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viernes, 26 de noviembre de 2010

Elecciones en Catalunya (4) - La Predicción de la Víspera

Ya hace algunos días que, según la Ley Electoral, no se pueden publicar sondeos de las Elecciones Catalanas en España. Menos mal que El Periódico nos dirige a su publicación hermana El Periòdic d'Andorra, donde podemos ver las últimas tendencias en los sondeos.
Artur Mas, en un mitín de campaña
(Fuente: flickr)

Da la sensación de que las posiciones (en los sondeos) están bastante estabilizadas. CiU podría quedarse a 3 ó 4 diputados de la mayoría absoluta (se le sitúa en la horquilla 64-65 diputados, frente a los 48 que tiene hoy), mientras que el PSC sufriría un castigo importante, quedándose en tan sólo 29-31 diputados, de los 37 que tiene hoy en el Parlament de Catalunya. No es descartable que, a día de hoy, exista todavía bastante voto oculto, de gente que piensa votar finalmente al PSC, pero no lo reconoce en las encuestas (porque, en estos tiempos, votar a Zapatero no está bien visto). Pudiera ser que el descalabro no sea tanto al final.

El PP parece rocosamente encajado en sus 14 escaños, sin variaciones significativas. Con el contexto social y político de Catalunya, no da la sensación de que pueda haber flujo de votos hacia o desde el PP. Básicamente repetirá posición, sin más sorpresas.

Parece que Iniciativa per Catalunya els Verds (Joan Herrera) está mejorando su posición, pasando incluso por delante de los resultados esperados para ERC. Herrera podría repetir su posición actual, y no verse perjudicado por su participación en el tripartito. Hoy tiene 12 escaños, y el último sondeo le asigna una horquilla 11-12. Por el contrario, la posición de Esquerra sigue deteriorándose, y la última horquilla apunta a 10-12 escaños, frente a los 21 que tiene ahora. 
José Montilla, frente al cartel electoral
(Fuente: socialistes.cat)

Quiero pensar que el (relativo) descalabro de ERC tiene que ver, por una parte, con su presencia en el tripartito, y el haber sido los principales impulsores de algunas medidas de esas que los ciudadanos nunca entienden como urgentes o prioritarias (con la que está cayendo, además). La Ley del Cine Catalán, por ejemplo, forzando al doblaje en catalán de las películas, lo que para la mayoría (incluso en Catalunya; no digamos ya en el resto de España) es una perfecta salida de pata de banco, gastar dinero en eso en lugar de intentar hacer algo para salir de la crisis. Por otro lado, algunas de las astracanadas de campaña no ayudan a retener el voto sensato. Incluso los más independentistas, creo, entienden que los portazos no conducen a ninguna parte (ese Madrid es una fiesta fiscal, y en Andalucía no paga ni Dios, que lanzó Puigcercós en uno de los primeros mítines de la campaña) y que el día después de una hipotética independencia habría que seguir intentando vender sus productos prioritariamente en el mercado más natural, que es el resto de España.

Por lo que parece, buena parte del voto de Esquerra podría migrar hacia CiU, y esto no deja de ser paradójico. Por lo menos téoricamente, Esquerra es un partido de la izquierda de progreso, mientras que CiU es un partido de la derecha burguesa, con principios neoliberales. Políticamente no tienen nada que ver, pero se parecen en su nacionalismo extremo, y eso parece ser suficiente para muchos votantes.

El votante de izquierda (más puro, digamos) podría migrar hacia ICV y el candidato Joan Herrera, con esa pose de niño bueno. Pero creo que conviene no olvidar que algunas de las iniciativas más polémicas del gobierno tripartito vinieron de ICV. Por otra parte, muchos achacan al hecho de que Joan Saura ocupe la Conselleria de Interior la proliferación, prácticamente impune, de okupas y antisistema violentos por las calles de Barcelona, principalmente.
Alicia Sánchez-Camacho, junto a Mariano Rajoy
(Fuente: PP Catalunya)

Ciutadans podría consolidar su posición y obtener 4-5 diputados, frente a los tres que tiene actualmente. En la legislatura que ahora termina, ya tuvieron trifulcas internas importantes, con Antonio Robles huyendo hacia la UPyD de Rosa Díez, formación, por cierto, de la que nadie habla en los sondeos.

De todas formas, en la más pura lógica política, nadie acaba de entender por qué Ciutadans no se junta con el PP. Sus bases sociales, políticas y electorales son coincidentes, así como la mayoría de sus inciativas y propuestas. Sólo que Ciutadans parece querer recoger el voto de castigo a los partidos convencionales (y de obediencia estatal, por cierto). De hecho, su lema electoral es Rebélate, lo que ilustra esa tendencia.

Quienes parecen desaparecidos en combate son el resto de formaciones, muy particularmente las de Laporta (que hasta hace unos días todavía se le asignaba una horquilla de 0-2 diputados) y del ex-ERC Carretero. A estas alturas de la campaña ya ni citemos al resto de frikies y formaciones testimoniales, que jugarán su papel habitual de comparsas y/o bufones.

En vísperas de la jornada de reflexión (que todo el mundo se pregunta si sirve de alguna cosa) y a menos de 48 horas del inicio de las votaciones, el único fuego real que vale, a fin de cuentas, la situación parece clarificarse un poco. Está más clara, pero no es más limpia.

En los últimos mítines, los dos grandes partidos se están empeñando en conseguir movilizar al electorado, y aumentar la participación. Con cierta prudencia, no fuera caso que estuvieran alimentando al adversario. Por cierto, los sondeos vaticinan una participación algo menos que en la convocatoria de 2006, pero sin descalabro (en una horquilla del 52-54%), es decir, de dos a cuatro puntos por debajo. Ese sería el coste adicional de la desafección con los políticos que han generado algunas iniciativas del tripartito, nada comprendidas por los ciudadanos.
Joan Herrera, en un mitín en Mataró
(Fuente: flickr)

Si tomamos un poco de perspectiva, parece bastante absurdo que estén primando, por ejemplo, posiciones como la demanda del concierto económico (CiU y ERC), cuando las voces internacionales van mucho más en la línea de reclamar un único Ministerio de Economía y Hacienda a nivel de la Unión Europea, con capacidad de definir las políticas monetarias, fiscales y presupuestarias de todos los países. Cuando vemos que la soberanía (al menos en esos temas) está fluyendo desde los países hacia Bruselas, plantearse un nuevo concierto económico parece anacrónico y contrario a la evolución de estos tiempos. Es ir contracorriente.

Pero, para cierto electorado, este tema es un cebo atractivo. Que luego sea imposible ponerlo en práctica formará parte del balance de cumplimiento (o no) de las promesas electorales.

Lo cierto es que va a haber un vuelco hacia la derecha (CiU), lo que parece lógico tras bastantes años de gobierno de izquierdas con el tripartito. Por otra parte, las consignas internacionales para hacer frente a la crisis van en línea con los principios neoliberales de reducción del gasto público (y la correspondiente erosión del Estado del Bienestar), que en estos momentos parece imposible de sostener y financiar. Y, lógicamente, implementarán estas consignas con menos asco los partidos neoliberales que los de izquierda. Y si no me creéis, sólo hace falta mirar la carita de pena que se le queda a Zapatero cada vez que tiene que anunciar nuevos recortes sociales.

El escenario político catalán seguirá fragmentado, seguramente con las mismas seis fuerzas hoy presentes en el Parlament. Aunque no se puede descartar del todo, lo más probable es que CiU no consiga mayoría absoluta, por lo que tendrá que buscar algunos apoyos, sean estos puntuales o de legislatura. Si se confirmara una cifra de 64-65 diputados (a sólo 3 ó 4 de la mayoría absoluta, CiU no estaría obligada a buscar un pacto de legislatura, sino que podría intentar gobernar en minoría con apoyos puntuales. Cualquier acuerdo con el PP está mal visto, en general, por el electorado catalán (menos, evidentemente, por los que votan al PP). Pero el PP, en Catalunya, es una opción muy aislada.
Gente Valiente, el lema electoral de ERC
(Fuente: gentvalenta)

De las seis fuerzas presentes en el Parlament, hay tres de filiación en la izquierda (los miembros del tripartito) y otras tres típicamente de derechas. Si bastaran los escaños de Ciutadans para alcanzar la mayoría absoluta, ¿podríamos ver a Mas negociando con Albert Rivera?. Curiosamente, CiU y Ciutadans difieren en lo fundamental, pero prácticamente coinciden en todo lo demás. No creo que se busque un acuerdo, básicamente por vergüenza torera de Mas.

Descartado también el PP, Mas ha lanzado varios anzuelos al PSC, para verificar la aceptación que podría tener un cierto Pacto de Estado para los grandes temas entre los dos grandes partidos, para que los partidos minoritarios no sean clave en la gobernabilidad de Catalunya. Montilla ya le dijo en el debate a seis que no podemos apoyarle con su programa electoral. Francamente, un pacto de algún tipo entre los dos grandes partidos sería lo más deseable, para evitar nuevas derivas excéntricas, pero es un escenario que no veo nada probable, en este caso debido a la vergüenza torera de Montilla.

Por lo tanto, si no se produce mayoría absoluta, veremos a Mas siendo investido President de la Generalitat con la abstención de los otros dos partidos de la derecha, y el voto en contra de los tres partidos de la izquierda. Deberá gobernar en minoría, mediante acuerdos puntuales con unos u otros, para conseguir la gobernabilidad de Catalunya. Francamente, me encantaría que se alcanzara algún pacto de legislatura, pero no lo veo. Un pacto así le permitiría al nuevo Govern olvidarse de caralladas, y concentrarse en trabajar en los temas que son la preocupación fundamental de los ciudadanos.

Visto lo visto, quizá lo más positivo sería que en la recta final de la campaña Mas consiga remontar un poco su resultado, alcanzando una mayoría suficiente como para gobernar en solitario. Y sólo faltaría que, parafraseando a Pujol, dijera en algún momento que lo del concierto económico no toca ahora.
Albert Rivera, en un mitín en Sant Boi
(Fuente: flickr)

Para mí, lo más importante ahora es que el nuevo Parlament refleje de la mejor manera posible a la sociedad catalana. Y como el Partido de la Desafección Política ni existe ni es viable, el éxito de esta convocatoria sería que el electorado se movilizara un poco más y la participación alcanzara, por lo menos, superar la barrera del 60%. Los nuevos electores votarían muy probablemente, a uno de los dos grandes partidos de forma mayoritaria. De esta manera se contribuiría a aclarar un poco más el escenario, dejando definitivamente fuera del juego a ciertos experimentos extraparlamentarios (al aumentar el coste medio en votos de cada escaño), y consolidaría la posición de CiU y PSC.

En fin, la situación es delicada, pero espero que se acabe imponiendo el sentido común. Pasar de las votaciones no va a ayudar en nada a la resolución de los grandes problemas a los que se enfrenta la sociedad en estos tiempos revueltos.

Una fuerte abstención sería solamente una pataleta infantil, sin ninguna trascendencia más allá del día siguiente a las elecciones.

JMBA

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