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lunes, 5 de julio de 2010

El IVA Andorrano

Hoy he leído en la prensa, escondido entre otras noticias de mucho menor calado, que Andorra ha puesto en marcha un procedimiento legislativo para implantar el Impuesto sobre el Valor Añadido en el Principado. Leí los titulares en La Vanguardia, pero para acceder al detalle de la noticia tuve que recurrir a Cinco Días (http://www.cincodias.com/articulo/economia/Andorra-crea-IVA-tipo-general-45/20100704cdscdseco_4/cdseco/), porque la noticia en La Vanguardia ya era de pago.

Según parece, van a crear un tipo general del 4,5%, y un tipo reducido del 1% para los servicios sanitarios y otros.


(La fotografía de la calle comercial principal de Andorra la Vella ha sido extraída de la web www.viajesdecompras.com).

La noticia real no es esa. Lo que es realmente impactante es que en Andorra, hasta ahora, NO existía el IVA. Sí existen algunos otros impuestos indirectos para operaciones concretas, que serán derogados con la implantación del IVA. Según se quiera apreciar, Andorra, por lo menos hasta ahora, ha sido un pequeño país pirenaico a mitad de camino entre un Duty Free y un Paraíso Fiscal. De hecho, ha habido algunos deportistas de élite (ahora mismo recuerdo a Arantxa Sánchez Vicario como ejemplo), que establecieron su domicilio fiscal en Andorra, para limitar los impuestos directos que debían pagar. Claro que otros escogieron Mónaco.

Desde el punto de vista práctico, Andorra es un pequeño país a caballo de los Pirineos, que hace de tampón entre España y Francia. Políticamente, hay dos Jefes del Estado ex aequo, o co-Princeps, que son el Presidente de la República Francesa y el arzobispo de la Seo de Urgel. A otros dejaré la explicación histórica de esta anomalía.

Hace muchos años, los valles que hoy constituyen el Principado de Andorra eran el hogar de los pastores de montaña. Con el tiempo, y por su estatuto intermedio entre dos países grandes, fue el paraíso de los contrabandistas. De hecho, en la raíz de muchos de los prósperos negocios actuales de Andorra está el contrabando o, como mínimo, el estraperlo. Pero Andorra es un territorio independiente desde 1.278. Tiene una extensión de 468 kilómetros cuadrados, y unos 85.000 habitantes, de los cuales sólo unos 31.000 tienen nacionalidad andorrana, siendo el resto mayoritariamente españoles, portugueses y franceses. La Wikipedia tiene un artículo bastante completo sobre Andorra (http://es.wikipedia.org/wiki/Andorra). Los titulares de cualquier negocio en Andorra deben tener nacionalidad andorrana, lo que ha supuesto un pingüe negocio para muchos prestadores de nombre.

De niño, yo había oído hablar de Andorra a  mis tíos, que vivían en un pueblecito de la provincia de Lérida. Siempre hablaban de las gangas que se podían comprar allí, y sobre todo, de lo que se podía comprar allí y que no estaba disponible, en esa época, en el comercio español. Por ejemplo, el Duralex, o los productos de nylon.

La primera vez que yo estuve en Andorra sería hacia 1965. Desde entonces, habré estado allí no menos de una veintena de ocasiones.

Al principio, Andorra parecía un mercadillo tercermundista, parecido a lo que más tarde conocí en Puerto Stroessner (Paraguay, hoy llamada Ciudad del Este), en la frontera común con Brasil y Argentina, cerca de Iguazú. Pero Andorra, para los españoles de los 60, era donde se podían comprar cosas que no se encontraban aquí. Y se podían comprar otras (como el azúcar, ese invariante) a precios mucho más económicos de los que se practicaban por estos lares. La gasolina también ha sido siempre más barata que en los países vecinos.

Y, además, Andorra siempre ha tenido un atractivo especial para los catalanes, porque es el único Estado donde la lengua oficial es el catalán.


(La panorámica de un pueblo en el fondo de un valle, visto desde la montaña, es propia, de Agosto 2007).

Con el tiempo, Andorra fue evolucionando en cuanto a destino comercial y, sobre todo, en cuanto a destino turístico. De los sitios del mundo que yo conozco, las montañas crecen en Andorra más rápido y más cerca que en cualquier otro lugar. El paisaje es realmente sobrecogedor, para quien le guste la montaña. Debo reconocer que nunca he estado en el Himalaya, claro. En el centro del Pirineo, como destino de nieve Andorra es muy apreciado por los amantes del esquí y deportes blancos en general.

El comercio en Andorra evolucionó con los tiempos, hasta convertir al país entero en un Centro Comercial de gama alta. Si ibas allí con algún iniciado, te hacía dar cuenta de que los pitiflús de a mil, se encontraban allí por sólo ochocientos, fíjate tú el ahorro por comprar algo que nunca pensaste necesitar. Antes de la introducción del euro, la moneda más corriente en los valles era la Peseta, aunque siempre se aceptó igualmente el franco francés, especialmente en las zonas cercanas a la frontera con Francia.

Las gangas que han quedado se reducen prácticamente a los productos especialmente gravados en los países vecinos, como el tabaco y el alcohol. Pero se ha desarrollado una industria local del tabaco, por ejemplo, que hace que algunas marcas internacionales, como Winston, Camel o Marlboro tengan precios especialmente atractivos cuando son los de producción nacional. Si se quiere comprar el Made in USA, entonces hay que pensar en un precio también ventajoso, pero mucho más parecido al que se practica en España. Aparte de este comercio masivo, siempre han existido en Andorra algunas tiendas muy especializadas en algún tema concreto. Por poner sólo dos ejemplos extremos, especialistas en accesorios de gama alta para motocicletas, o en patrones para las labores de punto de cruz.

Los Bancos y las Joyerías de Andorra han sido muy frecuentados por cierta burguesía, pero de ese tema, yo no nada de nada.

Desde España (La Seo de Urgel) se entra en Andorra por una cota relativamente modesta del valle. Hacia el Norte, y luego hacia el Este, el valle se va elevando en los sucesivos pueblos (Sant Julià de Lòria, Andorra la Vella, Les Escaldes, Encamp), y luego se vuelve definitivamente montañoso si se sigue el camino hacia la frontera con Francia. Hay que cruzar el Port d'Envalira (2.402 metros de altura), para descender luego hacia el Pas de la Casa, donde está la frontera con Francia. Hace unos años han abierto un túnel de peaje para ahorrarse lo peor del puerto. A Francia se entra por una zona rural de montaña, que, poquito a poquito, va convergiendo hacia Toulouse (o Tolosa del Languedoc, como les gusta decir a los catalanes), que es la ciudad grande más próxima.


(La foto del Port d'Envalira es propia, de Agosto 2003).

El país incluye algunos valles laterales más, aparte del principal (por La Massana, Ordino, Canillo,...), donde se encuentran algunas de las principales estaciones de esquí del Principado.

Su entorno económico ha hecho que las Aduanas (tanto española como francesa) con Andorra hayan sido y sean todavía hoy una fuente inagotable de anécdotas chuscas. Los españoles han ido ahí a comprar tabaco y alcohol, también productos electrónicos y, más adelante, delicatessen que no se podían encontrar aquí. Los franceses han acudido para comprar también tabaco y alcohol barato, así como otras delicias españolas, aceite de oliva y así. Aun hoy, una vuelta por el Supermercado de los Magatzems Pyrenées es un paseo por una macrotienda de delicatessen.

Y muchos han ido allí para buscar un pequeño país con impuestos bajos, donde poder evadir de la confiscación algunos capitales dudosos, o tanteando los tráficos más deshonestos. Hay que reconocer que Andorra es un país que ha sabido encontrar su lugar en el mundo. Por lo que a nadie le ha interesado nunca que desapareciera. Y a ellos nunca les ha interesado ni plantearse el entrar en la Unión Europea, claro.

De niño, cuando íbamos a Andorra desde Barcelona (ida y vuelta en el día) acostumbrábamos a parar a desayunar en la cafetería del Hotel Co-Princeps de la Seo de Urgel, que no sé si existe todavía. Una vez, corría la voz allí de que en la aduana no dejaban pasar a Andorra con más de (creo recordar) tres mil pesetas por persona. Claro, todavía no existían las tarjetas de crédito ni las transacciones electrónicas. Y, en efecto, en la Aduana  de entrada a Andorra la Guardia Civil revisaba los bolsillos de los viajeros, para evitar que llevaran más de esa cantidad en efectivo (relativamente importante para la época).

A la vuelta a España, siempre (o casi) hay que parar en la Aduana, abrir el maletero del coche, y someterse a una revisión que puede ser bastante pormenorizada. En una ocasión yo había viajado con un compañero de trabajo, un día laborable, para una reunión con un distribuidor allí. Como era inevitable, habíamos aceptado algunos encargos de traer tabaco, y llevaríamos seis o siete cartones entre los dos, más unos puritos. Recuerdo que el aduanero, a maletero abierto, se dedicó a recolectar todo el tabaco (salvo un cartón por persona, la franquicia legalmente permitida). Para el resto tuvimos que firmar el decomiso, es decir, la aceptación de que ese tabaco se lo iba a fumar otro.

Pero la Aduana con Francia en el Pas de la Casa también tiene su aquel. En 2003 confluí un fin de semana en Andorra, desde Madrid, con mis hermanos y mi padre, que venían de Barcelona. A la vuelta, yo pasé a Francia, para hacer una ruta por el Sur, hacia Burdeos, y luego Madrid. Yo llevaba una bolsa de mano con los papeles del viaje (las reservas de hotel, las indicaciones turísticas,...) y el aduanero francés se cebó en ello (en perfecto castellano, eso sí), diciéndome que esos papeles iban a ser los recibos de las transacciones bancarias (presuntamente ilícitas) que venía de hacer en Andorra. Al final conseguí convencerle de que yo sólo era un pirado que escogía el camino largo para volver a casa.

Se cuenta que todos los días cruzaba la Aduana un hombre en bicicleta, en dirección a España. La Guardia Civil estaba muy mosqueada, pero no conseguían encontrarle nunca ningún tipo de contrabando. Hasta que descubrieron que todos los días entraba en España con una bicicleta... diferente.

En fin, andorranos, bienvenidos al club del IVA que, cuando existe, ya puede crecer. Mantened el paisaje y las montañas como hasta ahora, bellísimos e impolutos, que ahí está vuestro futuro.

Sólo por eso nunca dejaremos de visitaros.

JMBA


 

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