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sábado, 3 de septiembre de 2011

Excursión (sólo tentativa) a los Arribes del Duero

El Parque Natural de Arribes del Duero es un espacio natural protegido, que cubre una franja fronteriza con Portugal, en el suroeste de la provincia de Zamora y en el noroeste de la de Salamanca. El Parque cubre un total de 106.105 hectáreas y 37 municipios de las dos provincias. La zona portuguesa tiene una protección parecida, en el llamado Parque Natural del Duero Internacional.
Presa de Aldeadávila, desde el Mirador del Fraile
(JMBigas, Agosto 2011)

El principal atractivo de la zona es que el Duero (y otros ríos afluentes, como el Tormes) avanzan en cañones profundos, producidos por la erosión. Las riberas del río son laderas casi verticales en muchos puntos, llegando a alcanzar en algunos lugares los 400m. de altura. En todo el ámbito del Parque, el río Duero actúa de frontera natural entre España y Portugal.

Para un visitante ocasional, la problemática que este tipo de orografía le plantea es qué ver y desde dónde verlo. Con otro tipo de paisajes, estas dos preguntas básicas tienen respuestas bastante evidentes, pero ese no es el caso en los Arribes del Duero. A este efecto inevitable le debemos añadir la realidad de que, turísticamente hablando, la zona está muy poco desarrollada, y la señalización es escasa, a menudo confusa y algunas veces inexistente.

Creo que sería una iniciativa a la que coronaría el éxito si hubiera algún emprendedor (público o privado) que escogiera el enclave más adecuado de la zona, y creara un Mirador con infraestructuras adecuadas para el visitante, incluso para las personas con movilidad reducida. Si se pudiera llegar al Mirador en coche, o aparcar el coche en algún lugar acondicionado y acabar de llegar tras un breve paseo, se podría cobrar una entrada que contribuiría a financiar las obras necesarias y la atención del lugar. Un bar restaurante y una tienda de recuerdos completaría el enclave.

Sin embargo, por lo que yo conozco, este tipo de infraestructura no existe en la actualidad.

En estas condiciones, la mejor forma de visitar el Parque sería desde el aire (avioneta o helicóptero), pero este es un medio muy minoritario (por sus elevados costes).

Otra alternativa es visitarlo desde el propio río, mediante la navegación por algún tramo. Hace más de diez años tuve ocasión de realizar un crucero por el Douro portugués, desde Porto hasta Pinhão, cruzando varias esclusas para salvar los desniveles y varias presas del recorrido. La vuelta a Porto se hacía en tren, y la excursión tomaba el día entero. El viaje por el río discurría entre laderas de viñedos y resultó muy atractivo. El paso por las esclusas, además, muy instructivo.
Rebaño de ovejas esquivando mi coche parado,
camino de Fermoselle
(JMBigas, Agosto 2011)

Por lo que sé, la única oferta que existe de navegación por el Duero en la zona de los Arribes es desde la llamada Playa del Rostro, en el municipio de Corporario, cercano a Aldeadávila de la Ribera (Salamanca). El trayecto es de ida y vuelta hasta la Presa de Aldeadávila (total de 22Km y una hora y media de recorrido). Puede ser una opción a tener en cuenta para una siguiente visita.

La tercera posibilidad, lógicamente, es verlo desde tierra. Aquí el problema es la orografía, ya que el cañón por el que circula el río sólo puede verse desde algún punto de las laderas, que resultan a menudo muy difícilmente accesibles. Para acceder a algún mirador que merezca la pena, hay que contar con realizar rutas de senderismo de cierta consideración (especialmente por las fuertes pendientes). O, alternativamente, utilizar alguna de las infraestructuras existentes, especialmente la presa de Aldeadávila.

Os voy a contar mi experiencia personal por los Arribes, un jueves de finales de Agosto.

* * *

Con base en Zamora, mi idea era dedicar la mañana a una visita-descubrimiento de los Arribes del Duero. Pensaba luego visitar Bragança en Portugal, que está a poco más de 100km. de Zamora capital. Aprovechando la diferencia horaria, contaba llegar a Bragança con tiempo para un almoço portugués.

El Parque se extiende por dos provincias. Por ello, existen dos Casas del Parque. Una está en el Convento de San Francisco, en Fermoselle (Zamora), y la otra está en el Torreón de Sobradillo (Salamanca). Como partía de Zamora, mi primer destino lo fijé en la Casa del Parque de Fermoselle, para informarme de las mejores opciones disponibles.

La distancia desde Zamora a Fermoselle es de algo más de 60 kilómetros, siguiendo básicamente la carretera CL-527, una carretera de grandes rectas, rodeada de campos y fincas de ganado, en una gran llanura.
Entrada a la Casa del Parque, en el Convento de
San Francisco de Fermoselle (Zamora)
(JMBigas, Agosto 2011)

Muy cerca de Fermoselle, vi una desviación donde indicaba un mirador con vistas, en dirección a Fornillos de Fermoselle y Pinilla de Fermoselle. Fui primero a Fornillos, un pueblecito muy pequeño. Ni en el camino ni en el pueblo pude ver ninguna señalización complementaria del susodicho mirador. Consulté el mapa, y vi que era más probable que el Mirador estuviera en Pinilla, más cercano al Duero.

Me dirigí a Pinilla de Fermoselle, unos pocos kilómetros, y de nuevo ausencia absoluta de señalización respecto al presunto mirador. De hecho, desde el pueblo ni siquiera se ve el Duero, por la especial orografía de la zona. Intuí que llegar al mirador podía suponer una cierta caminata, para la que ni por vocación ni por equipamiento estaba yo preparado esa mañana.

Por lo que seguí camino hacia Fermoselle. En esa carretera secundaria tuve que cederle el paso a un rebaño de ovejas, que es uno de esos placeres inesperados que a veces te brinda el campo.

A la entrada de Fermoselle paré en un parquecito (donde está el Monumento al Emigrante, la escultura de un hombre con una maleta en la mano y la chaqueta al hombro), que estaba indicado como punto de información turística. Allí, en algún panel, confirmé que la Casa del Parque se encuentra en el Convento de San Francisco, y la jardinera que atendía el lugar, ante mi pregunta, me indicó que podía ir por arriba o por abajo, que estaba señalizada la Casa del Parque en ambas direcciones.

Pero, claro, el problema es que Fermoselle es un pueblo de grandes pendientes y calles estrechas. Seguí cadenas de indicadores hacia la Casa del Parque que me acababan conduciendo a lugares por los que ya no me atrevía a seguir, ni tenía dónde dejar el coche. Acabé en la carretera que sigue de Fermoselle hacia Portugal (Bemposta). Desde allí tuve la primera visión del Duero.
Monumento al Emigrante, en Fermoselle
(JMBigas, Agosto 2011)

Entrando a Fermoselle como si viniera de Portugal, la señalización hacia la Casa del Parque era más clara, la distancia era menor, y conseguí llegar ante el Convento de San Francisco, y aparcar el coche en una de la media docena de improvisadas plazas de aparcamiento disponibles.

Me atendió un chico muy amable, al que le planteé mis requerimientos para ese día: conseguir acceder a algún mirador de los Arribes, que no requiriese una caminata para llegar a él. Allí cometí el error de no grabar sus detalladas explicaciones, confiando que la señalización me ayudaría luego a alcanzar los lugares de que me habló. Me comentó algunos de los lugares disponibles en diversos pueblos de la provincia de Zamora (incluyendo Pinilla de Fermoselle, donde ya había estado, y ese día no pensaba volver).

La mejor recomendación que me dio fue la de tantear en la zona salmantina, donde los pueblos son más grandes y tienen más recursos. Porque en la provincia de Zamora, me dijo, no podría comer más que en Fermoselle o en Miranda (do Douro). Me habló de Villarino de los Aires (no recuerdo los detalles), de Pereña de la Ribera, donde había una ermita y, antes de llegar a ella, se desviaba un sendero que llevaba a un mirador. Me habló de Aldeadávila de la Ribera, con su embalse y presa. Y me dio un pequeño mapa de la zona.

Visité el servicio y, al salir, empecé a merodear un poco por la Casa, pero el chico me advirtió que la visita me costaría un euro, a lo que renuncié. Salí de allí con muchas indicaciones que ya no recordaba bien, y con el mapita. Como lo de la ermita me parecía prometedor, me dirigí hacia Pereña de la Ribera, ya en la provincia de Salamanca.
Ermita de Nuestra Señora del Castillo, en
Pereña de la Ribera (Salamanca)
(JMBigas, Agosto 2011)

Pereña es otro pueblecito de reducidas dimensiones y de calles estrechas, que tuve que atravesar para llegar a la pista o carretera que conduce a la Ermita de Nuestra Señora del Castillo, a varios kilómetros del núcleo del pueblo.

A unos cientos de metros de llegar a la ermita vi una indicación, a la izquierda, de un sendero para seguir a pie. Pero nada se indicaba en el panel de un mirador, ni de distancias, y además era muy complicado aparcar el coche por ahí. No podía aventurarme a iniciar una caminata, sin tener clara la distancia, y si podría recorrerla con mi calzado apto para andar pero no para trepar. Seguí camino hasta la ermita, un enclave muy sugerente con una extensión prácticamente llana y arbolada. En fechas señaladas, seguramente se realizará alguna procesión o romería en ese lugar, o encuentros de algún tipo, porque el entorno invita a ello.

Las vistas desde la zona de la ermita eran estupendas, pero no había ningún río, por supuesto no el Duero, en el horizonte. Sobre el mapa, el Duero discurre muy cercano, pero la orografía de los Arribes no me permitía verlo desde ahí.

Seguí camino hacia Aldeadávila de la Ribera, un pueblo más grande, en cuyo centro destaca un reciente Monumento al Cabrero. Tuve suerte, pues llegué allí que eran ya las dos menos cuarto de la tarde, y la Oficina Municipal de turismo (frente al Monumento al Cabrero) todavía estaba abierta hasta las dos. En el interior había una exposición (no sé si permanente) muy curiosa de esculturas realizadas con piezas desechadas de automóvil. Un hombre muy amable me indicó (con un nuevo plano, esta vez del municipio) el Mirador del Fraile como la respuesta a mis súplicas: un mirador del Duero (básicamente de la Presa y Embalse de Aldeadávila) al que se podía acceder en automóvil. Otro mirador (el Picón de Felipe) requería de una pequeña caminata. Y también me indicó (a mí y a otros tres o cuatro visitantes de la Oficina con las mismas inquietudes que yo) el acceso al poblado de la central (de Iberdrola), y la posibilidad de acceder (por unas curvas sinuosas) hasta otro mirador en lo alto de la ladera.

Ya empezaba a tener hambre, pero decidí ir a visitar los miradores lo primero. Desde el pueblo sale una carretera que se bifurca un poco más adelante. Hacia la derecha se llega al Mirador del Fraile (frente a una verja cerrada de Iberdrola; no olvidemos que el Iber del nombre procede de la antigua Iberduero), y por la izquierda se llega al poblado construido para los trabajadores de la central. Desde el pequeño Mirador del Fraile, al que fui primero, las vistas sobre el embalse, la presa y el río son impresionantes.
Mirador-balcón, junto al Centro de Control de la
Central de Aldeadávila
(JMBigas, Agosto 2011)

Fui luego al poblado (sin mayor interés). El acceso (por un túnel) a las cercanías de la presa está prohibido por Iberdrola a los visitantes. Pero hacia la derecha se puede acceder a una carreterita muy sinuosa y empinada (con varias curvas globales, de las de 180º), desde la que se tienen algunas buenas vistas del Duero. Al final de la carretera se llega al Centro de Control de la central, donde hay un aparcamiento (que estaba rigurosamente vacío cuando llegué), para una veintena de coches. Desde el aparcamiento se tienen ya buenas vistas, hacia abajo, del río, y un breve paseo permite llegar hasta un mirador-balcón desde el que se domina la presa. El hambre ya me atormentaba (eran más de las tres de la tarde) y ni siquiera llegué al balconcito, sino que emprendí la laboriosa vuelta al pueblo de Aldeadávila de la Ribera.

Llegué al pueblo no mucho antes de las cuatro. Afortunadamente, estaba en fiestas y localicé un bar (llamado El Paraíso) con una oferta conveniente de cositas para comer en la barra, que me compensó por la tardanza.
Ermita y Crucero del Santo Cristo del Humilladero,
en Aldeadávila de la Ribera (Salamanca)
(JMBigas, Agosto 2011)

Cuando salía de comer, ya pasaba de las cuatro y media. El plan de Bragança debía desestimarlo. Desde allí tenía casi dos horas y media de ruta, y llegar a una población que no conoces casi, a las siete de la tarde, teniendo que ir a tu hotel a más de 100km. de distancia de allí parece un plan muy poco práctico. En Bragança sólo he estado una vez y de noche. Cenando en Macedo de Cavaleiros un amigo y yo, trabamos relación con un grupito de representantes de pinturas, que se empeñaron en invitarnos a tomar una copa. Nos invitaron a algo en el propio Macedo, y luego nos llevaron hasta Bragança (unos 40km) a un garito innombrable donde nos dejaron un pufo en caja. Un recuerdo ingrato que no se puede lavar de prisa y corriendo.

Decidí sobre la marcha ir a Miranda do Douro en su lugar, mucho más cercano. Quería comprar alguna botellita de vino portugués, y Miranda me podría resolver el tema. El trayecto me dio la oportunidad de cruzar la presa del Embalse de Almendra (en la frontera entre Zamora y Salamanca). Este embalse (el tercero más grande de España) es como un mar (8.650 hectáreas y capacidad máxima de 2.648 hectómetros cúbicos), y la propia presa es impresionante (202 metros de altura, y 567 metros de longitud de coronación). Desde el sur se accede por la carretera SA-315, y al terminar la presa se entra en la Provincia de Zamora, y la carretera se convierte en la ZA-334. En medio hay zonas preparadas para estacionar los vehículos y poder disfrutar de las impresionantes vistas del embalse y la presa, y del Tormes enano, abajo de la presa.
Presa de Almendra, en la frontera entre las provincias
de Zamora y de Salamanca, cerca de Villarino de los Aires
(JMBigas, Agosto 2011)

Llegué finalmente a Miranda do Douro. Allí se entra en Portugal por la carretera que discurre sobre la Presa (Barragem) de Miranda, y se sube luego hasta el pueblo. Había cruzado ya una vez esa frontera, cuando todavía existían aduanas, y viví ahí una anécdota curiosa. La circulación era muy escasa, pero había que pararse en la frontera, y atender a las preguntas del aduanero de turno. El que había ese día se entretuvo con el coche que llevábamos delante, ignoro los motivos. Detrás venía un coche portugués que se impacientó, e hizo sonar el cláxon. El aduanero se paró y, mirando al coche de atrás, levantó los brazos y con toda la cachaza de la media siesta le espetó: ¡Tinha calma!.

Miranda do Douro es la típica población fronteriza que, en buena parte, vive de vender lo que los del otro lado pueden tener interés en venir a comprar aquí. En este caso, había bastantes españoles comprando productos textiles de diverso tipo. Le pregunté a un hombre mayor dónde podía comprar alguna garrafa (botella) de vinho, e intentó convencerme de que no lo encontraría en Miranda, y que debía ir hasta Sendim (a unos 20km, dirección a Mogadouro). Afortunadamente, no le hice caso, pero el hombre casi tenía razón. Finalmente localicé una tienda de ultramarinos que tenía algunas botellas de vino a la venta, suficiente para lo que yo quería.

Bajando ya hacia la presa y España, hay un aparcamiento grande (para turismos y autobuses), y vi allí una tienda de venta de productos regionales, y le hice una visita. Tenía un pequeño muestrario de vinos y poca cosa más, y el hombre que (presuntamente) atendía la tienda no me prestó la menor atención, manifestando el máximo de los desprecios a iniciar cualquier tipo de transacción comercial. En fin, viajar es aprender.
Miranda do Douro, desde la bajada del castillo
(JMBigas, Agosto 2011)

Volví a Zamora, donde tenía el hotel, pasadas las ocho de la tarde, y con hambre canina (el tentempié del Paraíso ya andaba por los pies). Pregunté en el hotel por un asador para comer carnes a la brasa, y me indicaron el de Don Mariano, en la próxima Avenida de Portugal, a unos cientos de metros del hotel. Llegaba allí a las ocho y media, con ganas de cenar, pero el restaurante no abría hasta las nueve (fui víctima de los desgarbados horarios españoles). Afortunadamente pude esperar en la barra del bar, leyendo la prensa local, y tomando una copita de vino de Rueda.

El maître (al que llamaré M.), muy cortés, me informó de que las noches que preveían poca afluencia no encendían las brasas, y que si quería carne sería a la parrilla, excelente eso sí. Pedí un poco de jamón y solomillo de ternera de Aliste (soberbio), con un recio vino de Toro. Estuve charlando un buen rato con M., sobre jamones y vinos, aprovechando que no había mucho trabajo esa noche. De hecho, en todo el tiempo que estuve allí, solamente se ocupó otra mesa con una familia de portugueses, que vendrían huyendo de las noticias de que en Portugal el Gobierno se estaba planteando la introducción de un nuevo impuesto a los más ricos.

Salí de allí satisfecho, y me retiré a mis aposentos del hotel, a descansar.

El día siguiente me esperaba un interesante recorrido hasta Gijón, que ya he contado.

En resumen, saqué la conclusión de que a los Arribes del Duero le faltan un par de hervores (en forma de mejor y más completa señalización y nuevas infraestructuras) para convertirse en una atracción turística de primer nivel, como se merece.

Tenéis acceso a una galería fotográfica de 41 imágenes de todo el recorrido, a la que podéis acceder pinchando en la foto de la presa de Aldeadávila.

Excursión (sólo tentativa) a los Arribes del Duero


JMBA

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