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martes, 5 de octubre de 2010

Hugo Chávez debería cambiar de actitud

Desde la época del Encuentro entre Europa y América ya han pasado más de cinco siglos. Y le llamo Encuentro, por no llamarlo Descubrimiento, que es como se vivió y denominó desde Europa, ni otros términos menos airosos que se utilizan a menudo en diversas partes de América.
Colón con los indios de la isla de Santo Domingo
(Autor: BBC; Fuente: HistoriaPeruana)

Para los europeos, de América siempre han llegado cosas y personajes increíbles y a menudo desmesurados. Como la leyenda de El Dorado, los galeones repletos de riquezas esquilmadas (que a menudo terminaron en manos de Corsarios), los bucaneros del Caribe, las patatas, Elvis Prestley, el Ford T, Carlos Gardel y el tango, Pablo Neruda, Borges, Pancho Villa, Simón Bolívar, los refugiados e inmigrantes, el ron y tantos y tantos artículos y figuras que siempre nos han sorprendido a este lado del océano.

En este siglo XXI nos toca aceptar otras figuras igualmente desmesuradas, y no siempre entendibles por la mentalidad europea, atemperada por mil guerras en muchos siglos. Hemos tenido que aceptar a Bush, que fue elegido por el pueblo norteamericano para regir el Imperio. Y ahora tenemos que aceptar a Hugo Chávez, un figurón populista y demagogo, que ocupa democráticamente la Presidencia de Venezuela. Claro que la democracia es un sistema político tan abierto y moderado, que acaba siendo débil, y brindando a sus enemigos las fórmulas para su propia destrucción.

En Europa ya tuvimos que sufrir a Adolf Hitler (sólo un ejemplo, no una comparación), que ocupó democráticamente el poder, y que acabó como todo el mundo sabe. Y en España tenemos que sufrir a algunos políticos que okupan una parcela del poder como quien se hace fuerte en un cortijo (en un rancho, una estancia). Y se entregan a una corrupción galopante, convirtiendo en venales todos los servicios públicos, disponiendo a su antojo de los caudales puestos a su disposición por los ciudadanos, ayudando a los amigos, publicando Planes Urbanísticos que son un atentado a la razón. Gentes que solamente persiguen su enriquecimiento particular. Ahora mismo se está celebrando el juicio del caso Malaya, sobre la okupación del Ayuntamiento de Marbella por una banda de facinerosos, mafiosos y ladrones.

El Gobierno de España (en manos del Partido Socialista desde 2004) siente una especial debilidad por ciertos regímenes americanos que tienen manifestaciones a menudo objetivamente impresentables, como la Cuba de Fidel, la Venezuela de Hugo Chávez o la Bolivia de Evo Morales. Regímenes de un nacionalismo político tan extremo que no respetan los principios básicos del derecho internacional, y que se sienten arrogados del derecho a expropiar sin más explicaciones y de otras atrocidades. Y es que el presunto progresismo de esos regímenes les nubla la vista a nuestros socialistas para detectar y denunciar las actitudes más antidemocráticas. Esa debilidad les lleva a menudo a pedir explicaciones con la boca pequeña (como quien presenta excusas), en lugar de exigir responsabilidades. 

A algunos no les queda más remedio que ser algo más moderados de lo que quisieran, y a hacer concesiones, porque los ases que tienen en la manga no tienen un valor suficiente para el órdago. Pero otros se crecen en el lance, como es el caso de Chávez.

Desde hace meses, quizá años, parece evidente y demostrado que miembros de ETA (una banda terrorista de origen vasco) utilizan recursos y campos de entrenamiento en Venezuela. También se ha dicho que las FARC colombianas (otro grupo terrorista) tienen en Venezuela un territorio amigo.

Uno esperaría de un demócrata inocente que empezara por defender la integridad de su Gobierno, insistiendo en que sea lo que sea lo que se desarrolle en su territorio, bajo ningún concepto es con la ayuda ni la aquiescencia de su Gobierno. Y, a continuación, dando campo libre a la Justicia (internacional, si es el caso), para aclarar las presuntas responsabilidades.
Hugo Chávez, Presidente de Venezuela
(Fuente: AntoniaMag)

Por el contrario, la reacción de Chávez ha sido sistemáticamente negar la mayor, y entender que esas sospechas e indicios no son más que una agresión a la República Bolivariana de Venezuela. Lo que es falso de toda falsedad.

Lo mejor para todos sería aclarar estos temas en el marco de la diplomacia internacional, utilizando los recursos judiciales puestos a su disposición. Es cierto que el Gobierno de España y el de Venezuela acordaron en su momento la expatriación de algunos activistas de ETA al país sudamericano. Para alejar el problema e intentar desactivar a la banda. Bueno, siempre se ha dicho que, ante un problema, ponerle tierra por medio a menudo lo soluciona, o al menos crea la ilusión de una solución.

Parece probado que, según detalla el periódico ABC: "El etarra Arturo Cubillas Fontán, procesado por el juez español Eloy Velasco, vive en Caracas, tiene nacionalidad venezolana, vive en la urbanización de clase media en el centro de Caracas llamada Valle Abajo y su mujer es directora de Información del Ministerio del Poder Popular de Agricultura y Tierra.". Bueno, hasta ahí la vida de un expatriado con cierta buena fortuna.

Pero es que Arturo Cubillas es señalado por muy diversas fuentes como anfitrión de activistas etarras, y organizador de cursos de entrenamiento terrorista en territorio venezolano. En estos días, la banda terrorista ETA está extremadamente debilitada, y ha publicado varios comunicados, indicando la posibilidad de que el final de la banda, su disolución, pudiera ser una realidad  en el corto plazo. Claro, el hecho de que algunos de sus militantes puedan estar siendo entrenados en campos terroristas (en este caso, en Venezuela) hace dudar a todos los bienintencionados de la buena voluntad de sus manifestaciones.
Arturo Cubillas Fontán (1985)
(Fuente: GloboVision)

En España tenemos larga experiencia de gentes que se han arropado en las banderas para cometer todo tipo de tropelías. Pero creo que debemos tener claro que los delincuentes no tienen bandera, más que la negra de las dos tibias y la calavera. Bueno, es cierto que a menudo las utilizan como cobertura a sus fechorías, pero ese es otro tema.

Me parece que Hugo Chávez haría bien en dejar de arroparse con la bandera venezolana. Porque Venezuela es un gran país, y no debiera ser el cortijo de nadie.  Luz y taquígrafos sobre este tema, en lugar del empecinamiento nacionalista, creo que ayudaría mucho a la estabilidad internacional, y al progreso de Venezuela. En suma, esa actitud reforzaría la confianza del resto del mundo en Venezuela. Claro que, a lo mejor, la luz iluminaría hechos inconfesables, y los taquígrafos darían fe de acciones reprobables. Pero todos debemos tener claro que si ese fuera el caso, el perjuicio sería para Chávez y nunca para Venezuela.

Hace varios siglos, Luis XIV acuñó en Francia lo de "El Estado soy Yo" y lo de "Después de mi, el Diluvio". Hoy, desaparecido hace tiempo ese Antiguo Régimen, Francia es una de las principales potencias europeas.

El Estado solamente pertenece a sus ciudadanos, y su obligación es defender sus intereses. Los de los ciudadanos.

JMBA

3 comentarios:

  1. Podemos poner un ojo crítico fuera, pero también otro ojo crítico dentro. Desde luego, el hecho que expones en este post es una evidencia censurable, y no hay que callar. Pero, ¿cómo ha ocurrido ésto? ¿Cuál es el origen? Si el acto en sí, y las palabra de Hugo Chavez son vergonzosas para todas, y especialmente para los venezolanos, la causa, creo, es bochornosa para nosotros, los españoles.
    El problema etarra parece la excusa perfecta para todos los gobiernos para manipular elecciones. La presencia de esa serpiente que amenaza siempre con herirnos, es una herramienta que ha servido con eficacia en las urnas. Un gobierno responsable, preocupado por la integridad de sus ciudadanos, habría puesto fin a ETA (o cualquier banda de delincuentes) de una manera más contundente: enseñanza preventiva en las escuelas, leyes más severas, dispositivos más eficaces, etc.

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  2. Me imagino que te refieres al gobierno de Hugo Chavez no, amigo Rafael?
    Un abrazo a todos .

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  3. No debe ser fácil acabar con ETA. Ninguno de los gobiernos democráticos habidos hasta ahora desde el régimen anterior ha podido conseguirlo....

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