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lunes, 3 de enero de 2011

La Nueva Ley Antitabaco

Lo primero que debo decir, para que no haya confusiones, es que yo soy fumador. Por si acaso.
(Fuente: sigojoven)

Llevamos ya varios años conviviendo en España con una legislación que prohíbe (regula) el acto de fumar en espacios públicos. A diferencia de otros vicios (beber, inyectarse droga), a los que llamaría solitarios, si no fuera excesivamente peyorativo, el acto de fumar tiene un cierto impacto sobre el entorno y sobre las personas que, fumen o no, se encuentran junto al fumador. Es el efecto del humo que genera el acto de fumar, básicamente.

A raíz de la primera ley antitabaco, que entró en vigor hace cinco años, los establecimientos públicos de pequeño tamaño (bares y así) podían escoger si querían ser zona de fumadores o de no fumadores. La realidad es que la mayoría escogieron que se pudiera seguir fumando en su interior. A los locales más grandes, se les brindaba la posibilidad de tener zonas separadas para fumadores y no fumadores. Algunos han invertido bastante dinero en realizar estas separaciones, con extracción de humos y demás. Estas inversiones quedan sin efecto, tras la entrada en vigor de la nueva ley. No sé si la Ley prevé algún tipo de compensación para estas inversiones, hoy ya inútiles.
(Fuente: universocadiz)

Básicamente, la nueva ley prohíbe fumar en todos los espacios públicos cerrados, con muy pocas excepciones (establecimientos penitenciarios, sanatorios para enfermos psiquiátricos, residencias de gente mayor, clubs de fumadores -muy restrictivos-). Entiendo que el racional de las excepciones tiene que ver con el posibilitar que los fumadores puedan hacerlo cuando no tienen ninguna posibilidad de salir a la calle para ello (los reclusos, por ejemplo) o cuando en el fondo ya da igual.

Los Aeropuertos, debido a las extensivas medidas de seguridad y a los muy frecuentes retrasos, se convierten a menudo en prisiones temporales e indeseadas para muchos usuarios. Creo que sería más que razonable mantener algunas zonas para los fumadores en los Aeropuertos por esta razón.

Por lo demás, nada que decir. Siendo fumador, me parece razonable que no se permita hacerlo en cualquier local público cerrado. En los restaurantes no creo que nadie se queje. Resulta mucho mejor comer (y beber) sin humos que perturben el entorno. Y, por cierto, habría que regular el uso (excesivo) de perfumes en los restaurantes, que resulta también agobiante a menudo. Los fumadores estamos habituados a salir a la calle, terminada la comida y el café, para fumar un cigarrito, si lo necesitamos. Para volver luego a la sobremesa, si la hay.
Aglomeración de fumadores en el exterior
de un pub en Londres
(Fuente: reartenparis)

Por ahí vendrá una de las ventajas para el sector de la hostelería, ya que muy probablemente aumentará la rotación de las mesas. Tras el café con bollo del desayuno, mucha gente abandonará inmediatamente la mesa (o la barra, para el caso), para fumarse el cigarrito en la calle, de vuelta al trabajo.

Cuando será más complicado el tema será en las horas de cervezas o copas, donde el consumo de tabaco está muy unido al del alcohol. Ahí tenemos la experiencia de otros países que nos han precedido. Un ejemplo significativo puede ser el Reino Unido o Irlanda, donde los pubs para tomar cerveza o güisqui son una tradición centenaria. Tras varios años de prohibición de fumar en este tipo de establecimientos, no existe mayor problema. Bueno, si exceptuamos las aglomeraciones que perturban la vía pública en las horas punta de los días buenos, donde se acumula una gran cantidad de personas en el exterior de los pubs, para poder fumar mientras se toman su cerveza.
Cenicero personal, comprado en una tienda de
productos náuticos en Holanda
(JMBigas, Enero 2011)

Cuando uno circula a pie por Londres o Dublín, a menudo hay que sortear esas aglomeraciones, bajarse de la acera, etc. Esto debe alertarnos sobre la frivolidad con que se está acogiendo aquí en España el uso de las terrazas como solución para los fumadores en restaurantes o cafeterías.

En Francia o en Italia también, en Reino Unido e Irlanda de modo especial, en el exterior de todos los establecimientos, incluso no existiendo una terraza propiamente dicha, existe algún recurso para que resulte habitable temporalmente por los fumadores. Estos pueden ser alguna mesa alta donde posar la cerveza, y cosas así.

En los países con mejor climatología (España entre ellos), es muy habitual disponer de terrazas extensas durante los períodos primaverales y estivales, por lo menos. Seguramente, proliferarán las terrazas calefactadas (como ya son muy habituales en París, por ejemplo). Los vendedores de estufas altas para estos entornos, vivirán seguramente su agosto en los próximos meses.

Cuando el tiempo es malo, hace frío, llueve, habitar una terraza, aunque sea calefactada, no es el mejor de los placeres. Puede compensar la incomodidad el hecho de poder fumar, claro.
Cenicero personal LEXON Modelo Sienna (S. Bergne)
comprado en una tienda Vinçon
(JMBigas, Enero 2011)

Pero cuando el tiempo es bueno, especialmente si no es extremadamente caluroso, el espacio de terraza es el preferido por todo el mundo, fumadores o no. Lo que va a generar nuevos conflictos de convivencia, complicados de gestionar. Habrá que tomar la iniciativa de fragmentar las terrazas extensas en zona para fumadores y en zona para no fumadores.

Porque convivir en una terraza, si se es no fumador, con la mesa vecina, posiblemente mucho más próxima de lo que la comodidad aconsejaría, donde hay fumadores activos, no es para nada plato de gusto. Creo que los hosteleros deberían tomar la iniciativa en este sentido, para intentar evitar conflictos que podrían generar en el legislador proclive a las prohibiciones, la tentación de tomar medidas aún más drásticas en el futuro próximo.

Recuerdo, por ejemplo, estar en Calais una noche de Abril. Después de cenar (sin fumar, por supuesto), fui a tomarme una cerveza en un pub frente a mi hotel. Pedí y pagué la cerveza en el interior, y me la tomé en unas mesas altas que tenían en el exterior, donde sí se podía fumar. Claro que esa noche (fría y lluviosa) nadie en su sano juicio habría escogido la pequeña terraza para tomarse su cerveza, si no fuera por el tema tabaco.

Por otra parte, aumenta la presión de los fumadores en la calle. Esto significa que hay muchos lugares donde el número y la densidad de colillas en el suelo ya es preocupante. En el exterior de los lugares de trabajo, y de los establecimientos públicos, ya acostumbra a haber ceniceros de gran capacidad. Los Ayuntamientos deberían preocuparse de instalar mobiliario urbano habilitado a este fin. Por ejemplo, las papeleras de la calle deberían llevar todas un apartado destinado a cenicero.

Con una vuelta de tuerca al civismo de los fumadores, se podría conseguir que, por lo menos, las colillas fueran a los ceniceros y no a la calle. Según me demostraron hace años los canadienses (conocidos por su conciencia ecológica), la ceniza es mucho menos grave que acabe en el suelo, ya que se disuelve y desaparece con cierta facilidad.

Por último, una recomendación para los fumadores. Al salir de casa, nos preocupamos de no olvidarnos del tabaco y el encendedor. A partir de ahora, deberíamos incluir en el menaje imprescindible un cenicero de viaje. Los que yo conozco hasta hoy son principalmente modelos fashion, y con un coste relativamente elevado. Pero su simplicidad hace que, si se extiende su uso como elemento cotidiano, puedan producirse modelos populares a un precio módico. De este modo, estaremos siempre preparados para ser ciudadanos ejemplares, y las colillas las dejaremos en los ceniceros públicos (si los hay) o nos las llevaremos a casa en estos dispositivos portátiles, y las echaremos a la basura luego.
Lámpara Berger, y líquido inflamable
(Fuente: vivaladia)

En fin, cualquier cosa que pueda facilitar la convivencia de todos (fumadores o no, en este caso) creo que merece la pena el esfuerzo.

Y para que nuestra propia casa no apeste a humo, lo mejor que yo conozco es la llamada Lampe Berger. Se trata de dispositivos que utilizan el principio de la llamada Combustión Catalítica sobre Cerámica. Constan de un recipiente que contendrá el líquido con diversos tipos de perfume, una mecha y una superficie cerámica, donde se realizará la combustión sin llama. El principio de funcionamiento se descubrió ya en el siglo XIX para los hospitales, pero desgraciadamente hoy solamente se comercializa como un producto fashion, por lo que su precio es relativamente elevado. Claro que los recipientes, o lámparas, están hechas de vidrio de colores, de porcelana o de otros productos nobles, y hay muchos modelos que resultan, por supuesto, decorativos.

Yo la he probado en casa para reuniones prolongadas de fumadores. A la mañana siguiente, sólo se notaba un ligero toque al perfume del líquido, pero nada de tabaquina. Una maravilla, cara, eso sí.

Intentemos, entre todos, evitar que la nueva ley provoque nuevos conflictos de convivencia, siempre odiosos.

JMBA

1 comentario:

  1. Querido Bigas. Yo no soy fumador, pero debo conceder un voto a favor de los fumadores, pues creo que algunas de estas medidas pueden ser excesivas e incluso discriminatorias. Pero, ojo, siempre EN EL MAS ABSOLUTO RESPETO MUTUO.

    El tabaco es una adición, una droga blanda. Creo que el Estado debería luchar contra esta adición mediante educación, información y concienciación, así como también medios para desintoxicarse para aquellos que lo deseen. No lo declaran ilegal porque genera muchos ingresos a las arcas en formato impuestos. Esto haría mucho más bien que toda esta parafernalia.

    Para los que no quieren dejarlo, aún siendo conscientes de lo malo que es para su salud y la de los demás, creo que pueden hacerlo respetando a los demás. Creo que los ayuntamientos podrían habilitar espacios exclusivos para fumadores, y licencias especiales para locales públicos especiales para fumadores (lo que se traduciría en pluses de impuestos). Fumar sería más caro, pero podrían hacerlo sin discriminación y con sus derechos.

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