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lunes, 15 de octubre de 2012

Consulta Popular por la Independencia

La macromanifestación por las calles de Barcelona en la Diada destapó el tarro de las esencias de las aspiraciones independentistas de una parte significativa de los catalanes. A ella siguió la deriva de Artur Mas, su entrevista con Rajoy, que intentó ventilar el tema sin un ápice de sensibilidad ni de sagacidad política, y la posterior convocatoria de elecciones autonómicas en Catalunya.
Artur Mas, President de la Generalitat de Catalunya
(Autor: Ricardo Cugat; Fuente: elperiodicodearagon)

En las últimas semanas, muchos se han afanado en aportar presuntos argumentos en todas direcciones. Unos han intentado demostrar que la Catalunya independiente estaría en mucho mejores condiciones económicas que hoy, mientras que otros han intentado demostrar lo contrario. Unos han invocado los sentimientos identitarios, mientras que otros han llamado en su ayuda poco menos que al Santiago y cierra España.

Intentando abordar el tema sin pasión, parece evidente que el siguiente paso, si el Govern de la Generalitat que se forme tras las próximas elecciones persiste en las posiciones independentistas actuales, sería convocar un referéndum popular en Catalunya. El objetivo de esta consulta debería ser el validar si existe una mayoría contrastada y verificable de ciudadanos catalanes que apoyan estas aspiraciones de independencia.

Con el ordenamiento jurídico actual en España, no es posible que un Gobierno Autonómico pueda convocar un referéndum vinculante, ya que esta prerrogativa pertenece al Gobierno de España. Pero nada impide que el Gobierno de España pueda convocar, de acuerdo con el Govern de la Generalitat, un referéndum popular para los ciudadanos de Catalunya, en que estos puedan manifestar con claridad cuáles son sus preferencias de futuro para su nación.

He oído tertulianos y opinadores diversos cerrándose en banda contra, incluso, la posibilidad de que Catalunya pueda plantear una demanda de secesión (lo que vendría a ser una demanda de divorcio). Que la actual Constitución no contemple esta posibilidad no impide, para nada, que se pueda iniciar un proceso en esta dirección, si existe acuerdo para hacerlo entre el Gobierno de España y el Govern de la Generalitat.

El primer paso, que considero ineludible y que no requeriría ninguna modificación legal, sería la convocatoria de este referéndum popular. Por imperativo legal, debería convocarlo el Gobierno de España, por supuesto. Algunos sostienen que dicho referéndum debería ser extensivo a la totalidad de España, pero esto carece de toda lógica. El motivo principal para ello es que cualquier demanda de divorcio (lo más parecido a una petición de secesión) se inicia a instancia de parte, y sólo posteriormente se determina si el divorcio puede ser amistoso y dialogado, o a cara de perro. Es por ello que una consulta popular por la voluntad, o no, de solicitar la independencia de Catalunya, debe limitarse, necesariamente, al ámbito territorial de Catalunya.

Pensemos, además, en lo que podrían responder a una pregunta concreta sobre la independencia de Catalunya los ciudadanos del resto del Estado. Un cierto porcentaje podrían estar de acuerdo en que Catalunya tenga el derecho a plantear esta alternativa, pero absolutamente nadie (o solamente un porcentaje nada significativo) votaría a favor de la independencia efectiva de Catalunya. El motivo es muy simple. No creo que nadie en sus cabales pueda pensar que Españ (el país virtual que quedaría tras la secesión de Catalunya) estuviera en mejores condiciones económicas, políticas, sociales, diplomáticas e internacionales que la España actual. Y ello a pesar de que algunos mamelucos, en las charlas tabernarias, puedan lanzar improperios del estilo de estos catalanes que se vayan a tomar por el c... Creo que incluso la gran mayoría de esos indocumentados, enfrentados a una pregunta concreta, votarían en contra de que Catalunya se independizara de España.

Esa consulta popular que, repito, debería ser convocada por el Gobierno de España, previa negociación y acuerdo con el Govern de la Generalitat, tendría que plantear una pregunta totalmente clara, sin ambigüedades ni falsas promesas, y debería tener concretada una hoja de ruta tanto para un resultado positivo como negativo de la consulta. En caso de respuesta mayoritariamente negativa, habría que fijar un período de carencia, es decir, el tiempo que debería transcurrir antes de que nadie pudiera plantear de nuevo un referéndum en parecidos términos (10, 15, 20 años...). En caso de respuesta mayoritariamente positiva, la hoja de ruta debería definir la realización de las modificaciones legales que fueran necesarias, y el inicio de las negociaciones entre ambos gobiernos para acordar todos los extremos antes de que esa independencia pudiera llegar a ser una realidad. En esa negociación debería acordarse, entre muchas otras cuestiones, el reparto entre ambos estados de los correspondientes activos y pasivos.

No me valen ni la cerrazón del Gobierno de España en torno a la Unidad proclamada en la Constitución (que ya tiene 34 años, no lo olvidemos), ni el realizar una pregunta sobre si el ciudadano quiere que Catalunya se convierta en un nuevo estado de Europa, porque contiene una promesa que nadie puede asegurar estar en condiciones de poder cumplir.
Josep Antoni Duran i Lleida, líder de Unió
Democràtica de Catalunya, integrada en CiU.
(Fuente: abc)

Todo ello si no fuera que la propia Convergència i Unió está siendo confusa en sus manifestaciones. Podría ser que obtuviera mayoría absoluta en Catalunya en las elecciones de Noviembre, por lo que su opinión es relevante. Duran i Lleida (el líder de UDC, una de las fuerzas integrantes de la coalición) ya ha hablado de una solución confederal alternativa a la independencia, y el propio Artur Mas habla estos días no de una independencia completa, sino de dotar a Catalunya de los mecanismos propios de un estado, pero con dependencia (o relaciones muy especiales) con el Estado español en algunos temas (he leído, por ejemplo, que sobre Defensa y Seguridad Social). Alguna prensa catalana ya acusa a Mas de jugar a la puta i a la Ramoneta, que es una forma muy catalana de decir que se navega entre dos aguas, o de que se apuesta a rojo y a negro para no perder en la ruleta.

Para cualquier ciudadano que pudiera votar en ese referéndum, debería quedar totalmente claro que el voto negativo significa enterrar el problema durante un par de décadas, por ejemplo, y que el voto afirmativo significa manifestar su voluntad de que ambos gobiernos inicien una negociación para la secesión de Catalunya, de resultado final no predecible.

Nadie debería iniciar nunca un proceso de divorcio con la convicción de que podrá quedarse con la casa, el coche, la tele de plasma y la custodia de los niños. Sólo es lícito iniciarlo por el convencimiento de que la convivencia resulta ya imposible, y el divorcio es la única alternativa posible.

Negociación y diálogo son la única fórmula para que este fuego no consuma a las dos partes.

JMBA

6 comentarios:

  1. Magistral, como siempre, pero para que una máquina funcione hace falta un o unos maquinistas y a estos no se les ve por ninguna parte.
    Todo son paños calientes, los de aquí y salidas de tono los de allí. En esas condiciones no puede haber divorcio de mutuo acuerdo y la alternativa a eso puede llegar a ser muy dura.
    Habrá que ver como se posicionan los que gustan en llamarse "nuestros políticos" y ver si vale la pena moverse de casa para ir a "tirar" un voto que jamás servirá para nada

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  2. Un asunto muy peliagudo, con muchos intereses de por medio. Amo Cataluña como es... no sé si podría amar una Cataluña indpendiente. Creo que es más lo que nos une que lo que nos separa, y que un extremo genera otro extremo para equilibrar.

    Los radicalismos y los fanatismos tergiversan exacerbadamente las cosas. No creo que los independientes sean capaces de asumir una independencia en toda su dimensión.

    Creo que si la inmensa mayoría de los catalanes quieren la independencia, no habría que impedirlo, pero es muy fácil decir algo y luego asumirlo de verdad. Por otra parte, no creo que este sea el momento adecuado de pedirlo, ni tampoco son las formas para solicitarlo. Estamos en un momento muy difícil, en el que deberíamos estar juntos para solucionar nuestros problemas y resolver la crisis. Después, con calma y con diálogo se puede conseguir más (y mejor) que con los cismas que se están generando.

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  3. Se utiliza mucho la analogía del divorcio. No la creo adecuada porque es demasiado esquemática; además para el divorcio existeun procedimiento legal y para la secesión no lo hay.
    El caso más parecido sería el querer separarte de tu familia, es decir, quere dejar de formar parte de tu famia, renunciando a tus apellidos, a tus hermanos, padres, cuñados y suegras y demás, para constituir con tu mujer y tus hijos una entidad familiar ex-novo, sin vínculos, ni derechos (herencia) ni obligaciones (deudas, atención y cuidado de los mayores, etc.) con lo anterior; claro que la cosa se complicaría más si además quisiera que mi familia, una vez desvinculada, quisiera yo vincularla a otra famili, por ejemplo a la familia de Ortega, sí, la de Amancio Ortega, el de Zara. Y entoces convoco un referendum entre mi mujer y mis hijos y les pregunto ¿queréis ser una familia nueva dentro de la familia Ortega?

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  4. En mi opinión la analogía del divorcio no es adecuado emplearla en este conflicto. Para que haya un divorcio, previamente ha debido haber una unión entre dos personas independientes. Y creo que no es este el caso, pues mis escasos conocimientos de historia me hacen recordar que cuando nació España, Catalunya ya venía en el paquete, es decir que nunca fue conquistada, fusionada o anexionada por un pais existente llamado España. Por tanto si hay un refenredum legal apoyado por el Gobierno Español, por supuesto que nos compete a todos los españoles. Otra cosa es que el señor Mas quiera, como bien dices, montarse una consulta para validar hasta dónde llega esa mayoría que le apoye en sus planes soberanistas.

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  5. Yo sigo en mis trece, esto que se pretende, llámese como se quiera, es tarea ardua y a largo plazo. Por desgracia en este país no se vislumbra en ningún horizonte a nadie en la clase política con suficiente carisma, ganas y honestidad para llevar a cabo dicha misión. Como ya dije ayer, toda máquina necesita un maquinista, y por el momento el maquinista no existe ni en España ni en Catalunya.
    Y no olvidemos que el proyecto es una bomba y puede explotarnos en las manos al menor movimiento.
    Un saludo

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  6. Hola Bigas. yo opino como Montse y discrepo con Max. Sí me parece acertada la comparación con un divorcio y creo, como Montse que no existe ni se vislumbra maquinista para llevar este tren que se mueve a toda velocidad sin saber a dónde va.
    El mecánico de nuestro vagón dice que hemos pagado billete de primera clase y nos dan servicio de tercera así que es mejor que nos soltemos del tren y que nos irá mejor fuera de él. El jefe de tren no quiere ni oír hablar de que uno de los vagones se suelte porque no puede presentarse en la estación de destino (si es que hay destino) faltándole uno de los vagones.
    Un abrazo.
    Santi

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