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viernes, 7 de noviembre de 2014

La Necesaria Transparencia

Ya estaba tardando. Se han filtrado datos que apuntan a que el Presidente de Extremadura podría haber pagado viajes (presuntamente privados) a Canarias y otros destinos, con fondos públicos.
José Antonio Monago, Presidente de la Junta de Extremadura.
(Fuente: ABC)

José Antonio Monago es un personaje que resulta incómodo para muchos, incluido el propio aparato del Partido Popular. De una parte, gobierna en Extremadura con la anuencia (abstención o lo que toque) de Izquierda Unida. De otra, se ha manifestado como un verso libre dentro del PP, clamando por la transparencia y la honestidad. Por eso hacen más daño estas filtraciones. Y resultan, por supuesto, dignas de toda sospecha de que se trate de iniciativas torticeras para debilitar a un rival incómodo.

Personalmente, creo que Monago no es un personaje corrupto y que, muy probablemente, esos viajes tienen, de una u otra forma, una cobertura legal y una explicación suficiente. Aunque abundan las dudas.

Este viernes, Monago ha ofrecido una rueda de prensa, seguida de las preguntas que han querido plantear los periodistas (lejos de las versiones plasma de Rajoy, dicho sea de paso). Básicamente ha venido a decir que todos sus viajes privados los ha pagado de su bolsillo, y que si a alguno le parecen muchos los viajes que ha realizado pagados con dineros públicos, a él mismo también le parece que han sido muchos, y su espalda se queja de ellas. Según afirma pero, según parece, no tiene muchas posibilidad de demostrar de forma fehaciente, todos ellos serían para trabajar, en uno u otro ámbito, en uno u otro sentido.

En principio, no tengo razón alguna para dudar de sus palabras.

Sin embargo, me inquieta profundamente saber que los gastos de viaje y representación de los cargos públicos no parece que estén controlados de ninguna forma. Me gustaría ver publicados en la web del Gobierno de Extremadura (o donde correspondiera) el detalle de todos los viajes, un titular para el motivo de los mismos y los gastos realizados y su justificación. Por lo dicho hoy por Monago, parece que no tendremos otra posibilidad que creer (o no) lo que con su mejor buena fe nos ha contado hoy.

Yo he trabajado durante casi treinta años en una compañía multinacional. Durante buena parte de esa época, dispuse de una tarjeta de crédito de empresa, para el pago de todo tipo de gastos, especialmente de los realizados por cuenta de la compañía. Todos los gastos se cargaban directamente en mi cuenta corriente personal, y yo podía recuperar los gastos de empresa tras justificarlos, dentro de las normas y límites fijados por la empresa, en las correspondientes Hojas de Gastos, aportando todos los justificantes, en su caso.

Esas Hojas de Gastos siempre tenían que ser validadas por el responsable jerárquico y por la Dirección Financiera. Seguro que un resumen de los mismos deben estar disponibles en algún sistema informático de la empresa, y los tickets de taxi, los billetes de tren o avión y las facturas de hotel estarán custodiados en algún almacén de documentación.

Me parece que esta forma de proceder es la correcta. Entre otras cosas, asume que nadie, dentro de la empresa, está por encima de las normas. Y hasta los gastos del Director General o el Presidente deben ser controlados y validados por el Director Financiero. Parece razonable que cualquier empresa, con ánimo de pervivir, implante normas de este tipo. Si no lo hiciera, podría caer en la red de cualquier pirata que gastara el dinero de la empresa como si no hubiera un mañana.

Siendo esto así, no entiendo por qué parece que la Administración Pública no es, ni con mucho, tan rigurosa en el control y registro de sus gastos. Que se realizan, además, con dinero público, es decir con NUESTRO dinero. Por lo que ha contado hoy Monago, no parece que pueda aportar justificaciones documentales de todos sus viajes, que son muchos, tanto por Extremadura como por Andalucía o, muy especialmente, Canarias. Aparte de los viajes a Madrid o a otras Comunidades Autónomas, por motivos diversos.

Da la sensación de que sólo nos queda confiar, o no, en la buena fe del mandatario. Insisto, Monago me inspira una cierta confianza. Aunque hoy se ha publicado que, por la época de los viajes, en Canarias vivía una mujer con la que Monago mantenía una cierta relación personal. La buena fe de los políticos es un activo tan frágil y en baja estima en la actualidad, que resulta totalmente insuficiente.

La única explicación que encuentro, me aterra. Da la sensación de que mucha gente en este país (Gobiernos de todas clases y ámbitos, para empezar; Parlamentos de todos los idiomas y así para adelante) se consideran a sí mismos por encima de las normas y, por ende, por encima de la propia Ley. Parece que el hecho de que exista un Presupuesto aprobado por el correspondiente Parlamento, para cubrir determinado tipo de gastos, ya sea suficiente para poderlo gastar con total impunidad y sin dar explicaciones a nadie.

Es imprescindible dar un paso decidido hacia adelante, por el camino de la transparencia y la publicidad. Supongo que algunos gastos puede que deban ser protegidos por el secreto. Pero todo Parlamento debe tener una reducida Comisión de Secretos Oficiales, que debe estar informada de todos ellos, aun asumiendo un compromiso de no revelación.

Me gustaría ver publicados los detalles de las Hojas de Gastos de todos los responsables y representantes políticos, y el detalle de cómo y en qué se ha gastado TODO el dinero que los ciudadanos hemos confiado a cualquier departamento público. Por supuesto, eso podría provocar alguna incomodidad. Pero las ventajas serían ampliamente mayores que los inconvenientes.

De ninguna forma los ciudadanos podemos seguir aceptando que nos pidan que creamos a pies juntillas en la buena fe de nuestros políticos. Tantos gángsters y gamberros se han colado en esas filas, que esa confianza ciega no se nos puede pedir en ningún caso.

Ya no basta que la mujer del César sea honrada. Además, debe parecerlo y poder demostrarlo.

En cualquier empresa existe una función que es el Control de Gestión, se llame como se llame. Su función es garantizar que todas las actividades con impacto económico se realizan con la necesaria justificación y/o autorización, y de acuerdo a las normas de obligado cumplimiento definidas por la política de gestión de la compañía. Es su obligación denunciar cualquier desvío de ese objetivo prioritario.

Me gustaría ver que en todas las Administraciones Públicas existan estos niveles de control y que se respeten. Y me aterra ver cómo los cargos electos se pasan por el forro (y, sobre todo, que puedan hacerlo), las opiniones y dictámenes de los correspondientes Interventores. Todos hemos visto en las películas americanas a los Departamentos de Asuntos Internos en los diversos Departamentos de Policía. Su misión (ingrata, quién lo duda) es ser moscas cojoneras en la persecución de aquellos que violan las normas. Y, de ninguna forma, pueden ser estómagos agradecidos que deban callar, básicamente por miedo, ante la más mínima indicación de cualquier responsable jerárquico.

Toda la estructura de Intervención de Cuentas en la Administración Pública debe estar protegida ante las desviaciones o caprichos de los responsables de las unidades que tienen como misión controlar. Pagar a una Intervención que no sea operativa y que deba acabar callando, es una doble traición a la transparencia a la que todos los ciudadanos tenemos derecho. Pagamos a controladores que no lo hacen.

El Gobierno lleva ya muchos meses hablando de la Transparencia. Pero tengo la sensación de que, sentados en el sillón del dentista y apretando los h..... del doctor, susurran: no nos haremos daño, verdad, doctor. La sensación de desánimo que nos inunda es la de que no quedan ya políticos que estén libres de pecado, como para tirar la primera piedra. Sólo aquellos que nunca han tocado poder, y a esos, como en la mili, la honradez simplemente se les supone.

Es posible que Monago sea un político honrado. Pero la parquedad de detalles que ha aportado en sus explicaciones juega en su contra. Sólo su credibilidad personal puede darnos, quizá, algo de tranquilidad. Frágil valor para merecer nuestra confianza. Si se confirmaran las últimas informaciones publicadas, quizá esté obligado a dimitir, por utilizar (de momento, presuntamente) recursos públicos para uso privado.

Luz y taquígrafos. Porque cuando el dinero, especialmente el público, que muchos parecen creer que no es de nadie, se mueve por rincones oscuros, nunca se tiene la seguridad de hacia dónde va.

Transparencia y publicidad absolutas en cómo se gastan los caudales públicos, YA.

Por favor.

JMBA

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