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miércoles, 5 de octubre de 2011

Pequeñas cosas que no molan nada (10)

Los cubitos de hielo: ese pequeño tema doméstico de muchas respuestas, pero de pocas (buenas) soluciones.
Cubitera de cubitos minúsculos, la habitual en el comercio.
(JMBigas, Septiembre 2011)

Ante todo, conviene que aclare que soy un gran consumidor de cubitos de hielo. Un par en el zumo de naranja natural del desayuno. Una docena en dos o tres vasos grandes de agua, que tengo junto a mí cuando estoy trabajando en el ordenador. Cinco o seis si me preparo un cubatita antes o después de cenar.

Yo utilizo cubiteras de plástico en uno de los cajones del congelador de mi nevera. Hay gente muy aficionada a comprar bolsas de cubitos de hielo en las gasolineras o por ahí. Pero a mí me da grima añadir un producto más (fungible, además, nunca mejor dicho) a la lista de la compra. Prefiero hacérmelos en casa, con agua del grifo, eso sí, que en Madrid todavía es muy buena. Luego cometo pecadillos, como echar cubitos de agua del grifo a un vaso de Solan de Cabras. Pero, en fin, nadie es perfecto.

También tengo una champanera de cristal, de las que se llenan de agua con cubitos para mantener una botella (de champán o lo que sea) fría durante un buen rato. Pero recientemente compré en Francia una ice bag (que allí usan la mayoría de restaurantes), que es mucho más práctica. Se trata de una bolsa de plástico resistente, de colores variados, con dos asas, en la que cabe una botella (de vino, de champán, de agua). Se rellena hasta la mitad de cubitos y agua, y mantiene la botella fría durante toda una comida. Se puede poner simplemente sobre la mesa, y es una solución mucho más simple y económica que el cubo con pedestal que usan en muchos restaurantes. Lo que les permite tener una por mesa (yo solamente pagué 4,50€ por ella).
Ice Bag, o bolsa de plástico con asas para rellenar de
agua con cubitos, para mantener fría una botella.
(JMBigas, Octubre 2011)

Sé que existen neveras (de las llamadas americanas, habitualmente de doble puerta) que tienen un dispensador de cubitos de hielo (o incluso de hielo picado). No sé qué tal funcionarán, porque nunca he tenido una. Se trata de esas neveras que no caben en ninguna cocina de un piso normal.

Otro tema curioso que he observado (y al que le he dado una explicación) es que a veces parece como si los cubitos se hubieran ido congelando por capas, y al extraerlos se desmenuzan como una tarta milhojas. Creo que el problema es la sobrecarga de congelación. Si se ponen tres cubiteras con agua líquida en el congelador a la vez, lo más probable es que acabemos obteniendo cubitos milhojas. Por lo menos en la nevera de mi casa este es el efecto. Conviene dejar pasar, al menos, unas cuatro horas entre una cubitera líquida y la siguiente, con lo que se obtienen cubitos sólidos, de una pieza.

Actualmente tengo nueve cubiteras en mi nevera (en total, algo más de diez docenas de cubitos). Esto me cubre ampliamente hasta los picos en días de visitas o reunión de amigos. Incluso más de una vez he prestado alguna a un vecino que había liquidado su provisión. Os podéis imaginar que cuando tengo que deshelar el congelador (una o dos veces al año), recuperar el stock completo de cubitos de buena calidad me cuesta prácticamente dos días.
Cubitera china, de cubitos medianos, pero que se rajó
con cuatro o cinco usos.
(JMBigas, Septiembre 2011)

Pero periódicamente hay que renovar las cubiteras de plástico, porque se acaban rajando, gotean, y te llenan de hielo el cajón del congelador. A mí me gustan los cubitos grandes (de los que con cinco o seis tienes lleno por completo un vaso de sidrería de los grandes). Y este tipo de cubiteras parece que son rara avis en el comercio.

En los hipermercados (o en la sección de Hogar de El Corte Inglés) sólo puedes encontrar cubiteras de plástico de cubito pequeño (con la cubitera entera no llenas el citado vaso), u otras muy fashion (de goma o incluso de silicona) que te sacan pequeños bloquecitos de hielo con la forma de la flor del paraíso, del tucán de las marismas o del manatí de los manglares. Vaya tontería.

Finalmente pedí consejo a un ama de casa (la dependienta de una tienda que suelo frecuentar), que me reconoció tener el mismo problema. Y me aconsejó visitar una tienda especializada en plásticos, por Santa María de la Cabeza, cerca de Atocha.

Yo había tenido una mala experiencia recientemente. Porque en una tienda de los chinos había comprado una cubitera de plástico (eso sí, por 50 céntimos), que ya se rajó a la cuarta o quinta extracción. Extraer los cubitos requiere ejercer sobre la cubitera un esfuerzo de flexión, para que los cubos (a -19ºC) se despeguen y se puedan extraer sin problemas. El plástico debe estar preparado para resistir este tipo de esfuerzos de modo repetido (y, desde luego, la cubitera china no lo estaba).
Paquete de tres cubiteras de 14 cubitos grandes
cada una. Ideal para el uso doméstico.
(JMBigas, Septiembre 2011)

Ni corto ni perezoso, me fui a buscar la tienda de Atocha, aunque no sabía su dirección exacta. Por las indicaciones, aparqué el coche en la calle del Marqués de la Valdavia (un sábado por la mañana había espacio, pero de pago). Me moví un poco por la zona y localicé la tienda en la esquina de Santa María de la Cabeza con Sebastián Elcano: ManuPlas.

La apariencia es de una tienda de barrio bastante grande, pero especializada, con toda clase de productos hechos de plástico (contenedores, envases, bandejas, rollos de película para embalaje, embudos de todos los tamaños y formas, etc. etc.). Y ahí, en uno de los estantes, estaban las cubiteras. Prácticamente sólo de un modelo (el bueno, de cubitos grandes), en paquetes de tres cubiteras, a casi 6€ (algo menos de 2€ por cubitera). Y en abundancia.

No conozco que exista ninguna tienda con parecido surtido en ninguna de las zonas comerciales de los alrededores de Madrid. Las cubiteras que compré tienen dos años de garantía. Cuando haya que renovarlas, tendré que volver al centro centro de Madrid.

Da gusto encontrar una tienda así, muy especializada y que comprende a la perfección las necesidades del consumidor: las entiende y las atiende.

La siguiente vez que vi a la dependienta que me aconsejó, me preguntó si había ido y si había encontrado lo que buscaba. Y luego me confesó que se había arrepentido de no haberme pedido que le trajera algunas para su casa.

Las cubiteras, algo tan cotidiano. Pero no consigo entender por qué o para qué se fabrican las que no valen para nada (cubitos mínimos o que se rajan en tres o cuatro usos). Supongo que por eso de que se puede engañar a muchos una vez (o a uno muchas veces), pero no a muchos muchas veces.

De verdad que no mola nada consumir una cubitera entera (de los minúsculos) para mantener una bebida fría durante un tiempo.

Parece un tema trivial; pero los disgustos que cuesta si no se tiene bien resuelto.

JMBA


(22/6/12) - Ocho o nueve meses después de la compra de estas cubiteras, hay que decir que su plástico no es tan resistente como otras antiguas que tengo, a prueba de todo. Alguna ha empezado a rajarse. Lo que significa que, al menos una vez al año, si se usan intensivamente, convendrá reponer el stock. Cuando se rajan, empiezan a perder algo de agua. Si se apilan sobre otra cubitera, aparecen cubitos gigantes (procedentes de las pérdidas de agua de la que está situada encima), o se acumula hielo en el fondo del cajón del congelador.

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