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martes, 6 de septiembre de 2011

Parada en Rueda y visita a Toro


La mañana de ese miércoles de finales de Agosto salí a las ocho de la mañana de Madrid, por la carretera de La Coruña. El único compromiso del día era llegar a Zamora a media tarde, para disponer, al menos, de un par de horas para un paseo por la zona monumental de la ciudad, antes de cenar. Para el día siguiente tenía prevista una visita por la zona de los Arribes del Duero, con base en Zamora.
Centro urbano de Rueda
(JMBigas, Agosto 2011)

Había preparado una visita a Toro, en la provincia de Zamora y cerquita de la capital, para el mediodía.

Hice una parada técnica en Villacastín, donde tomé un desayuno ligero, y seguí camino. Casi había descartado desviarme en Rueda, pero el último panel anunciando La Seca me convenció, y salí de la autovía hacia esos pueblos conocidos por sus excelentes vinos blancos. Un amigo siempre me había hablado de la cooperativa de La Seca como un lugar ideal para comprar buen vino a precio económico, por lo que fui hasta el pueblo.

La Seca es un pueblo pequeñito, que me pareció más bien poco preparado para acoger al visitante. Descarté la recomendación del amigo y dirigí el coche hacia el pueblo de Rueda, muy cercano, que tiene mejores recursos en este sentido.

Sobre lo que sería la propia carretera antigua (la calle principal hoy), hay infinidad de establecimientos que ofrecen venta de vinos y productos de la tierra. En algunos de ellos se tiene una gran variedad de vinos de toda la región, incluyendo los blancos de Rueda, los tintos de Ribera del Duero y hasta los rosados de Cigales. Uno de ellos es el Bar Leonés Casa Lola, en el extremo sur del pueblo, casi frente a las bodegas de Palacio de Bornos. Un local moderno, de reciente construcción, con exposición y venta de lo mejor que da esa tierra. En la barra incluso se pueden comer raciones o montaditos de jamón ibérico cortado a mano, con una copita de Ribera del Duero, si no hay que conducir, claro. Una parada gourmet, si se desea eso.
Viñedos de uva blanca de Rueda
(JMBigas, Agosto 2011)

Hay muchos otros establecimientos con excelentes posibilidades. Es posible encontrar excelente vinos de Rueda 100% verdejo de productores prácticamente confidenciales, a precios muy muy convenientes. Yo caí en el restaurante Tejo (muy afamado en toda la zona), cerca de la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. El local tiene exposición y venta de excelentes productos delicatessen; pero si uno busca comprar vino blanco de Rueda (100% verdejo), conviene dejarse aconsejar por el dueño. Me vendió finalmente unas botellas de un excelente Rueda (Emilio Gimeno, 5€), que le produce una bodega próxima a partir de la uva de los viñedos de su propiedad (más de 15ha, por lo que me contó). Me lo dio a probar, y se trata de un verdejo típico, muy bueno, sin aristas de sabor, y delicioso bebido fresquito.

La Denominación de Origen Rueda fue reconocida como tal en 1980, y desde entonces se ha potenciado el uso de la uva autóctona de la zona, la Verdejo. Sin embargo, la legislación ampara también otras tres variedades de uva blanca (Sauvignon Blanc, Viura, Palomino Fina) y, desde 2008, también cubre la producción de vinos tintos y rosados a partir de variedades tintas (básicamente tempranillo - conocida aquí como tinta del país -, pero también Cabernet Sauvignon, Merlot y Garnacha).

El blanco verdejo de Rueda se ha convertido en el blanco de cabecera en la mayoría de locales de toda España que sirven vino por copas, y tiene su espacio en las cartas de vinos de la mayoría de restaurantes.
Viñedos de Toro, en las cercanías de Valdefinjas
(JMBigas, Agosto 2011)

Por otra parte, la presencia de algunas bodegas con vocación de producir vinos de alta gama (como Belondrade y Lurton - con bodega en La Seca, cuyo excelente blanco con barrica se vende ya en el entorno de los 30€ -, u Ossian, en Nieva -Segovia-, que produce un excelente verdejo - que se vende por encima de los 20€ - a partir de cepas muy viejas - de hasta 200 años - prefiloxéricas y de pie franco) ha ennoblecido la variedad y la propia denominación.

Desde Rueda, seguí viaje hacia Toro. Un buen amigo de Valladolid me había recomendado que visitara las bodegas de Liberalia Enológica, en las afueras de Toro. Como circulaba por la carretera (no por la autovía), la localicé sin problemas entre Morales de Toro y Toro, a la derecha de la carretera, en un desvío. Recientemente el gurú internacional Robert Parker le concedió a su reserva Liberalia 5 (que ya se vende a un precio cercano a los 30€) una excelente calificación de 96 puntos, para lo que valga. Su Liberalia Cero (fermentado en barrica de roble americano, para consumir en 2-3 años) es prácticamente imposible de conseguir. Cada nueva cosecha que sale al mercado desaparece con rapidez. En la propia bodega me dijeron que estaba agotado, y luego por la tarde, en una tienda de vinos de la calle Corredera de Toro, a otro cliente le dieron la misma respuesta.

Como tuve ocasión de comentar con M. - el maître del restaurante Don Mariano de Zamora, en la cena del día siguiente - los vinos de Toro tienen mucha historia, pero eran tenidos por recios, sólidos y ásperos. La Denominación de Origen tal y como se la conoce hoy se consiguió en 1987, y hace veinticinco años no había más que un par de bodegas significativas en la zona (la cooperativa - que produce el Cermeño y el Gran Cermeño, entre otros - y Fariña - con su Colegiata y Gran Colegiata). De hecho, sólo cuatro bodegas estaban inscritas a la DO en 1987, y ninguna más lo hizo hasta tres años después. Actualmente hay en el entorno de las cincuenta y algunas producen vinos muy finos, que se codean con los mejores del mundo.
La Torre del Reloj, de Toro
(JMBigas, Agosto 2011)

Con su fuerte desarrollo en las últimas décadas, la zona ha atraído conocimiento y capital de Francia. Las operaciones más destacables fueron la compra de las Bodegas Numanthia (en Valdefinjas, que produce el excelente Numanthia y el legendario Termanthia) por el holding del lujo LVMH (Louis Vuitton - Moët - Hennessy); por su parte, el gurú de Burdeos Bernard Magrez, con su buque insignia en el Chateau Pape Clément de Péssac-Leognan, desarrolló una bodega en Morales de Toro (2003) donde produce algunos grandes vinos como el Paciencia (que se vende por encima de los 60€).

Después de pasar por Liberalia, y antes de entrar en Toro, crucé el Duero por el puente metálico, y me di una vuelta por el Sur, hacia Valdefinjas, donde las vistas de viñedos son impresionantes. La variedad reina es la Tinta de Toro, que es parecida al Tempranillo, y cuyas raíces se hunden en los primeros siglos de nuestra era, con la presencia romana.

Desde esa zona se tienen unas vistas espectaculares de la ciudad de Toro. Dado que la zona noble de la ciudad (la Colegiata, el Alcázar) se alzan más de 100 metros por encima de la vega del Duero circundante, la ciudad es muy visible y singular.
Ayuntamiento de Toro, sitiado por el escenario de
los conciertos de las fiestas
(JMBigas, Agosto 2011)

A finales de Agosto, Toro estaba en fiestas. Esto significa que la circulación estaba cortada en todo el centro. Tras dar algunas vueltas de reconocimiento, conseguí aparcar en la Plaza de Santa Marina, justo en la periferia de la almendra central. Desde allí se cruza la Puerta del Mercado donde está la famosa Torre del Reloj, construida en el siglo XVIII. La leyenda dice que para su argamasa se utilizó vino en lugar de agua, ya que resultaba más económico utilizar el vino disponible en grandes cantidades en las bodegas de la ciudad, que subir el agua desde el Duero.

La calle de la Puerta del Mercado conduce rápidamente a la plaza Mayor donde, por supuesto, está el Ayuntamiento. Aunque esos días se encontraba sitiado por el escenario preparado para los conciertos de las fiestas.

Los múltiples bares bajo los porches de la Plaza Mayor y alrededores estaban atestados por la multitud en fiestas. Conseguir espacio para comer algo parecía misión imposible. Tuve que tomar una decisión salomónica, y busqué un restaurante con terraza donde poder comer atendido en una mesa como mandan los cánones. Un poco más cerca de la Torre del Reloj localicé el Restaurante Castilla, cuya terraza a esa hora (serían las dos de la tarde) estaba casi desierta. Me apreté un más que correcto almuerzo, regado con media botella de Cermeño.
El Puente de Piedra cruza el río Duero, junto a Toro
(JMBigas, Agosto 2011)

Para digerir la comida, me di un amplio paseo por la ciudad. Siguiendo más allá de la plaza Mayor, se llega a la explanada de la Colegiata de Santa María la Mayor, seguramente la imagen más conocida de Toro. Tanto la Colegiata como el vecino Alcázar se asoman al vacío de más de 100 metros, hacia la vega del Duero.

Desde el Alcázar volví hacia el centro y seguí más allá de la Plaza de Santa Marina por la calle Corredera, que termina en la Puerta Corredera. En la calle Corredera localicé una tienda de vinos asaz rústica (Bodega Velasco), que incluía a dos opinadores o críticos taurinos sentados de forma improvisada y bebiendo algo. Pero el lugar tiene una buena variedad de vinos de Toro (incluyendo los muy recomendados de producción propia), así como otros deliciosos productos de la zona, como quesos y embutidos; además, su horario de apertura es amplio. Al final del paseo volví por allí para comprar alguna cosita.
Cubierta de la Colegiata de Toro
(JMBigas, Agosto 2011)

En arco hacia el oeste, llegué a la zona del Monasterio de Santa Sofía, y a las cercanías del Monasterio del Sancti Spiritus, y a otro mirador sobre la vega del Duero.

Desde allí volví hacia la Plaza Mayor y la Plaza de Santa Marina, recuperé mi coche y seguí camino hacia Zamora, a poco más de 30km. de distancia. Llegué pasadas las seis de la tarde, y hacia las siete emprendí mi paseo por Zamora al atardecer.

Tenéis acceso a una galería de 50 fotografías de Rueda y Toro y sus respectivos entornos vinícolas, pinchando en la foto de la Colegiata.

Parada en Rueda y visita a Toro



JMBA

2 comentarios:

  1. Me ha venido muy bien tu reportaje fotográfico de Toro "de día", que yo no recordaba con tanto monumento, iglesia y plaza. Yo sólo conocí Toro "la nuit" hace muchos muchos años, y no presté atención ni a calles, ni aplazas, ni a colegiatas ni a conventos.

    Y es que hice la mili (milicias universitarias) en Montelarreina, unas vastas instalaciones y de campos de tiro militares, situadas entre Toro y Zamora. Durante el primer verano no podías moverte del campamente, pero en el segundo verano, que ya eras veterano, te permitías alguna escapada nocturna a Toro, saltándo las vallas del campamento y cambiando la ropa militar por la de paisano en el coche propio o en el de algún amigo. Así y todo, escaparse a Toro, que estaba cerquita, era el no va más de la temeridad, porque podías encontrarte por los antros de la ciudad con tu capitán o con el teniente, o con el mismísimo coronel, porque aunque fueras de paisano, la cara de soldadito no la perdías (pelao, moreno, despistao y gritón) y te reconocían de inmediato, lo que significaba arresto seguro, castigos y malas notas. Bueno la cosa es que yo no conozco Toro de día. No me la imaginaba tan bonita como se ve en tus fotos. El mirrador del Duero, si lo reconozcoco, pues íbamos allí a despejarnos y despejar un poco más a alguno que se pasaba con el morapio. Por aquella época, el vino de Toro, el corriente de las tascas, que recuerdo bien, era oscuro y espeso como chocolate debido al alto contenido en taninos; te dejaba la boca áspera, los dientes teñidos y la tripa estreñida para toda la semana. No me dejó secuelas. El vino, me refiero, porque las escapadas me costaron algún fin de samana en el calabozo, guardias extra y malas notas, lo que me hizo salir de sargento y no de alférez, que era lo más normal. Pero no salí un sargento cualquiera, no, salí sargento con el penúltimo número peor de toda España de aquella promoción... y no sigo, porque con la mili empiezas y no cabas.

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  2. Felicidades José María. Hay muchísima información útil en el diario en el caso que queramos visitar la zona.
    Ester de viajeros.com

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