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miércoles, 27 de julio de 2011

El Rosellón, la Cataluña de Francia

Dormí ese jueves de finales de Junio en la ciudad de Carcassonne, capital del Departamento del Aude (11). Carcassonne es mundialmente conocida por su ciudad amurallada (la Cité) que fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1997. Pero ya os hablaré de ella en otra ocasión.
Valles de alta montaña junto a Puyvalador
(JMBigas, Junio 2011)

El Departamento del Aude ha acuñado una marca, amparándose en que todas estas tierras fueron la última residencia de los cátaros, que acabaron siendo prácticamente aniquilados por la llamada Cruzada Albigense a principios del siglo XIII, por cierto la única Cruzada que fue decretada por el Papa contra cristianos; considerados heréticos, eso sí.

Esta marca o eslógan acuñado es la de Pays Cathare. Ampara lugares, emplazamientos y productos. En lo que se refiere, por ejemplo, a productos alimenticios, ampara a todos aquellos productos elaborados por completo en el Departamento, con materias primas del mismo origen.


Pero ese jueves mi idea era viajar hacia el Sur, cruzar al departamento de Pyrenées Orientales (66) y llegar finalmente a Perpignan, donde tenía reservado hotel para esa noche. El ámbito del Rosellón (Roussillon) prácticamente coincide con el de este departamento. Y la región de Languedoc-Roussillon (que incluye tanto al Aude - y otros departamentos más al Norte, hasta Nimes - como a Pyrenées Orientales) me recuerda mucho a nuestra comunidad autónoma de Castilla y León. Inútil recordar aquí lo que ya he comentado en otra ocasión, respecto a León no es Castilla y cosas del género. Por eso la autonomía se llama Castilla y León y no Castilla-León, como erróneamente se la denomina en muchas ocasiones. Pues bien, parecido debiera hacer el Languedoc-Roussillon y llamarse Languedoc et Roussillon.

Hasta ese punto tiene una cierta personalidad propia el Rosellón, ciertamente diluida en la concepción centralista del Estado francés. Y así se constituye en lo que menudo se conoce como la Cataluña Norte o, como prefiero llamar, la Cataluña de Francia. De hecho, un cierto catalán es una segunda lengua bastante utilizada en muchos lugares, y hablada por un porcentaje importante de la población. Aunque no tiene mucha más presencia pública que la testimonial denominación bilingüe de las calles en Perpignan y otras ciudades y pueblos, por ejemplo, o algunas inscripciones en catalán en casas particulares. Y, por supuesto, algunas manifestaciones culturales transfronterizas y pancatalanas.
Mapa de las AOC vinícolas del Rosellón
(Fuente: Guide Hachette)

Desde el punto de vista vitícola, esa diferencia sustancial entre el Rosellón y el resto de la Región también es patente. La denominación de origen (AOC) genérica de la región (Languedoc, antes Coteaux de Languedoc) no aplica al Rosellón, que tiene su propia denominación genérica Côtes du Roussillon, así como la más específica Côtes du Roussillon Villages, con cuatro apellidos posibles: Tautavel, Latour-de-France, Caramany, Lesquerde. Aparte de otras más reducidas, como las dos próximas a la frontera española, en la Côte Vermeille (Collioure y Banyuls), o las que cubren los VDN (Vinos Dulces Naturales) como la Maury o los diferentes Muscat.
Fortaleza (Vauban) de Mont Louis
(JMBigas, Junio 2011)


Salí, pues, esa mañana de Carcassonne en dirección Sur, con la intención de adentrarme en el Rosellón. Todavía en el Aude, se cruza la población de Limoux, famosa por sus vinos blancos tranquilos y espumosos (blanquette y cremant de Limoux) que nada tienen que envidiar a los vinos de Champagne.

Siguiendo la carretera D118, se cruza Couiza y Quillan, para adentrarse ya en zona montañosa, por el desfiladero de Pierre-Lys, impresionante con sus rocas en voladizo por encima de la carretera, que va siguiendo la cornisa del desfiladero.

Más allá de Axat y de las Gorges de Saint Georges, la carretera, ya francamente de montaña, sigue la frontera del Aude con el departamento vecino de Ariège (09), hasta que cruza una franja de este para entrar en el de Pyrenées Orientales por las cercanías de Puylavadour. La zona es de alta montaña (de hecho hay una importante estación de esquí en Puylavadour) y el paisaje de los amplios valles verdes con algunos lagos es de gran belleza. Por cierto, la temperatura aquí era unos diez grados inferior a la de Carcassonne por la mañana.

La carretera hasta Mont Louis deja a su derecha el lago de Matemale, hasta llegar frente a la antigua fortaleza (obra de Vauban) en cuyo interior está el centro antiguo de Mont Louis. Por la estación de Mont Louis-La Cabanasse (a un nivel bastante inferior a la zona de la fortaleza) circula y se detiene el llamado Petit Train Jaune (pequeño tren amarillo) que recorre toda la zona pirenaica desde la Tour de Carol (en la frontera con Puigcerdá, en la provincia de Gerona), hasta Villefranche de Conflent (a mitad de camino de Perpignan). Es decir, el tren une las comarcas de la Cerdanya y del Rosellón. Es una maravillosa atracción turística, con un recorrido de 62Km, pero discurriendo por paisajes de cuento de hadas, siguiendo el valle del río Têt. En verano, la composición incluye algún vagón descubierto, que el pasaje se pelea por ocupar. El trayecto completo toma tres horas, con paradas en muchos lugares del recorrido. Más asequible es el recorrido desde Font Romeu hasta Villefranche, en algo menos de una hora y media.

Los viajeros que desciendan en Mont Louis, deben contar con unas empinadas pendientes para llegar al nivel de la fortaleza. De hecho me crucé con un grupo de la tercera edad, que echaban el bofe intentando llegar al centro antiguo subiendo de la estación.

Desde Mont Louis hacia Puigcerdá hay dos carreteras (que no recorrí esta vez) que bordean (al Norte o al Sur) el enclave español de Llivia. La del Norte (D618) discurre por Font Romeu-Odeillo-Via, mientras que la del Sur (N116) cruza Saillagouse, hasta llegar a Bourg-Madame, en la misma frontera (inexistente gracias a Schengen).
El trazado del Petit Train Jaune sigue el valle del Têt,
como la propia carretera, hacia Villefranche de Conflent
(JMBigas, Junio 2011)

Yo seguí la N116 en el otro sentido, coincidiendo con la ruta del tren amarillo, siguiendo el valle del Têt hasta Villefranche-de-Conflent. Vilafranca es un pequeño pueblo amurallado y muy turístico. Un poco más allá está Prades, bastante más grande, donde se celebran tradicionalmente cursos de verano y manifestaciones culturales pancatalanes, llamémoslo así.

Paré en Vilafranca, entre otras cosas porque era hora de comer. Sólo cruzando una de las puertas de la muralla, a la izquierda, en la misma plaza de la iglesia, está el excelente Auberge Saint Paul. Había pocos clientes ese mediodía, y el maître los buscaba por el exterior. Se empeñó en hablarme en algo parecido al catalán, con lo que ganó mi voluntad. Escogí una mesa en el frondoso jardín entre los grandes árboles, cuyo único problema era que a cada golpe de brisa, la mesa (y el resto) se inundaba de pequeñas hojitas desprendidas de los árboles. Pero se trata de un restaurante gastronómico (me tomó casi dos horas y media el almuerzo completo), de excelente factura y deliciosos platos. Con la copita del vino adecuado a cada uno de ellos, empezando por un dulce Maury para acompañar unos escalopes de foie con un golpe de plancha. En fin, una delicia que costó sus dineros, pero no fue caro, teniendo en cuenta el despliegue y la excelencia.

Tras un paseo por las callejas de Villefranche (estrechas pero muy preparadas para importantes afluencias turísticas) que me ayudó a digerir la comida, seguí camino hacia Prades y Perpignan.

Quería conocer la mejor zona de los vinos Côtes du Roussillon Villages, que se encuentra al noroeste de Perpignan, por lo que esquivé la ciudad y seguí camino hacia Tautavel, donde hay un famoso Museo de la Prehistoria. Junto a él están los Maîtres Vignerons de Tautavel, donde se pueden comprar algunos de los excelentes vinos de la zona, como el Château Avernus.

Seguí luego hacia el Oeste por la D117, hasta el pueblo de Maury. La denominación específica Maury cubre los vinos dulces naturales (tintos habitualmente) elaborados a partir de garnacha en todas su variedades. Pero en la zona se producen asimismo excelentes vinos tintos de mesa, con la denominación Côtes du Roussillon Villages (CRV). La zona, al norte del río Agly, está flanqueada por cordilleras calcáreas: las Corbières al norte (con el famoso Château de Quéribus, el último bastión de los cátaros, en la frontera con el departamento del Aude) y las Fenouillèdes al sur. La estampa de los viñedos en el valle y en las lomas es colosal, y de aquí se extraen posiblemente los mejores tintos del Rosellón.
Villefranche de Conflent
(JMBigas, Junio 2011)

En el pueblecito de Maury se puede visitar (en las afueras) la Maison du Terroir, que es el complejo de Pascal Borrell que incluye un restaurante recomendable, y un bar con degustación y venta de vinos de la zona. Se puede contar con el consejo de alguno de los entendid@s enólog@s de la casa.

En el centro de Maury se pueden encontrar, asimismo, varios pequeños establecimientos de los propios productores, donde degustar y comprar los diversos néctares que elaboran. El más concurrido por los locales es el de los Vignerons de Maury, que dispone de una amplia gama de vinos de Maury envejecidos. Se dice que el Maury tinto puede envejecer infinitamente, ganando en calidad y profundidad.
Viñedos de Maury, al pie de las Corbières
(JMBigas, Junio 2011)

De ahí me dirigí hacia Perpignan, donde llegué ya tarde, con el tiempo justo de un pequeño paseo y una cenita austera.

El día siguiente lo dediqué a visitar la Côte Vermeille, como ya conté recientemente. Tampoco me quedó tiempo ese viernes para hacer algo de turismo por Perpignan. Bueno, ya habrá una mejor ocasión.

Tenéis una colección completa de fotografías de todo el recorrido aquí.

Porque el sábado por la mañana (el primer fin de semana de Julio) tuve que huir tempranito hacia Barcelona, porque la jornada se consideraba roja en las carreteras francesas, y el atasco gigante descendía a toda velocidad desde París por el Valle del Ródano, y llegaría en pocas horas a la frontera española.

Conseguí esquivarlo y llegar a Barcelona antes del mediodía.

JMBA 

1 comentario:

  1. Hola Bigas, mi afición por el esquí me ha llevado con frecuencia por estos lugares que tan bien describes.
    También en una ocasión - allá por 1997- recorrí en coche la denominada ruta de los cátaros, desde Carcasona a no sé dónde. Y en otra ocasión fui a la Reserva africana de Sigean cerca de Narbona.
    Cuando atravesaba el Sur de Francia camino de Austria, me llamaba la atención un cartelón que hay en la autopista que pone "Homme de Tautavel 450.000 annes" pero nunca me paré a visitarlo.
    Un abrazo.
    Santi

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