticamente inexistentes. 
El aparato en disposición de vuelo.
(JMBigas, Febrero 2016)

El único inconveniente que he detectado es que la marca de fecha no obedece, para nada, a la fecha real. En mi caso, cada sesión empieza el 1/10/2013 1:00 horas. Si queremos tener el material obtenido respetando un cierto orden, deberemos poner algo de trabajo adicional en el archivado.



El dron se maneja mediante un control remoto, también incluido en la caja. El usuario debe proporcionar cuatro pilas AA (no incluidas en el envío).



Manejar el vuelo de un dron de este tipo requiere dominar un par de conceptos muy simples. El control remoto tiene dos joysticks, que gestionan la elevación y la dirección del movimiento. Pero no nos engañemos, dominar el vuelo requiere una coordinación de movimientos que precisa de una fase de aprendizaje. Esta será más o menos larga dependiendo de la pericia o torpeza del piloto.


El joystick izquierdo gestiona la elevación del aparato (moviéndolo hacia adelante o hacia atrás). Moviéndolo a derecha o izquierda, provocamos el giro del aparato, para orientarlo en la dirección hacia la que queremos que avance. El joystick derecho gestiona la inclinación del dron y, por lo tanto, el sentido en el que avanza. Hay tres interruptores para el trim o ajuste fino, de modo que con los joysticks centrados, el aparato se esté quieto en el aire, sin subir ni bajar ni inclinarse hacia ningún lado. Hay un interruptor adicional para la gestión de la cámara. Hacia abajo activa la toma de vídeo (un segundo movimiento la detiene). Hacia arriba provoca la toma de una fotografía.
Control remoto (requiere de cuatro pilas AA no incluidas).
(JMBigas, Febrero 2016)

Para cualquier usuario no experto, los primeros vuelos no duran más de cuatro o cinco segundos. El dron se eleva (al activar el joystick izquierdo), pero luego tiende a escorarse hacia uno u otro lado por falta de coordinación en el manejo, y se acaba precipitando al suelo. En las pruebas que realicé los tres o cuatro primeros días, siempre indoor, en el salón de casa, el aparato acabó todas las veces por el suelo, bajo la mesa de centro, atrapado junto al sofá, o descangallado en cualquier rincón.


Por eso es imprescindible, como primera provisión, instalar las protecciones de las hélices, que es la parte, lógicamente, más sensible del aparato. De hecho, en la caja original viene un juego completo de hélices de repuesto.



Con una docena de sesiones de vuelos de prácticas, ya he conseguido desarrollar los automatismos necesarios para que en la mayoría de veces el aparato despegue y luego aterrice tras un vuelo razonablemente estable.


Típicamente, una sesión de vuelo empieza instalando una batería cargada en el cajetín correspondiente, insertando el conector en la clavija de Power. A continuación se deja el aparato en su lugar (pretendido) de despegue, y se pone en marcha accionando su interruptor. Las luces LED se encienden de modo intermitente.
Se incluye un juego completo de hélices de repuesto.
(JMBigas, Febrero 2016)

El siguiente paso es la sincronización del aparato con el mando remoto. Para ello se acciona el interruptor del mando remoto y, a continuación, se desplaza el joystick izquierdo completamente hacia adelante y luego hacia atrás. Las luces LED quedan ya fijas, y el aparato está preparado para volar.


La mejor recomendación práctica para que la primera fase de aprendizaje no sea una catástrofe sería seguir estos tres sencillos pasos, de progresiva complejidad:



1) Definir un punto de despegue y aterrizaje. Por ejemplo, una mesa de centro, o la mesa del comedor. Sobre él, realizar vuelos sin desplazamiento, simplemente despegando, manteniendo el aparato estable y hacerlo descender a continuación para un aterrizaje suave en el mismo punto.

Accesorios incluidos: batería, destornillador y
adaptador USB.
(JMBigas, Febrero 2016)

2) Definir un punto de despegue y otro de aterrizaje (por ejemplo las dos mesas). Sin giro del aparato, intentar un despegue del primer punto, un desplazamiento hacia el segundo, y un suave descenso y aterrizaje en él. Para facilitar el aprendizaje, recomendaría orientarse siempre de frente a la cola del aparato. De esta forma, los movimientos de inclinación son los naturales, ya que los ejes del aparato y los del mando remoto están alineados.

3) Realizar el mismo ejercicio que en el paso anterior, pero incluyendo el giro del aparato. Por ejemplo, lo orientamos a Norte (un decir), en el punto de despegue. Lo elevamos y lo hacemos girar para que se oriente en la dirección del punto de aterrizaje (supongamos Sur). Una vez aterrizado, repetimos el ejercicio en sentido inverso.

Cable USB suministrado para la carga de la batería.
El cargador a red debe ponerlo el usuario.
(JMBigas, Febrero 2016)

El automatismo más complicado de desarrollar es el de entender que el movimiento de los joysticks provoca los correspondientes movimientos del aparato, en función de sus propios ejes, que no siempre coincidirán con los del mando, salvo que nos movamos permanentemente para estar siempre de frente a la cola del aparato, lo que, en general, no es posible. Por ejemplo, si el aparato está orientado hacia nosotros, al mover el joystick derecho hacia adelante, el aparato avanzará, es decir, se aproximará a nosotros. Este movimiento es el contrario del que la intuición más básica nos indicaría.

Por ello, lo más recomendable es hacerse la idea de que vamos a bordo del aparato y, de esta forma, los ejes de movimiento de mando y aparato estarán coordinados, evitando derivas contrarias a los que sería nuestra intención original. No es fácil, pero puede conseguirse tras unos cuantos accidentes. Ventajas de que sólo sea un juguete y de que no vayamos a bordo.
Compra adicional: cuatro baterías con su cargador
USB simultáneo.
(JMBigas, Febrero 2016)

Todavía no he realizado ninguna prueba outdoor. Conviene tomar algunas precauciones básicas. El aparato es muy ligero, por lo que si hay algo de viento, se puede desestabilizar con mucha facilidad. Hay que evitar su uso donde haya concentración de personas ajenas al evento. Aunque su capacidad de hacer daño a las personas es muy limitado, resulta muy desagradable que se te precipite encima. Y, por supuesto, antes de salir al exterior conviene que dominemos sin ningún problema los tres pasos que he mencionado anteriormente. De acuerdo a las instrucciones incluidas (únicamente en inglés), el alcance del control remoto es de unos 50 metros.

En fin, un juguete muy entretenido que, en algunas ocasiones, nos puede permitir tomar alguna fotografía o un clip de vídeo desde una perspectiva muy diferente de lo habitual.

Que lo disfrutéis.

Seleccionando algunas tomas de la cámara del aparato, y también de otra cámara externa, he editado un vídeo que os dará una idea de lo que podéis esperar en esa primera fase de aprendizaje.


JMBA

martes, 8 de marzo de 2016

¿Elecciones en Junio?. Ni por el Forro...

Tras los dos asaltos de investidura fallida de la pasada semana, los vientos suenan con gran insistencia insinuando que unas nuevas elecciones el 26 de Junio van a resultar inevitables.
Albert Rivera, que ha convertido a Ciudadanos en
una bisagra imprescindible.
(Fuente: extraconfidencial)

Estoy convencido de que antes del 2 de Mayo, aunque sea la víspera e in extremis, habrá algún acuerdo que permita evitar las Elecciones Generales, aunque a lo mejor nos aboque a una legislatura corta, y a unas Elecciones anticipadas para 2018 ó 2019.

Las razones que abonan este convencimiento son muy simples: a ninguno de los cuatro grandes partidos con presencia significativa en el Congreso le interesa ni le conviene que haya nuevas Elecciones en Junio.

Los diversos sondeos que se han venido realizando las últimas semanas parecen indicar que unas nuevas Elecciones darían un panorama bastante parecido al actual, lo que parece, de otra parte, bastante razonable.

Veamos a continuación las diversas razones por las que a ninguno de esos partidos le interesa acabar en Elecciones.


El Partido Popular ha sufrido una debacle en los resultados del 20D, reduciendo su presencia en el Congreso en 63 ó 64 diputados (según contemos o no al presunto corrupto Gómez de la Serna). Un tercio de los diputados populares del 2011 se han desvanecido sencillamente. Afrontar nuevas elecciones en unos meses implicaría hacer frente a dos factores de elevado riesgo:

1) Un liderazgo fatigado y casi anacrónico. Muchos ya consideran que Rajoy es un líder del pasado, aunque en los entornos orgánicos del propio partido no se oigan todavía voces en esa dirección. Pero conviene tener en cuenta que en organizaciones tan jerarquizadas y con fuertes liderazgos, las disensiones son duramente castigadas y, en general, autoreprimidas. Pero al día siguiente de que todos vitoreen al líder puede darse el caso de que le cuelguen boca abajo de los pies y le acusen de todos los pecados.

2) Un ambiente de corrupción generalizada y putrefacta (Gurtel, Púnica, Brugal, Taula, etc. etc.) rodea por completo a la dirección nacional, aunque judicialmente todavía no la ha tocado. La sangría de votos de ciudadanos hartos de este ambiente es difícil de anticipar.

Aunque algunos estrategas puedan pensar que en Junio podrían recuperar algunos de los votos que se fueron a Ciudadanos, por parte de votantes que se consideraran traicionados por los acuerdos de Ciudadanos con el PSOE, el balance global resulta bastante negativo, y repetir una posición parecida a la actual sería ya un éxito importante.

El riesgo de perder otra docena de diputados debería convencerles de que cualquier acuerdo es mejor que nuevas elecciones.


El Partido Socialista Obrero Español cosechó el 20D el peor resultado de la historia de la democracia, limitándose a los 90 diputados de que dispone actualmente. Gracias a su acuerdo con Ciudadanos y al apoyo de Coalición Canaria, a Pedro Sánchez se le llena la boca estos días con que tiene el respaldo de 131 diputados y eso le convierte en la primera fuerza del Parlamento. Bastante truculento, en cualquier caso.

Votantes con el corazón en la izquierda podrían desertar del voto al PSOE a partir de su acuerdo con un partido situado en el centro derecha, si no en la derecha liberal pura y dura, y de su aparente incapacidad de desarrollar áreas de confluencia con la segunda gran fuerza parlamentaria de la izquierda, Podemos. Es posible que pudieran recuperar otros votos prestados a Podemos el 20D, porque muchos votantes de izquierda que votaron (votamos) a Podemos en Diciembre están bastante hastiados de ver la soberbia que se gasta Pablo Iglesias, y su incapacidad de aceptar nada que no provenga de ellos mismos.

El castigo por las dos investiduras fallidas podría ser una nueva sangría de votos, huidos, por ejemplo, hacia Izquierda Unida, o directamente a la abstención.

De nuevo, para el PSOE, repetir el mismo resultado del 20D sería ya un éxito importante.


Es natural que Ciudadanos tenga cierto temor a nuevas elecciones en Junio, porque el desgaste de un acuerdo con el PSOE puede alejar a muchos votantes de derechas, que puedan considerarse traicionados. De otra parte, Albert Rivera es uno de los pocos políticos que han manifestado una clara vocación de estadistas y de trabajar por el bien del país y de los ciudadanos, ante el tacticismo de muy cortos vuelos que han tomado Rajoy, Sánchez o Iglesias. Eso les podría reportar algunos votos adicionales procedentes, posiblemente, tanto de PP como de PSOE.

Con sus adiciones y sustracciones, también Ciudadanos se daría con un canto en los dientes de repetir resultados muy parecidos a los del 20D. Con un riesgo cierto de que la sangría fuera superior al aporte, y redujeran su presencia en el Congreso.


De los cinco millones de votos que consiguió Podemos el 20D, una parte son votos nativos, procedentes de su caladero natural, de los entornos que han alumbrado a esta fuerza (activismo social, entornos asamblearios, movimientos okupa, colectivos antisistema, los que no tienen nada que perder, etc., etc.). Esta parte de votos, que yo estimo en el 60%, serían muy estables y constituirían su fondo electoral. Pero el resto de votos, quizá hasta dos millones, son votos prestados de votantes con el corazón en la izquierda, y en busca de algo diferente a lo tradicional, de una nueva política menos encorsetada en el bipartidismo.

El problema es que con su fuerte presencia en el Congreso, Podemos, y su líder Pablo (Manuel) Iglesias, se han quitado la careta. Han practicado una soberbia excluyente que dice muy poco de su sentido de Estado, y han desarrollado muchos aspectos del trasfondo totalitario que habita en Podemos. Llegaron a poner en negro sobre blanco, aunque luego tuvieron que modificarlo, que todos los servidores públicos (incluyendo a jueces, fiscales, etc.) deberían ser adictos al nuevo régimen. En la mejor tradición totalitaria de la antigua Europa del Este o de las prácticas de corte bolivariano.

Al votante no nativo de Podemos, las sesiones en el Congreso y las infinitas ruedas de prensa y manifestaciones públicas, les han decepcionado profundamente sobre lo que esa nueva política realmente significa. Quizá hasta dos millones de votos podrían estar en serio riesgo de orientarse hacia el PSOE o de abocarse directamente a la abstención.

La gran esperanza electoral de los estrategas de Podemos para una nueva convocatoria electoral en Junio sería la confluencia de Izquierda Unida. Si Alberto Garzón fuera el líder de esa nueva formación, la situación quizá sería diferente, pero eso no va a suceder. Se confía en que el millón de votantes de Izquierda Unida pasarían a votar a Podemos de forma automática, lo que es bastante discutible. Gracias a eso, y suponiendo que no hubiera sangría de votos por otro lado, Pablo Iglesias está convencido de que saldría de unas Elecciones en Junio como primera fuerza de la izquierda, y habrían completado el llamado sorpasso, que es su objetivo último, confesado o no.

Pero las incertidumbres son demasiado importantes como para que puedan ser ignoradas. Si desertan dos millones de votantes prestados, decepcionados con las formas exhibidas por los líderes de Podemos, aunque recuperaran el millón completo de IU, el resultado sería una disminución de presencia en el Congreso.


En resumen, y según mi opinión, la situación después de unas hipotéticas elecciones en Junio sería sensiblemente similar a la actual. Posiblemente el equilibrio entre las fuerzas de derecha y las de izquierda sería calcadito del actual, en el entorno de los 160 diputados en cada bando. Pero ninguno de los cuatro tiene una seguridad razonable de que su participación en el bando que sea fuera a mejorar.
Alberto Garzón, que podría tener un papel decisivo
en un nuevo Podemos.
(Fuente: enfuenlabrada)

Demasiados riesgos para todos como para que jueguen a forzar nuevas elecciones. Evidentemente jugarán al desprecio y a la minusvaloración del adversario y del compañero, para reforzar sus propias posiciones negociadoras. Pero la urgencia por alcanzar algún tipo de acuerdo que garantice la gobernabilidad para los próximos años se irá haciendo más severa a medida que se acerque el final del plazo constitucional, hasta la convocatoria de nuevas elecciones.

Sólo quedan dos opciones razonables que permitan alcanzar algún acuerdo de investidura y de gobierno. Y, curiosamente, las dos pasan por una posición activa o pasiva de Ciudadanos, una fuerza que sólo dispone de 40 diputados, pero que se ha convertido en bisagra imprescindible.

Una gran coalición PP-PSOE es inviable, excepto si Ciudadanos actúa de grasa lubricante. Esto supondría algunos sacrificios, como la sustitución de Rajoy por un nuevo líder popular que esté alejado de la sombra de la corrupción y de las medidas más impopulares tomadas por el Gobierno en estos últimos años. Y la posición de Pedro Sánchez también sería muy vulnerable, porque ha desarrollado enemistades personales que están dificultando ya no el acuerdo, sino el simple diálogo. Además, la única posibilidad sería que el nuevo Presidente no fuera ni el líder del PP ni el del PSOE: quizá el propio Rivera o un paracaidista independiente.

La coalición de izquierda es inviable, excepto si interviene también Ciudadanos para forjar un acuerdo que incluya las principales medidas de regeneración democrática, junto con aspectos más claramente de izquierda y que podría sustanciarse con la abstención de Ciudadanos. En este caso, muy probablemente el nuevo Presidente debería ser Pedro Sánchez.

Hasta ahora, las únicas negociaciones que se han visto han sido entre fuerzas que parten de ciertos elementos comunes o que son potencialmente confluentes. Tendremos que ver cómo se sientan en la misma mesa aquellos que no coinciden en nada, para negociar qué parte de las iniciativas de unos y otros se lleva a un programa común. Ello requiere que todos comprendan con claridad que nadie dispone de la mayoría suficiente como para forzar a que el 100% de su propio programa se transfiera a un eventual acuerdo de gobierno.

Negociar de verdad les va a exigir a todos unas dosis de humildad y de voluntad de acuerdo que han estado absolutamente ausentes de la escena política de estos últimos meses.

El miedo a que su posición pudiera empeorar tras unas eventuales Elecciones en Junio les forzará a todos a perseguir cualquier acuerdo que sea, al menos, posible. Mejor un mal acuerdo que un buen pleito. Mejor un mal acuerdo que nuevas elecciones.

A la fuerza ahorcan.

JMBA.

martes, 1 de marzo de 2016

¿Investidura?. No, por supuesto.

En la tarde de este martes veremos el inicio de la escenificación de un acto que finalmente va a resultar baldío.
Pedro Sánchez, del orgullo de ser candidato a la
vergüenza de ser rechazado.
(Fuente: lanzadigital)

Los debates de investidura son básicamente trámites formales. En efecto, siempre se sabe de antemano cuál va a ser el resultado. En esto, el de estos días no va a ser diferente. La única diferencia es que mientras todos los que hemos vivido en las últimas décadas culminaron con la investidura del candidato que se presentaba, el de hoy terminará en chasco.

El tema es que a los debates de investidura hay que acudir con todos los deberes hechos en casa. Y esta vez no se va a cumplir con esta premisa.

Sin embargo, estas últimas semanas nos han servido a los ciudadanos para conocer la peor cara (o, por lo menos, la más real) de todos nuestros líderes políticos.

Hay que entender que los resultados de las Elecciones Generales del 20D fueron muy diferentes de todos los anteriores. Y, aunque ya se anticipaban desde varios meses antes, podemos entender que las primeras semanas fueran de desconcierto general, aunque sólo sea por falta de hábito.

Pero las últimas semanas han ilustrado los muchos defectos que tienen nuestros políticos. Revisemos un poco el inventario.

Rajoy empezó por declinar la propuesta del Rey de ser candidato. Parece que se creyó a pies juntillas que tras la arrogancia de Pablo Iglesias en la famosa rueda de prensa en que presentó un gobierno de coalición con el PSOE que no existía más que en su imaginación, había un acuerdo maduro para un gobierno de izquierdas, que dejaba al PP fuera de juego. Luego resultó que nada era verdad y que lo más caliente seguía en el congelador.

Desde ese día, Rajoy ha practicado el tancredismo que tanto le gusta: esperar sentadito a que el vecino se estrelle y a que el destino le devuelva un papel estelar. Lo que tiene claro es que no quiere, para nada, abandonar el poder o dejar de estar aforado: la corrupción le rodea de tan cerquita que no puede permitirse lo más mínimo bajar las defensas.

Pedro Sánchez fue nombrado candidato por el Rey. ¿Le contaría al monarca que tenía los apoyos necesarios, o le diría que confiaba poderlos recabar?. Así empezó este último mes que llega ahora a su desenlace. Sánchez, que hace solamente dos años era un diputado raso, necesitaba absolutamente reforzar su imagen, dentro y fuera de su propio partido. Hay que reconocer que se ha esforzado mucho en conseguir acuerdos o pactos con otras fuerzas políticas. Pero creo que lo ha hecho de manera defectuosa que le llevará, inevitablemente, a un desastre como resultado de este debate de investidura. Cualquier negociación de este tipo requiere de UNA mesa única, donde cada cual se trague en público los sapos que corresponda. 

Podemos y su líder principal, Pablo Iglesias, me han decepcionado mucho. Y sospecho que, como a mí, lo habrán hecho a muchos votantes ilusionados de izquierda, que confiaban en que una nueva política era posible. Su soberbia intelectual y la arrogancia de sus gestos, rozando a menudo en el insulto, han demostrado que Podemos sólo parece estar preparada para gobernar en solitario, con cómodas mayorías que se parecen sospechosamente a entornos dictatoriales. Parecen olvidar que si bien es cierto que cinco millones de españoles les han votado, casi veinte millones han votado a otras formaciones.

Me parece bastante desagradable que se arroguen la representación de lo que llaman la gente, como si el resto de partidos políticos representaran a los marcianos.

Sólo dos líderes, Albert Rivera y Alberto Garzón han dado muestras de alguna sensatez y de madurez política. De su boca hemos oído las únicas muestras de intentar trabajar por el bien de España y de los españoles, dejando un poco al margen los intereses personales y de partido. Y de sus iniciativas han nacido los únicos progresos de negociación de verdad.

Aunque también es cierto que Rivera es un personaje con demasiados ribetes siniestros y demasiadas áreas de sombra. Garzón sí me parece genuino porque muy poquito tiene ya que defender. Aunque podría conseguir, si finalmente hubiera unas nuevas elecciones en Junio, un aumento significativo de votos, muchos de ellos procedentes de otras fuerzas de la izquierda (PSOE y Podemos), desmoralizados de ver cómo han actuado en estas circunstancias difíciles.

El PSOE y Pedro Sánchez se ha esforzado en mantener un mantra ya anacrónico: que ellos son la alternativa al PP y que, por tanto, no tiene ningún sentido establecer ninguna línea de negociación con el PP o Rajoy. Esa idea puede que fuera cierta con resultados en la horquilla 160-180 diputados para uno de ellos y algo inferior para el otro. Pero sus actuales niveles (123 diputados para el PP, 90 para el PSOE) les reubican como, solamente pero nada menos que, las dos fuerzas más votadas en un panorama de cuatro formaciones con representación significativa.

Me temo que todos ellos se han visto envueltos en otro de los espejismos que ha venido propagando desde Podemos: que el binomio derecha-izquierda está superado y que lo que hoy cuenta es arriba y abajo. El desarrollo de las negociaciones ha demostrado que eso es totalmente falso.

Con el panorama parlamentario que se ha definido, sólo hay tres opciones posibles, y todas ellas dependiendo de la correspondiente aritmética: o bien un gobierno de la derecha, o un gobierno de la izquierda, o un gobierno de concentración, articulada a derecha e izquierda desde el centro político. Cualquier otra opción no pasa del voluntarismo de sus impulsores.

A Pedro Sánchez, dados sus resultados electorales, no le toca ser Presidente del Gobierno. Salvo, por supuesto, que su figura surgiera como líder reconocido de la unión de voluntades políticas en la izquierda.

Pero lo único tangible que ha podido presentar Sánchez es un acuerdo con Ciudadanos, que es un partido, creo, del centro derecha liberal. Una unión que no ofrece una aritmética que permita una investidura, y que la única adición posible y razonable sería la del PP, para construir un Gobierno de concentración en la que el Presidente de ninguna forma podría ser Pedro Sánchez.

Sánchez se ha enrocado en el No, no y no, y en el ¿qué parte del NO no acaba de entender?, en su relación con el PP y con Rajoy (al que odia y/o desprecia a nivel personal; y el sentimiento es mutuo). Malos mimbres para ni siquiera intentar que el PP pudiera sumarse a una tal iniciativa.

En resumen, tras el fracaso de la sesión de investidura de esta semana, empezará a contar el período de dos meses hasta que resulte imposible evitar unas nuevas elecciones. En otras palabras, el próximo lunes empezará, o al menos debería empezar, el período de verdadera negociación, con el claro objetivo de formar un Gobierno razonablemente estable que permita evitar unas nuevas elecciones el 26 de Junio.

Confío en que todos los líderes tengan claro que unas hipotéticas elecciones en Junio solamente traerían un empeoramiento del resultado de sus respectivas formaciones.

El PP no tiene ya mucho por perder, porque en Diciembre prácticamente sólo les votaron los incondicionales de verdad, aquellos convencidos de que el único gobierno posible es de derechas, y el resto es desgobierno. Pero que no se confíen, porque todavía puede haber, al menos, un millón de votos de ciudadanos a los que les puede acabar resultando irrespirable el ambiente y la sensación de organización criminal dedicada a la corrupción política que sobrevuela de forma insistente al Partido Popular.
Alberto Garzón, que podría ser el único beneficiado en
caso de nuevas elecciones en Junio.
(Fuente: IU y lasexta)

El PSOE ha sostenido a duras penas su posición de segunda fuerza y líder de la izquierda, pero solamente le separa un puñado de votos de Podemos (unos trescientos mil sobre más de cinco millones). Desde la transición política, el PSOE se ha arrogado la posición de partido líder de la izquierda en España. Pero esa posición no es vitalicia y, además, el votante de izquierdas es mucho más inquieto que el de derechas.

Podemos, que desde su origen se articuló como la formación de los que no tienen mucho que perder, han aglutinado muchos más votantes que los que les pertenecerían en puridad, básicamente por el cansancio del bipartidismo y por el reflujo del nefasto efecto Zapatero, que todavía habita en la memoria colectiva. Pero muchos de esos votantes prestados podrían plantearse una nueva migración, por ejemplo a Izquierda Unida, que parece una formación mucho más sensible a las necesidades de gobernabilidad que tiene un país como España. No sería una sorpresa excesiva que pudieran perder uno o dos millones de votos, porque su gestión de los escenarios de negociación está manifestando ser francamente mejorable. Parece que, a menudo, están convencidos de que fuera de sus círculos y asambleas sólo hay banqueros, altos ejecutivos o extraterrestres.

Ciudadanos podría recolectar algunos votos de los cansados del tancredismo de Rajoy y del adanismo de Sánchez. Pero Rivera tiene demasiados ribetes siniestros (que generan desconfianza en muchos ciudadanos) como para conseguir una progresión significativa. Además, su posición política en Catalunya no ha hecho, ni está haciendo, absolutamente nada para ayudar a la resolución de un problema político que es, desgraciadamente, bien real.

El único ganador, de verdad, podría ser Alberto Garzón. Si un número importante de votantes del PSOE o de Podemos deciden reconducir su voto hacia Izquierda Unida, podrían superar la barrera que les limita a tener solamente dos diputados con un millón de votos, y conseguir alguna docena de diputados, que marcarían una diferencia significativa respecto a la situación actual.

Creo que todos deberían temer a unas nuevas elecciones y espero que ello les lleve a dedicarse, de verdad, a buscar líneas de entendimiento que permitan conformar un Gobierno para los próximos cuatro años. Alberto Garzón, que todavía es joven y le auguro una importante carrera política en los próximos lustros, deberá tener paciencia y concentrarse en reformar la Ley Electoral, para que sea mucho más justa con las fuerzas minoritarias. En el medio plazo, posiblemente podría articular una cierta convergencia con Podemos, donde Garzón debería ocupar una clara posición de liderazgo. Me temo que la época de Pablo Iglesias, que se ha desarrollado principalmente en los platós de televisión, ya está superada. Veremos la nota parlamentaria que se gana en este debate de investidura, pero me temo que la soberbia y la arrogancia forman parte de su hardware más íntimo y no son fáciles de disimular.

Es decir, esta semana nos toca superar un trámite formal, cuyo resultado ya conocemos (salvo sorpresa muy mayúscula). Y la próxima semana debe empezar una etapa nueva y muy diferente de lo vivido hasta ahora. Sugiero que todos los líderes hagan un reset de lo sucedido durante la campaña electoral y durante este largo período de indefinición, y empiecen de cero, olvidando los agravios que todos ellos han sufrido por parte de los demás.

Pedro Sánchez ha sucumbido al orgullo de ser candidato, pero en el pecado le viene la penitencia. Estos días le tocará sufrir la suprema vergüenza de ser rechazado como Presidente del Gobierno por una mayoría de los diputados del congreso.

Me voy a mojar. Mi apuesta es de una investidura fallida, y de un acuerdo posterior en el ámbito de una cierta concentración en torno al centro, para conformar un Gobierno (apoyado por el PP, el PSOE y Ciudadanos) que no estará presidido ni por Mariano Rajoy ni por Pedro Sánchez.

Una solución a la catalana (con tomatito rallado).

JMBA