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miércoles, 13 de octubre de 2010

... Y la Tierra empezó a parir mineros

Tras casi tres meses de angustia, hoy estamos asistiendo, en directo, al rescate de los 33 mineros sepultados en la Mina San José, de Copiacó, Chile.
Uno de los mineros, Mario Gómez, en el momento de
salir a la superficie
(Autor: AFP; Fuente: El País)

Ante todo, mi más sincera enhorabuena al pueblo y al Gobierno chilenos, que han conseguido llevar adelante lo que llegó a parecer casi imposible. Se ha podido perforar un túnel vertical de casi setecientos metros, por el que se desplaza una cápsula que permite evacuar, uno a uno, a los mineros encerrados.

Lo primero que pensé cuando contaron el procedimiento de evacuación, es que yo me quedaría sepultado en el fondo de la mina hasta que perdiera veinte kilos o más. Porque en la cápsula no cabría, eso seguro. Claro que seguramente yo no debo ser elegible como minero.

Por cierto, quisiera aprovechar esta ocasión para comentar un tema que me inquieta. He detectado muchos accesos a este blog por parte de amigos chilenos. Sin embargo, no he recibido ni un solo comentario. Por lo tanto, ignoro lo que andaban buscando, si lo encontraron, si les gustó, o qué les gustaría encontrar. Y si desconozco sus inquietudes, no puedo ni siquiera intentar escribir, también, para ellos. Por lo tanto, amigo chileno que estás leyendo este post, por favor, añade un comentario, aunque sea de una línea, que me ayude a conoceros mejor. Me resulta necesario saber que detrás de esas direcciones IP, y esos ISPs de Chile, hay usuarios, amigos, de carne y hueso.

La labor de los mineros (junto con la de los pescadores) es de las pocas que ha evolucionado relativamente poco con los progresos tecnológicos. Sigue siendo necesario que personas desciendan al interior de la mina, a muchos cientos de metros de profundidad, para arrancar a la Tierra sus tesoros. Hoy es posible, eso sí, introducir cámaras minúsculas que retransmitan lo que está sucediendo ahí abajo, pero los mineros siguen arriesgando su vida ante la eventualidad de desprendimientos, avalanchas o desmoronamientos. Igual que los pescadores, que siguen peleándose con el mar bravo para arrebatarle sus riquezas. Es cierto que hoy es posible congelar el pescado recién extraído del mar, y que los sonares y demás artilugios les ayudan en su labor. Pero tienen que seguir pasándose meses lejos de casa, y los accidentes y los naufragios siguen ocupando páginas de los periódicos y minutos en los noticieros. Igual que sucede con los mineros.
Algunos de los mineros sepultados, en el Refugio,
a setecientos metros de profundidad
(Fuente: unam)

Otras labores igualmente fatigosas han aprovechado mucho más los avances tecnológicos para hacer más llevadera su labor. Los agricultores y los ganaderos disponen de máquinas cosechadoras, de ordeñadoras automáticas, de automatismos para el riego o para la alimentación del ganado, etc. Es cierto que algunas cosechas (como la de la uva o de las aceitunas) hay que seguir haciéndolas básicamente a mano. Pero aunque esa es una labor ciertamente penosa, tiene un riesgo muy acotado.

Al hilo del rescate en la mina chilena, hemos visto en la Prensa algunos datos escalofriantes. Especialmente de China, ese gigante que no para de dar titulares. Según se reconoce oficialmente, hasta 2.631 mineros perdieron la vida en su trabajo en China (ver, por ejemplo, latercera), durante 2009. Lo que es una enormidad, aunque parece que hay más de cinco millones de mineros en el país.

La mina es una imagen recurrente del esfuerzo denodado de unas personas para seguir produciendo materias primas, arrancadas de las profundidades de la tierra. Una labor muy penosa que tiene muchos efectos secundarios en la salud de los trabajadores. Y además muy arriesgada, porque es propensa a los accidentes que son frecuentemente mortales. Desde las explosiones de grisú, que parecen ya superadas, hasta el colapso de las excavaciones.

Y todo ello por una remuneración que no parece para nada acorde con el esfuerzo y la vida gastados en el trabajo. Y, según afirman las empresas, con unos beneficios que cada vez justifican menos la actividad. En muchos países, entre ellos España, cierta minería sólo sobrevive gracias a las subvenciones estatales. Ahora mismo estamos enfrentados a la reconversión de la minería del carbón, que no resulta rentable. Margaret Thatcher ya la hizo salvajemente en Gales, en los años 80.
Cápsula para el rescate de los mineros
(Autor: AP; Fuente: esmas)

Hoy toca vivir la alegría de que la Tierra ha empezado a parir mineros sanos y salvos en el desierto de Atacama. A través de una cápsula que actúa de angosto ascensor, no apto para claustrofóbicos. Pero no por ello debemos olvidar el origen del problema, y las condiciones muy inadecuadas en que muchos mineros en todo el mundo deben desarrollar su labor.

Un accidente se produce cuando una situación de bajo riesgo termina en desgracia. Pero las desgracias que ocurren a partir de situaciones de alto riesgo deberían tener otro nombre. Si bien es imposible erradicar por completo los accidentes, hay que reducir los niveles de riesgo al mínimo posible. Que las desgracias que, sin duda, seguirán ocurriendo de vez en cuando en algún lugar, sean de verdad accidentales.

Si lo conseguimos, por lo menos habremos hecho los deberes.

JMBA

1 comentario:

  1. hola me llamo paola y soy chilena , llegue a tu blog por casualidad estaba buscando alguna receta o medicamento para bajar unos kilitos demàs y me encontre con tu pagina,la lei y la encontre buenisima ademas igual me pregunto como bajaron de peso los mineros antes de subirse a la capsula
    ¿que fue lo que comieron? kisas me sirva =)

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