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sábado, 5 de junio de 2010

Pontificando sobre la Crisis

(Ya publicado en Facebook el 25 de Mayo de 2010)


Me temo que resultaré sin duda reiterativo y cansino, porque estos días todo el mundo habla de la Crisis: los que la entienden, los que la huelen, los que la desprecian, los que la utilizan, los que la temen, los que lo ignoran todo pero nunca callan, los que intentan explicarla y también los que intentan sortearla con colaboraciones en las infinitas tertulias.

Para mí, en el origen, la Crisis es de Confianza. La confianza máxima en el hecho económico se le exigió al pueblo llano (no experto) cuando se inventó el papel moneda. Utilizar como medio de pago algo sin ningún valor intrínseco fue, sin duda, un salto cualitativo en la capacidad de abstracción.

El dinero tiene valor porque todo el mundo se lo reconoce. Y porque se supone que alguien, en alguna parte, en quien confiamos, lo respalda. El hecho económico puro podría darse sin dinero, en base al trueque. Pero lo que lo convierte en Hecho Universal es la existencia de esa abstracción llamada dinero. Ello permite que todo (productos, servicios,...) tenga un contravalor en dinero que permite compararlo o intercambiarlo con cualquier otro elemento.

Según se dice, el origen de esta crisis, si aceptamos que las hipotecas subprime fueron el detonante, sería la carestía del petróleo. Cuando su precio superó muy ampliamente los 100 US$, ello provocó acumulaciones monstruosas de dinero en manos de los países productores. Estos tuvieron que buscar dónde colocarlo, dónde invertirlo. Y ello llevó a una situación en el mercado americano en que este capital ingente estaba dispuesto a comprar todo tipo de activos financieros. Los directores de sucursal de todos los rincones del país se vieron presionados a generar créditos que eran comprados sin más por estos capitales. De ahí a las hipotecas basura, a los créditos para personas que jamás hubieran soñado con poderlos conseguir, va un paso.

Sumémosle, claro, la capacidad mágica y prácticamente ilimitada de los expertos financieros en envolver muchas veces las caquitas para que parezcan lingotes de oro.

Lógicamente, este montaje en el límite está sujeto a que a nadie se le ocurra desenvolver el oro para encontrar que dentro sólo hay caquitas. Cuando alguien lo hizo se inició la crisis de desconfianza. Una marea que lo ha invadido todo. Este hecho dió nacimiento a lo que se ha dado en llamar activos tóxicos, o de muy dudosa liquidez.

En paralelo, gracias a esta abundancia de capitales, se fueron creando burbujas por todo el mundo. Daba la sensación de que todo valía. En nuestro caso, incluso había gente que pensaba que el precio de la vivienda nunca podría bajar, violando de este modo las más elementales leyes económicas de la oferta y la demanda.

Cuando alguien descubrió las caquitas, se dió la voz de alarma, y todo el mundo empezó a desenvolver los "instrumentos financieros", para descubrir que nada era lo que parecía. Se había sembrado la desconfianza. Y, en estas circunstancias, todo el mundo quiso deshacer el entuerto y recuperar en mano las cosas de "valor" real. Pero claro, la famosa lata de sardinas de la Mili servía para pasarla de mano en mano para pagar toda clase de deudas, hasta que un gili la abrió para comérsela, y descubrió que estaba podrida y ya no sirvió más.

Claro, cunde luego el pánico de que todas las "latas de sardinas" que circulan por ahí están podridas, y que mejor ni meneallo. Luego la gente coge pánico, y deja de gastar. Aunque no estén en el paro, nunca se sabe lo que puede pasar, y la economía se va parando de esta forma.

Con el tiempo, ya nadie confía en nadie. Los mercados desconfían del valor de las cosas, de la sinceridad de los Gobiernos y de todo. Vender y huir es la consigna. Claro que, huir ¿hacia dónde, en un mercado globalizado?. Cuando existía la peseta, un recurso hubiera sido devaluar, pero ya no lo tenemos, porque al Euro no lo controlamos desde España.

Y se entra en una espiral descendente que sólo parará cuando encuentre resistencia en el valor real de las cosas. Ver desplomarse la Bolsa da pena, porque de tener dinero ahora, y no mucha prisa, se pueden comprar auténticas gangas. Pero no se ganará dinero con ello en el corto plazo. Hay que aguantar y resistir.

Alguien muy listo inventó en el pasado las monedas circulares, que pueden rodar y rodar. Y deben transmitir a todo el mundo que en hacer rodar el dinero está la riqueza.

Frente a los que opinan que el papel moneda, por ser plano, incita a almacenarlo en grandes cantidades, yo opino que lo hicieron redondo, como las monedas, para que circule. Mientras no se para la lata de sardinas, no hay crisis. O por lo menos nadie sabe que la hay, lo que, en el fondo, es lo mismo.

Otro día seguiré con el tema, que da para mucho.

JMBA

2 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo en el plano general/internacional, pero te ha quedado por analizar las consecuencias en España, aquí la bonanza comenzó en los 90 y a finales de la década, ante la grán demanda de viviendas y las dificultades que existían para las recalificaciones de terrenos, a un gobernante de la época se le ocurrió cambiar la Ley de Regímenes Locales, atribuyendo a los Ayuntamientos la facultad de recalificar terrenos ¡el lobo cuidando del rebaño!, a esto se le unió la Banca, concediendo créditos sobrevalorados a no importa qué plazos: 25, 30, 40... años, no importaba, la deuda siempre queda independiente del valor del bién y ya la pagarán por la cuenta que les tiene, el resultado: una inmensa pirámide en la que nadie quería quedarse fuera: ¿lo compraste por 20 y me lo vendes por 30?, magnífico, yo lo venderé por 40 (eso sí, mis hijos no pueden endependizarse con lo cara que está la vivienda).
    Y así continuó La Lechera con su cuento, hasta que el malvado Ogro Lehmann comenzó a acabar con los sueños de todos y derribó la pirámide que tanto costó construir.
    Ahora, los mismos "neowhat" urgen la inmediata toma de medidas para arreglar la Crisis que ellos mismos crearon, solo que el monstruo les ha salido respondón y tendremos que recurrir a los mismos de siempre para solucionar el tema.
    Cordiales saludos, Tomás

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  2. Tienes razón, Tomás. El tema del ladrillo en España fue la parte local que se juntó con la crisis global, y la ha hecho aquí más profunda (y dolorosa) que en otros países del entorno.

    La fuerte tentación de la magia de "crear valor desde la nada", es decir, la recalificación de terrenos, inundó el país, y costará recuperarnos.

    JMBA

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