Querido Paseante, siempre eres bienvenido. Intenta escribir algún comentario a lo que leas, que eso me ayuda a conocerte mejor. He creado para ti un Libro de Visitas (La Opinión del Paseante) para que puedas firmar y añadir tus comentarios generales a este blog. Lo que te gusta, y lo que no. Lo que te gustaría ver comentado, y todo lo que tú quieras.


Pincha en el botón de la izquierda "Click Here - Sign my Guestbook" y el sistema te enlazará a otra ventana, donde introducir tus comentarios. Para volver al blog, utiliza la flecha "Atrás" (o equivalente) de tu navegador.


Recibo muchas visitas de países latinoamericanos (Chile, Argentina, México, Perú,...) pero no sé quiénes sois, ni lo que buscáis, ni si lo habéis encontrado. Un comentario (o una entrada en el Libro de Visitas) me ayudará a conoceros mejor.



lunes, 7 de junio de 2010

Reforma Laboral (1)

Le pongo un 1 a esta Nota, pensando que será inevitable que haya más sobre el mismo tema en las próximas semanas.

Resulta, desgraciadamente, bastante evidente, que el Estado del Bienestar, tal y como lo hemos conocido, especialmente en Europa, en las últimas décadas, está en entredicho. La crisis que estamos viviendo lo está poniendo todo patas arriba, y obliga a reconsiderar aspectos que podrían parecer en el pasado como absolutamente inamovibles.

Por ejemplo, el Sistema de Pensiones de tipo redistributivo, no de capitalización, como el que tenemos en España, es delicadamente dependiente de la pirámide de población y, especialmente, de la pirámide de ocupación. Es decir, las pensiones las pagan en cada momento los que trabajan. Si el porcentaje de personas en edad de recibir pensión aumenta significativamente en proporción al total de la población, esto introduce una tensión en el sistema. Y si, como está sucediendo dramáticamente ahora mismo, el ratio ocupado/pensionista decrece demasiado, de nuevo el Sistema entra en riesgo.

Pero, si nos centramos en la Reforma Laboral tal y como se está planteando en la actualidad, hay algunas cosas que debemos reconocer de inicio. Por diversos motivos, el Sistema Laboral en España es extremadamente rígido, y además está fragmentado en dos partes absolutamente irreconciliables, con niveles de derechos en absoluto homologables. Por una parte, los empleados fijos con cierta antigüedad, tienen derecho a una indemnización, en caso de despido improcedente, de 45 días por año trabajado, con un máximo de 42 mensualidades. Además, esta indemnización legal está libre de impuestos. En otras palabras, un empleado con más de 28 años de antigüedad en una empresa, en caso de despido improcedente va a percibir una indemnización del total de salario bruto de tres años y medio, pero libre de impuestos. Lo que fácilmente equivale a más de cinco años de sueldo. Y sé de lo que hablo.

Por otra parte, una proporción creciente de la población ocupada sufre de exactamente lo contrario. Con sueldos de mileurista, y contrataciones temporales, no tienen derecho a indemnización alguna en caso de despido. Lo que genera, lógicamente, una gran movilidad laboral, con todos los inconvenientes que ello supone: falta de fidelización a cualquier empresa, práctica imposibilidad de rentabilizar la formación a los empleados, por lo que se acaba no dando, y situaciones personales precarias incluso en edades avanzadas de la vida laboral (hay muchísimas personas de 30 y más años en esta situación).

Por ello, una parte de los empleados cuidan de su “mochila” y el resto deben buscarse la vida casi día a día, semana a semana y mes a mes.

No soy experto laboralista, pero seguro que existe un rango de índices de movilidad laboral que son los óptimos en los sistemas eficientes. Y que están justamente entre los de los dos grandes grupos laboralmente irreconciliables que tenemos hoy en España.

El trabajo siempre debería seguir siendo un reto, pero debe poder asegurar una cierta estabilidad personal. En un sistema eficiente, cualquier empleado debe tener una visibilidad de futuro, en su empleo actual o en otro equivalente, o incluso con movilidad geográfica (un concepto prácticamente excluido de la mente de los empleados en Europa, pero muy especialmente en España). Esa visibilidad es la que permite una cierta planificación de vida, afrontar el endeudamiento necesario para comprar una vivienda, y, en definitiva, la integración de la persona en el sistema macroeconómico imperante. En otras palabras, permite ingresar en las clases medias. No olvidemos que, salvo envidiables excepciones, trabajamos para vivir.

Tras estas consideraciones, hablemos de la Reforma Laboral inminente. Parece claro que no habrá acuerdo entre las organizaciones empresariales y los sindicatos. Y ello por varios motivos. De una parte, el Gobierno ya ha avanzado que la introducirá por decreto si no hay acuerdo. Por tanto, los empresarios ya saben que sus principales reivindicaciones estarán recogidas, en su caso, en el decreto gubernamental. Por tanto, el acuerdo, para ellos, ya no tiene ningún atractivo.

Los Sindicatos son tema aparte. Por una parte, parece que sólo defienden a los empleados, y no a todos los trabajadores, incluso los que están actualmente en paro (recordemos que son más de cuatro millones en España hoy en día). Por otra parte, la representatividad que tienen es limitada, porque, ¿cuántos afiliados sindicales hay en este país?.

En estas condiciones, la posición de los Sindicatos se limitará a rezar (!!??) para quedarse como están. Defenderán los derechos adquiridos con uñas y dientes, y ahí se acaba todo. Morder con fuerza al Gobierno, la mano que, no lo olvidemos, les da de comer a falta de una mayor afiliación sindical, sería una actitud autodestructiva que no creo que vayan a abordar. Incluso dudo de que se acabe convocando una Huelga General y, de hacerse, de que tenga un seguimiento masivo.

Los ciudadanos, los trabajadores, creo que son conscientes de las enormes dificultades económicas por las que estamos transitando, Y estarán dispuestos a aceptar unas ciertas limitaciones, siempre que se repartan equitativamente por toda la sociedad, lo que supone bastantes problemas. Ahí el Gobierno tiene un desafío importante. La propia Administración (toda la Administración, incluyendo a las Comunidades Autónomas, las Diputaciones y los Ayuntamientos) deben dar ejemplo de austeridad y voluntad de afrontar la crisis para salir de ella. Y los que más tienen deben contribuir de forma proporcional, lo que casi es economía ficción.

Porque las grandes fortunas son extremadamente timoratas, y muy sensibles al menor aroma de riesgo. Apretar a los capitales les obliga a buscar mejores escenarios y emigrar, lo que también sería negativo para la economía española.

Para terminar esta primera nota sobre tema tan espinoso, permítaseme una reflexión. Cualquiera que visite países del Tercer Mundo o en vías de desarrollo (pensemos, sin ir más lejos, en los pequeños países de Centroamérica, o en los de segunda fila de América del Sur) se habrá dado cuenta de que su gran fracaso económico ha sido la incapacidad de crear en el país una fuerte clase media. La estratificación social en esos países pasa por una minoría extremadamente rica, y una inmensa capa social de clases bajas, pobres y desheredados. En estas condiciones, a nadie le preocupa la situación del país: si las cosas se ponen mal, los muy ricos se irán a sus mansiones de Miami, Punta del Este o Europa, y allá se las apañen. Y los pobres nada pueden perder (porque nada tienen para perder), aunque cunda el desorden y la anarquía. Con estos mimbres, lo que habitualmente acaba sucediendo es que los Gobiernos miran únicamente por su propio interés, y esos países nunca consiguen prosperar.

Con ello quiero decir que, de forma casi inevitable, los grandes pagadores de esta crisis serán de nuevo las clases medias. Actualmente podemos pensar que las clases medias en España incluyen desde las franjas bajas (con ingresos del orden de los 20K€ anuales), hasta las clases más acomodadas (con ingresos del orden de los 100-150K€ anuales). Este nivel de ingresos permite una vida cómoda, una vivienda mejor, un ocio de calidad, pero de ninguna forma llevar vida de millonario. Su prosperidad depende de la del país, que es a lo que vamos.

Afortunadamente para España, las clases medias ocupan la gran mayoría de la sociedad. Por lo que habrá más gente entre quien repartir el coste.

Continuará. Al hilo de vuestros comentarios.

JMBA

2 comentarios:

  1. Acertado análisis, ciertamente la Patronal no está interesada en ningún cambio, la situación actual, donde el ratio de "mochileros" frente a "mileuristas" es claramente favorable a los segundos y ... aumentando, hace que les inquiete poco el asunto aunque sigan clamando por el despido libre, como si casi no lo fuese, aunque solo sea por cuestión de imágen. De todos modos, como todos sabemos, el tema de los 45 días cada vez es más una entelequia, al final se queda en un plato de lentejas (si quieres las comes ...) siempre que a la Empresa le convenga, por diversos motivos, el trato.
    En cuanto a los Sindicatos, nada que añadir a lo claramente expuesto, Virgencita Virgencita.
    En fin, que pagaremos como siempre los de siempre, ¡todo sea por salir de la maldita crisis!, aunque ésta terminará únicamente cuando los que la crearon consideren que ya está convenientemente "reconducida" la situación, sus pérdidas enjugadas y el mango de la sartén, de nuevo en sus manos.
    Un cordial saludo, Tomás

    ResponderEliminar
  2. Dicen que estoy jugando ya la segunda parte de mi vida y, como a casi todos, me interesa disponer de las mejores ventajas económicas en caso de despido.
    Pero me preocupa más si voy a volver a encontrar trabajo llegado el caso.
    ¿No sería más eficaz y eficiente buscar soluciones para encontrar trabajo con más facilidad? ¿Es este asunto tan difícil para los empresarios y para los sindicatos que tanto nos protegen?
    José María, dale al magín a ver si creas un nuevo paradigma (cf. la primera acepción del actual Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española).
    Un saludo,
    Data.

    ResponderEliminar