Tengo por costumbre seguir el Diario de la Noche, que emite a medianoche el canal de Esperanza Aguirre, Telemadrid. Está dirigido por Ana Samboal, una gran profesional y una mujer grande. Lógicamente, es un noticiero cercano a las posiciones del PP de Esperanza.
(La fotografía de Ana Samboal ha sido extraída de la web http://www.presentadoras.tv/).
Su anterior director era Hermann Tertsch, pero tras los incidentes que vivió en la calle Almirante de Madrid, la cadena decidió buscar una solución de sustitución. Se alegó en ese momento que Hermann no era suficientemente sistemático y ordenado como para dirigir el espacio, y se le relegó a un comentario (ultramontano, habitualmente) diario.
(La fotografía de Hermann Tertsch ha sido extraída de la web http://www.noticiasdealava.com/).
A mi me ayuda a compensar el tono de las noticias que me suministran durante el día El País o CNN+. Contribuye a hacerse una idea más global y coherente, siempre que se sepan filtrar los contenidos en función de las respectivas afiliaciones. Vaya trabajo nos da la Prensa al ciudadano de a pie en este país tan politizado. Nos dan los mostos de varietal, pero el coupage tenemos que hacerlo cada uno, según nuestro mejor saber y entender.
A veces hay invitados en el Diario de la Noche que tienen mucho que aportar a la cordura nacional. A menudo no, y son invitados solamente para reforzar el mensaje preponderante.
(La fotografía de Joaquín Leguina ha sido extraída de la web http://www.laverdad.es/).
Pero ayer fue uno de esos días. El invitado fue Joaquín Leguina, el primer presidente de la Comunidad de Madrid. Un político socialista que está ya de vuelta de cualquier ambición personal. Un político inteligente que hoy no tiene inconveniente en hablar claro. A veces dudo de si hay más como él en esa categoría.
Ana y Joaquín hablaron de los diversos temas que tiñen estos días la actualidad del país, como el Estatut, la ley del aborto y otros.
Respecto al problema catalán, me sorprendieron sus palabras, por ciertas pero quizá no muy evidentes. Preguntado respecto al resultado esperable de las próximas elecciones catalanas de Otoño, respondió que es difícil de pronosticar, dada la exagerada endogamia de la clase política catalana. Su razonamiento para llegar a esa conclusión es demoledor. Mientras en otras partes del Estado los políticos roban dentro de su partido (aquí roban los del PP; allá los del PSOE), en Catalunya roban juntos (en clara referencia, por ejemplo, al caso Palau).
Creo que su razonamiento es cierto. La endogamia de esa clase política ha sido creciente con el paso del tiempo. Desde que el PSC formó el primer tripartito, un partido que nunca se había caracterizado por un nacionalismo extremo, se enfundó en la senyera. Y claro, Leguina seguía reflexionando, la senyera se ha convertido en una pancarta política, la pancarta de los nacionalistas frente a los que no lo son, o a los que no lo son tanto.
Hablando del tema del idioma, Leguina exponía que no les entiende a los políticos catalanes. Porque si toda la educación se desarrolla en catalán, no habrá estudiantes Erasmus que quieran ir allí a completar sus estudios, ni habrá catedráticos que quieran aportar su conocimiento y experiencia. Otra vez, la creación de un entorno educativo absolutamente endogámico, condenado a empobrecerse progresiva e irremisiblemente.
Aquí sólo quisiera aportar algún elemento adicional que, como catalán que ha vivido en Barcelona muchos años, conozco bastante bien. La lengua catalana, aparte de un arma política arrojadiza, que instrumentaliza sentimientos, es, otra vez, una bandera (una pancarta) contra el castellano. El castellano, por parte de algunos, se vivió como el idioma de la Dictadura, como el idioma de los funcionarios que enviaba Madrid. Entiendo que esto es prácticamente imposible que sea entendido en cualquier otra comunidad monoidiomática. Esta es una herida que nadie se ha preocupado nunca de restañar, y que todavía hoy puede enervar incluso a los tibios.
Los más radicales pro-catalán podrían aceptar el swahili como lengua vehicular alternativa, sin pestañear, si eso reportara algún beneficio. O el inglés o el francés, o el alemán, o el chino, claro. Pero el castellano sigue teniendo una carga política negativa, de la que está costando demasiado desprenderse.
Creo que la presencia de Leguina aporta frescura a un ambiente político enrarecido, que dice las cosas como las ve alguien que ha estado en el meollo de muchas cosas, y que, siendo inteligente, hoy las puede contar tal cual, porque eso ya no le afecta a a ningún tipo de ambición personal.
Algunas culturas sabias rinden especial homenaje y escuchan devotamente lo que los más viejos y los ancianos tienen que contar. Porque aportan experiencia, por un lado, y ninguna necesidad de dorar una píldora que ya no es para ellos. Pero en este mundo occidental parece que vamos, exactamente, en la dirección contraria. Se prima la juventud por delante de todo, y a las personas de edad más avanzada se les aparta de los papeles protagonistas de la sociedad. Justamente cuando más racionalidad y sentido común podrían aportar.
En fin, tendríamos que hacérnoslo mirar. Reflexiones como las de Leguina no deberían nunca ser tomadas como el comentario a pie de parchís, con el anís de la sobremesa.
O estamos condenados a repetir la Historia.
JMBA
Ya veo que sitemáticamente añades fotos en tus posts. ¡Gracias!. No obstante no puedes evitar extenderte hasta en los piés de fotos, que resultan muy literarios para lo que se consideran buenas prácticas. Parece ser que basta con un pie escueto y, entre paréntesis, la procedencia. Así, el pié que dice "La foto de Joaquín Leguina ha sido extraida de la web http://www.laverdad.es/", diría sólamente "Joaquín Leguina (fuente: http://www.laverdad.es/)". Ya sabes: "A buen entendedor... (fuente: Refranero español)"
ResponderEliminarNo se puede ser más claro. Respeto el uso del catalán de forma abierta y libre, aunque la imposición de forma arbitraria creo que va a crear cismas, como el que comentaba Leguina, o incluso para negocios y cultura. De todas maneras, quien adore este radicalismo le deseo todo bien. Yo hablo la tercera lengua más hablada del planeta, así como la más utilizada en el mundo. No voy a tener problemas con ningún otro país, ni con libros, ni con películas, ni con interlocutores.
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