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sábado, 5 de junio de 2010

Violencia de Género

La mejor solución que yo conozco para llenar un cajón es rotularlo. Hace poco, en casa, decidí rotular un cajón con "Libros en Francés". Y, amigos, nunca hubiera supuesto que tuviera tantos. En unos días el cajón estaba ya lleno de libros en francés, y seguían apareciendo por las diversas estanterías, en los diversos fondos.

Hace años se hablaba, en general, de crímenes pasionales, o sentimentales, o parricidios. Bajo esas denominaciones genéricas se escondían, casi sin excepción ni adición, lo que hoy conocemos como Violencia de Género. Que tenga nombre específico significa que ya se pueden realizar estadísticas sobre ellos, que se pueden contar. Y las cifras son aterradoras. Muchas docenas de mujeres, principalmente, mueren al año en España a manos de sus parejas, ex-parejas, maridos o mediopensionistas.

Los que se dedican a la prevención de los accidentes de tráfico se han preocupado de identificar, con mayor o menor acierto, unos cuantos factores de riesgo: la velocidad inadecuada, las distracciones, dormirse al volante. Las acciones para reducir el impacto de estos factores de riesgo ha permitido reducir sensiblemente el número de víctimas mortales del tráfico. Pero sigue habiendo accidentes, claro. El objetivo maximalista en este campo sería conseguir que todos los accidentes que se produzcan sean realmente accidentales, es decir, que unos segundos/minutos antes de producirse no fueran previsibles.

Tras los crímenes de género también hay algunos factores de riesgo. Por una parte, la patrimonialización de la pareja. Hoy en día todavía hay muchos hombres que están convencidos de que cuando hablan de "mi mujer" eso significa mucha más pertenencia que simplemente hablar de "la mujer con quien comparto un proyecto de vida" (y no quisiera ser buenista con esta frase, pero para hacerse entender bien, a menudo conviene caricaturizar). Y con igual sentimiento hablan de "mis hijos". Ello lleva casi directamente a que, en caso de problemas económicos que dificulten mantener correctamente a la familia, sean incapaces de compartir el problema y encontrar una solución compartida. Y cedan a la tentación de quitarse de enmedio. El y todo lo suyo.

Esta patrimonialización provoca también que los celos sean enfermizos y destructores. "O mía o de nadie", o "la maté porque era mía". Cuando una mujer muere a manos de su pareja bajo estas circunstancias, el problema existía desde mucho antes, pero nadie se prestó a corregirlo o resolverlo.

Otro factor de riesgo, habitualmente añadido, es una baja autoestima por parte de la mujer, si no directamente unos ciertos aires masoquistas. "Si me castiga, es porque me lo merezco". Un castigo severo acaba en muerte. O, lo que es peor: "Si me castiga es porque me quiere".

Algunas de estas actitudes podían tener algún sentido en cuanto a estabilización de la sociedad, en otros tiempos en que la dependencia económica de la mujer era aceptada como algo inevitable. Pero, en estos tiempos, la realidad las desmiente por completo.

Claro que, en muchos manuales para casadas jóvenes de diversas religiones, hoy podemos encontrar que la sumisión es la actitud correcta de la mujer frente a su marido. Esto nos lo tendríamos que hacer mirar.

Finalmente, por no extenderme hoy más sobre este tema, está el pudor de la sociedad en general a meterse en casa de los demás. Esta es una actitud correcta, pero debe tener necesariamente ciertas excepciones. Cuando una mujer muere a manos de su pareja, estamos cansados de oír en el noticiero a los vecinos (o incluso familiares) aquello de "ya se veía venir". Seamos todos algo menos pudorosos. Y, sobre todo, las mujeres en circuntancias de riesgo deben aprender a socializar su problema y no sentir en absoluto vergüenza. Esta sociedad está preparada para acogerlas y protegerlas dentro de lo posible.

Del mismo modo que no debemos dejar que el amigo borracho coja el volante, no debemos permitir que ninguna familiar, vecina, amiga, acepte sin más que se merece lo que le toca. Nena, tú vales mucho. Reforzar su autoestima debe ser la primera prioridad.

Como los accidentes de tráfico, siempre pensamos que sólo les suceden a los demás. Pero no es verdad. Muy cerca de nosotros pueden estarse dando hoy mismo situaciones de alto riesgo.

JMBA

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