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miércoles, 10 de noviembre de 2010

¿Batasuna en las Instituciones?

Inevitablemente, toda manifestación, pronunciamiento o comentario sobre ETA discurre por terrenos pantanosos. Entre muchas otras razones, ello es debido a que ETA para casi todos no es más que una banda terrorista y mafiosa, mientras para algunos parece seguir siendo un Grupo Armado Revolucionario Separatista Vasco, o algo así.
Arnaldo Otegi
(Fuente: terra.es)

Para su propia desgracia (creo que ahora se están dando cuenta de la vastedad de su error de cálculo) la izquierda política vasca de tendencia fuertemente nacionalista o separatista (normalmente conocida como izquierda abertzale) ha estado (y todavía está) muy cercana a ETA porque pensaban (o todavía piensan), erróneamente, que la propia existencia y actuación de ETA les facilitaba (facilita) sus propósitos políticos.

En un Estado democrático como es España (por lo menos yo, no tengo duda), cualquier opción política puede y debe defenderse por medios estrictamente políticos. Las acciones violentas (armadas o no) quitan toda credibilidad a los argumentos que dicen defender.

Claro que a estas alturas habría que preguntarse seriamente cuáles son los intereses a los que sirve ETA. Cuáles son sus oscuros vínculos con todo el resto de actividades de la sombra. Qué papel juegan en las dinámicas de franquicia del terror, en la formación de terroristas de todo cariz. O qué beneficio han sacado (o sacan) de otras actividades ilícitas e ilegales, como el narcotráfico o el tráfico de armas.
Jesús Eguiguren, Presidente del PSE
(Fuente: Público.es)

Está claro que una organización clandestina hace circular todas sus actividades por las alcantarillas de la sociedad, fuera de la vista. Y en esas zonas anidan bichos inconfesables, y tentaciones inevitables. Hasta qué punto la banda no se ha convertido en una pura organización mafiosa, que presta servicios a terceros que buscan en las alcantarillas remedio a sus problemas.

Sea lo que sea lo que discurra por el subsuelo, lo que todo el mundo en este país debe tener claro es que ETA no pinta nada (no debe pintar nada) en el entorno político del País Vasco, ni de España, ni en el orden político internacional. Nada de lo que haga o diga ETA debe influir en la marcha política de la sociedad. Ni la violencia, ni la amenaza de violencia que ha generado un ambiente muchas veces sofocante, de chantaje permanente, y que ha contribuido a quebrar voluntades y a generar abandonos.

ETA, en estos días, no es nada más que una organización criminal que debe ser perseguida, reprimida y disuelta en cuanto sea posible. Y punto.

Y ahora volvamos a la política. Del PNV no hay que preocuparse mucho, porque tienen la habilidad del gato en caer siempre de pie. Nos olvidamos a menudo de ese "unos sacuden el árbol y otros recogen las nueces" con el que Arzalluz flirteaba con los violentos. El PNV es un partido democrático, que creo ha entendido ya hace un cierto tiempo que su papel es y debe ser político. Y que toda violencia interfiere (aunque a veces lo hayan dudado) con los propósitos políticos.
Encapuchados de ETA
(Fuente: Revista de La Carolina)

La posición de la izquierda abertzale es más complicada, básicamente porque siguen instalados en la ambigüedad. De iure son una organización ilegal, porque la Justicia decidió ilegalizarla debido a su proximidad a los violentos y a los terroristas. Nunca hasta ahora se les ha visto condenar los actos violentos y oprobiosos de ETA. Ni los chantajes implícitos y explícitos a los ciudadanos vascos, provocados por ese llamado terrorismo de baja intensidad o kale borroka.

Quiero creer que esta posición algo más que ambigua se debe no a que sean de naturaleza violenta, sino porque estaban (y muchos siguen estando) convencidos de que la propia existencia de ETA, y sus acciones, favorece a su propósito político. Gravísimo error que están pagando con la oposición de la sociedad a que puedan estar presentes en las Elecciones Municipales que se celebrarán en Mayo de 2011.
Destrozos del atentado a la T4 de Barajas
(Autor: Claudio Alvarez; Fuente: El País)

Esas connivencias, tolerancias y condescendencias ha acaba creando, con seguridad, algo más que simple coleguismo con los violentos de la banda. Lo que hace más difícil y doloroso para ellos el desvincularse por completo de los violentos, el condenar sin ambages a ETA, y pedir sin dobleces su disolución o desintegración.

Pero ese es el único camino que tienen para poder acceder a las instituciones, y a lo que estas significan (manejo de presupuestos, subvención a los cargos públicos). En el proceso, es muy posible que tengan que prescindir de algunas personas que han desarrollado una complicidad con la banda y sus miembros que les impide desvincularse con claridad de ella. Nadie dijo nunca que ese proceso vaya a ser fácil, ni incruento.
Zapatero y Rubalcaba, en el entierro tras un
atentado de ETA (2008)
(Autor: Santos Cirilo; Fuente: El País)

Creo que la opción política abertzale debe estar correctamente representada en las instituciones. Pero el requisito previo es insalvable. No solamente deben desvincularse de ETA, sino que deben exigirle su disolución y su desaparición de la faz de la Tierra. Y deben hacer todo lo que esté en su mano para que esto suceda sin dobles versiones ni reservas de ningún tipo.

Ya basta de dialécticas hueras, de pronunciamientos vacíos de contenido, de digo digo, pero hay que interpretar Diego. Sólo la claridad absoluta, transparente y cristalina nos puede sacar de este pozo de tierras movedizas.

Y el resto de la sociedad tenemos que ser igualmente diáfanos en nuestras opiniones. La opción política de la izquierda abertzale, estemos o no de acuerdo con ella, debe ser representada de acuerdo al número de votantes que aglutine. Pero toda violencia está fuera del juego político, y para esto no hay excepción alguna.

Ya no valen las treguas ni los altos el fuego, que sólo han servido, hasta ahora, para que la banda se reorganice y se rearme. Ya basta de la dialéctica basada en el conflicto vasco, porque eso es mentira, no hay más conflicto que el que ha ido creando ETA y sus amigos a lo largo de estos años. Ya basta de hablar de  opresión del Estado español, porque eso es mentira, no hay más opresión que la de los violentos sobre el resto de los ciudadanos. Como en cualquier otra parte del mundo, lo único cierto es que hay ciudadanos del País Vasco con proyectos políticos diferentes. Pero es el juego democrático (y no cualquier otro tipo de amenaza) el que debe dar a cada cual la representación que le corresponda. Y el futuro sólo puede ser como todos decidamos que sea.
Pernando Barrena y su cohorte
(Fuente: reflexionesdelaerazp)

En la integración de la izquierda abertzale al juego político normal no puede quedar ni la más mínima duda, o no se producirá.

Ya sólo queda tiempo para Luz y Taquígrafos. Tomar el pulso (en lo que es maestro Jesús Eguiguren, Presidente del PSE, que seguro se deja la piel en ello, con la mejor intención) está ya fuera de lugar. Y Otegui (emponzoñado en juicios y cárceles, embalsamado por sus menciones al conflicto vasco) debería ser ya una figura amortizada, porque no podemos aceptar que a nadie se le ocurra el llegar a presentarlo como mártir.

A la izquierda abertzale como opción política le hace falta un liderazgo firme y claro, alguien identificable que maneje el timón en la dirección correcta. Porque la imagen de esas conferencias de prensa (donde habitualmente no se admiten preguntas) en que hablan uno o dos, y otras dos docenas de personas asisten callados tras la mesa, prestando una tácita aquiescencia y sugiriendo la idea de fuerza, o incluso de violencia,  esa imagen, digo, es suficientemente siniestra como para que sólo forme parte ya del pasado.

Desde la democracia política se pueden defender todas las opciones.

JMBA

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