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lunes, 14 de marzo de 2011

Pánico Nuclear

Este era el título de una (por lo menos) película de Hollywood. Basada en el temor de Occidente de que algún armamento nuclear pudiera acabar en manos equivocadas. Claro que quien decide si son correctas o equivocadas es el propio Occidente, o su gran Guardián, EEUU.
La central nuclear de Fukushima, Japón
antes del reciente terremoto
(Fuente: equilibrioinformativo)

El reciente terremoto de 8.9 en la escala de Richter en Japón, en cualquier otro país con su densidad de población hubiera provocado una catástrofe apocalíptica, con más de un millón de fallecidos, sin duda. Afortunadamente, Japón es el país del mundo más preparado para resistir los terremotos, ya que se encuentra en pleno Cinturón de Fuego del Pacífico. Por qué tentar a la suerte viviendo sobre un suelo tan inestable sería otra conversación.

Y digo afortunadamente, con todo el respeto y toda la pena por las decenas de miles de muertos que va a ser, sin duda, el balance final de esta catástrofe.

Sin embargo, en este momento el mayor temor, y no sólo en Japón, es el Pánico Nuclear provocado por el hecho de que alguna de sus centrales nucleares se encuentran directamente en la zona más fuertemente afectada por el seísmo. Lo nuclear produce en la población de cualquier parte un miedo pánico, que a menudo acaba resultando irracional.

La culpa (o pecado original, lo llaman algunos) de la energía nuclear es que su primera aparición pública fue en la forma del armamento más mortífero utilizado nunca en guerra alguna. Las imágenes de Hiroshima y Nagasaki arrasadas por sendas bombas atómicas, y las múltiples secuelas en sus poblaciones (no solamente los cientos de miles de fallecidos) forman parte del imaginario popular, y alimentan todos los miedos y temores posibles (racionales o a menudo irracionales).

Creo que hay otra razón para este tipo de pánico, y es lo muy desconocido de sus efectos. Más o menos cualquiera puede imaginar los efectos que puede producir una contaminación química. Si de repente, por el motivo que sea, se produce un vertido (al agua o al aire) de miles o millones de metros cúbicos de algún producto químico, sus efectos son conocidos o por lo menos comprensibles por cualquiera. Morir envenenado es una forma de muerte que resulta factible de imaginar, y ha sido incluso el hilo argumental de infinitas novelas negras, policiales o de investigación de asesinatos.

Sin embargo, los efectos de la exposición a una radiación radioactiva superior a ciertos límites tolerables, resulta imposible incluso de imaginar para cualquiera que no sea muy experto. La sociedad y los propios técnicos que conocen a fondo el tema, se han acostumbrado a circular por estos temas de puntillas, casi en la clandestinidad.

Contribuyen a ello, claro, las repetidas campañas e iniciativas antinucleares de una cierta izquierda, de los ecologistas, etc. Oposición frontal que tiene que ver, en su origen, con la demonización (absolutamente razonable) del uso de armas nucleares. Pero que se extiende (casi siempre sin filtro alguno), al uso civil de la energía nuclear, en particular de la mera existencia de centrales eléctricas nucleares.

Esta clandestinidad, desde mi punto de vista, ha dificultado el avance sereno e informado en el sentido de identificar con claridad los riesgos, desarrollar las mejores medidas de prevención y anticipación posibles, y conseguir que el uso civil de la energía nuclear sea, por lo menos, tan seguro como el uso de otras tecnologías con las que hemos aprendido a convivir sin excesivos sobresaltos.

A mayor abundamiento, por lo que parece, la generación de un kilovatio-hora nuclear es bastante más económico que utilizando centrales térmicas tradicionales, y mucho más económico que utilizando energías renovables. Lo cual implica, desde luego, que el lobby energético esté ciegamente a favor de la utilización de la energía nuclear.
Efectos catastróficos del terremoto, en el
aeropuerto de Sendai, Japón
(Fuente: qué.es)

Por lo tanto, el debate nuclear está absolutamente enconado. Un lobby económico (con todo su poder) está ciegamente a favor. El lobby ecologista está absolutamente en contra. Y la población en general siente pánico por desconocimiento. Un debate en que las partes tienen opiniones talibanes no llegará nunca a buen puerto. Yo no creo en el Blanco y Negro, y estoy convencido de que hay infinitos colores y matices entre los dos. Entre el SI y el NO, con seguridad hay posiciones intermedias mucho más contructivas. Me faltan actores en el universo social que planteen con claridad y transparencia una posición del tipo energía nuclear, sí pero.

Posiblemente haya que reforzar las medidas de seguridad de uno u otro modo. Hay que desarrollar sistemas más eficaces para la gestión de los residuos nucleares. A lo mejor varios países deben ponerse de acuerdo para destinar alguna zona del territorio (de poco o nulo interés para otros fines) a la generación de energía nuclear. En resumen, habría que tomar una serie de medidas que, sin duda, harían que el kilovatio-hora de origen nuclear seguro resultara bastante más costoso de lo que es hoy.

Pero, claro, mientras defender lo nuclear sea de derechas y estar en contra, de izquierdas, no avanzaremos un ápice en mejorar la calidad de vida de todos. Cada incidente en una central nuclear tendrá una caja de resonancia en los opositores, mientras que la propia existencia de centrales nucleares alimenta, simplemente, las arcas del lobby energético.
La Central de Garoña, cuyo cierre está
previsto para 2013
(Fuente: Energía en España)

Vaya por delante mi pena y mi solidaridad con los japoneses que pudieren resultar afectados por los problemas en la central de Fukushima (o en otras dos que parece que también pudieran estar tocadas por el terremoto). Sirvan, en cualquier caso, como argumento para que todos podamos avanzar y hacer mejor las cosas, y que no se conviertan en la justificación de los que se oponen frontalmente.

Desconocimiento, semiclandestinidad y negar la mayor constituyen una ecuación diabólica y fatal.

No conviene que nos engañemos, desde luego. Y si un día se cayera el cielo, nos pillaría a todos debajo. Por el momento, además, no tenemos muy claro en qué pilares se sostiene.

JMBA

2 comentarios:

  1. Un punto: el sismo fue ajustado en magnitud 9.0, y ya no se usa la escala de Richter sino la de Magnitud del Momento (M o Mw), por lo que simplemente se suele hablar de "magnitud X"

    Saludos, excelente artículo.

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  2. J.M. , artículo bueno como todos los tuyos, aunque, parafraseando el apodo de la anterior "comentarista", demasiado ecléctico o, si se me permite, pastelero.
    La energía nuclear(EN) es muy, muy peligrosa y la gestión de los residuos no está ni mucho menos resuelta. El problema de prescindir de la EN es que el mundo tendría que seguir nuevos paradigmas en cuanto a la forma de plantearse la vida y el consumo. Sería planificar la vida humana a lo Gobierno Mundial, de Bertran Russell. Y los tiempos de individualismo que corren no parece que lleven a la humanidad por esos derroteros. Cuesta mucho dejar de hacer(individuos y gobiernos) lo que a uno le apetece en cada momento. El hombre del siglo XXI prefiere creer en los merecimientos y en la competición calvinistas, pensar la falacia que te venden de que "todo el mundo puede llegar a Presidente", o al menos, si no lo consigue, acceder sin freno a los gadgets del consumo, incluídos en primer lugar, los energéticos. Y así no vamos a ninguna parte o, si vamos, es hacia un masoquismo vital de órdago a la grande.

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